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martes, 29 de julio de 2014

Capitulo 12 Pasiones en el Río Tocuyo.

Una inmensa y pálida luna llena se refleja sobre el paisaje agreste rodeado por un abrumador silencio, alterado solamente por los gemidos de una solitaria mujer que esta pariendo en las riberas del río Tocuyo donde había conocido la pasión del amor verdadero, gracias al sangriento suceso acecido en Caracas, es un 24 de marzo de 1849 y el incesante tintineo del agua corriendo arrullaría aquella recién llegada al mundo del siglo XIX.
Fatigada por el parto, se recuesta brevemente mientras presencia el amanecer, anunciado por el canto del gallo y de los pájaros, a lo lejos se escuchan los jornaleros iniciando sus labores de campo, la madre cansada y feliz aprovecha los primeros rayos del sol que se asoman tímidamente en el horizonte imprimiendo un refulgente matiz dorado al mundo de penumbras que poco a poco desaparece, iluminando suavemente a su pequeña permitiéndole observarla detalladamente, repentinamente se alarma al darse cuenta de algo que interpreta como una señal, un mal presagio que la cubre.
Era de piel blanca y ojos que semejaban un trozo de cielo, inesperadamente como un relámpago que desgarra la oscuridad, cae en cuenta del parecido con los de aquella mujer, María Bartola Nieto, que le susurraría secretamente al oído ser su abuela, a la cual había cuidado amorosamente hasta su muerte, decide darle el mismo nombre a la niña, al entender el por qué de esa afirmación y cuyos rasgos de la recién nacida dividirían su vida entre dos mundos, el indígena y el europeo, sin llegar a pertenecer totalmente a ninguno de ellos, llevándola a vivir una vida signada por secretos y silencios que marcarían el destino de sus descendientes.
María Bartola Castro, llegaría al mundo bajo el manto rojo del gobierno conservador de los Monagas, en un ambiente de confabulaciones políticas a favor del liberalismo amarillo, en contra de los godos autores del vil asesinato del indio Reyes Vargas y del sangriento fusilamiento del congreso repudiado en Río Tocuyo, su pueblo natal, apenas habían transcurrido 28 años de la Batalla de Carabobo.
Los primeros meses de nacida transcurrirían confinada en su casa como ocurría con todos los niños de la época con el fin de evitarles enfermedades contagiosas, un día su madre temiendo estar en pecado, no deseando postergar mas el bautizo, decide efectuarlo, es un 5 de enero de 1850, se aparece sorpresivamente en la Iglesia con la chiquilla en brazos, pidiéndole al sacerdote santificarla, lo que se cumple en una escueta ceremonia muy diferente de aquella otra que Juana Bautista había visto a escondidas 17 años atrás.
Acude sola, sus parientes indígenas de la rama materna no se sentían a gusto representando a una niña de rasgos españoles y sus parientes paternos blancos no conocían su existencia debido a la doble clandestinidad de su concepción, así que cuando el cura en propiedad Juan Nepomuceno Rivero le pregunta por los padrinos, ella le confiesa parte de su dilema y ante esta situación es llamada para ocupar este puesto la hermana del cura, Rosalía Rivero quien al ver el parecido de la pequeña con los Nieto-Santeliz se percata de lo sucedido.
Al terminar la ceremonia Rosalía recoge su sombrilla y se dirige por las polvorientas calles del pueblo hasta el hogar de Juana Paula Nieto Brizuela con el propósito de revelarle la existencia de la niña, quien al enterarse del bautizo recién acaecido en la iglesia parroquial se da cuenta del porque de la abrupta desaparición de Juana Bautista de su casa, ocurrido hacia más de un año, cuestión que nunca llego a entender pues había sido criada amorosamente junto a sus hijas, ahora con esta información cree descifrar el misterio, conjeturando que de alguna manera alguien de su familia está involucrado.
