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viernes, 4 de octubre de 2019

Dolores, amores y moda.

Muchachas, apúrense la retreta va a comenzar y nos perderemos los fuegos artificiales, el parque debe estar lleno, no conseguiremos un lugar cerca de la orquesta Mavare que va a tocar. Una persona se asoma por una puerta y pregunta ¿a dónde van?, una voz perdiéndose en la lejanía responde, ¿a dónde más Pepita?, a la inauguración del parque Ayacucho. Era un frío 17 de diciembre de 1933, a pesar del aguacero ocurrido horas antes, no era impedimento para que los barquisimetanos se desplazaran por sus estrechas calles, a las cuales se les había colocado una franja de concreto en el centro manteniendo el empedrado original hacia los bordes, un progreso que acabo con los lodazales de las vías principales de la ciudad en los periodos de lluvia, facilitando que, además de la creciente circulación de los vehículos particulares y de transporte masivo, también pudieran transitar las personas sin ensuciarse con fango los pies, lo cual agradecían las damas. En esta década se contaba con otros modernismos como el acueducto y el alumbrado eléctrico. Barquisimeto era toda una metrópoli.
Va a ser hoy? Pregunta la delgada mujer. Si doña Petra, se están celebrando los 25 años de mandato de Juan Vicente Gómez, informa una voz desde el fondo de la casa, era otra fémina que parecía estar ejecutando una danza al efectuar unos meneos de vaivén con una escoba que consistía en un palo de madera que al final tenía amarrado un apretado manojo de pálida paja con forma similar a una amplia y larga falda, utilizada para aglomerar el sucio acumulado sobre el suelo de ladrillos rojos, posteriormente era expulsado hacia el patio trasero. Pepita quitándose el delantal que usaba para cocinar, les dice, espérenme que yo voy con uds, están muy alzadas desde que su hermana mayor se casó y se mudó de la casa, creen que pueden hacer lo que les dé la gana, no señor, su mamá las dejó a mi cargo, unas señoritas de buena familia no pueden andar solas, recalca autoritariamente mientras con un revoleteo de las manos sacude la falda ajustada a la cadera la cual se ensanchaba levemente gracias a un pliegue que se abría a medida que descendía hasta la mitad de la pierna, era de un color crema, ligeramente imperio ceñida al torso con mangas cortas bombachas que reciben una esmerada atención para  devolverles su forma, al pasar de una a la otra, se detiene en el cuello camisero, acomodándolo en su lugar, luego revisa el largo camino de dorados botones que recorren todo el vestido de arriba abajo, dándose por satisfecha, listo, dice, solo busco un abrigo, la cartera, me cambio los zapatos y salgo, girando rápidamente le ordena a la que estaba barriendo, Juana, ocúpese de la cocina mientras estoy fuera. Pepita, no, apúrate!, gritan al unísono el cuarteto de jóvenes mujeres desde la puerta de salida, eran Roselia, Ana, Helena y Adelina, disueltas en el bullicio de la ciudad que efervecia intensamente a esa hora de la tarde, dejándose colar al interior del hogar. La multitud se dirige a la nueva plaza como si estuvieran convocadas por una misteriosa y oculta llamada, estos espacios públicos eran lugares usuales de festejos por múltiples motivos, civiles, militares o religiosos, una de las diversiones más populares en esa época.
El matrimonio al que se refería Pepita había sido el de María de Lourdes apenas hacia 6 meses, el primero de julio de ese año, un acontecimiento formal por tratarse de la hija mayor, hasta entonces había fungido, según la tradición, de jefa de familia en las largas ausencia de sus padres, quienes pasaban tiempo en la hacienda El Toronal, mientras las jóvenes, por razones de estudio estaban residenciadas en la ciudad, en la calle González Pacheco, cerca de la Iglesia San Juan, algo lejos de la plaza a inaugurar. 
