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lunes, 22 de febrero de 2016

Capitulo 37 El hijo de la luz.

Hijo, hoy tomaras un sendero del cual no podrás regresar, cuando este ritual culmine, un bautizo celestial donde asumirás un nuevo nombre, será indisoluble, un pacto sellado entre los siete arcángeles bajo la bendición de la Virgen y nosotros dos. No es lo mismo el documento que te estoy entregando para casarte por poder en ausencia pues es un acto terrenal que se puede anular o corregir, pero los del mundo espiritual, no!
Le explica cariñosamente mientras le pasa dulcemente una mano por el rostro, no puedes arrepentirte ni revelar el secreto, de eso dependerá tu vida, nunca podrás separarte de esta casa donde abriré un portal a poderes infinitos que te resguardaran del mal y harán invisible a Damián quien desaparecerá para siempre, aquí serás Pancho Castro, si alguien del que dudes o desconozcas sus intenciones, viene a ti solo tienes que colocarlo en el centro de la estrella y su luz lo envolverá dejándolo anulado para dañarte. Igual cuando necesites salud, paz o protección colócate dentro de el. 
Damián oriundo del poblado de Parapara de Río Tocuyo, nacido en 1876 en pleno periodo de Guzmán Blanco, cuando sale de su hogar con 14 años de edad rumbo al caserío Los Planes, lugar que conocían desde la época en que su madre también se escondiera, ideal por estar situado en plena serranías de Parupáno del hoy Municipio Urdaneta, iba huyendo de la tragedia de la muerte de su padre junto a su mentor, su hermano mayor, Gregorio de 20 años, conocido como Goyo. Estaba ya radicado aquí Teodoro Giménez, el que sería su suegro a quien conocería años después.
Los Planes perteneciente al caserío San Pedro, situado entre el caserío La Unión y el poblado de Aguada Grande, zona productora de caña de azúcar y de café, uno de los primeros lugares que se dio este cultivo en Venezuela, donde transcurren sus primeros años de juventud, al principio como todo adolescente quien sufre de una experiencia traumática es un joven rebelde, dedicado a las parrandas, a vivir los años locos con el dinero y las armas que le suministraba su madre, sucede que un día estando en Aguada Grande donde se celebraba una festividad, el joven Pancho pasado de tragos y alterado con un presente que lo molesto, saca el arma comenzando a disparar al aire acabando con la fiesta, fue un escándalo. Durante este periodo su madre lo visitaba frecuentemente para guiarlo y mantenerlo bajo su control. Ella lo aconseja, le recuerda lo grave de llamar la atención hacia su persona pues esto puede poner en peligro su vida y la de su hermano, el apenado por lo sucedido promete no volver nunca más a beber, ni armar peleas, cosa que cumplió llegando la madurez. En estas serranías aprende todo sobre el cultivo y el negocio del café, era un hombre alto, de contextura delgada, de piel blanca, pelo y ojos castaños, nariz aguileña, de grueso bigote. . 
Un día teniendo 22 años, junto a su hermano Cosme Perozo que también se había venido de Parapara para acompañarlo, pues eran muy unidos, con un fuerte deseo de superación, alrededor del año 1898, consiguen una casa en el caserío La Unión y se dedican al mercadeo del café con la casa Blohm, firma comercial que había abierto sus puertas en Barquisimeto 8 años antes como agentes navieros de los puertos venezolanos, cuyo ramo principal era la importación y la exportación de diferentes rubros agrícolas y alimentarios. Su madre le consigue unas cartas de recomendación de sus amigos militares y políticos de Barquisimeto, antiguos miembros de La Propaganda, dirigidas a la casa Blohm, quienes mantenían vínculos con los políticos locales, llegando incluso a influenciar en las tomas de decisiones gubernamentales tales como remociones de cargos públicos. Pancho era letrado debido a la educación recibida en su hogar, para la época estos conocimientos representaban la diferencia que permitía obtener el éxito a quien los poseía. Gracias a esta formación logro iniciarse en la actividad comercial.
