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lunes, 5 de mayo de 2014

Capítulo 9 Asesinato en viernes.

El Coronel Reyes Vargas estando en Río Tocuyo, en casa de sus hermanas Santeliz por parte de su padre biológico, a quienes acostumbraba visitar, recibiría una invitación, eso no le extraño, no era la primera vez que lo contactaban allí, su fama lo precedía por el hecho de ser el jefe militar de la región y hombre de confianza de Simón Bolívar.
El famoso Indio Juan de los Reyes Vargas era descendiente de un blanco español de nombre José Manuel Santeliz, oriundo de la ciudad canaria de San Cristóbal de la Laguna de Tenerife y de una india nativa del asentamiento conocido como Espejo, situado muy cerca de Río Tocuyo, perteneciente al Cantón Carora, que aún no era parroquia eclesiástica, nacido a finales del siglo XVIII. El padre aunque no le dio su apellido al mestizo por estar casado, mantuvo una relación afectiva con su hijo llegando a influenciarlo en algunas de sus decisiones que marcaron el sendero seguido por la historia de nuestro país.
La vida de este personaje, espejo de los conflictos sociales de la época, comienza con su inclinación revolucionaria, común en esta región y época, que lo conduce a incorporarse en Siquisique al ejército independentista a finales de 1810, allí venían el teniente Simón Bolívar de 27 años, el sargento José Antonio Páez de 20 años, los caroreños José Oliveros de 19 años y Pedro León Torres de 22 años, otro indígena oriundo de Río Tocuyo, José María Camacaro; el quiboreño José Florencio Jiménez de 21 años, todos jóvenes inexpertos comandados por el Marqués del Toro quienes se dirigen para combatir al bastión Realista asentado en Coro, debido a la novatería de las tropas patriotas pierden el enfrentamiento y en la desordenada retirada el liderazgo del Indio Reyes Vargas se impone al guiarlos a través de las accidentadas montañas de la región que conocía perfectamente, salvándolos de una masacre. Como reconocimiento a su desempeño el Marqués lo ascendió a Capitán de Milicias. Según escritos de la época se afirmaba que “Era Reyes Vargas inteligente y gallardo, pretencioso y capaz, en virtud de esa ley misteriosa del cruzamiento de las razas”. Al regresar a Siquisique es dejado como Jefe de la Guarnición, puesto de avanzada muy importante por su cercanía con Coro con la misión de impedirles el paso a los Realistas hacia Carora y Barquisimeto, “Reyes Vargas era una especie de cacique temido y de influencia en la región y lo prueba el hecho de haberle confiado el Marqués, la custodia de Siquisique”. Estando acantonados en este poblado durante el resto del año, el Indio Reyes Vargas comienza a desencantarse de los patriotas debido al hecho de que casi todos los que le acompañaron en el ejército les dieron mejores cargos y ascensos aun teniendo menor jerarquía, además de que los oficiales patriotas, en su mayoría mantuanos, lo menospreciaban y no valoraban su actuación, motivando su deserción final.
Esta situación es utilizada por un español llamado Andrés Torrellas que era el cura doctrinero de los pueblos de San Miguel y Moroturo, quien además fungía como militar y amigo de los Santeliz, inteligente y sagaz; identificado con la causa del rey, que en su condición de sacerdote local conocía muy bien el arrastre popular que tenía el Indio entre los indígenas de la región, por lo que se propone conseguir su adhesión a la causa realista utilizando para esto los resentimientos que envolvían al indio, al cual manipula convenciéndolo de pasarse a las filas españolas. En esta decisión tuvo mucho que ver el hecho de que el padre y el tío de Reyes Vargas eran paisanos del capitán de fragata Domingo de Monteverde, nacido en la misma ciudad canaria de San Cristóbal de la Laguna en Tenerife, así que ambos uniendo esfuerzos con el cura Torrellas logran persuadirlo de su deber como descendiente español, de apoyar a Fernando VII, alistándose en el bando realistas en marzo de 1812 junto a sus seguidores, jugando un papel decisivo en el triunfo de ellos.
