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domingo, 25 de diciembre de 2016

La concordia

Posterior a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935, es sustituido en el poder por el General Eleazar López Contreras, quien se propone como una de sus metas la reconciliación del país, ordenando la demolición de la temida y odiada cárcel de La Rotunda, liberando todos los presos políticos, la construcción de un monumento conmemorativo, encargando la obra al arquitecto Carlos Raúl Villanueva,  en el mismo lugar donde habían sucedido los horrores de la dictadura, siguiendo el estilo usado en el Museo de Los Caobos.  
Así en la esquina de Glorieta a Hospital se erigió este hermoso templete monóptero como un símbolo de paz y reunificación del país, rodeado por una plaza que sería llamada de La Concordia en homenaje a los "luchadores de la libertad en América" inaugurada en 1940, caracterizado por sus columnas acanaladas semejante a las griegas, rematado por un techo cónico con tejas de barro cocido denotando una influencia colonial española, una mezcla de estilos bellamente logrado. 
Mi madre Helena Castro, quien se había independizado de su familia, residenciándose en Caracas entre 1942 y 1947 con el fin de estudiar, se tomaría varias fotografías en esta plaza, en ellas se pueden apreciar además del templete, el Santuario Nacional Expiatorio, el Hospital de La Caridad, las escalinatas, jardines y bancos del lugar.
Este bello monumento fue demolido en 1961 en el gobierno de Rómulo Betancourt, despojándonos no solo de la memoria histórica, de una invaluable obra artística, sino también del mensaje implícito de reconciliación, único camino que conduce hacia la paz, un recordatorio tan vigente hoy, tal cual lo fuera en el pasado.   