Para estos tiempos la familia de Juana Paula Nieto y Juan José Santeliz poseía una numerosa descendencia, dos de ellas eran Ana Santiaga y Juana del Carmen Santeliz Nieto, casadas con personajes del acontecer de la sociedad, ejes de esta historia, la primera con Leonardo Nieto Meléndez nieto de José Joaquín Nieto García al igual que lo era su suegra Juana Paula. La segunda con Francisco Brizuela también pariente al ser primo en primer grado de esta mujer. Francisco y Leonardo, primos con algunos pocos años de diferencia con una relación campechana entre sí, conocían ambos a la joven Juana Bautista, manteniendo un subterráneo triangulo amoroso entre ellos, donde uno la amaba y el otro le tenía solo afecto fraternal, pero la pasión de la mestiza sería para el que no la amaba, conflicto que daría inicio a esta historia.
Inmediatamente la dama le solicita a la piadosa hermana del sacerdote que la acompañe para ir al lugar donde vivía Juana Bautista, al llegar la somete a un ineludible interrogatorio pues además de ser su parienta, poseía una gran autoridad, no quedándole otra opción que confesarle el nombre del padre de la niña, siendo acogida por esta noble mujer como una más de la familia para darle educación y un lugar en el grupo social al que pertenecía. Juana Paula era una especie de amorosa matrona y guía espiritual de todos sus parientes quienes abarcaban la casi totalidad del poblado, intermediaba en los conflictos entre los matrimonios, aconsejaba a los jóvenes y propiciaba la unidad de la familia.
Aquella niña a partir de ese momento fué amparada por esta dama y el entorno de sus más allegados donde estaban sus hijas, yernos y primos pertenecientes a los Nieto-Brizuela-Santeliz, durante un tiempo desconoce su enmarañado origen, típico de estos tiempos y de otros también.
Juana Paula sería madrina de bautizo de dos de los hijos de Bartola representando el rol de madre hasta su muerte. Ocupando el lugar de su padre estaría Francisco Brizuela casado con una de las hijas de Juana Paula, llegando a ser padrino de su boda y además bautizaría a tres de sus hijos; también era padrino de uno de los Carmona Olivero junto a sus tío Miguel Brizuela Santeliz y Rita Nieto Brizuela, hermana de Juana Paula y primos en primer grado entre sí, quienes bautizarían a varios de estos niños.
Francisco comprendía el sentimiento de abandono de Bartola, igualmente no tenía un padre por ser hijo ilegitimo, pero su origen blanco puro marca una diferencia que lo protege de la discriminación, decide asumir este papel por amistad, sin embargo en el fondo de su corazón cree que realmente lo era o mejor lo deseaba.
Otra muy cercana era María Nicolasa Nieto Meléndez prima en primer grado de Juana Paula, hermana de Leonardo Nieto Meléndez casado con otra hija de Juana Paula, del cual se rumoraba secretamente era el verdadero padre de Bartola, razón por la cual estaba un poco distanciado de la familia, enviaría a su hermana a representarlo en el bautizo del hijo mayor de Bartola, como la madrina.
Los Santeliz también jugarían un papel en sus vidas, por un lado estaba Judas padrino de bautizo de un niño Carmona Oliveros y quien era primo de Manuela Santeliz Salazar, ambos bisnietos de Juan Carlos Santeliz Pinto. Manuela fue madrina de bautizo de los dos últimos hijos de Bartola, su escogencia se debe además de ser una pariente, a que los Salazar estaban emparentados con el General Juan Bautista Salazar, padrino de bautizo de su última hija Julianita, amigo y compañero de armas de su marido, Antonio Perozo.
Los Salazar tenían un nexo con los Carmona Olivero evidenciado por la selección de Pedro Salazar para ser padrino de uno de estos hermanos, dicho personaje estaba casado con María Chiquinquirá Pérez, ligada consanguíneamente con los Oliveros Pérez de donde descendía la madre de Federico y también conectado con  Juana Paula, pues su hijo Sinforiano Salazar Pérez se casaría con otra hija de esta mujer. Conocemos así como los Salazar estaban vinculados a los Nieto y los Carmona.
Tenemos un círculo conectado a Juana Paula, eje central de la familia Nieto-Santeliz, descendientes de María Pinto de Cárdenas que rodearían la vida de Bartola y compartiendo nexos con los Carmona Oliveros formando una red social estrecha, quienes nombran a una de sus hijas como Rita, por su amistad con la alegre y muy social dama Rita Nieto Brizuela hermana de Juana Paula.

