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viernes, 30 de junio de 2017

Capítulo 51 Otro matrimonio, un campeonato y un viaje.

Una voz sale de una radio, la familia está reunida alrededor de aquel aparato cuadrado colocado sobre una mesa auxiliar cubierta con un pequeño tapete blanco bordado a mano, es la primera vez que se escuchaba un presidente a nivel nacional en una cadena de radio, un novedoso medio de comunicación que permitía difundir simultáneamente los hechos en desarrollo. Shh! hagan silencio, ordena una mujer, haciendo un gesto con la mano, es Mamayú, repite, shhh, mandando a callar a las parlanchinas morochas. Habla Eleazar López Contreras, sucesor de Gómez, sorpresivamente se venía distanciando de las férreas medidas impuestas por la dictadura, aquel día anuncia la disminución del periodo constitucional de 7 a 5 años, el cual se aplicaría a sí mismo.
Este avance había estimulado cambios determinantemente en el país, se había pasado del correo postal de meses, al telégrafo de días, a este poderoso medio de comunicación instantáneo, el mundo sería otro a partir de ello, no se experimentaría nada igual hasta la aparición del internet y las redes sociales. En Venezuela la radio se había iniciado en 1926 bajo el auspicio de Gómez, ya para 1934 existían diferentes emisoras en las capitales de estado, una era Radio Caracas Radio. Las familias pudientes tenían uno de estos ingenios en el recibo, ocupando un lugar destacado donde se reunían a escucharlo, un fenómeno comunicacional con programas de noticias, música y radionovelas, que era el favorito de Pepita, se trataba del moderno siglo XX.
Es el año de 1939 y la vida parecía tomar nuevamente sus cauces, a pesar de la muerte de su madre, el regreso de su hermana mayor llenaba el espacio dejado por ella, la mudanza a la casa de la carrera 19 había sido de gran ayuda para superar la nostalgia de su ausencia, su padre Pancho cada vez pasaba más tiempo en El Toronal, atendiendo sus cultivos de café y producción de papelón, con él están los dos varones, Francisco y Enrique, aprenden el oficio de hacendados, asisten a la escuela del caserío La Unión, sus salidas sociales eran para Aguada Grande a caballo, cada uno tenía el suyo.
Las morochas en Barquisimeto cambian nuevamente de apariencia, se dejan crecer el cabello para estar a la moda con los moños y el cabello ondulado que cae a lo largo de la cabeza hasta los hombros al estilo de Lauren Bacall, dejan atrás la moda estudiantil pasando a una más reservada y delicada, encajes, boleros discretos, aparecen los accesorios como zarcillos, collares, fotografiarse en los estudios de la ciudad era una cotidianidad, la carrera 19 estaba plagadas de ellos, los programas con los enamorados las copaban, se comienza a hablar de matrimonio.
Elena esta de novia con un joven, graduado de médico, el cual es enviado a Duaca a realizar su pasantía rural, antes de irse cruzan aros, un compromiso matrimonial, estos rituales eran formales, la palabra empeñada era tan válida como un documento. Pero acontece algo inesperado, la rutina de Elena comenzaría a desmoronarse, a Mamayú le llega el rumor que el joven médico tenía otra novia en Duaca, le exige a ella entregarle el anillo de compromiso, redacta una carta rompiendo el noviazgo, introduce el anillo, firma falsamente a nombre de Pancho Castro, Elena acepta sumisa esta decisión de su hermana mayor, todavía era dócil ante su autoridad. Debido a esto, los otros tres novios de Ana, Roselia y Adelina se les ocurre hacerle una broma a Mamayú, de regreso de un paseo, al llegar tarde, le dicen que venían de casarse escondidos, en la casa se armó un tremendo escándalo, Mamayú se agarraba la cabeza, desesperada exclamaba, que eso no podía ser cierto. En vista de la grave situación, los novios confiesan que es mentira, un juego por lo sucedido con lo del compromiso roto de Elena. Mamayú se encoleriza, prohibiéndoles las visitas, con aquella voz ronca que la caracterizaba, sentencia, olvídense de matrimonio, no les daré permiso, fuera de la casa, ordena. La morocha Adelina quien poseía un carácter fuerte desde pequeña, es la única que la enfrenta amenazándola con fugarse con Martin sino la dejan casarse por las buenas, es la primera en rebelarse
Ante la terquedad de Adelina, no en vano era Tauro, el signo del toro, de un posible escándalo social, a pesar del luto por la muerte reciente de Bartola, ese año de 1939 se realizaría el matrimonio, sería discreto, con el mismo vestido de Mamayú, arreglado para adaptárselo, la novia recordaba que se lo pisaba porque le quedaba largo al ser más baja que su hermana, casi se cae entrando a la Iglesia de San Juan, enredada con la falda, no existe registro fotográfico de esta boda por las circunstancias del momento. Este matrimonio fue muy traumático para Elena pues las morochas estaban muy unidas, dormían en la misma cama, se vestían igual, estudiaban juntas, se escapaban en alguna aventura recorriendo la ciudad, andanzas inocentes, su favorito era engañar a la gente sobre quien era cada una realmente, confundían a los amigos, hasta a los enamorados. Entre ellas existía una gran complicidad, se contaban todo, por lo que se les facilitaba el sustituirse una por la otra, bastaba con solo mirarse para saber lo que pensaban, compartían un lenguaje secreto, cuando una enfermaba la otra lo sentía. Hasta ese momento, Elena nunca se había separado de su morocha.