El vestuario usado en este matrimonio se adaptaba a los cambios iniciados durante los locos años 20, era largo y estrecho, pero no solo se trataba de moda sino de las transformaciones que habían provocado un abrupto quiebre en la conducta femenina con respecto a la rigidez imperante en siglos anteriores, continuando de forma acelerada durante la década de los 30, dando paso al modernismo que caracterizaría al siglo XX, a esto contribuiría otro suceso en Venezuela, la presencia de las compañías petroleras que traerían consigo la cultura norteamericana, imponiéndose en el país, fortaleciendo aún más la rebeldía femenina al  convertirlas en el centro del quehacer social, surgiendo el empoderamiento de la mujer. Una gran protagonista en estos años sería Coco Chanel, la modista francesa que logra mantenerse en la fama con sus revolucionarias novedades, lanza el pantalón para uso cotidiano de la mujer, crea ropa sencilla y cómoda haciendo que las creaciones extravagantes de Poiret quedaran en desuso, en sus prendas de vestir impera la moda de líneas rectas pero con un toque de alta distinción con el uso de accesorios como el collar de perlas, guantes, pañuelos y bolsillos falsos en las chaquetas, otra innovación de esta modista fue la reducción del tamaño del sombrero usándolo ligeramente ladeado sobre un cabello corto, también impuso los aros y pulseras de metal. Su propia imagen fue modelo para ser imitada por millones de mujeres en el mundo, una de ellas sería Ana Dolores.
En el mundo de las hermanas Castro la inesperada mudanza de su hermana mayor a Caracas, les facilitaría explorar el entorno, iniciar la toma independiente de decisiones, contribuyendo a revelarse contra ciertas restricciones en un ambiente más laxo pues Pepita era menos rígida, ayudaba su carácter jovial y comprensivo. La inauguración de la Plaza Ayacucho les da la oportunidad de conocer otros jóvenes fuera de sus primos, era característico formar grupos de hombres y mujeres separados, mirándose mutuamente con curiosidad, sin embargo existía una comunicación implícita. Así comienza esta etapa de los amores de ventana, los jóvenes rondaban la casa donde ellas vivían, acechando a que Pepita se descuidara en su férrea vigilancia, pasaban por el frente silbando sin detenerse, era la contraseña para avisar que estaban afuera, se paraban en la esquina bajo el inclemente sol mientras se abanicaban con el sombrero de paja, pavoneándose con sus anchos pantalones sostenidos por tirantes que frotaban de arriba abajo con el dedo pulgar para hacerlos notar, estos se estrechaban al descender terminando con un dobladillo que permitía lucir los brillantes zapatos bicolores, llevan chaquetas cruzadas de solapa ancha con camisas de cuellos abierto sin corbata, esperaban que su moderno look recompensará tanto riesgos. Al bajar la guardia su cuidadora, ellas corrían en tropel a asomarse por la ventana para intercambiar algunas palabras y tocarse tímidamente las manos, lo que hacía que la espera valiera la pena.
Durante dos años fue un mundo de nuevas aventuras, poco a poco surgen los primeros novios en las dos hermanas mayores solteras, las visitas en el recibo siempre acompañadas por Pepita quien además no les permitía sentarse juntos, solo en sillas separados, frente a frente. Las morochas estaban aún muy jóvenes para tener enamorados, intercambiaban algunas discretas miradas ocasionales con algún amigo, a pesar de no pasar de allí, su madre se había dado cuenta del urgente despertar sexual y las aconseja en privado desde su lecho de enferma a donde las cita una a una, les habla de la vida, ellas no vislumbran el inminente final, el destino implacable les jugaría una mala pasada, a finales de 1935, el 30 de noviembre, después de una penosa enfermedad, muere María Adelina, madre de las hermanas Castro, nadie imaginaba en aquellos dolorosos momentos que la férrea dictadura militar de Juan Vicente Gómez, con 27 años en el poder, estaba en su ocaso, apenas 17 días después de la tragedia familiar, este dictador también fallecería. Este quiebre del destino las impulsa a salir del cascaron donde habían permanecido bajo la tutela de su madre y el de su hermana mayor, surge una necesidad de liberar una fuerza contenida por largo tiempo, pasan de un aspecto común, monótono en el vestir, a glamorosas, actualizadas en moda liderizadas por Ana Dolores. Los primeros cambios son notorios, se cortan el cabello, usan pantalón, faldas ajustadas, comienzan a maquillarse, existían Elizabetth Arden en EEUU y Helena Rubinstein en Europa, creadoras del polvo facial, Revlon con la laca de uñas, Lancome con su novedoso lápiz labial rojo y perfumado conocido como Rose de France. 