martes, 22 de julio de 2014

Capitulo 11 Río Tocuyo y el Fusilamiento.

Una soleada mañana del mes de junio posterior a los eventos conocidos como El Fusilamiento del Congreso, una joven mujer vestida con una sencilla falda larga de algodón marrón, camisa blanca ajustada al torso con vuelo en el borde del descote que deja asomar la naciente de sus senos, sus morenos brazos desnudos resplandecientes a la luz del sol, larga cabellera negra que aletea al viento y pies cubiertos con alpargatas, camina despreocupadamente hacia el río sosteniendo una cesta de ropa que se balancea armoniosamente en sus caderas, va a lavarla como lo hacía rutinariamente cuando de repente escucha un ruido de alguien que se acerca del bosquecillo cercano, corre a esconderse detrás de unos matorrales observando al intruso que acaba de llegar cuyo rostro está cubierto por una descuidada barba, este ve las vestimentas extendida sobre las piedras esparcidas en la orilla de la ribera percatándose que la dueña está cerca, echa un vistazo a su alrededor buscándola. 
Juana Bautista cae en cuenta que la presencia de las prendas, abandonadas en la huida inesperada, la ha delatado y trata de adivinar las intenciones del hombre, sorpresivamente reconoce a su pariente con el que compartía juegos en su niñez y al que secretamente amaba, desaparecido desde hacía 6 meses para evitar las amenazas de muerte a la que fueron sometidos los hombres del pueblo, su familia se había encargado de esparcir el comentario de que andaba en un viaje de negocios comprando mercaderías en la isla de Curazao, encubriendo así su participación en la conspiración liberal. Al salir de su escondite ambos se encuentran en las márgenes del río Tocuyo, surgiendo la necesidad de satisfacer una urgencia muy humana dominada por la situación de peligro a la que estaban expuestos perennemente ante el vaivén de los efervescentes acontecimientos políticos que siempre terminaban en una guerra fratricida, así que traspasando las fronteras de lo permitido pues ambos tenían parejas, el era casado desde hacía varios años y ella secretamente era concubina de un pariente y amigo del recién llegado, quien misteriosamente no le había dado hijos, como testigo mudo de esta intensa pasión estaría la fuerte crecida del río.



Enero de ese año: El fusilamiento.


Desde la muerte del Indio Reyes Vargas los habitantes de Río Tocuyo albergaban la secreta aspiración de derrocar a los conservadores al mando del poder, como consecuencia de esto las familias más importantes del poblado se habían convertidos en expertos en artes conspirativos en la clandestinidad, situación que era sospechada por la autoridad local caroreña en manos de los godos pertenecientes a la oligarquía agraria, reacios a modificar el orden social establecido a pesar de la guerra de independencia cuyas ofertas de justicia social y mejoras económicas no habían sido materializadas.
Estando la hegemonía del poder político detentado por los Monagas y Páez, consolidados en un solo bloque, monopolizando los bienes del país, excluyendo a sus propios partidarios los cuales comienzan a confabular en su contra, incluido Páez que no estaba conforme con el papel de segundón. Capitalizando este subterráneo malestar esta Antonio Leocadio Guzmán, fundador del opositor partido liberal y del periódico El Venezolano, medio usado oportunamente como desestabilizador del régimen dictatorial.