La inauguración, primero de la casa Blohm y posterior del ferrocarril Bolívar un año después en 1891, impulsan el potencial de la ciudad como centro comercial de la región centro-occidental Venezolano, desplazando a la ciudad de Coro, dándole un nuevo giro a la vida del comerciante Pancho Castro, como lo conocían en esta zona.
En una visita de Bartola al nuevo negocio de Pancho, acompañada por su hija Julianita de 18 años de edad, la cual iniciaría una unión libre con un miembro de la familia Santeliz, vecinos de la comunidad, de la cual nacería su sobrina Tomasa en 1902.
A finales de 1910 coinciden varios acontecimientos, la hacienda  El Toronal es puesta en venta, Pancho se entera y usando a su pariente Santiago Nieto como intermediario quien había sido su dueño, deseoso de entrar como productor de café para expandir sus negocios con la casa Blohm y teniendo mayor tranquilidad por el fallecimiento de Ángel Montañez, hecho que bajaba la presión sobre las amenazas de muerte a su persona.
La ubicación estratégica de esta hacienda, en un alto de una loma que permitía ver la carretera de entrada al caserío La Unión donde tenía su negocio muy cerca, la convertía en muy apetecible, como además estaba rodeada de otras propiedades de familiares de confianza que conformaban un anillo de seguridad, la convertía en ideal para sus propósitos de blindarse para obtener mayores garantías de vida, por lo que decide concretar la compra, al principio fue de palabra que valía igual a un documento. Se sabe que María Estanisla Meléndez, hermana de Adelina, esposa del dueño y futura suegra de Pancho, quien vivía en La Unión y lo conocía, durante la negociación le decía a su cuñado, Teodoro Giménez: “póngale cuidado a Pancho porque es letrado y se sabe las 4 reglas”, estas eran sumar, restar, dividir y multiplicar, cualidades que constituían una carta de presentación. En estas reuniones de negociación, Pancho de 34 años y María Adelina de 15 años se conocieron, entablando múltiples conversaciones durante los trámites de entrega de la administración de El Toronal, establecen un lazo afectivo que sería permanente, incluso luego de su separación por la mudanza de la familia Giménez a Barquisimeto, continuando sus amores por correspondencia durante 3 años, periodo en que la visitaba cuando iba de negocios a la ciudad, llegando al compromiso matrimonial lo que cambiaría el destino de Damián y Pancho.
Durante este lapso, Pancho se queda viviendo en El Toronal, transformando aquella hacienda de simple productora de caña de azúcar y café, en procesadora de estos dos rubros. Instala un trapiche para la molienda de la caña y fabricación de papelón, al unísono lleva a cabo su aspiración de montar su propia trilladora de café lo cual le permitía vender el producto sin necesidad de acudir a la trilladora de Siquisique, obteniendo mayores ganancias. En este lapso se relaciona con una lugareña llamada María Narcisa González, residente de la zona, con la que establece una unión libre concibiendo varios hijos, en uno de estos embarazos ocurre la historia de los huevos de patos en donde es descubierto por su ya esposa María Adelina.
Bartola envía a diferentes familias, entre las cuales estaba Elodia y su hermano Julio Suárez, también a Pablo Medina, los Matutes, los Gómez, todos de su máxima confianza para trabajar con su hijo en la hacienda y darle protección. Ella era una autoridad en este caserío, todos los conflictos familiares y sentimentales se le consultaban, los bautizos eran organizados por ella quien mandaba buscar al cura de Aguada Grande y los celebraba con el. No sucedía nada sin que ella lo supiera ni se realizaba ningún festejo sino se contaba con su aprobación y presencia. Era el eje del caserío El Turagual prácticamente quien le da vida y cuerpo social, costumbre que heredamos sus descendientes.