Una de las técnicas publicitarias de gran auge usadas en estos años fueron los encartados, que consistía en introducir una revista, un folleto o una simple hoja dentro de un periódico de circulación nacional o regional para incrementar las ventas de cualquier producto. Las innovaciones en la moda femenina en el vestir, en maquillaje y accesorios fue un objetivo clave de la publicidad en la que los encartados sobre moda juegan un papel fundamental para posicionar las tendencias mundiales. Fue así como en Barquisimeto, la revista encartada Para ti dedicada a la mujer junto al comercio de telas de la colonia libanesa se conjugarían con los hechos nacionales y familiares acaecidos en 1935 que provocarían la trasformación de unas hermanas que reflejarían maravillosamente el surgir de la Venezuela moderna, historia que quedaría registrada gracias a la fascinación por la fotografía de estas jóvenes. La ciudad contaba con grandes estudios fotográficos como los de Ernesto Balestrini, estudios Capitol, Marchena, Vega, etc frecuentados por las hermanas, no era de extrañar, Barquisimeto fue cuna del cine, y la fotografía era popular.     
Informadas del acontecer mundial sobre moda, liberadas de las ataduras, las hermanas adoptarían el estilo de Coco Chanel pero algunas variantes comienzan a surgir, al principio tímidamente, luego sería más marcado. Las morochas usan modelos diferentes por primera vez pero aun dentro de una misma tendencia, a lo Chanel, hasta este momento usaban ropa idéntica, paulatinamente desarrollan sus caracteres individuales. La primera autonomía de sus hermanas mayores es cuando ambas gemelas mezclan el estilo entallado con la reciente moda estudiantil de zapatos abiertos en los dedos de los pies llevando medias blancas cortas, surgido a mediados de la década de los años 30, luego cambian al vestido juvenil de falda amplia en la que la cintura regresa a su lugar, de cuello cerrado, popularizado por Lana Turner. Roselia y Ana Dolores no usarían este estilo, sus vestidos son ligeramente mas formales, aunque discretos llevan atrevidos descotes en V que permite mostrar los collares de moda. 
Adelina eliminaría algunos detalles debido al noviazgo con Martin, dejaría de utilizar las medias blancas y cortas, utiliza zapato cerrado, aunque mantiene el uso de los vestidos juveniles de cuello cerrado al igual que su gemela. Ambas se dejan crecer el cabello nuevamente largo hasta los hombros, con ondas que caen a los lados cubriendo las orejas usado por Lauren Bacall, un aspecto más femenino que el cabello corto de Chanel, luego otras actrices de Hollywood introducen algunas variantes como Rita Hayworth, quien no usaba bucle sino peinado con carrera de lado, Veronica Lake cabello muy largo, Betty Grable  quien usa un bucle superior más marcado y deja descubiertas las orejas. Esta actriz quien al principio sigue la moda de Lauren Bacall del cabello largo ondulado y discreto moño superior, comienza a aumentarlos de volumen y darles formas extravagantes, llegando a los llamativos divididos en dos, que imitaría Roselia. Luego finalizando la década de los 30, lanza el estilo "victory rolls", un peinado que consistía en moldear algunos mechones en forma de rollitos recogidos en lo alto de la cabeza, que debido a una fotografía en traje de baño mirando sonriente por encima de uno de sus hombros, luciendo un "victory rolls" es catapultada a una fama inesperada al convertirse en la primera chica Pin Up, conocida así gracias a esta sugerente pose. Greta Garbo sería su devota seguidora al igual que Ana Dolores, no sorprendía que fuera la única hermana en usarlo debido a su carácter atrevido, segura de sí misma, además de acoplarse a su estilo de cabello corto. Adelina adoptaría el de Rita Hayworth, Elena sigue fielmente a Lauren Bacall y luego a Betty Grable en su primera época, ella además se distinguía por maquillarse más pronunciadamente que su morocha. Esta información llegaba a ellas principalmente a través del cine, las revistas sobre moda que venían como encartados, los patrones de costura que se vendían en la calle Comercio y finalmente las diseñadoras locales o costureras. Así vemos como gracias a la riqueza de la moda de esta década, las morochas comienzan a diferenciarse una de la otra, a individualizarse no solo entre ellas sino con respecto a sus hermanas que adoptan diferentes estilos.  