A sabienda de esto en Río Tocuyo, el movimiento liberal vive grandes esperanzas de cristalizar sus aspiraciones, reinando un ambiente de expectativa, de Caracas llegaban las noticias del conflicto político existente, vislumbrándose la posibilidad de lograr que los diputados de la mayoritaria tolda roja de los conservadores, quienes estaban divididos en dos bandos, a favor y disidentes en contra del Dictador, estos últimos, conservadores disidentes, secretamente pactarían con los opositores amarillos para realizar una sesión extraordinaria del congreso con el fin de destituir al presidente mediante el voto mayoritario, un objetivo compartido por ambos grupos.
Esta expectativa dura poco tiempo pues ocurre uno de los más oscuros acontecimientos de la historia contemporánea de nuestro país, conocido como “El Fusilamiento del Congreso” que dan al traste con estos planes, cayendo nuevamente Río Tocuyo en desgracia, afianzándose los godos caroreños aun más en el poder, desatándose una nueva persecución.
Los Hechos.
La sesión convocada en enero 24 de 1848 se estaba llevando a cabo en el convento de San Francisco en Caracas, sede custodiada por un contingente de 20 soldados al mando de un coronel quien según rumores era de tendencia paecista, lo que delataba las ocultas intenciones del congreso, enterándose de la confabulación el Presidente Monagas, le ordena a sus seguidores rodear el lugar, unas mil personas armadas con cuchillos se aglomeran a las puertas del recinto lanzando una lluvia de piedras y empujando a los soldados en medio de los gritos, respondiendo con una balacera a la muchedumbre quienes al ser mayoría, a pesar de los muertos, violentan la puerta, entrando al patio del recinto, encontrándose de frente con los diputados desarmados que trataban de huir, siendo asesinados a cuchilladas, ese día murieron 8 personas: 3 diputados conservadores, 1 liberal, entre ellos el paecista Santos Michelena herido gravemente en el pecho quien muere después de un mes y medio, mas 4 civiles, además de múltiples heridos.
Los que se salvaron al lograr saltar por los balcones y tejados del convento se refugiaron en embajadas, allí acude el Dictador acompañado de funcionarios del gobierno a solicitarles que se reincorporaran a sus actividades, negándose todos por el claro riesgo de ser asesinados. Después de estos sangrientos sucesos donde es aplastada la oposición, se nombraría un nuevo congreso en un proceso amañado con diputados designados a dedo favorables al gobierno sumados al grupo de los conservadores fieles al dictador, obteniendo el numero necesario, es ratificado el mandato del presidente, cerrando la salida constitucional a la grave crisis, iniciándose un período de once años conocido como "el monagato" en el cual los hermanos Monagas se alternaron en el poder hasta que finalmente estalló la Guerra Federal, que duró 5 años y llevaría a los liberales al poder en 1864 después de morir el 10% de la población.
Cuando esta noticia llega a Río Tocuyo, los hombres participantes del movimiento liberal se ven nuevamente en la obligación de tomar diferentes rumbos para esconderse, las familias saldrían de este pueblo buscando un ambiente menos peligroso para sus hijos, algunos llegarían a pasarse al bando conservador favorable a sus negocios. Otros se irían hacia poblados lejanos donde no los conocieran y algunos se ocultarían en las montañas cercanas, iniciando una nueva historia signada por los hechos del Congreso.
El río Tocuyo