Aquel día, cuando Adelina salió de la casa con su marido para mudarse a la finca situada en El Eneal, ella sintió morirse de tristeza, sus hermanas tratan de consolarla, principalmente Ana Dolores quien junto a su novio, el cual tenía un carro marca Lincoln, le ofrecen llevarla de visita a que su morocha, ella recordaba aquellos viajes por aquel paisaje verde, del ferrocarril, sus rieles parecían cicatrices que cruzaban la tierra agreste, en uno de esos paseos le propuso a su futuro cuñado la enseñara a manejar, el accedió entregándole el volante, se reían de la hazaña cuando perdió el control del volante, encunetándose  y volteándose,  recuerda que pasaron un gran susto, tuvieron que salir gateando por la ventana del carro. Ella contaba como una gracia que se había puesto el carro de cachucha, sin embargo insistió hasta que domino el arte de manejar, demostrando una de sus cualidades, nunca rendirse ante la adversidad.
En abril de 1940 nace su primera sobrina, por lo que su morocha Adelina se viene a vivir con ellas una temporada mientras da a luz, se recupera del parto y aprende a cuidar a la recién nacida de manos de Mamayú, tradición desde entonces con todos los sobrinos. Al mes de estos acontecimientos, se celebraría un nuevo matrimonio, muy festejado, el de Ana Dolores con Teodoro, para Elena fue otra debacle, sintió que se quedaba sin el apoyo de ella. La fotografía de este matrimonio capta los cambios sutiles de los años 40 donde la falda comienza a ampliarse, no hay esa puesta en escena con los novios, es más íntima, pero aun es realizada en un estudio fotográfico.
Seguidamente, apenas transcurrido un año, se casaría su otra hermana, Roselia con Andrés, un Sánchez de Aguada Grande, no existen registro fotográfico por la rapidez del matrimonio, el primero que no cumple todos los formalismos de la época, la razón era que debían viajar al Zulia, por ser el novio un perseguido por la justicia, ambos eventos fueron en la casa de la carrera 19 con calle 34.
Ana con su marido, se mudan a una casa en la avenida Comercio, teniendo solvencia económica, siendo Teodoro un hombre generoso, de fuertes principios y valores familiares inculcados de la familia libanesa de donde provenía, le permitió a su esposa hacerse cargo de las solteras, por lo que ese mismo año, Mamayu junto a su esposo Pablo, quien estaba deseoso de regresar a la capital, donde le habían ofrecido un cargo de jefe de talleres de “Colectivos Caracas” deciden nuevamente irse, habían transcurrido casi 6 años desde su regreso.
Este periodo, fue decisivo para Elena quien dejaría de ser una adolescente cuya vida giraba en torno a su gemela, los viajes a El Toronal a visitar a su padre, obedecer a sus tres hermanas mayores, el cuidado de los menores, gracias a los sucesivos sacudones emocionales, se plantearía por primera vez otras expectativas, buscar nuevos horizontes, las oportunidades vendrían con la creación cinco años antes del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social por parte del entonces presidente del país, Eleazar López Contras, sus novedosas políticas de salud llevadas a cabo por el científico Arnoldo Gabaldón quien trae expertos extranjeros para la creación de la División de Higiene Rural, el Instituto Nacional de Puericultura y la División de Malariología que revolucionarían el campo de la salud pública desasistido hasta entonces, creando una necesidad de personal especializado en el país, en donde ella entraría a formar parte. 