sábado, 3 de diciembre de 2016

Capitulo 45 Vida en El Toronal

En El Toronal el día se iniciaba con diversas actividades, por un lado el ordeño de las vacas, antes de las cinco de la mañana, luego los animales se llevaban a los pastizales donde pastoreaban todo el día. Se atendía el corral de los cochinos, se alimentaban con las mazorcas de maíz y los desperdicios de la cocina de la casa, al estar bien gordos se mataban para obtener su carne y la manteca de su tocino, que se cocinaba para ser almacenado en latas mantequeras.
Los obreros encargados de la caña de azúcar, revisaban la siembra, desmalezaban, resembraban y cuando estaba a punto, se cortaba para ser llevada al trapiche artesanal. Estos ingenios eran fabricados a mano con madera de la región para elaborar el papelón, las melcochas y alfeñiques. Una vez la caña en el sitio, era troceada para introducirla fácilmente en el molino, movido por mulas. De aquí salía una tubería que transporta el jugo de caña hacia las pailas o recipientes de bronce donde se hervía, utilizando el bagazo seco como combustible, hasta lograr la consistencia deseada, luego se vertía en un recipiente de madera llamado “tacha” o “artesa” donde se agitaba con una gran pala de madera durante algunos minutos para finalmente vaciarlo en las hormas de madera en forma de cono, se dejaba enfriar y luego se desmoldaba. Al estar listo se bajaba a la Mercuriana, casa de compra ventas del abuelo, ubicada en La Union, allí se comercializaba.    
Por otro lado, los trabajadores que se encargaban del café eran dos grupos, uno eran los encargados de sembrar, desmalezar y recolectar una vez maduro, en la hacienda ubicada en las montañas de Parupáno, para ser enviado en mulas a El Toronal donde lo recibían el grupo encargado de procesarlo en La Trilla, una edificación diseñada especial para el trillado del café, construida alrededor de 1911, abarcaba secarlo al sol en un patio enladrillado donde se esparcía el grano húmedo removiéndolo de vez en cuando con unas palas especiales para que secara uniforme, luego se pasaba al interior a descascarar en un molino gigante artesanal, consistía en un canal de madera en forma circular por donde rodaba una gran rueda también de madera, tirado por un burro, de aquí se recogía para colocarlo en el venteador, un aparato que soplaba viento dejando limpio los granos, que caían a un lado para ser recogidos y seleccionados a mano por las mujeres, encargadas de almacenarlos en sacos que cerraban cosiendo con grandes agujas e hilo pabilo, finalmente eran enviados para la venta a la casa Blohm en Barquisimeto, cargados en arreos de 8 burros, a razón de dos sacos de aproximadamente 50 kilos cada uno.
En este patio enladrillado también se secaban las mazorcas de maíz sembradas en la hacienda, se les retiraba las hojas dejando solo la última, nuevamente puesto al sol y almacenado en sacos para ser colocados en la troja, una habitación especial donde se ahumaban para que no les cayeran insectos. Estaban además otros obreros trabajando en el campo en las diferentes siembras de hortalizas, cambures, tabaco y hierbas medicinales para el consumo de la familia, así como el mantenimiento de las lagunas artificiales para que no desaparecieran con los deslaves.
Mientras esta febril actividad se desarrollaba en el campo, en la casa el día se iniciaba con la labor de las mujeres en la preparación del desayuno, se pilaba el maíz para hacer las arepas, se tostaba el café para luego colarlo y mezclarlo con la leche de vaca recién ordeñada, se cocinaban los huevos que se recogían del gallinero, también los de patos que por ser mas grande rendían para alimentar a mas personas, se asaban cambures y se hacían rosquillas dulces en el horno artesanal de barro. Las niñas se despertaban muy temprano con el sonido del trajinar de las faenas del campo, el canto de los gallos y los pájaros, salían presurosas de la sala donde dormían todas juntas dirigiéndose a la cocina atraídas por el olor de los alimentos, allí las esperaban María Clisanta y la Toña, encargadas de darles el desayuno y asearlas para que se vistieran. Mi madre Helena rememoraba de una vez que se levanto primero, muy temprano y se fue a desayunar, encontrándose con cambures asados con leche recién ordeñada que le gustaban mucho, quedando con ganas de repetir, así que se fue a la sala donde dormían, se despeino, se cambio de bata para hacerse pasar por su morocha Adelina, regresando a la cocina bostezando como acabada de despertar y le volvieron a dar el desayuno, creyendo que era la otra niña, cuando se presentó Adelina reclamando su comida se armo una trifulca, a partir de entonces las gemelas fueron marcadas para diferenciarlas, a una le pusieron zarcillos y la otra una pulsera.
El almuerzo era entre las 2 y 4 de la tarde, se comía granos, carnes principalmente de chivo, hervidos, etc; la cena era ligera antes de dormir, a cada quien les daban una taza de leche caliente con papelón, clavo de olor y un pan dulce horneado en la casa, el cual fermentaban con una levadura de fabricación casera hecha con una mazamorra de maíz enfuertada.
Del caserío La Unión venía una maestra contratada para darles las primeras lecciones de su educación, esperando que estuvieran mas grande ante de ser enviadas internas al colegio de mujeres de Siquisique donde la abuela había estudiado, este era el proyecto original de María Adelina, luego del impase de los huevos de la pata retomo su sueño de darle una vida con mejores oportunidades de estudios en Barquisimeto. También les enseñaban a tocar guitarra, a coser y bordar. Hay una anécdota de mi tía Roselia sentada en el escalón de la entrada de la Salita con las piernas abiertas para sostener la guitarra. Al llegar el abuelo, ella le preguntó que si le gustaba lo que estaba interpretando y él respondió que sí pero le recomendó que antes se colocara en una posición correcta, pues estaba mostrando todas sus piernas, ella sintió una gran vergüenza, después de lo cual no siguió en las clases, hasta aquí llegaría el gusto musical.
Mi mama Elena evoca un sube y baja que su madre les mando hacer en el patio, era un tronco de madera en forma de Y clavado en el suelo, en la bifurcación se apoyaba otro tronco largo que estaba atado y en los extremos cada una se sentaba para balancearse. También el cajón del almud, que el abuelo tenía para detallar los granos para la venta, lo usaban para meterse dentro del más grande con las piernas enrolladas, mientras las otras hermanas lo empujaban rodando como si fuera un carrito. Los recuerdos de Helena son tan vividos que cuando los escucho, parece que estuvieran sucediendo en ese momento, como la historia de una visita que llego a El Toronal y mientras esperaba en la Salita que lo atendieran, como este salón tenía dos puertas, las morochas se asomaban sincronizadamente desde cada puerta, escondiéndose una y apareciendo la otra. Cuando mi abuelo llego a atender el señor este le dijo que tenía una hija que parecía un pájaro pues se aparecía detrás de una puerta y no había terminado de ocultarse cuando ya estaba en la otra, mi abuelo riéndose le aclaro que eran dos niñas idénticas, cada una en cada puerta y se las sacó del escondite para que las viera, quedando asombrado ante el parecido.
En unas navidades mi abuela encargo a María de Lourdes como hija mayor que comprara los regalos del niño Jesús, adquiriendo un par de gallos unidos por una base que se le daba cuerda y estos peleaban picoteándose, pensando que era un regalo ideal para las morochas se los trae, pero estas al verlo, se pelean queriendo cada una su juguete por separado por lo que le cortaron la base de unión dañando el mecanismo por lo cual los gallos no pelearon mas, las morochas las castigaron y esas navidades se quedaron sin regalo.
Otra remembranza imborrable era la llegada de la menstruación, a cada niña le confeccionaban un bolso con unos 3 paños de tela gruesa de forma alargada y con 4 tiras en cada extremo para atarlo a la cintura. No les explicaban para qué eran, cuando sucedía el sangrado se asustaban porque creían que se estaban muriendo. Estos paños servían de toalla sanitaria, luego se tenían que lavar lo cual realizaba la encargada de ese oficio y se volvían a usar.
Visitaban la finca de café en las montañas, iban en yegua o en burro, llevando las hamacas y la comida. Aquí dormían y se quedaban hasta 3 días, era una casa con suelo de tierra apisonada con salones amplios para almacenar el café. Igualmente revive las tardes donde todas se reunían a escuchar los relatos de la Mamatola, que venía a visitarlas y les narraba historias de sus antepasados españoles o del folklor sentadas a su alrededor en el suelo con las piernas cruzadas, en el corredor principal o en el patio frontal.
Al finalizar la semana, todos los obreros se reunían en el patio frente al corredor principal donde Antonio José (Toño) Gómez, administrador y sobrino de Pancho, se encargaba, de acuerdo a las actividades registrado en un libro, de cancelarles el salario, el cual podía ser en efectivo o en mercancía como granos, telas o carnes.  






 


martes, 8 de noviembre de 2016

Capitulo 44 La reconciliación.