jueves, 17 de julio de 2014

Capitulo 16 Historia del Cura Infiel.

Posterior a la violación, Bartola viviría los años más duros de su existencia, inesperadamente su madre Juana Bautista jugaría un papel fundamental, ayudándola a superar la traumática experiencia vivida a orillas del río Tocuyo, al conducirla hasta el pueblito de Aregue en cuya iglesia parroquial se hallaba el lienzo de la Virgen de Chiquinquirá, de rasgos mestizos por lo que era conocida como la Virgen India, siendo por esto muy devotos los indígenas locales.  
Tanto la iglesia como el lienzo tienen una historia que se pierde en el tiempo y se cruza con leyendas, se cuenta que una india de nombre Chiquinquirá encontró un tubo con este tapiz dentro, siendo trasladado a lo que sería el pueblo de Aregue, instalándola en una humilde capilla, coincidiendo con una vivencia de un español de la compañía Guipuzcoana el cual navegando rumbo a a Venezuela sorprendido por una tormenta, naufragando en alta mar, rogándole a la Virgen del Santo Rosario de quien era devoto que lo salve, apareciendo milagrosamente un tonel de madera al que se aferra logrando llegar a la playa, allí tiene una visión de la Virgen en un templo frecuentado por miles de devotos, interpretando esto como una solicitud de construirle tal edificación, se dedica a recorrer diferentes caminos, un día estando en Carora se tropieza con el cura de Aregue a quien le comenta la visión, ante la descripción es conducido a la capilla para que vea la imagen. El naufrago la reconoce como su salvadora, cumpliendo con su promesa, le otorga una gran suma de dinero al presbítero, que además de religioso tenía conocimientos de bellas artes y arquitectura, para realizar la obra, dirigiéndola personalmente, resultando una estructura más elaborada que la de Río Tocuyo, convertida hoy en basílica,  de su techo cuelga un pequeño barco de madera en recuerdo del milagro.  Bartola de 19 años y madre soltera con un hijo de 1 año, durante el gobierno de los azules, se residencia aquí, volcándose frenéticamente a estudiar en los libros bajo la administración del cura parroquial, empapándose además de las conspiraciones políticas comunes en esta región con fama de ser peligrosa, pues los enfrentamientos despertaban intensas pasiones en ellos.
Gracias a esto se transformaría en una guerrera con conocimientos en medicina, oportunidad obtenida por la devoción a la Virgen de Chiquinquirá de Aregue de sus parientes y madre, los indios Castro, que le permitieron conocer al párroco Domingo Vicente Oropeza Meléndez, un liberal nacido en 1832, el cual no pensaba ser cura, habiéndose casado en 1849 inesperadamente queda viudo con un hijo, como era la costumbre le pide matrimonio a su cuñada, pero ella que no sentía nada por él, lo rechazaría, ante el desplante, en un arrebato de despecho, se ordena sacerdote en 1859 convirtiéndose en el cura en propiedad de Aregue, como se denominaban en aquellos lejanos tiempos al comprar con sus fortunas el derecho de por vida de ejercer en la parroquia.
Acontece que siendo ya párroco, la cuñada cambia de opinión aceptándolo finalmente, conviviendo en concubinato, procreando varios hijos conocidos, aceptados por la comunidad quienes se hacían la vista gorda ante la situación, resulta que el sacerdote debido a su fogosidad le era infiel con otras mujeres, generándose un escándalo social al ser inadmisible tal conducta promiscua pues constituía un mal ejemplo para los hombres casados, siendo denunciado por las damas de la feligresía ante sus superiores, los cuales envían a un hermano superior quien lo interroga diplomáticamente simulando estar interesado en su comodidad, pensando así evitar el carácter belicoso conocido de este cura: “Padre, Ud. tiene quien le cocine? Quien le limpie la casa cural? Está bien atendido?” A lo que este personaje controversial ajeno a toda disciplina, dándose cuenta de las verdaderas intenciones de las preguntas, le dice: “Si su eminencia, me alimento tres veces al día, me asean la casa, lavan mi ropa diariamente, duermo muy bien todas las noches y follo tres veces por semana como Dios manda” ante tal respuesta, monseñor sale despavorido regresando a Barquisimeto recomendando a la curia no volver a importunarlo y como los Padres podían ser padres, el caso fue cerrado.
Este cura a pesar de su carácter poco benigno, nada tolerante con sus feligreses, como se esperaba de acuerdo a la investidura religiosa, sin embargo, los que llegaban a ser sus amigos contaban con su apoyo incondicional, lo que demostraría con Bartola a quien la instruye en los conocimientos no solo científicos sino también de historias sobre el cristianismos, sus mártires, en  poesía, literatura, escritos en latín y griego.
Se conoce que Domingo Vicente Oropeza ocuparía el cargo por más de 40 años hasta su muerte, aun lo era en 1898, convirtiéndose en cómplice de su pupila, para salvarle la vida al hijo de ella.
Bartola se mete de lleno en el hervidero de conspiraciones que existía en Aregue durante el gobierno de José Ruperto Monagas, donde las festividades religiosas realizadas en la Iglesia servían para camuflajear las reuniones políticas. Aquí se daban cita los líderes opositores dentro de los cuales estaban los Castros conocidos como devotos de la Virgen, familia de Juana Bautista Castro y de Bartola con los que finalmente se reconciliaría. Ella llegaría a ser patrona de las fiestas religiosas de este poblado al ser colaboradora del cura, estableciendo un lazo de amistad, cuya guía espiritual lograría superar el trauma de la concepción de su hijo.

Este corto periodo del gobierno de los Azules estuvo caracterizado por una gran inestabilidad política que favoreció el regreso de la causa liberal, estallaría otra guerra civil, una más de las tantas que devastaron al país en el siglo XIX, en cuyas tropas en 1870 llegaría Antonio Perozo, quien se convertiría en su marido, un joven militar, blanco puro que se destacaba del grupo por su altura, su complexión fornida con barba y bigote recortados delineando su rostro, no sospechaba el encuentro que tendría con su destino en la casa de los tres balcones. 