La década del 40 se caracteriza por grandes paradojas, por un lado la transición hacia la democracia, impulsado por el sucesor y pupilo del dictador Juan Vicente Gómez, liberando a los presos políticos, dando libertad de prensa, reconociendo algunos partidos políticos. Por otro lado la segunda guerra mundial que provoca una recesión económica, junto a fenómenos sociales como la persecución a los judíos que los lleva a huir en masa de Europa, uno de los medios usados fueron a través de barcos que llegaron a ser conocidos como los Barcos de la Esperanza, trasportando a estos inmigrantes, uno de ellos llegaría a Venezuela con la sentencia de muerte de que si ningún país los recibía, serían lanzados a alta mar, venían de regreso de otros países de América Latina, rechazados por temor a los nazis, el gobierno de López Contreras les ofreció asilo salvando sus vidas. Ya estaban residenciados aquí los libaneses, sumándose estos judíos, quienes se integran armoniosamente, la tolerancia es un comportamiento muy Venezolana, debido a que nuestro pueblo esta conformado por ciudadanos de diferentes partes del mundo.  
El 5 de mayo de 1941, ocurre el cambio de gobierno ofrecido por López Contreras, se realizaría pacíficamente al nuevo presidente, Medina Angarita, entonces la ciudad de Barquisimeto cuenta con apenas 54.176 habitantes, una sociedad que comienza a industrializarse, asomándose al siglo XX algo retardadamente pero intensamente, con vehemencia.   
Ese año ocurre el triunfo del equipo de béisbol Venezolano en el campeonato mundial en Cuba, con el Chino Canónico como lanzador, evento que fue difundido a todo el país por radio, estimulando un creciente fanatismo por este deporte nunca antes visto, todos los ciudadanos de la Avenida Comercio, donde vivía Elena, salen eufóricos a la calle a festejar, comentaban los pormenores del juego, tema obligado de conversación. Es la primera vez que se celebra masivamente un triunfo deportivo. 
Mi mama Elena junto a primas y amigas, conformaron un equipo, ella era la lanzadora pero con mala puntería, las pelotas le caían en cualquier lado, sin embargo aprendían sobre la terminología del juego, principalmente los nombres de los peloteros para parecer expertas con los jóvenes. El vocabulario venezolano durante la década de 1940 a 1950 sufrió cambios notorios gracias a las emisoras de radio, las radionovelas, la publicidad y el deporte, especialmente el béisbol que a partir del triunfo del equipo venezolano, conocido como la hazaña del 41, contribuye a este fenómeno social. Elena se interesaba también por los sucesos de la II Guerra Mundial, de los horrores de la guerra, ya era una mujer de 22 años, salía con jóvenes más maduros.
Finalizando ese año, su morocha da a luz su segundo hijo, un varón de nombre Martín Enrique, Elena se da cuenta que cada vez están más distantes, que nunca volverían a vivir juntas, que ella tenía nuevos amores, sus hijos. Estando así las cosas, un día en 1942, decide irse para Cabimas, pasaría una temporada con su hermana Roselia, sería la primera vez que se separa tan lejos de su morocha y del mundo de el Toronal, alza vuelo, no imaginaba lo que su vida cambiaría, entraría de lleno al mundo moderno, de avances científicos, de liberación de la mujer, al mundo de Helena. 








miércoles, 7 de junio de 2017

Capitulo 50 Un matrimonio.

Helena experimentaría una serie de sucesos que la llevarían a dejar los apegos al mundo de sus hermanas, permitiéndole volar por cuenta propia hacia nuevos horizontes llenos de retos, atrás quedaba el mundo agrícola de El Toronal, casi sin darse cuenta, los continuos viajes entre la ciudad y la hacienda, como una especie de marea que va y viene, en torno de su niñez, desaparecía poco a poco, ahora pasaba más tiempo en la ciudad. Pero la salida del hogar de sus hermanas mayores y su gemela fue un terremoto emocional para ella, un derrumbe del mundo que la hacía sentirse protegida, segura, impulsándola a transformarse en la antorcha que brillaría, iluminando al mundo de Helena.  
Todo comenzó con el matrimonio de su hermana mayor, ella había conocido a Pablo Anzola cuando acompañaba a su padre a comprar un carro, un Ford A en la concesionaria ubicada en la calle Comercio, entre las calles 30 y 31, propiedad de William Henry Phelps. Su futuro marido, se desempeñaba  en el departamento de repuestos y mecánica, donde aprendió el oficio con los modelos de los años 1924 a 1926, los cuales llegaban desarmados en grandes cajas de madera, transportados desde el puerto de La Guaira, en el ferrocarril Bolívar, hasta la estación del tren, situada en donde hoy está la moderna Catedral de la ciudad, de aquí se trasladaban en el tranvía traccionado por caballo hasta el local donde eran ensamblados y vendidos. Para 1927 Pablo trabajaba en la Corporación Venezolana del Motor en Barquisimeto, destacándose por lo que es enviado a Caracas, en uno de sus viajes a Barquisimeto se compromete en matrimonio con María de Lourdes, el cual deben aplazar por la muerte del abuelo Teodoro Giménez ocurrida en 1931.