Un día María Adelina cae en cuenta que la añoranza se había apoderado de su alma, se revela inesperadamente, asustándola como si se tratara de un espectro, meditaba en como resolvería la raíz de su nostalgia cuando recibe aquella carta de su cuñada Julianita, quien le advierte que según comentarios, Pancho había mudado a su amante a El Toronal, le escribe: “María si no te vienes inmediatamente, perderás definitivamente a tu marido, me consta que te ama pero ellos lo hacen de una forma diferente a nosotras, los hombres son cuerpo nosotras espíritu, aquel día del suceso de los huevos de la pata en el cual te fuiste a casa de tus padres, yo lo vi llorar, pero ahora dice que su vida se ha roto varias veces y siempre lo superó, que lo hará de nuevo, de ti depende, no lo permitas. 
Así que decide venirse sorpresivamente, se lo dice a sus padres, quienes ya lo intuían, esto ocurre a mediados de 1924, será la despedida definitiva de su casa, de su cuarto de soltera, siente que es la última vez que vivirá con ellos, dejará de ser la hija consentida para convertirse finalmente en la mujer de Pancho Castro, mientras prepara su viaje acaricia con una mano ansiosa los objeto del entorno. Al salir de allí contempla todo a su alrededor como absorbiendo lo que serán sus recuerdos, iniciará un nuevo vaivén en su vida, al arrancar el vehículo no volteara a mirar a sus padres que la despiden en la puerta. 
La trae el chófer en el carro que le había dejado su marido, gracias a las mejoras del camino, se recorre en menos de un día, lleva a las morochas de 5 años y Bolivia de 3 años, este viaje es muy diferente al realizado cuando recién casada, aquella era una niña temerosa ante lo desconocido, ahora era una mujer que sabía lo que quería y como tomarlo.  
El abuelo Pancho que andaba a caballo y estaba en La Unión, la ve venir por la carretera, atravesándose detiene el carro y le pregunta: a donde se dirige Ud?, ella responde que va para El Toronal; él dice: ud no puede ir allí, simultáneamente saca el arma que siempre cargaba, apunta al chófer amenazante, ordenándole: “de la vuelta y regrese inmediatamente a Barquisimeto”. Ella le responde a Pancho que no se va, que esa es su casa y dirigiéndose al chófer le indica que continué, extrayendo igualmente un arma que cargaba escondida debajo de la falda, apuntándolo en la sien, le ordena que suba inmediatamente, aclarándole que ella si va a disparar sino obedecía la orden.
En vista de esta inesperada reacción, el abuelo sube a galope cortando camino por la colina, gritando y meciendo el sombrero: “ahí viene María” ante lo cual, asombrados los  peones que estaban en los cañaverales, preguntaban “¿Cual María, Don Pancho?” no deducían a cuál de las dos se refería, pues ambas mujeres se llamaban igual. Sin detenerse, Pancho desde el lomo del caballo, aclaraba “cuál va a ser, pues, María: la mujer mía”.
Cuando finalmente María Adelina llegó arriba, el estaba acostado en un chinchorro colgado en el corredor, refrescándose el rostro con el sombrero, con una mirada picaresca le pregunta: a quien buscas? aquí no hay nadie. Ella entra a la casa revisando, parecía una leona olfateando los objetos escudriñando los olores que delataran la presencia de la invasora. Pero la amante había sido expulsada, casi que lanzada por la parte posterior de la casa, que daba al cerro donde estaba el caserío El Turagual, las mujeres que trabajaban en la casa, rápidamente eliminaron todo rastro de ella. Una ventaja de El Toronal era su ubicación estratégica para huidas por la parte posterior.
Después de este episodio se reconciliarían, una nueva noche de bodas ocurriría en El Toronal, pero esta vez ella llevaría las riendas de la relación, con una pasión no experimentada hasta entonces, Pancho queda maravillado de aquella fogosa mujer que había llegado de la ciudad, en abril de 1925 nacería otra hembra, Rosario, ya eran siete niñas.
El abuelo Pancho ya no hacia ningún comentario imprudente con respecto al sexo de la recién nacida, diplomáticamente exclamó: “que nazcan todas las hembras que quieran” estaba feliz con el regreso de su esposa. Luego, en septiembre de ese año, viajarían a Barquisimeto para asistir al matrimonio de su hermana Panchita, llevarían a su nueva hija de 5 meses de edad. 
Es en esta ocasión que llevan a María de Lourdes y Roselia a fotografiarse con el uniforme del colegio y los libros nuevos. La foto de Roselia se extravió.
En agosto de 1926, vuelve a viajar, para llevar a las morochas y a Ana Dolores a iniciar estudios en la escuela Leopoldo Torres donde trabajaba su amiga Bolivia Tovar, las deja con su hermana en Barquisimeto, ya que así podían ir a la escuela, la casa de sus padres en Santa Rosa quedaba muy lejos. Es en estos años teniendo a 4 niñas en Barquisimeto que María Adelina le dice a Pancho que deben comprar una casa, pues quiere tener la suya, estaría ubicada en la misma calle donde ya vivía su hermana Angelina, la calle González Pacheco.
La abuela tenía un carácter fuerte, siempre cargaba un revolver en una funda amarrado con correas a la pierna, alcanzándolo sorpresivamente a través de un orificio ubicado en el bolsillo del vestido, desenfundándolo rápidamente. En una oportunidad trataron de abrir el baúl donde guardaban las morocotas, al escuchar el sonido de una campana que le había instalado ella, a modo de alarma, nadie conocía cómo abrirlo sin que sonara, sorprendiendo al ladrón, lo atrapó lanzándolo al suelo, cuando llegaron a auxiliarla, ella lo había dominado.
En varias ocasiones amenazó a Pancho, llegando a dispararle pues era un mujeriego, único defecto que tenía, según Mamayu su hija mayor quien escuchaba las disputas detrás de la gran puerta de madera azul, preocupada por lo que sucedía. El interrogatorio era en privado, en la Sala, fueron dos ocasiones memorables, la de los huevos de patas y otra anterior a ese episodio, el cual estuvo envuelto en el escándalo. Pancho salía todos los días bien temprano a supervisar las cosechas, los obreros y el ordeños, eso decía, pero también estaba pendiente de las mozas del caserío, un día ocurrió un suceso con una casada, a quien había enamorado, ambos habían convenido que ella le abriría la puerta de  la casa al quedar sola, así fue, pero el marido de la mujer regresó inesperadamente, descubriendo la infidelidad, obligando a Pancho a saltar por la ventana desnudo al no darle tiempo de vestirse, escondiéndose en los cañaverales, esparciéndose la noticia a través de los obreros, quienes presencian su veloz huida mientras le avisan por donde debe irse, el sembradío era por donde circulaban los rumores censurados de las andanzas de la comunidad, pasaba de obrero a obrero, luego a sus mujeres, empleadas de la casa y así llegaban finalmente a oídos de la abuela. 
A pesar del fuerte interrogatorio al que era sometido, era negado rotundamente por Pancho, era inocente alegaba, sabía  que  confesar  la  verdad le acarrearía consecuencias graves, tal como sucedió después cuando los huevos de la pata.


viernes, 14 de octubre de 2016

Capitulo 43 Los huevos de la pata.