   

viernes, 11 de julio de 2014

La Ilusión

Este título es una derivación de la trama de la película El Ilusionista, dirigida por Neil Burger y estrenada en el 2006, basada en un engaño que realiza un mago para quedarse con la prometida de Leopold heredero al trono de Austria, la duquesa Sophie von Teschen una antigua compañera de juegos de su infancia en Viena, quienes hacía muchos años no se veían y cuyo reencuentro despierta una pasión latente iniciando entre ellos un efervescente romance, pero resulta que esta es una relación imposible no solo por la diferencia de clases sino por el hecho de ser Leopold un pichón de tirano que no estaba acostumbrado a ser rechazado y además estaba confabulando en eliminar al Rey, su padre para quedarse con el poder y ante la evidente competencia por la mujer se empeñaría en desenmascarar públicamente al Prestidigitador.
Estando así las cosas el mago decide alterar la realidad usando sus grandes habilidades y monta un escenario falso donde todo se confunde, desdibujándose los límites de lo fantástico para comenzar a transformarse en real, nada es lo que parece y todo lo que parece no es cierto, circunstancias difíciles de determinar lo que permite a los amantes simular su muerte y culpar al príncipe heredero como autor del aparente crimen de la Duquesa y desnudarlo como autor de la confabulación de magnicidio, perdiendo su poder con un trágico final de su vida, permitiéndole a la pareja escapar de un mundo de falsedades huyendo sin que nadie los busque al pensar todos que están muertos.
Ud se preguntaran a que viene este cuento, pues bien se debe a que aún recuerdo aquella mesa de diálogo entre oposición y gobierno, de los acuerdos de paz avalados por Unasur y el Vaticano, de liberar a los presos políticos, de los discursos encendidos de lado y lado de mejorar al país, de recomponer la economía cuya inflación la más alta del mundo en un país petrolero como el nuestro solo tienen una explicación: la astronómica corrupción del estado, el compromiso de elegir constitucionalmente nuevos jueces y miembros del CNE con cargos vencidos, el respeto a la constitución parecía un punto en común, etc, etc; todo pura y vana ilusión.
La sensación que experimento hoy día es que en algún momento sin percatarnos, el ilusionista Eisenheim realizó magistralmente un gran engaño y como dice el mensaje de la película: "Todo lo que han visto es una ilusión - un truco" 

martes, 8 de julio de 2014

Capitulo 17 La casa de los tres balcones.

