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lunes, 19 de octubre de 2015

Capitulo 35 El ritual.

Bartola además del arte de la curación dominaba las desarrolladas con los rosacruces y francmasones cuyos conocimientos fueron traídos por los judíos sefarditas que entraron por Coro, diseminado a través de la ruta de la sal o de la masonería, incluidos rituales y talismanes de protección. Estos poderes espirituales los aplicaría para rodear a su hijo Damián de una corte de ángeles guardianes con quienes haría un pacto para hacerlo invisible a los ojos de sus enemigos, no dejaría nada por hacer para proteger su vida, pero nunca imagino que su historia debía incluirse en este acuerdo. 
Su experiencia en el campo esotérico había comenzado cuando la india Juana Bautista la había invitado a participar en una ceremonia indígena, como toda madre se había dado cuenta de sus dones de sanación al verla curar a una parienta cuando apenas era una niña, también había percibido que tenia visiones y se comunicaba con entidades espirituales de forma natural, decidiendo guiarla paulatinamente hasta llegar a ser la chaman de su tribu. A pesar de lo profundamente religioso de los aborígenes, nunca construyeron templos sin embargo tenían lugares sagrados como cuevas o terrenos ocultos donde practicaban danzas y ceremonias religiosas autóctonas, presididas por los chamanes que a la vez eran los médicos o sanadores de la tribu y espiritista, representando la máxima autoridad de esas sociedades organizadas.
Aquel día su madre la había conducido a un lugar cercano al cementerio local, a orillas del río donde existía un frondoso árbol de Trompillo muy apreciado entre los indios locales por sus propiedades, su corteza era usada como expectorante y su fruto por su contenido de un alcaloide con efectos alucinógenos que les facilitaba entrar en trance para contactar a sus ancestros, además de su significado como el
Es uno de los distintivos cabalísticos más importantes del judaísmo sefardita, su ancestral significado hermético es muy complejo de descifrar, simboliza los tres niveles del cosmos: el subterráneo por sus raíces; el terrenal por su tronco y el celestial por sus ramas, aludiendo la conexión entre lo material y lo espiritual, representado en sus rituales religiosos en un candelabro de seis brazos que salen de los dos lados de su tronco conocido como la menorá. En la ciencia iniciática, encarna los misterios del desarrollo de la psiquis humana para lograr la perfección, a veces asociado con pájaros en sus copas o frutos indicando su sentido vital. Según los rosacruces, los ciclos de vida y muerte tendría como finalidad la evolución del hombre para alcanzar el conocimiento, lográndolo al escalar por este árbol hacia la cúspide.
Otro emblema de la masonería es el hexagrama, un elemento críptico encontrado en sus objetos y obras de arte, igualmente aparece en algunos templos de la religión católica siendo la fachada de la Catedral de Burgos en España la más conocida, sugiriendo una relación entre la Iglesia Católica y la Masonería con quien comparte sus orígenes como fraternidad iniciática, practicada dentro de las catacumbas en el subsuelo de la ciudad de Roma, tan secreta y estigmatizada como la masonería. El hexagrama representa el cielo y la tierra, arriba y abajo, lo opuesto, similar al ying y el yang, considerado en una época un poderoso talismán utilizado con diversos fines por diferentes culturas a nivel mundial, desde protector hasta distintivo alquímico, erradamente asociado con el pueblo judío. En el Talmud y relatos musulmanes se describe la leyenda del bíblico rey Salomón que poseía un anillo de propiedades mágicas mediante el cual podía controlar a los demonios o hablar con los animales, dicha joya tenía grabado el hexagrama, al que se le añadía el nombre secreto de Dios.
En la Edad Media este símbolo era usado como escudo ante los demonios o para evitar posibles incendios, colocándolos detrás de las puertas de entradas o en algún dormitorio, siempre en el interior del hogar. También era frecuente portarlo como un amuleto.
Esta figura geométrica, con las variantes de cinco, seis u ocho puntas, dependiendo de lo que se quisiera simbolizar, dibujada dentro de un círculo, representa al hombre rodeado por la sabiduría infinita o "La Diosa", la protección, la cura y el poder de la Tierra, la Luna, el Cosmos, al estar dentro de un circulo la persona se sellaba a sí misma para protegerse de los espíritus malos o de quien quisiera hacerle daño.