La novia era la primogénita del matrimonio Castro Giménez, nacida a tres meses de iniciarse la Primera Guerra Mundial, acontecido en Barquisimeto, un 9 de septiembre de 1914, en casa de sus abuelos en Santa Rosa a donde había acudido la madre a dar a luz, un suceso familiar de gran preocupación pues un parto era muy riesgoso en esos tiempos. Su nombre de María, por su madre y el de Lourdes escogido por la devoción hacia la virgen de Lourdes, además María de Lourdes era una combinación usada en la familia materna. Sus padrinos fueron su tío Sixto Giménez y su abuela Adelina Meléndez de Giménez, fue realizado el 5 de febrero de 1915 en la ciudad, donde se quedarían para que la recién parida se recuperara, luego las navidades y esta celebración.
El corre y corre de los preparativos del matrimonio no dejaban espacio para la tristeza de la inminente salida del hogar de la primera descendiente, Lourdes de 19 años para la fecha en cuestión, el novio de 25 años, un pícaro Duaqueño, parrandero y muy sociable, el cual vivía independiente desde los 7 años, sería quien despertaría el deseo en Helena de conocer Caracas a través de su narrativa de la vida de la capital. Habiendo cumplido el periodo de los dos años de luto obligatorio, se casarían un 1 de julio de 1933 luego vendría la espera de un mes para llevarse a su esposa de la casa paterna, los apuros para irse se veían mal en esta época, finalmente lo harían, Helena recordaría aquel triste día de la despedida, ellos se radicarían en Caracas hasta 1935 fecha en la que regresan a Barquisimeto por la muerte de su suegra. Mamayu asume su papel como la sucesora de su madre, para el cual había sido educada, por ser la hija mayor, una tradición desde la Colonia, ella organizaría la mudanza con su familia, huyendo de los recuerdos de la muerte de María Adelina, principalmente Pancho Castro consumido por la tristeza, lo hacen a una casa ubicada en la carrera 19 con calle 34.
Pasarían cuatro años en los que la rutina se instala nuevamente en el hogar, las cuatro casaderas llevaban una intensa vida social. Elena, una joven de 16 años, disfruta de los paseos de moda en la ciudad, navegar en canoas en la laguna de Patarata acompañada por los amigos solteros, si estaba en la casa vivía pendiente de los jóvenes que silbaban en la esquina, contraseña para que ellas se asomaran a las ventanas, a sentarse en los pollos para conversar, ellas adentro y los muchachos afuera parados en la acera, solo se podían tocar las manos entre los balaustres o rejas protectoras. Las fiestas en la plaza Bolívar, con las orquestas Mavare y La Banda del Estado Lara que tocaban retretas, unas fiestas diurnas tradicionales de los días domingos, sus hermanas Ana y Roselia bailando en la plaza, otra actividad social era ir a los toros coleados donde Adelina conoció a Martín quien era integrante del grupo de amigos que frecuentaban a las jóvenes Castro.
De esta época, Helena recuerda el incidente donde Martín Orozco, novio de la morocha Adelina, al pasar por la calle frente a la casa, ve a Elena asomada en la ventana muy arreglada, confundiéndola por su gran parecido con ella, se molesta porque a él no le gustaba que se maquillara, le reclama a Adelina pero Elena le aclara que era ella la que estaba esperando a su enamorado, Rafael Antonio Daza Soteldo.
Frecuentaban el cine-circo Arenas, que era descubierto por los lados pues estaba situado en un balcón, las sillas se podían mover colocándolas donde se quisiera y también recuerda el cine-teatro Bolívar, donde acudían a ver las películas mexicanas de moda del cual era fanático Martín Orozco.
Se tomaban fotografías profesionales en los estudios como el de Vegas, Marchena, Balestrini, D’Lima, impresiones Capitol, fotos Rod, etc. Esta moda se debía a que Amabilis Cordero, un duaqueño, funda a partir de 1920, estimulado por los hermanos González, un estudio fotográfico ubicado en la carrera 19 con 31, originando un hobby en los ciudadanos Barquisimetanos, especialmente en las hermanas Castro quienes vivían cerca, a solo tres cuadras de allí, por lo que transitaban por enfrente al dirigirse a la escuela Leopoldo Torres, ubicada en esta misma carrera con la calle 30 por lo que su paso era obligatorio, de regreso de clases se paraban a curiosear en la vitrina.