Ana Dolores, tercera hija del matrimonio Castro Giménez, con 18 años recién cumplidos un mes antes, inesperadamente se ve envuelta en una vorágine de acontecimientos. Su padre desbastado por la tragedia, había huido a refugiarse a El Toronal buscando consuelo. Esa primera navidad, posterior al fallecimiento de su madre, lo acompañaron en la hacienda, pero al comenzar el año 36 debían regresar a retomar sus estudios, una obsesión familiar, además Roselia había comenzado a trabajar gracias a su amiga Herlinda de Quintana quien la había recomendado en el negocio del esposo de ella. Pancho no tuvo valor de hacerlo con ellas, dejando a las jóvenes partir solas de vuelta a aquella casa de Barquisimeto tan amada por su esposa, motivo de disputas entre ellos por las diferencias de criterios de donde vivir: el en El Toronal, ella en Barquisimeto. Aquella casa era ella.
De regreso, al reincorporarse a la rutina, Ana Dolores, se enfrentaría a esta compleja y difícil situación, su hermana mayor María de Lourdes (Mamayu) de 21 años no está presente, casada desde hacía dos años, vivía en Caracas donde tenía su vida hecha, allí trabajaba su marido Pablo Anzola, para mudarse nuevamente a Barquisimeto necesitaba un tiempo, por otro lado la ausencia repentina de ambos padres, uno por muerte y el otro por estar sumergido en una tristeza infinita, no le deja otra alternativa que asumir junto a su hermana, un año mayor, Roselia, la segunda con 19 años, la responsabilidad de convertirse en cabezas de familia, este reto las uniría en un fuerte e indisoluble vinculo que nace de las grandes adversidades, así sería hasta sus muertes.
Sus hermanos menores, cuyas edades oscilaban entre los 4 y 16 años, necesitaban un puerto seguro, integrándolo ellas. Luego de arreglar sus asuntos, Mamayu decide regresar de Caracas, sumándose nuevamente a la familia, pero las circunstancia habían cambiado, no solo tenía un marido que le exigía atención, además, sus dos hermanas que la seguían en edad, habían cambiado, eran más segura de sí misma, no acataban ordenes ciegamente, ante el nuevo escenario decide compartir responsabilidad, formar un equipo con ellas como los tres mosqueteros, al igual que estos personajes de la novela de Alejandro Dumas, no serían 3 sino 4, pues también estaba Pepita un personaje llegado a nuestra familia a principios del siglo XX quien fungiera como nuestra abuela sustituta. Estas mujeres se convierten en madres y guías, serían el eje del Mundo de los Hermanos a quienes les darían su protección y amor, paradójicamente, las 4 no procrearon hijos pero, sus almas partearon el más bello sentimiento que existe, la solidaridad y el apoyo incondicional a sus semejantes.
Ana Dolores era algo callada pero atrevida y muy sociable, le encantaba disfrutar de las fiestas, montaba a caballo con gran destreza. Se dejaba llevar por los invento de su hermana Roselia. Entre sus amigas estaban las primas, hijas de las hermanas de la abuela María Adelina, las tres conocidas por sus apodos que comenzaban con ch, Chena, Chucha y Chinquera, la preferida Silvia hija de la tía Angelina y las dos hermanas Ponce, Aura Ponce y Herlinda Ponce de Quintana. A ella le gustaba quedarse a dormir en casa de las primas, pero su madre no la dejaba por ser mal visto en esa época del “que dirán”. En las fiestas, los cócteles le gustaban sobremanera, una vez, se bebió unos tragos de más y después estaba asustada, enjuagándose la boca porque si su madre le sentía el aliento a alcohol le daría unos correazos. Posterior a la muerte de la madre, experimenta el cambio mas notorio, aprende a manejar en el carro Ford A del abuelo Pancho, la enseña el chofer Ramón Navarro, lleva el look de Cocó Chanel, el cabello tipo melena como esta diseñadora, usa ropa ajustada al cuerpo, de líneas rectas y muy sencillos en su confección pero muy elegante, lo cual ella sabía resaltar, caracterizándola el resto de su vida. Es una de las primeras, junto a sus hermanas, en adoptar la falda pantalón, impuesta por esta modista, destacando a las hermanas Castro, era una sensación verlas llegar a Aguada Grande galopando velozmente a caballo llevando pantalones, las personas del pueblo comentaban escandalizados que Pancho Castro tenía hijas pero allí estaban solo hombres.
En estos años formaliza con su primer enamorado, Mario Valenzuela del grupo de amigos de Martin Orozco, novio de la morocha Adelina, luego de un corto romance terminan porque le descubre un amorío con otra muchacha y esto era inaceptable para ellas. Debido a que su hermana Roselia había comenzado a trabajar, Ana no queriendo quedarse atrás, busca empleo, así un día les comunicó que le habían ofrecido uno en una tienda de telas, aceptándolo pues debía colaborar con los gastos, esto no era cierto, era más por moda que por necesidad, una forma de disfrazar la naciente rebelión femenina, de ejercer la igualdad de sexo, fenómeno sociológico de los años 20 y 30.