Una balacera ruge por encima de las cabezas de los soldados ese fatídico día de junio, el comandante de la tropa, conocida como “Los Cívicos” les grita, busquen refugio, corren pasando por encima de los muertos, ¡Diríjanse al Cabildo! Están siendo atacados sorpresivamente por el General Enrique Díaz procedente de Barquisimeto al mando de un contingente de hombres a caballo que entran a la plaza con las banderas amarillas de los liberales ondeando al son de las trompetas, traen órdenes de acabar con el último bastión de los azules quienes habían tomado Carora comandados por el General Pilar Bracho en sustitución del fallecido General Fréitez. 
Dos meses antes, en abril de 1870, se habían enfrentado allí las tropas del General León Colina, lugarteniente de Guzmán Blanco el cual liderizaba la insurrección liberal, derrocados dos años antes por los azules, contra las del General Buenaventura Fréitez en representación del gobierno conservador, resultando muerto junto a 30 de sus hombres, conocida esta guerra de Abril por esto como brutal y sangrienta. “En este día, fueron sepultados en el Cementerio, sin permiso del Cura y Celador, como treinta hombres, cuyos nombres no pudieron saberse: y no se les hizo oficios de sepultura, porque no los llevaron a la Iglesia parroquial á causa de que todos murieron trágicamente en el combate de ayer”.
Sucede que ante la retirada de León Colina de la ciudad para continuar la campaña por el país, la todavía fuerte Revolución Azul, sumado a la ineptitud de los amarillos para mantener el control local, toman el poder nuevamente con el apoyo de Federico Carmona, entonces Jefe Departamental al mando de “Los Cívicos”, un selecto cuerpo de reserva integrado por jóvenes de la ciudad, estando así las cosas durante casi dos meses, en junio se le ordena al General Díaz retomar  la ciudad.
La situación para los azules ese día 19 junio de 1870 era muy crítica pues esperaban recibir refuerzos de un grupo de siquisiqueños dirigidos por los hermanos Mora, los cuales no llegarían debido a un error estratégico que cometerían al decidir separarse en Aregue, quedándose el General Pedro Mora para defender esta plaza, mientras su hermano continua camino hacia Carora a poner en aviso al General Bracho de la presencia de los hermanos Álvarez alzados contra los azules que vienen detrás de ellos y quienes también decidieron dividirse en dos contingentes, permaneciendo el General Antonio José Álvarez al mando de los que vencieron a los Generales Pedro Mora y Fernando Catarí al no lograr conseguir el apoyo de los locales de Aregue y Río Tocuyo pues estaban a favor de los amarillos, movimiento al cual pertenecían las indiadas encabezados por los caciques Castros.
Mientras tanto el General Froilán Álvarez sigue detrás del debilitado General José Mora lo que permitió derrotarlo en el camino, en dicho combate esta Bartola como tropera, a pesar de sentir un miedo que la hacía temblar descontroladamente, sin embargo logra sobreponerse, su formación de sanadora la ayudaría, tenía un deber que cumplir, aun a costa de su vida, si fuera necesario lo haría, contribuyendo con el decisivo triunfo de los liberales. Además de combatir como un soldado más, su principal labor consistía en atender a los heridos gracias a los conocimientos obtenidos de los libros custodiados desde la Inquisición y resguardados en las bibliotecas de las Iglesias, teniendo acceso debido a la amistad con el rebelde párroco Oropeza su mentor y apoyo espiritual desde la traumática experiencia vivida a orillas del río cuando fuera violada dos años atrás, igualmente con el cura de Río Tocuyo quienes le enseñaría latín y griego para que pudiera adentrarse en el mundo secreto del saber científico de la medicina, puestos en práctica en las innumerables guerras que le tocaron vivir en la ruta de Río Tocuyo, eje central de la historia del siglo XIX. 
Al entrar a Carora se encuentran con el contingente que viene llegando del General Enrique Díaz a quien se unen para rematar al General Pilar Bracho, muriendo ese día en el combate Salustiano Alcalá, Jefe Civil de Carora casado con Berdiana Riera Aguinagalde, familia con un tormentoso historial, cuyo tío Martín Aguinagalde gobernador de Lara fue asesinado a puñaladas en un controversial complot donde según rumores estaría un famoso sacerdote como autor intelectual y su otro tío, el padre Fray Idelfonso Aguinagalde expulsado de Carora por liberal, autor de la maldición lanzada a este pueblo y que por lo visto se cumpliría ese día.
Federico Carmona quien estaba atrincherado con sus tropas en la Casa de Gobierno resistiendo valientemente desde las alturas de los tres balcones que miran a la plaza permitiéndole un ángulo de tiro estratégico para defender el cabildo, fatídicamente es alcanzado por una bala de los liberales recién llegados, cayendo herido y no pudiendo evitar que los enemigos tomaran la plaza.
En las tropas de ocupación provenientes de Barquisimeto estaría el oficial Antonio Perozo, sería centro en la vida de Bartola, la tropera y sanadora quien también llega ese día allí, pero proveniente de Aregue, formando parte del destacamento de Froilán Álvarez, cruzando sus pasos con estos dos personajes; el joven militar guzmancista al cual conocería de vista en el campo de batalla y el herido quien se había marchado de su pueblo junto a sus padres varios años antes, muy vinculado a los Nieto, casado con una goda caroreña convirtiéndose en un próspero comerciante, cuya ambición lo llevaría a protagonizar una sucesión de eventos que marcarían el destino de los tres.