Su primera actividad fue apoyar la toma de Siquisique por parte de Monteverde al mando de un contingente que sale de Coro un 10 de marzo de 1812, recorrido que se realizaba en 7 días, por lo que la llegada estaba prevista para el día 17.  Reyes Vargas encontrándose en Siquisique y gracias a los mensajeros que le informaban del avance de los realistas, decide no esperar su llegada, alzándose a la cabeza de 300 fusileros y 100 flecheros, mestizos bajo su mando, dos días antes de lo previsto, gracias al factor sorpresa, logra capturar a los patriotas y proclama a Fernando VII como única autoridad. Cuando los españoles llegaron al poblado fueron recibidos en la entrada por una multitud que tenía Reyes Vargas preparada con exclamaciones de vivas, quema de pólvora, muestras de aprecio, siendo recompensado ratificándolo como «Capitán urbano de los naturales» de Siquisique y concediéndole a esta localidad el título de «Leal Villa».
Reforzada la expedición con estos indígenas se procedió a la marcha hacia Carora pero acontece que llegando a Río Tocuyo, plaza que estaba también asegurada por Reyes Vargas con 180 hombres oriundos de la zona donde estaban los indios Castro, mis antepasados, se tienen noticias de un posible apoyo a los patriotas por parte de la poderosa guarnición de Carora, por lo que Monteverde inicia la retirada siendo alcanzado por Reyes Vargas, quien junto a su padre, su tío y otros como el coreano León Cordero lo detienen para convencerlo de regresar, asegurándole que el comandante de este puesto estaba enfermo, información con la que contaba este indio por tener infiltrados de su confianza dentro de la guarnición, quienes además neutralizarían a los guardias y les abrirían las puertas. Conociendo esto, logran que se devuelva, decisión que cambiaría la historia de los acontecimientos, protagonizados por estos indios en un paraje cercano a Río Tocuyo, que alargaron la guerra por la Independencia de Venezuela.

JRV
 
 Al llegar a Carora el 23 de marzo de ese año, El indio Reyes Vargas acompañado por su gente, indios mestizos, el cura Andrés Torrellas junto a las fuerzas realistas al mando de Monteverde, derrotarían a los patriotas fácilmente, luego de lo cual se dirigieron a Barquisimeto que había quedado en ruinas debido al terremoto de 1812, lo que aprovechan para apoderarse de la ciudad y seguir adelante, desatando una cruel persecución contra los simpatizantes de la independencia, así cae la Primera República, obligando a capitular a Francisco de Miranda ante Monteverde el 25 de julio de ese año.
Gracias a esta gesta, Reyes Vargas es nombrado como gobernador de la "Villa de Siquisique", sus méritos reconocidos por el rey Fernando VII, quien lo condecoró en varias oportunidades, los españoles eran habilidosos en relaciones públicas y conocían las debilidades del indio ante la lisonja lo que tuvieron en cuenta para mantener su fidelidad. Durante los ocho años que actuó bajo el mando de la monarquía, se convirtió en un enemigo terrible y de gran destreza en los combates.