Pancho Castro estaba residenciado en El Toronal cuando ocurre la plaga de langostas en 1912, la sierra de Parupáno poseía una vegetación tan exuberante que estimula su expansión, cuentan los lugareños que eran tantas que “el cielo se oscureció como la noche, acabando con el café, la vegetación, los frutos menores y mayores”. Después de estos eventos relatan los escritos de la época que la gente se desanimo ante tanta inclemencia empezando la emigración para distintos puntos de la república. Según explicaba Pancho, El Toronal no fue afectado gracias a los rezos y ofrendas a los espíritus  realizados por Bartola pero en realidad se debió a los aportes económicos que ella hacía para cubrir el déficit. Bartola canalizaba el oro que le había quedado de La Propaganda a través de El Toronal cuyos negocios le permitían camuflajear su origen, para esto había llevado de Parapara un administrador quien era un pariente de su confianza, José Antonio Gómez sería el tenedor de los libros de su hijo, cuya misión era simular los ingresos que no se justificaban con la producción de la hacienda. Su hijo Damián se encargaría de distribuir este oro a sus hermanas mayores escondidas en el valle de Moroturo, después conocido como Santa Inés, zona productora de cacao, entre otras cosas. La dinámica consistía en que Pancho salía a vender su cosecha a la casa Blohm en Barquisimeto, con el pago que obtenía, abultándolo con el oro que le daba Bartola, pasaba a dejarles a ellas su aporte. Pancho nunca dijo de donde realmente venía el oro, era un acuerdo con su madre, otro secreto más. Cuando llegaba de regreso, mi mama Helena contaba que les traía las grandes frutas de cacao en concha pero tampoco les decía de donde eran, ella recuerda que le quitaban la gruesa concha dejando desnudas las pepas gelatinosas y de color blanco de sabor exquisito, que luego se tostaban para extraer el chocolate.
Cuando finalmente aquel año de 1913 por primera vez se da cuenta que existía una realidad que lo había perseguido por más de 20 años, eludiéndola hasta ese momento con diversas excusas, las cuales ya no cabían en su vida por lo que toma una decisión vital. La mezcla de sentimientos eran contradictorios, por un lado alivio y por otro un gran dolor ante la despedida inminente de sus orígenes. Después de analizar el problema al que había llegado a través de esta cadena de acontecimientos, se percata que no existía otra salida. Durante aquellos años había logrado sortear las situaciones que lo obligaran a la necesidad de demostrar legalmente quien era, las propiedades que había adquirido estaban a nombre de parientes de confianza y de su hermano menor que figuraban como los dueños, quienes no tenían el problema de identidad que lo limitaban para los actos jurídicos. Por el mismo motivo no se había casado para no tener que identificarse legalmente, a pesar de que su madre una ferviente católica los había educado bajo los cánones del sagrado vínculo matrimonial, un ideal inculcado por ella, grabándolo en la mente de sus hijos, era también su meta, se decía a si mismo que lo haría cuando todo volviera a la normalidad y así poco a poco transcurría el tiempo alargando el plazo para tomar una decisión que ya su madre Bartola le había planteado, pero la vida estaba por jugarle una mala pasada, empujándolo a desaparecer definitivamente como Damián Perozo.
Abre los ojos ante el intenso olor a rosas que lo envuelve, algo extraordinario sucede en aquella sala donde Bartola está llevando a cabo el conjuro, el rostro de ella cambiaba de colores con cada extraña palabra que pronunciaba, el techo que cubría sus cabezas ya no estaba, había sido sustituido por un agujero que giraba vertiginosamente desembocando en una luz por donde se asomaban decenas de espíritus, algunos conocidos de Pancho, otros no, todos lo bendecían. El árbol pintado en el fondo se había convertido en real, gigantesco, parece llamarlo, se acerca viendo en sus raíces hundidas en la tierra, su pasado en Parapara, en la copa elevada al cielo, su vida futura con su descendencia ramificándose infinitamente. Una voz brota de algún lado no precisado y le dice, de ahora en adelante serás Pancho, no tendrás enemigos que te pueda encontrar, vivirás en paz. 
El  abuelo  Pancho se acostaba temprano en las  noches, antes de dormir se tomaba  una copa de brandy con un huevo crudo, era un hombre metódico, sagaz en los negocios, muy prospero y  feliz. Bartola  había  depositado sus anhelos de un futuro sin  manchas en este hijo nacido de la luz pero también le había dejado la pesada carga del secreto.



Diferentes círculos mágicos.