Recorre la plaza Bolívar buscando soldados heridos, sin importar si eran azules o liberales, entre los cuerpos divisa a uno que agoniza, se acerca cuando una mano suplicante se alza hasta ella y con voz trémula, apenas audible le pide ayuda, “no me deje morir sin una bendición”. Se arrodilla al lado del hombre agonizante, observa el negro agujero de una herida de bala en el pecho por donde fluye sangre incontenible, sorpresivamente lo reconoce, era uno de sus violadores, el padre de su hijo, instintivamente se aparta de él, pero una voz interior le dice que su deber cristiano, de misericordia, era darle consuelo en ese último momento de su vida, practicar la compasión divina, nuevamente se arrodilla a su lado y busca en la bolsa que llevaba donde cargaba sus hierbas medicinales, algunos instrumentos médicos y un espeso líquido con el que va marcando la cruz en la frente y en el pecho, era el aceite sagrado, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, dice mientras canaliza la energía divina a través de ella. “Invoco a la Divinidad, a tu Ángel Guardián, a la Madre María para que te tome en sus brazos". El moribundo ve que la Virgen de Chiquinquirá toma el lugar de la mujer, mientras esta se desvanece. 
El aceite utilizado por la Iglesia para realizar la unción a los enfermos y también la extremaunción a los moribundos generalmente era aceite de oliva, escaso y costoso, así que popularmente usaban otros como el de nardos, solo debía estar bendecido por un sacerdote en la misa de jueves santo, el cual sus amigos párrocos de Aregue y Río Tocuyo se lo suministraban clandestinamente por si lo necesitaba en la guerra. La tradición judía acepta que no es necesario orar dentro de una sinagoga, ni es imprescindible que un rabino dirija los rezos o que oficie en una boda o en un entierro, cualquier miembro familiarizado con la ley y capaz de realizar el ritual, puede hacerlo, lo que explicaba este proceder heredado de sus antepasados judíos sefarditas.
"Mediante esta santa unción te libre de tus pecados, te conceda la salvación, te cuide y conforte durante este trance a la vida eterna. Amén”. Bartola se queda callada, cuando el hombre en un último esfuerzo la toma por la mano, confesándole que él fue quien la mancilló y rogándole que lo perdonara para poder morir en paz. Ella contesta después de un breve instante, asciende tranquilo, ya lo hice, por eso te doy mi paz y yo me quedo en paz. Y se hizo un profundo silencio, ocurriendo una transformación en ella, un cambio de sentimientos, una liberación. La culpa del hombre y el odio de ella habían desaparecido, trasmutado. Finalmente ambos estaban en paz.
Se levanta del suelo, cuando le avisan que en la casa de la alcaldía conocida como la casa de los tres balcones habían unos heridos, se dirige allá apresuradamente, en la vía ve a los generales Enrique Díaz y Froilán Alvarez dándole instrucciones a un joven oficial, notando su gallardía, lo detalla brevemente, suficiente para marcar sus destinos, continua caminando y al entrar su sorpresa es grande cuando entre los heridos esta un hombre conocido quien yace en un charco de sangre en el suelo, un escalofrió recorre su espalda presagiando que aquella escena se repetiría en su vida, pasarían 20 años. Inmediatamente se agacha y se coloca de cuclillas para atenderlo, deteniendo la hemorragia comprimiendo la herida, El conocido recupera la conciencia, algo confuso cree estar viendo el bello cielo azul de su pueblo natal y una añoranza de Río Tocuyo se le viene encima, al enfocar mejor la vista se da cuenta que son los ojos de una mujer, reconociéndola pues compartían una parentela y un mismo pueblo natal. Ella le dice en voz baja “te estoy sacando una bala del hombro” a lo cual él responde “yo creía que solo sabias disparar y montar a caballo como un hombre” Ella sonríe discretamente y le ordena que mire fijamente el dije que cuelga de su cuello, una triqueta que usaba no solo para hipnotizar sino también por sus poderes curativos y de canalizar bendiciones. Federico entra en un estado alterado de conciencia y comienza a hablar como si estuviera en confesión, le comenta que nunca había estado de acuerdo con lo sucedido aquel día a orillas del río cuando soldados acantonados en Carora la habían deshonrado, debido a eso no les permitió entrar en “Los Cívicos”.
Bartola le contesta que eso ya había quedado atrás gracias a la Virgen de Chiquinquirá de Aregue, sus almas ya descansan en paz, en la plaza pude distinguirlos entre los muertos, a uno de ellos, aun vivo, alcance a darle la extremaunción, serán enterrados anónimamente.
El dice “Bartola yo soy un azul y sin embargo me salvas la vida” ella le aclara que la caridad cristiana no reparaba en ayudar incluso al enemigo, continua “tus parientes, sobretodo Gregorio Nieto, me pidieron que te protegiera, además mientras soñabas me confesaste que muy pronto regresaras a tus raíces liberales originales” Asombrado pregunta ¿Yo dije eso? Bartola le específica “Si, cuando te hipnotice” 
Ella se levanta, recoge sus implementos y le dice antes de despedirse: cuida esa herida, te coloque algunas hierbas medicinales para que sanes rápido. Con el correr del tiempo reiniciarían una amistad que perduraría hasta la muerte de Federico. 

Ruta seguida ese día 19 de junio de 1870 

 Casa de los tres balcones.

 Triqueta, puede ser usado como dije.