La llegada de una carta a El Toronal cambiaría la vida de María Adelina radicalmente, cuyo embarazo le estaba causando hinchazón en los tobillos y le daba mucho calor, decide caminar por el fresco corredor trasero donde se ubica el área de trabajo de las mujeres en las labores domestica, a medida que se acerca ve a su cuñada Julianita a través del ventanal, se encontraba de visita con sus dos hijas mayores, Tomasa y Angélica, está hablando algo molesta con una desconocida, la cual le pasa una carta nerviosamente. Julianita abre la carta y la lee, descubre que era de parte de la amante del abuelo Pancho, María quien también estaba embarazada, casi con la misma fecha de su cuñada y le requería un dinero para el parto que se estaba acercando. Al enterarse del motivo de la correspondencia, Julianita la rompe y la arroja por encima del pretil del corredor hacia el patio trasero. La abuela le extraña esta actitud de Julianita, se retira cautelosamente llamando a las dos sobrinas para solicitarles que la ayuden a buscar unos supuestos huevos de los patos, que acababa de poner el ave, les dice que coincidencialmente el nido estaba ubicado en el patio trasero. Al acercarse al lugar donde estaban los fragmentos de papel, les pide que se lo recojan, pues por su avanzado embarazo no puede agacharse y les agradece el favor. Tomasa y Angélica sin saber lo que hacían, pues no estaban al tanto de lo que pasaba, común en esta época del secretismo, sin preguntar se los reúnen y los entregan. María Adelina entra a la casa, rehace la carta y logra leerla. Nadie imaginaba lo que estaba por suceder.
Ella espera la llegada del abuelo, pasando con él a la Sala, cerrando la puerta tras de sí, hecho que lo pone sobre aviso, le reclama airadamente, siempre había tenido sospechas de su infidelidad pero había sido negado reiterativamente, ante el descaro de él, procede a mostrarle la carta. Toma, lee, le dice, el se niega a hacerlo, entonces ella se la lee y saca la pistola que siempre tenía en un bolsillo escondido, amenazándolo de matarlo si no confiesa, el estoicamente mantiene su inocencia, ante lo cual ella le dispara varias veces al aire, el abuelo permanece en silencio ante la evidencia mostrada, entonces la abuela decide irse a casa de sus padres en Barquisimeto.       
En el pueblito de Santa Rosa da a luz a su quinta hija, allí vivían ellos y era donde se había casado, Pancho viene al nacimiento de la niña dándose cuenta del cambio de ella, quien le dice que se quedara una temporada, sin imaginar cuan larga sería la estancia, la acompañan sus hijas Roselia, Ana, y las morochas de 2 años. La mayor estaba interna en el colegio de Siquisique.
Al año siguiente en 1923 María de Lourdes es retirada del colegio de Siquisique para traerla a Barquisimeto pues María Adelina le había notificado a su marido que se quedaría a vivir en la ciudad con o sin él. Pancho permanece una temporada con ella tratando de convencerla de regresar a El Toronal alegando que esa era su fuente de ingresos, su trabajo, lo que sabía hacer y le gustaba. Ocultándole el ritual que su madre Bartola le había hecho para atarlo al lugar, su otra poderosa razón.
La madre le alega que en la ciudad las niñas tendrán mejores oportunidades de estudio, así que las dos hijas mayores, Lourdes y su hermana Roselia, son internadas en el colegio para niñas de la Inmaculada Concepción. En la hacienda habían recibido cierto grado de instrucción con una maestra particular.
Parte de las actividades favoritas de los barquisimetanos era tomarse fotografías, gracias a ellas podemos asomarnos al maravilloso mundo social de la primera mitad del siglo XX época en que sencillos acontecimientos eran una fiesta, no solo las mujeres se arreglaban para fotografiarse sino también los hombres.
A sabienda que su mujer le agradaba la vida social, tratando de complacerla, va al estudio fotográfico, sus suegros que están de su parte y deseando que se reconciliaran pues palpan la tristeza de su hija, lo aconsejan que participe, ese día se realizan varias fotografías, una de estas es con las dos niñas mayores que se irán al internado, Lourdes de 9 años y Roselia de 7 años, Pancho elegantemente trajeado para atraerla, hasta peinado moderno con bucle.
Sus suegros fueron los de la iniciativa de ir a tomarse la fotografía para la sala de la casa, le dicen a Pancho que aproveche y le proponga a su esposa hacer ellos igual. Es en esta misma fecha que los 4 se toman las que están enmarcadas en los portarretratos en forma de medallones, estaba la bisabuela Adelina viva, con el bisabuelo Teodoro canoso pero aun lozano y la abuela María Adelina algo demacrada con el abuelo Pancho, todavía sin canas, igual a la foto con dos hijas mayores, muy arreglado con paltó, corbata, leontina y botines.
Estas eran realizadas en los estudios fotográficos de la época entre los que destacaba el de Amabilis Cordero, quien aprende el oficio alrededor del año 1920, de la mano del maestro Jesús González, en 1926 era ya un conocido fotógrafo, instalado en un modesto estudio del centro de Barquisimeto, en la esquina de la carrera 19 con calle 31, donde después funcionó el cine Florida. Esta calle era muy concurrida permitiendo el contacto masivo con este estudio. Además el hecho de que Amabilis Cordero era de Duaca y que también incursionará en el cine con su  documental “Los milagros de La Divina Pastora” su primera película, que fue un éxito gracias a lo cual los barquisimetanos se aficionan a la fotografía y al cine, notándose el incremento del volumen de registros gráficos a partir de estos años. Barquisimeto será una de las ciudades de Venezuela con más cine del país.  
Estando ambos matrimonios en el estudio, Pancho invita a su esposa a fotografiarse, lo hace delante de sus suegros quienes están en el complot, ella alega no estar vestida adecuadamente. Como dato curioso ambas mujeres, madre e hija usan el mismo collar, por lo que se puede deducir que Adelina Meléndez se lo prestó a su hija para la foto, indudablemente imprevista. No es difícil imaginarse la siguiente conversación: hija no hay problema quítese esa cinta que usa ud, póngase mi collar que le queda mejor y así uds también tendrán su foto para la sala de su casa; ella debe haber exclamado una leve protesta: Mamá ud si es!, accediendo finalmente. Era un mensaje subliminal de la permanencia del matrimonio.      
De estos tiempos mi mama Elena guarda el recuerdo de la Iglesia de Santa Rosa que estaba frente a la casa cruzando la calle y a la cual visitaban frecuentemente, de los abuelos que las querían mucho y les gustaba verlas jugando juntas. Un día llega otra carta, pero esta vez viene dirigida a María Adelina ….  









martes, 4 de octubre de 2016

Los caballeros de blanco.