Después en 1928, este estudio se convertiría en uno de cine conocido como “Estudios Cinematográficos Lara” el cual es mudado a otro local, quedando en esta vía otros estudios fotográficos abiertos de renombre en la ciudad. Amabilis Cordero filma su primer mediometraje, desarrollada a partir en una obra del hermano Nectario María titulada, Los milagros de la Divina Pastora (1928) con el sello de “Artistas Unidos de Barquisimeto” estrenada el 8 de Julio de ese mismo año en el Teatro Cine Bolívar de la ciudad, situado en donde estaba su antiguo estudio y después estaría el cine Florida. Gracias a esto se establece una gran afinidad por el cine y la fotografía. Barquisimeto era la ciudad con mayor salas de cine del país.
En 1936 la ciudad tenía algo más de 40 mil habitantes, permaneciendo estancada hasta esta fecha en que se da inicio al avance tardío del siglo XX estableciéndose realmente posterior a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, estimulado por el gobierno del sucesor Eleazar López C. El cambio más relevante fue la lucha de la mujer contra las restricciones políticas, educativas y sociales, esto se expresó a través del vestuario, revolucionado por los modistas internacionales y las publicaciones sobre la moda, de la cual las hermanas están al tanto y siguen con actualidad.
A pesar del luto iniciarían un cambio, se recortarían el cabello a lo Coco Chanel mostrando una imagen acorde con los nuevos tiempos, era la época de la rebeldía juvenil, de la moda estudiantil, la exploración del entorno social como no se había visto antes en Venezuela. Los viajes a El Toronal se caracterizan por primera vez por el acompañamiento de los jóvenes de Aguada Grande, principalmente los Sánchez. Elena recuerda que cuando escuchaban el galopar de los caballos, todas corrían a escuchar las serenatas, luego se vestían para salir a conversar. Venía Horacio Sánchez, Pedro Carlos Fuentes enamorado de Roselia, Salvador Sánchez enamorado de Ana.
Ella también recuerda que bajaban en grupo a Aguada Grande montadas a caballo a todo galope, las más atrevidas eran Elena, Ana, Bolivia y Roselia, las otras dos Rosario y Adelina eran temerosas de los caballos. Los habitantes del pueblo salían a recibirlas, era un acontecimiento verlas, decían que estaban llegando las hijas de Panchos Castro, escandalizados comentaban irónicamente que venían solo hombres pues no estaban acostumbrados a ver mujeres a caballo, en pantalones y el cabello corto, ellas disfrutaban este reto.
Visitaban las fincas en las montañas cerca de El Toronal y Elena recuerda que una vez bajando a galope comenzó a llover, ella veía el borde del camino hacia el precipicio, los caballos patinaban en el barro, sin embargo logro frenar al animal, llegando sanas y salva, mojadas, jadeantes pero nunca asustadas, eran muy intrépidas. 
Teniendo 17 años, junto a su morocha visitarían en una oportunidad a la abuela Bartola en Río Tocuyo, la verían rodeada de gente extraña a quien ella atendía en sus necesidades de sanación recetando hierbas medicinales o sus actividades de espiritismo, allí presenciarían una discusión de Pancho con su madre, nunca supieron el motivo pues su padre les ordeno salirse de la habitación, pero les llamo la atención el hecho, nunca los habían visto pelearse, estaban muy compenetrados, cuál fue el motivo de esta acalorada discusión?. Existen varias teorías, una solicitud que abandonara sus actividades paranormales, deshiciera la atadura hecha con sus conocimientos rosactuz y chamánicos en El Toronal, que se mudara con el o todas estas.
Del año 1937 en adelante serían los noviazgos de las tres hermanas Adelina, Ana y Roselia con Martín, Teodoro y Andrés. Los tres hombres eran amigos y realizaban las visitas juntos, el que llegara primero se sentaba en el confidente de dos puestos con su novia pegadita a su costado, una gran ventaja, los otros dos les tocaban las sillas individuales, no podían ni tocarse las manos pues eran vigilados por Pepita. Si salían con el enamorado, eran acompañadas por dos chaperonas, Pepita con una hermana o cualquier otro familiar, típico de esta época de la rígida educación victoriana. Siempre iban todas en caravana a diferentes fiestas, de carnaval, en la plaza, a los toros, de la familia, a El Toronal, tenían pocas amigas, la parentela era muy grande, suficiente para cubrir las necesidades de socializar. Era la época de las familias tipo clan o mejor dicho tipo tribu.