En el origen del rosacrucismo, antigua orden cabalística muy conocida, convergen dos disciplinas: la alquimia una antigua práctica seudo-científica y el hermetismo, un movimiento esotérico del siglo XVII. Se creía que los alquimistas podían transformar otros metales en oro, para ello debían transmutar su propia alma siguiendo una secreta disciplina hasta lograr el dominio de sus poderes, centrándose en el desarrollo de la videncia.
En el siglo XIX existía una corriente conocida como “Rosa Cruz Estética” cuyos objetivos eran “centrar su esfuerzo de Luz en el plano artístico” conocida como la “Orden de la Rosa Cruz del Templo y del Grial”, también se la denominaba “Rosa Cruz Católica” por estar relacionada con ésta religión, propiciaban “la realización de obras de misericordia según el Espíritu Santo”
Entre los símbolos de los Rosacruz figuran las rosas decorando una cruz, combinado con el hexagrama o sello de Salomón, una de la más conocida es la cruz de La Rosacruz Hermética, con cuatro ramas, cada una tiene un color del Malkuth o el cabalístico "árbol de la vida", que son: amarillo limón, oliva, rosado y negro. En la rama inferior de esta cruz se encuentra una estrella de seis puntas o hexagrama, con seis planetas en sus vértices, abajo la Luna, a cada lado está Venus, Júpiter, Saturno, Marte y Mercurio, en el centro el Sol, con un sugestivo simbolismo cabalístico.
Las rosas han tenido un significado espiritual a lo largo de la historia para representar el misterio, lo oculto. Los monjes en la edad media se encargaban de los jardines de rosas, que simbolizaban al paraíso. En el siglo V la rosa aparece asociada con la Virgen María conocida como la "Rosa Mística", en su pedestal están pintadas tres rosas: blanca, roja y otra dorada. Otra Virgen asociada a rosas es la de Lourdes, descrita por Bernadette como vestida de blanco con una cinta de color azul a la cintura, las manos juntas en actitud orante, un rosario colgándole del brazo y una rosa dorada en cada pie.
La masonería, popular entre los judíos curazoleños llegados al país desde la mitad del siglo XVIII, tan es así que Juan Crisóstomo Falcón funda la primera logia masónica en Coro el 13 de abril de 1856, inicialmente se llamó “Unión Filantrópica”, luego “Unión Fraternal” y el 25 de enero de 1867 se le asigna el número 17, conociéndose desde entonces como “Unión Fraternal N°17” a la cual pertenecieron destacadas figuras de nuestro acontecer político, su actual Venerable Maestro es Stevenson Perozo, casualidad?.
Se consiguen múltiples ejemplos de apoyo de judíos corianos y curazoleños a lo largo de la historia de Venezuela a varias personalidades protagónicas del país; el más conocido es el proporcionado a Simón Bolívar durante la Independencia. Otro fue el de un judío sefardita, coincidencialmente un Castro llamado Nehemías, “uno de los más activos informantes con que contaba otro Castro, Cipriano Castro, para vigilar las actividades conspirativas de su enemigo en Curazao, el caudillo coriano General Gregorio Segundo Riera” durante la "Revolución Restauradora". Para completar estas coincidencias, tenemos el lugar donde ocurrió el encuentro militar que decidió el destino de este alzamiento, Parapara territorio dominado por los Castro y su gente, entre quienes descollaba Bartola, pueblo donde hoy día podemos encontrar la tradición rosacruz, espiritista y su leyenda.
Bartola logra con los Rosacruz el avanzado crecimiento espiritual alcanzado en la última etapa de su vida,
Ella contempla su obra terminada, nunca pensó volver a pintar, había jurado hacia casi 40 años atrás no hacerlo más, don desarrollado gracias a la escuela pictórica existente en la iglesia de Río Tocuyo surgida de las de los conventos de la ciudad de El Tocuyo, existentes desde el siglo XVII en contacto con las escuelas de Quito. Estos recintos religiosos servían para educar tanto a clérigos como a laicos, permitiéndoles tener acceso de estos conocimientos a grupos selectos de la sociedad, de esta manera, por su parentesco con el cura parroquial y su inclinación natural, a Bartola se le facilita su instrucción en la pintura. A través del plano artístico consigue canalizar la Luz Divina, creando un portal místico, tal como había aprendido con los maestros de la Rosa Cruz Estética.