El negocio se llamaba La Estrella Roja, propiedad del libanés Mansur Yebaile, quien tenía un sobrino de nombre Teodoro Richa Yebaile, el cual lo visitaba de vez en cuando. Este joven junto a su madre también eran dueños de un comercio de telas, usual en la colonia libanesa radicada en Venezuela, situado cerca de su tío. Un día al llegar a su rutinaria visita, al entrar descubre a Ana Dolores, la ve de espaldas encaramada en una escalera bajando un rollo de tela que solicitaban unas clientes, sus hermosas piernas y su contorneada figura marcada en aquella ajustada falda lo deslumbra, un impulso ancestral lo invade, algo que nunca había sentido transita por su cuerpo dándole vida propia, no puede evitar recorrer su cuerpo con la mirada mientras ella desciende, al girar, chocan sus miradas, el enrojece de vergüenza de pensar que lo hubiera descubierto admirándola, un caballero de buena costumbre no se permitía esos atrevimientos. A partir de entonces comenzó a visitar la tienda con una frecuencia inusitada, le decía a su madre que iba a dejarla sola en la tienda un momento para ir al Café América que quedaba en la esquina a comprarle uno a su tío, con esta excusa salía apresuradamente, su actitud ansiosa e intenso nerviosismo lo delataba. Llegaba con la humeante bebida para su tío Mansur, hasta que finalmente este cayó en cuenta que las visitas eran para su empleada, las miradas entre ellos eran evidentes. Un día Teodoro le pregunto si podía ir a visitarla, ella le respondió que sí, después de esto se hicieron novios, le prohibió seguir trabajando pues no le gustaba que ella fuera al trabajo en autobús ya que la parada le quedaba a 2 cuadras, que caminaba sola. Durante casi tres años fueron novios, era el primero en llegar a la visita, lo cual lo hacía merecedor de sentarse en el único mueble de dos puesto junto con Ana, los otros dos enamorados, el de Adelina y el de Roselia se sentaban en los asientos individuales.
Entrando en 1939 el noviazgo era formal, salían de paseo, el más frecuente era a Duaca a visitar a la morocha Adelina, la segunda hermana en casarse, por lo que Elena demandaba insistentemente en ir a verla, siempre iban con  Pepita como representante o chaperona. Finalmente Ana Dolores fue a conocer a la madre de Teodoro para ponerle fecha al matrimonio, acompañada por la familia, principalmente la tía Panchita de Ramírez en representación de su madre. Se casaron el 27 de mayo de 1940 en la iglesia de La Concepción, con un vestido de novia blanco elaborado por la modista barquisimetana Carmen Padua, de líneas lánguidas pero con falda ligeramente plisada dándole algo de volumen, con la cintura marcada en su lugar, manga larga con guantes cortos, ramillete de flores en la mano, velo largo y corona. Teodoro seria su gran amor, su alma gemela pues ambos compartían valores y principios similares centrados en la familia. Durante esos 5 años, ocurrirían los matrimonios en segundo lugar de Adelina con Martin Orozco, luego Ana Dolores con Teodoro Richa, finalmente Roselia con Andrés Sánchez que se muda a Cabimas.
Teodoro se separa del negocio de su madre, abre una venta de tocadiscos y discos llamado Agencia Howar, ubicado en la avenida 20, un local que además tenía anexa la vivienda, ubicado cerca de La Cruz Roja, Ana recordaba el bullicio cuando llegaba un herido pues la sirena se escuchaba desde el negocio, sería el primer hogar de la pareja. Con ellos vivirían Bolivia, Rosario y Yolanda hasta que se casaron. También Elena vive aquí pero pasa temporadas con su gemela Adelina en Duaca y después con Roselia en Cabimas.
Ana frecuentaba la elite de la colonia libanesa con su marido, asistían a innumerables fiestas barquisimetanas, entre las que estaban las del Club Sirio - Libanes, el Club Comercio, el Country Club y el Club de Leones del cual era miembro su cuñado Pedro Gloria, con el irían a la inauguración de la sede de Barquisimeto en 1943, debía conseguirles novios a sus hermanas, una gran tarea casar a este ramillete de jóvenes solteras a su cargo, Helena, Bolivia, Rosario, Yolanda y La Nena.