Veo lo sucedido en Colombia con el plebiscito del 2 de octubre y su ajustado resultado por el “No” de menos del 1% de ventaja. El mundo se pregunta, que factor o factores determinaron este inesperado triunfo de la oposición? Opiniones sobran, pero lanzaré una hipótesis sin aspirar a un análisis sesudo, desgranaré las emociones de un suceso ocurrido en los últimos meses del año gregoriano, que impactaron profundamente en el hermano país.
Es bien sabido por la historia los sentimientos de Simón Bolívar hacia Colombia y el  respeto, admiración y amor que sienten por nuestro Libertador, también lo fue de ellos. Cuando uno va a ese país constata el relevante lugar que ocupa Bolívar no solo en la historia, a veces pareciera letra muerta, sino en sus corazones, es difícil encontrar las palabras que definan esta relación amorosa entre Colombia y Bolívar, que nos envuelve a los venezolanos.
El 5 de julio de este año ocurrió un suceso inesperado, 500 mujeres venezolanas vestidas de blanco forzaron la cerrada frontera colombo-venezolana, sin importarles los militares mal encarados y fuertemente armados que les impedía el paso, van en procura de comida para sus hijos que lloran por hambre, insólito en la Venezuela petrolera, aquello parecía, como dijo el gobernador del estado fronterizo, un “show mediático”  no podía ser posible: hambruna en Venezuela, esto rompe el celofán en la prensa internacional!   
Como sucede en una obra de teatro que poco a poco abre el telón permitiendo a los espectadores ver la obra, así mismo aquel fenómeno ocurrido en el puente internacional Simón Bolívar, de las damas de blanco, aparentemente insignificante dentro del sombrío acontecer político, develó o mejor dicho confirmó una verdad que empezaba a vislumbrarse en el mundo, ya para el 17 de julio se había convertido en un torrente indomable de más de 150.000 personas, era inocultable, el rey estaba desnudo.
Del lado Colombiano, escenas conmovedoras de las autoridades, principalmente militares y policías, acogiendo a los desesperados venezolanos, cumbias como “La pollera color´a” popular en nuestro país para darles la bienvenida, chocolate caliente y desayunos repartidos por militares, autobuses gratuitos para su traslados ida y vuelta hasta el puente, una solidaria escena de un policía montado ayudando a llevarle sus compras a una señora, un ejemplo de educación, de respeto al ciudadano que tanto admiraba Bolívar y, confieso sentí envidia de este proceder. 
Las escenas del maltrato a la población civil por parte de los militares en nuestro país rodaban por el mundo desde hacía largo tiempo, la excusa del gobierno era que se justificaba por ser una población golpista mal influenciada por el Imperio, que no había hambre, que los anaqueles estaban abarrotados, que todo era falso. Los organismos internacionales cómodamente le daban credibilidad a esta versión oficial, hasta que sucedió lo del puente, punto de quiebre para los caballeros de blanco apoltronados en La Habana, luciendo sus rechonchas siluetas mientras fumaban los famosos habanos Cubanos, hablando de paz con connotados líderes mundiales, cuando sorpresivamente las heroicas damas de blanco Venezolanas los desenmascaraban junto a su falsa revolución del siglo XXI, de hambre y miseria para los pueblos, los Colombianos lo vieron en sus hermanos, no era un cuento mediático, era una realidad dolorosamente palpada por ellos,  luego vino el efecto dominó …

       






jueves, 29 de septiembre de 2016

Capitulo 42 Los inmigrantes libaneses y del campo venezolano.