Allí estaban el árbol pintado en la pared del fondo, sus ramas diversificadas terminaban en rosas simbolizando el misterio allí encerrado, el puente entre el cielo con aquel salón terrenal. A sus pies estaba lo que parecía el sello de salomón, pero un detalle lo diferenciaba, tenía 8 puntas, estaba dibujada en el piso de calicanto hecho especial para tallar en bajo relieve y pintado con esmaltes resistentes, cabalísticamente representaba a la Virgen del Carmen conocida como Stella Maris, una tradición católica traída por los españoles colonizadores, apropiado por ser esta advocación la patrona de Aguada Grande. Al estar situado abajo, captaba las fuerzas emanadas del árbol cabalístico, los espíritus malos carecían de poder sobre el mago que estuviera situado en su centro. Ambos símbolos permitirían invocar a los arcángeles y a la Virgen, siendo la combinación más poderosa existente, un sello, las rosas ademas representan el paraíso donde se encuentra La Virgen, considerada la reina de los Arcángeles. 
Los colores usados en la hacienda tenían un significado, las paredes blancas invocaban a San Gabriel o “Dios es mi protector” que nos hace invisible a nuestros enemigos, un manto para cubrir a su hijo; los ventanales y puertas en azul a San Miguel, protector contra los demonios y malos espíritus quien no les permitiría entrar allí, los triángulos del octograma pintados con colores como el verde de San Rafael, considerado como “la medicina de Dios” o de la curación de las enfermedades del cuerpo, la mente y el alma, invocado para otorgarle salud. El otro color era el rojo de San Uriel, el ángel de la transformación que brinda solución a la ira y temores en general, otorgando la paz interior que necesitaba su hijo, quien no se resignaba a perder su identidad, tenía casi 24 años guardando sus añoranzas del regreso.
Todo estaba listo para el ritual de la cruz de protección, con los cuatro grandes arcángeles: Rafael, Miguel, Gabriel y Uriel, basado en la Cábala Sagrada, los cuatro colores cabalísticos del árbol del conocimiento y de los rosacruces, los misterios de la Magia, los símbolos de la Gnosis, las figuras del ocultismo, allí estaría rodeado de un gran secreto, conocido solo por ella y su hijo, nadie debía tener conocimiento de esto, ni su esposa ni su futura descendencia, no debía descifrarse su verdadero poder pues corría el riesgo de ser anulado y así sería, hasta llegado el momento, nunca se entendió aquel símbolo pintado en el suelo y el de la pared del fondo. Ella era experta en volver invisible lo visible.
Acababa de encender las dos velas colocadas en repisas a la derecha y a la izquierda para invocar a los ángeles que protegerían a este nuevo ser en el cual se convertiría Damián, quien desaparecería a partir de la magia ceremonial que estaba a punto de realizar, cuando se da cuenta que había entrado en trance sin buscarlo, conduciéndola por aquel viaje astral, logrando ver en contexto la realidad, ella era quien debe hacerse invisible para proteger a su hijo, de lo contrario su descendencia sería borrada como la de sus antepasados. 
Debía imponerse un sacrificio final, desprenderse de lo que la destacaba socialmente, de los logros alcanzados de los que tanto orgullo sentía. No solo cambiarle la identidad a su hijo y hacerle el conjuro de protección angelical, también debía construirle una historia con otra Bartola, una anodina, muy diferente a la guerrera que participó en tantas conspiraciones, borrar sus conexiones de alto nivel incluso con la Iglesia donde ocurrió su aprendizaje en temas no solo religiosos, científicos sino también pictóricos, debía evitar a toda costa que su nombre se asociara a sus obras, desaparecer su participación en La Propaganda y todo lo que políticamente confabuló, ocultar su herencia indígena, que era imperdonable. Dejar definitivamente sus vivencias materiales a un lado y centrarse en lo espiritual, en el bien al prójimo, en dominar el último don otorgado de ayudar a ascender a las almas que penaban en el Purgatorio. Así nacería Pancho, sin padre conocido o por lo menos así lo aparentó, con una madre llamada Bartola nacida en España, su sobrevivencia dependía de estas mentiras a medias.



Altar para el ritual




Comentario de la historiadora de Río Tocuyo, Emma Rosa Oropeza.