Estabilizadas, por primera vez, las tres hermanas mayores se separarían, entre Cabima, Caracas, donde había regresado Mamayu, posteriormente también iría a Cabimas, quedándose en Barquisimeto Ana Dolores junto a Pepita quien se turnaba con El Toronal a ayudar a Pancho con los dos varones a su cargo. Sus hermanas nunca fueron una carga para ellas quienes jamás eludieron su responsabilidad, todo lo contrario la asumieron con amor de madres.
Mi tía Bolivia sería la primera en casarse en 1949, luego mi mama en 1951 se iría a Caracas con mi futuro padre, luego Ana y Teodoro en 1952 se mudarían a la culminada casa de la 37 diseñada por Fruto Vivas, ese mismo año se celebraría el matrimonio de Rosario, la primera fiesta en esta recién inaugurada casa, allí vivirían las dos hermanas que todavía quedaban a su cargo: Yolanda que se casaría en 1957 y La Nena en 1958, cuyos matrimonios fueron realizados en esta famosa casa familiar. Una vez casadas todas las hermanas, serían amorosas tías, brindando un amor inmenso a sus sobrinas al igual que el dado a sus hermanas, como un homenaje a tía Ana, decidieron colocarnos a varias sobrinas su nombre, así llegan Ana Elena, Ana Marisa, Ana Cecilia, Ana Kristina, incluso Iliana, un nombre compuesto con el de Ana.
No todo en Ana Dolores fue amores, dolores y moda, también fue solidaria, nunca abandonaba al necesitado, la casa de la 37 sirvió de refugio a innumerables personas, por allí pasaron la señora Dominga, de piel oscura, labios extravagantemente gruesos con cara de pocos amigos, vestida estrafalariamente con aspecto de indigente, a quien nadie se atrevía a contratar pues despertaba temor y desconfianza, sin embargo mi tía Ana le brindó su apoyo hasta su muerte dándole trabajo, igual fue con José Manuel demasiado viejo para trabajar, una carga para sus familiares que lo lanzaron a la calle, ella lo contrato para regar los jardines de la casa, otro fue Rafaelito, un gigante de aspecto peligroso que además era sordo-mudo razón por lo que no conseguía trabajo, ella le dio el “oficio” de portero, también paradójicamente como mandadero, recuerdo vívidamente a mi tía Ana entendiéndose con él a través de un lenguaje de señas, explicándole lo que debía buscar en alguna de las casas de sus cuñadas que residían a media cuadra o comprar en la bodega “La Esmeralda” situada en la esquina, la observaba manteniendo largas tertulias a través de aquellos movimientos de mano que me intrigaba. Mariíta fue otra que vivió por años en la casa encargada de la cocina.  Cuando la tragedia de la muerte del marido de la morocha Adelina, mi tía Ana le brindo su apoyo incondicional, albergándola en su hogar por casi un año hasta que se recuperó del accidente, su hija Gisela, no se quiso ir, quedándose hasta que se caso. En el año 1962 se viene de Cabima mi tía Roselia, se residencia temporalmente en esta casa pero mi tía Ana nunca la dejo irse, volviéndose a unir las dos para no separarse nunca más. Luego llegaron a este puerto, cargando sus tristes historias de desamparo, Miriam Granda, la cual salió de la casa de la 37 con profesión y casada, Matilde con su hija Nanette a quien quisieron como hija, también salió de allí convertida en profesional y casada, Petit que fue chofer de mi tío Teodoro, también adoptado y protegido hasta su muerte. El hijo varón que fuera Elías Mendoza que por cosas del destino llegó a esta casa, a quien las dos acogieron y amaron profundamente, hoy abogado y casado. Por allí pasaron Homero, Oswaldo, Ana Cecilia, Carolina, protegidos, amados por ellas, tal vez se me escapa alguien, no estoy segura. La hora del almuerzo era de no menos 12 personas, quizás hoy esto parece inverosímil, incluso para mí que viví allí.
Finalmente el apoyo que recibimos mi mama Helena y yo, cuando tuvimos que regresar a Barquisimeto después de vivir en Caracas, en circunstancia de minusvalía en la que nos colocó la vida, mi tía Ana nos abrió las puertas de su casa, donde viví por 15 años. Doy gracias a Dios por haberme otorgado la gran dicha de compartir el maravilloso regalo de conocer a tan maravillosas mujeres, de recibir y compartir su amor sin límites, palpar cada una de esas lecciones de vida tan llenas de valores y principios que escasean tanto hoy día.
Dios te bendiga tía Ana, tía Roselia, Mamayu, sé que están en el cielo junto a sus seres queridos que partieron primero y desde allá arriba, bendícenos a todos los que quedamos aquí. 