Sin imaginarse aquella muchacha recién casada con Pancho, apenas unos días de finales de 1913, que al unisonó de su matrimonio ocurría la llegada de una familia libanesa a Barquisimeto, los Richa, como todas las inmigraciones las razones de estos periplos eran económicas y sociales.
En la sociedad libanesa, además de los musulmanes, existía un grupo importante de cristianos maronitas y  ortodoxos, que estaban segregados, en el cual las practicas de su fe se habían convertido en peligrosas además de ser sometidos a fuertes impuestos por parte del gobierno por el simple hecho de ser católicos, cerrando las libertades fundamentales y acosados en sus actividades comerciales. Este adverso panorama los impulsaría a probar suerte en otros lugares, Venezuela era uno de esos horizontes prometedores, así llegan los primeros libaneses a finales del siglo XIX a nuestro país. Uno de estos sería Joseph Yebaile y su familia, residenciándose en Valencia en 1890 posteriormente partirían a la prospera Barquisimeto desde donde ayudarían a emigrar a los que quedaban rezagados en su tierra de origen, así llegaría su hija Emma Yebaile (Mamema como la conocimos) con su esposo David Richa con dos hijos, Margot nacida en 1910 y Teodoro en 1912 un niño quien apenas tenía un año de edad al desembarcar en Venezuela, ambos nacidos en el Líbano, tiempo después su camino se cruzaría con una de las descendientes de Bartola Castro, Ana Dolores con la cual escribiría una página de la historia social de Barquisimeto. 
Aquella Venezuela de principios del siglo XX estaba conformada por un tejido social de emigrantes del interior rural del país que abandonaban los campos debido a que los cultivos de cacao y café habían comenzado a declinar y eran atraídos por el auge del comercio junto al inicio de las compañías petroleras, aquellos hombres y mujeres tomaban sus familias, vendían sus propiedades y se dirigían a las ciudades, en su camino se encontrarían con los inmigrantes llegados de diversos países tales como Italia, Líbano, Portugal etc con una historia muy parecida de dolor por el abandono de sus lugares de origen, la incertidumbre de lo desconocido, la falta de dinero con la que llegaban pero con inmensas ganas de trabajar para lograr sus objetivos: la prosperidad. Fue fácil identificarse entre sí y de esta manera conformarían el nuevo rostro de aquel pujante país. Podría decirse que otro mestizaje había comenzado. 
Numerosos libaneses vendieron sus propiedades, embarcándose en los diferentes puertos de Sidón, Beirut y Trípoli, tras el sueño dorado de la América libre, plural y prospera, constituyéndose en la primera oleada de inmigración libanesa; la segunda salida masiva ocurre después de la I Guerra Mundial, alrededor de 1918 por las duras condiciones económicas de la posguerra, entre ambas oleadas existió una emigración constante aunque de menor cuantía, atraídos por familiares, vecinos y amigos, las llamadas cadenas migratorias que orientaban y ayudaban económicamente a sus paisanos en su nueva patria. Estos libaneses eran expertos comerciantes, principalmente en la quincallería en general y la venta de telas de los cuales son grandes conocedores por estar su país situado en la “Ruta de la Seda”. Pero además traen dos métodos de venta innovador nunca antes visto, el sistema por cuotas o a crédito y la venta de manera ambulante de casa en casa entre la clase humilde y la naciente clase obrera, lo que sería la futura clase media, constituyéndose en un éxito al no competir con los grandes comercios establecidos. Fueron los primeros innovadores del país. Ellos coparon un mercado popular que estaba desasistido, logrando implantarse dentro de la nueva clase social emergente en Venezuela a costa de su trabajo.
Cuando los puertos y las ciudades aledañas se congestionaron con los primeros libaneses, los que llegaban más tarde se sumarían a la gran masa de Venezolanos que estaban movilizándose desde el interior del país a las ciudades. Dentro de estos dos grupos estarían por un lado, Pancho y su familia quienes venían del municipio Urdaneta del estado Lara y por el otro la familia Richa Yebaile con sus hijos procedentes del Líbano, ambos se establecieron en la pujante Barquisimeto. Estando ya aquí  nacerían los otros hermanos Richa Yebaile: Bertha casada con Pedro Zayek con su venta de telas “Blanco y Negro”; Antonia casada con José Gassan con su sastrería “El Puño de Oro” donde acudía el presidente Luis Herrera Campins a que le elaboraran sus trajes, Victoria casada con Pedro Gloria de origen colombiano miembro fundador del Club de Leones, el club Ayarí y el Country Club. El menor Farid casado con Norma una venezolana, impulsa el deporte razón por la cual el estadio deportivo de la ciudad lleva su nombre. Margot se casaría con Jorge Faroh estableciendo un almacén en la calle Comercio, "La Preferida".
La fuerte tradición familiar libanesa inculcada a los niños desde temprana edad como parte de su educación fundamental que abarcaba no solo la fe católica, sino también la comida libanesa, el idioma, pero principalmente el respeto a las reglas del buen proceder los ayudaría a identificarse con la conservadora familia Venezolana de fuertes principios y valores tanto católicos como sociales heredados de la época de la Colonia, esto facilitó el engranaje, gracias a lo cual los libaneses se insertaron en nuestra sociedad con gran éxito y se fundieron en un solo pueblo como lo hicieran los Richa con la familia Castro con quienes compartimos íntimamente.
Muy lejos estaban Pancho y su esposa de imaginar que, mientras salían de Barquisimeto de regreso a El Toronal, arribaban a la ciudad una familia que se integraría con ellos. Por un lado los libanes adaptándose a su nuevo país, conquistando comercialmente la ciudad que los acogería y por otro lado la familia Castro Giménez quienes estaban experimentando una salida del medio rural gradualmente, abarcando toda su vida de casados, en un constante ir y venir entre Barquisimeto y El Toronal durante 22 años, en sus recorridos presenciarían la transformación del sendero que comunicaba ambos lugares, de un paso angosto de tierra, por donde solo transitaban mayoritariamente personas a pie, en bestias y algunas en carretas, hasta convertirse en una carretera por donde circularían los primeros vehículos llegados al país, todavía existe este viaje eterno de nuestra familia, siempre de regreso a nuestras raíces, por ese mismo camino que hoy día es una carretera asfaltada que se recorre en dos horas.
El primer viaje de este matrimonio ocurre a finales de 1914 cuando vienen a protocolizar el documento de propiedad de El Toronal, llegarían a casa de sus padres en Santa Rosa, donde pasaría las navidades, una tradición hasta la muerte de ellos, allí se quedaría hasta febrero de 1915 que fue el bautizo de su hija María de Lourdes cuyos padrinos serían la abuela Adelina de Giménez y su hermano Sixto Giménez. Luego vino un periodo de dos nacimientos muy seguidos, en el cual no viajaron a Barquisimeto, hasta en 1918 cuando vinieron a bautizar a Ana Dolores, sus padrinos fueron los hermanos de María Adelina, Teodoro Giménez hijo y Panchita Giménez, aun soltera. Era el primer viaje de Ana Dolores a la ciudad donde vivían los Richa, su destino estaba ligado al nombre Teodoro, su abuelo, su padrino y su futuro marido.
Al siguiente año en 1919 ocurre el nacimiento de las morochas Castro en El Toronal por lo que Adelina Melendez, madre de mi abuela María Adelina acude al parto de su hija y viaja en el primer Camión de transporte masivo que funcionaba entre Barquisimeto y Siquisique con paradas en los poblados existentes en el camino. La comunicación terrestre había comenzado a modernizarse y ya no era obligatorio enviar el carro familiar a buscarla.
El otro viaje conocido fue el realizado para su quinto parto por la recién culminada carretera Bobare-Siquisique, aun de tierra pero ampliada y nivelada, va en el carro Ford T que habían comprado, ella contaba con 26 años, el motivo de este viaje fue por el descubrimiento de la infidelidad del abuelo Pancho, molesta se quedaría con sus padres en Santa Rosa donde nacería Bolivia en 1921, allí la bautizaría, siendo sus padrinos el Dr. Martin Alvizu y Rosa Aurelia de Sánchez.
A partir de este acontecimiento la abuela deja de ser la mujer sumisa y entregada a la voluntad de su marido, acorde a la educación impartida en esta época, papel que había desempeñado desde que se casaran. Por primera vez escoge el nombre de una hija, por su amiga la educadora Bolivia Tovar, los anteriores los había realizado Pancho con su suegra Bartola o con su madre Adelina.
Su marido las visitaba con frecuencia tratando de arreglar el impase, sin lograrlo pues no internalizaba el cambio de ella. Quería no solo mudarse a Barquisimeto sino comprar una casa independiente para ellos que le permitiera recuperar la vida social y cultural que existía intensamente aquí, además casi todos sus parientes y conocidos habían emigrado a la ciudad. Allí estaba esperando el destino de sus hijos, principalmente de las mujeres.  