 







Matrimonio de María Lourdes Castro 1933

Calles principales de Barquisimeto con concreto en su centro
y empedrado al borde, se observa un Ford A y varios transeúntes.

Plaza Bolívar con su bullicioso movimiento de personas y vehículos Ford A
Plazas, un lugar de encuentros ciudadano.

Plazas un lugar de fiestas populares y actos de gobierno. 
Transporte urbano publico y privado para la década de los años 30.

Transporte urbano, tenía como eje la plaza Bolívar.
 

Moda de principios de los
 años  30.
 

Hermanas Helena, Ana, Roselia y Adelina con tres primos en la casa
de la calle González Pacheco a 4 meses para el desenlace
fatal de la enfermedad de su madre. Se puede ver la monotonía del vestuario.
Barquisimeto Agosto de 1935
Pancho Castro con sus hijas, Roselia, Ana Dolores, las morochas 
Adelina y Helena vestidas igual. María de Lourdes estaba en Caracas.
Su madre fallecería 4 meses después. 1935

Acuerdo de duelo.
Mapa de la ciudad.

Ana Dolores de luto rígido por la recién muerte de su madre, 
vestida con falda pantalón a lo Cocó Chanel con guantes, sombrero 
pequeño y ladeado sobre cabello corto. Se evidencia el cambio de look. 
Barquisimeto. Diciembre de 1935. 
Ana Dolores con falda pantalón y su amiga Aura Ponce con vestido 
a media pierna, se pueden ver los zapatos cerrados. Barquisimeto 1936.
Helena de luto rígido con falda pantalón, a lo Coco Chanel con cabello corto.
Barquisimeto Enero de 1936

Después del luto rígido se usaba el medio luto por dos años, llevan faldas ajustadas, 
Adelina usa cinturón por encima de la camisa sin mangas. El Toronal. 1936 

Morochas Helena y Adelina con cinturón que la diferencia de su morocha,
ambas maquilladas pero Helena mas marcado. 1936

Hermanas Castro, una prima, una amiga, un enamorado y su cuñado 
Pablo Anzola en El Toronal. Visten de medio luto, cabello corto a lo Coco Chanel,
 las morochas llevan zapatos con medias cortas. Caballeros con sombrero de fieltro blanco
a lo Borselino. El Toronal 1936
Helena lleva conjunto de dos piezas, medio luto.
El Toronal 1936

En El Toronal visitando a su padre Pancho Castro. Las morochas 
vestidas diferente por vez primera. Estilo ajustado a lo Chanel. 