lunes, 12 de septiembre de 2016

Capitulo 41 El matrimonio:

Finalmente había llegado el día de la boda de María Adelina, era el mes de noviembre de 1913, después de esperar, a solicitud de sus padres, que cumpliera los 18 años de edad y pasara el luto rígido por la muerte de su hermano mayor, periodo que había transcurrido como un breve suspiro.
Pancho, el novio de 37 años acababa de llegar de El Toronal, venía acompañado de algunos familiares. Su matrimonio civil había sido fuera de lo común al estar ausente en el acto, representado por un amigo mediante un poder otorgado, el motivo era por sus enredos de identidad, en su nueva familia desconocían el hecho de tener otra nombre oculto que nadie sospechaba. Ya resuelto el problema y viendo que todo se desarrollaba normalmente con el nuevo nombre plasmado en el documento, fija la fecha del matrimonio eclesiástico, realizado en la Iglesia de La Concepción.
Ella entra a la Iglesia con el pelo recogido cubierto con una mantilla de encaje con reborde rematado en flecos, cubre hombros y descote durante la ceremonia eclesiástica, hace juego con el vestido gris o azul oscuro, este ultimo color se asociaba con el amor verdadero, eterno y la fidelidad. El blanco no era de uso obligatorio, las novias podían elegirlo de acuerdo a su preferencia y su significado, esto les permitía que después de la boda se pudiera usar en otras festividades. La riqueza de los tejidos de estos trajes era lo que representaba la importancia de la ceremonia y el estatus económico de la familia de la novia, los cuales se confeccionaban en pequeños talleres de alta costura que existían en Barquisimeto o se traían hechos del extranjero.
El de ella era ligeramente al estilo imperio con una banda ancha a modo de cinturón que marcan la cintura, la falda larga hasta el suelo de varios cortes longitudinales que le daban cierta languidez a la figura, inicios de la nueva moda, manga debajo del codo, escote en V de donde parte un tul con aplicaciones que permiten ver la piel rematado en un traslucido cuello alto, todos los rebordes de las diferentes piezas llevan flecos los cuales son muy llamativos. Este vestido denota estar al tanto de las últimas novedades que estaban desplazando a los voluminosos vestidos de la bella época, ya no se usan los armadores. En la mano derecha lleva el anillo matrimonial, aferrando una pequeña cartera y un abanico accesorios del vestir elegante para la época y en la izquierda una pulsera de oro y un anillo con una piedra preciosa en el dedo meñique, posible regalo del novio. Se nota la casi ausencia de maquillaje. El con gruesos bigotes y peinado con bucle en la parte superior de la cabeza de moda en los hombres, con saco largo por encima de la rodilla cruzado con dos botones, de color obscuro, manga larga y solapa ancha, debajo chaleco y camisa blanca con cuello y corbata obscura. El lleva en la mano derecha el anillo matrimonial y con la izquierda toca discretamente con su dedo meñique el dedo de ella en gesto de amor y complicidad.
En el matrimonio estarían los hermanos de Pancho, Goyo Castro y Cosme Perozo, quienes se fotografiarían en los mismos estudios donde lo hicieran la pareja, pudiéndose observar la misma composición con el manto.  Ambos hermanos vestidos elegantemente a la usanza de la década de 1910 y principios de los años 20, característico el bigote con las puntas enroscadas. Goyo Castro de blanco incluso los zapatos de moda masculina. Era costumbre al salir del acto en la Iglesia, dirigirse a los estudios fotográficos, los novios se tomaban un retrato con el fin de dejar constancia de la realización del matrimonio, luego se compartía amenamente con música y comida en la casa de la novia.   
La familia tarda un mes para entregársela a su marido luego de lo cual se van a vivir para El Toronal, viaje que seria por la primera carretera que comunicaba a Barquisimeto con Siquisique, construida en 1910 bajo las iniciativas particulares del Sr. Cornelio Sánchez en Bobare y del Sr. Santiago López en Siquisique, facilitando el creciente transporte de madera en carretas de bestias, este recorrido se tardaba de 1 a 2 días, haciendo necesario una parada en Matatere que quedaba a mitad de camino, una posada que tenía un salón de paredes de bahareque, piso de tierra apisonado, techo de palmas donde se podía comer un hervido de chivo o de gallina y se dormía en hamacas o chinchorros que llevaban o se las alquilaban. Antes de esta carretera existía la ruta de los arrieros, para caballo, burro o pequeñas carretas, parte de este trayecto era por los lechos de los ríos con una duración un poco mas larga de dos a tres días. En 1917 empezó a funcionar el primer Camión de transporte masivo por la nueva ruta mejorada con participación de fondos del gobierno, cuando no había lluvia el recorrido se realizaba en doce horas aproximadamente, representando un gran avance.
Para la fecha en la cual los abuelos contraen matrimonio ya existía un camino aunque rustico pero transitable tanto para bestias de cargas como para carretas de tracción, así que esta pareja, después del casamiento, en su viaje a su hogar, vendrían con sentimientos encontrados, María Adelina sumergida en la tristeza de la separación de su entorno familiar principalmente de su madre, sumado a la alegría de estar casada con el hombre amado con el que formaría una familia. Sus lágrimas corrían por su rostro como un río desbordado sin control y sin estremecimientos, en silencio, con angustia, llamando la atención de Pancho que le preguntaba si le dolía algo. No sabía que responder. Solo tenía conciencia de la vida que terminaba y la nueva que comenzaba, lloraba por ambas. El cometa Halley la había llevado a nuevos rumbos y allí estaba regresando por los mismos caminos. 
Este viaje de retorno a su tierra natal era muy incomodo para ella pues la mujer no tenia facilidades de aseo personal y además el pudor impedía hablar de las necesidades fisiológicas con su marido. La ropa interior de esta época consistía en bragas, sujetador, fajas más ligeros que los de años anteriores, corsés, sin enaguas, se usaba la camisola y medias color carne, dificultando la hora de la higiene.
Llegan a El Toronal en diciembre, donde pasan su luna de miel, nueve meses después nacería su primera hija. 


domingo, 28 de agosto de 2016

Drones e indios!

Lo que sucede en nuestro caribeño país es único en el mundo, como ejemplo tenemos la prohibición por casi 10 días de los vuelos en jet particulares y Drones. Ahora la pregunta que despierta curiosidad es: Por qué?  
Recordemos, en la prensa nacional comienzan tímidamente a surgir dos noticias, una de ellas del domingo 21 de agosto, es la peregrinación de un solitario y joven sacerdote vestido con una sencilla sotana amarrada a la cintura con una cabuya que resalta su delgada figura, es el párroco de la Iglesia Nuestra Señora de La Soledad, sale de la ciudad de El Tigre situada en el Estado Anzoátegui, rumbo a Caracas.
Días después, el miércoles 24 de agosto rompe el celofán, como dicen en los medios, la segunda noticia, una marcha de unos cuantos indígenas venezolanos semidesnudos y en sus cuellos colgando collares multicolores elaborados con materiales artesanales tal como siglos antes de ser colonizados, recorrerán más de 700 kilómetros desde el estado Amazonas hasta Caracas, dispuestos a superar cualquier contratiempo, como la falta de transporte público y la ausencia de facilidades para viajar, sin embargo esto no les impedirá su movilización para reclamar por su gentilicio humillado. Guarulla, gobernador de la entidad, recordó que el TSJ impidió la investidura de tres diputados indígenas, electos en diciembre pasado y que aún no hay respuesta sobre este tema.
Jamás pudimos pensar que estos dos hechos aparentemente de poco peso político, ocasionarían una respuesta tan desproporcionada en los cuerpos de seguridad del estado y tan descabellada como la prohibición de vuelos particulares y Oh, insólito! igualmente de Drones no tripulados, desde el 26 de agosto hasta el 5 de septiembre. Cuando leo la noticia inmediatamente veo que la fecha coincide con la “Toma de Caracas” y la movilización despreciada por el régimen de los indios y el sacerdote, que levantaron una desbordada pasión no prevista y sorprendente, obligándolos a impedir que los sobrevuele un Dron para ser vistos por el mundo. Entonces recordé un refrán popular lleno de sabiduría “Nunca se sabe por dónde va a brincar la liebre”      



lunes, 15 de agosto de 2016

Evolución de la fotografía del matrimonio en el Barquisimeto del siglo XX

Inicio este trabajo con el registro parroquial del matrimonio de Bartola Castro de 1872 en la Iglesia de Río Tocuyo, aunque no es una fotografía la descripción es tan detallada que no es difícil imaginarse la escena: ella vestida según la época con traje largo con cola, armador con aros de metal, el de uniforme militar. 
La primera fotografía de la saga Castro es de 1913, tomada en Barquisimeto en los estudios de los hermanos González, se observa una elaborada puesta en escena y que la novia no usa el vestido blanco, época en la cual este color no era obligatorio. 


La segunda fotografía es del año 1925 de la época del Charlestón, realizada en un estudio fotográfico con la novia con vestido blanco corto, con peinado recogido imitando el estilo corto algo masculino a lo Gancornne, quien de pie posa una mano posesiva sobre el novio que esta sentado.

La tercera fotografía es de 1933 con la novia de vestido largo pero de falda angosta, moda impuesta por Coco Chanel, lleva en las manos el buqué de flores que aparece por primera vez, peinado mas femenino con rizos a lo largo del cabello a lo Lauren Bacall, maquillaje con polvos rosados con labios pintados de rojos por primera vez, una moda de Helena Rubinstein y Elizabeth Arden.

La cuarta fotografía es de principios de 1940, por´primera vez los novios están juntos en una puesta en una escena menos elaborada, la novia lleva vestido blanco algo mas vaporoso, denotando el cambio de la moda. Maquillaje mas notorio en ojos y labios rojos. Novio con bigote a lo Clark Gable.
La quinta fotografía es de 1947 todavía se realizan en un estudio fotográfico, con los novios en pose mas intima. El vestido blanco es amplio, glamoroso, ella lleva peinado con cabello largo y voluminoso en la parte superior muy usado en estos años.
La sexta fotografía del año 1952 es la primera que no se realiza en un estudio, se hace énfasis en los elementos que componen el matrimonio. La novia lleva el clásico vestido blanco largo, vaporoso a lo Dior. Se observa el tradicional baño con arroz para la suerte.
La séptima fotografía es del año 1953, realizada igualmente fuera de un estudio, en las cuales aparece el entorno familiar, la madrina, los pajes. Novia con vestido blanco muy vaporoso.

La fiesta de matrimonio en 1953 con la gran familia característica de esos años.

La octava fotografía es de 1957, el fotógrafo se trasladaba a la Iglesia y es tomada por primera vez dentro de ella, el momento de imposición de los anillos. Observa el padrino Francisco Castro y quien la entrega Teodoro Richa, ambos testigos.  
Año 1957 entrando a la casa de la 37 propiedad de Ana y Teodoro Richa con la madrina Clementina Orozco y los pajes Mariela Roscioli y Oswaldo Orozco.
Año 1957 Brindis de los novios con el clásico manos entrelazadas y con la torta de matrimonio.
La novena fotografía del año 1958 de Elio Otayza se realiza en la entrada de la Iglesia de San Juan resaltando  los clásicos elementos de los pajes, la madrina y el familiar que entrega a la novia. Testigo Martín Orozco.

Año 1958 fotografía al momento del clásico intercambio de arras, observan de testigos Ana de Richa detrás del novio, madre de la novia y en la esquina derecha Doña Ramona Izaguirre de Pérez, madre del novio. 
Año 1958 El elaborado pastel del matrimonio, consiste en una Iglesia con los novios saliendo en un carruaje.
Año 1958 la familia asistentes al matrimonio.