Regreso de la hermana mayor María de Lourdes para
cuidar de sus hermanas menores. Ropa ajustada, uso de cinturones,
maquillaje intenso en los labios. El Toronal 1936.

Pastizales de El Toronal. 1936

Helena Castro posando de medio luto en El Toronal. 

Moda estudiantil de zapatos con medias cortas, las morochas llevan estilos diferentes, Helena
pequeño sombrero a lo Cocó Chanel, ambas cabello recortado. El Toronal 1936

Adelina con la típica moda estudiantil de zapatos con medias cortas y vestido ajustado
 a lo Chanel, tiene una revista encartada sobre moda en las manos posando 
en el patio enladrillado para secar el café en la Trilla de El Toronal 1937.

Barquisimeto 1937. Una foto dedicada de Adelina para su 
enamorado Martín Orozco a quien conociera en una retreta.

Medio luto y blanco, las morochas con Ana Dolores y un primo. 
Sala de recibo con muebles de paleta. Casa de la carrera 19. Barquisimeto. 1937

Hermanas posando intencionalmente para que se vea la revista encartada Para ti sobre moda de actualidad, de gran interés de la mujer Venezolana. Se pueden ver los muebles de paletas.


Un hobby típico, fotografías y álbumes que compartían
las hermanas, aun llevan medio luto. Barquisimeto 1937

Helena Castro vestida para los Carnavales de 1938 en Barquisimeto

Adelina Castro. Carnavales en Barquisimeto. 1938

Teodoro Richa de traje oscuro de chaqueta y corbata en su carro Lincoln
en la época de enamorado de Ana Dolores.

Helena Castro vestida a lo Lana Turner, con zapatos abiertos con medias cortas de la moda estudiantil, peinado con pequeño bucle en la parte superior de la cabeza, rizos largos y
ondulado a lo Lauren Bacall que cubren las orejas. El Eneal vía Duaca 1939.

Un paseo a El Eneal a visitar a la recién casada Adelina de Orozco, van los novios 
Ana Dolores de camisero recto y Teodoro elegante de traje blanco con corbata. Acompañados de Pepita que usa vestido con un pliegue que se abre, cinturón, zapatos con dedos descubiertos.
Helena Castro y Adelina con vestidos diferentes pero al estilo de Lana Turner. 1939
 

Las morochas de visita en El Toronal. Adelina ya casada no lleva los zapatos
con medias cortas que si usa su gemela Helena. 1939
Helena Castro con pantalones y 
peinado a lo Lauren Bacall.

Ana Dolores peinada con un Victory Roll a lo Betty Grable, con peinetas, 
zarcillos.Vestido con discreto descote en V que permite ver un collar. 

Roselia Castro peinada con moño y bucle alto, dividido en dos al
estilo de Betty Grable, orejas descubiertas con zarcillos. Vestido con 
discreto descote en V que permite ver el collar que es el mismo de su hermana Ana Dolores.
Bolivia Castro peinado a lo Betty Grable con bucle en la 
parte superior de la cabeza, rizos ondulados que caen sueltos largo, 
orejas descubiertas con zarcillos pequeños. Vestido a lo Lana Turner. Barquisimeto 1939

Helena Castro peinada igual a su hermana Bolivia al estilo Betty Grable con
bucle superior, orejas descubiertas dejan ver los largos zarcillos.
Vestido estilo Lana Turner con cuello cerrado. Barquisimeto 1939 

Adelina Castro de Orozco peinada con carrera de medio lado 
a lo Rita Hayworth. Barquisimeto 1940

Estilo de vestido impuesto por Lana Turner

Moda de pantalón de Coco Chanel

Peinado largo con rizos que desplaza el corto de Coco Chanel
Estilo mas acentuado del bucle superior y orejas descubiertas.

Exuberante bucle dividido en dos.

   Peinado con carrera de lado sin bucle. 

Cabellera extra larga.

Estilo revolucionario de los Victory Roll

Pose que convierte a Betty Grable en la primera chica Pin Up

Imagen que fue modelo a seguir de Coco Chanel, característico cabello
corto, ropa ajustada al cuerpo, accesorios como guantes, collar, pulsera y
el típico sombrero pequeño y ladeado..