Enterándose Simón Bolívar de que la gran fortaleza de los realistas en la zona se debía a Reyes Vargas, a quien conocía de anterioridad cuando lucharon al mando del Marques del Toro, encontrándose en Trujillo en 1820 con motivo de un armisticio, comisionó personalmente a Francisco Fonseca para que tratará de captarlo nuevamente a la causa patriótica, para lo cual establecen contacto con sus hermanas, las Santeliz, residenciadas en Río Tocuyo, seguidoras de la causa de Bolívar, quienes logran convencerlo de sumarse a las filas patriotas nuevamente, pactando un encuentro con el delegado de Bolívar. Esta es la historia oficial para explicar una decisión tan importante para aquel, entonces, famoso Indio, siendo una versión algo pueril, por lo que algunos historiadores creen que hubo una entrevista entre el propio Libertador y Reyes Vargas, esto no ha sido confirmado, pero las evidencias circunstanciales así lo demuestran: Bolívar era un hombre habilidoso y con experiencia en el trato con las clases sociales populares, como lo señalan el hecho de tener a su lado al Indio Camacaro, su acompañante en la gesta independizadora por América, conociendo el malestar del indio Reyes Vargas, ante lo que consideraba un desprecio de sus compañeros de armas patriotas de origen mantuanos, no es de extrañar que una forma de halagarlo sería asistiendo personalmente a su encuentro, ganándoselo de forma incondicional para la causa patriota. Por otro lado el orgullo que sentía este Indio por la fama que ya detentaba en el campo de batalla y los altos reconocimientos recibidos por los españoles, no le permitiría menos que un dialogo personal con el Libertador, que pudo realizarse en un paraje cercano a Río Tocuyo, tal vez en Parapara, sitio donde otra entrevista se realizaría 78 años después entre dos personajes que tenían en común el apellido, Bartola y Cipriano Castro, los cuales igualmente llegarían a un acuerdo vital que cambiaría el devenir político del país de finales del siglo XIX.
Al ser admitido nuevamente en las filas patriotas, el Indio Juan de los Reyes Vargas, era un soldado experimentado, seguido voluntariamente por todos los habitantes del territorio occidental, especialmente los indígenas, extendiéndose su influencia hasta Trujillo y Coro. Gracias a esto regresa nuevamente al ejército libertador, admitido con su mismo grado de Coronel, otorgado por el Libertador, bajo su mando inmediato, con el privilegio de poder entrar al despacho de Bolívar sin anunciarse. Satisfecho en su honor participaría en la reconquista de Coro, vital para la gesta independizadora, por lo que Bolívar lo nombra comandante de las tropas acantonadas en Carora en contra de muchos de los altos oficiales, sería por poco tiempo, un trágico suceso estaba comenzando a gestarse.
Aquel caluroso día, al terminar de leer la misiva donde es invitado a una reunión en Carora, el poderoso militar decide dirigirse al encuentro de su destino final, no lo sabía en aquel instante, algo en el ambiente le advertía el peligro, sin embargo no le prestó atención, contaba con el aprecio y confianza del líder carismático más poderoso, quién osaría atentar contra su vida? Los convocantes de la cita son sus compañeros de armas, ¿cómo dudar de sus intenciones?  
Era el convulsionado siglo XIX donde ocurrió la larga guerra de casi 11 años por la libertad del yugo Español, desembocando en los hechos posteriores a la Batalla de Carabobo, donde existían dos corrientes políticas: los paecistas y los bolivarianos unidos únicamente por el deseo común de separación de la Corona Española pero con fines muy diferente, por un lado estaban las secretas aspiraciones de Páez de detentar el poder absoluto del gobierno de Venezuela para su enriquecimiento personal y por el otro Bolívar que luchaba por un desarrollo social y educativo del país, tal cual lo expresaba al afirmar que “Colombia era la Universidad y Venezuela era los cuarteles”. Nuestro origen como Capitanía General y no como Virreinato, nos arrastraba hacia un oscuro abismo, resaltado en este pensamiento de Bolívar donde nos retrata con preocupación, cómo sociedad militarista y caudillista, evidentemente nos conocía muy bien, de allí su idea de conformar una sola nación, la Gran Colombia para conjugar ambas cualidades: poderío militar Venezolano y la cultura, de la cual Colombia era adalid.
Estas diferencias originarían una sangrienta confrontación entre patriotas, arrastrando al apasionado pueblo de Río Tocuyo junto a su gente. Al enterarse Páez del odio subterráneo de los oficiales caroreños por el indio Reyes Vargas, hombre clave en la liberación de Venezuela, a quien el héroe llanero conocía por haber peleado a su lado en Coro y Siquisique en la caída de la Primera República, sumado a la extrema confianza dada por el Libertador, circunstancia que lo ubicaba en la mira de las intrigas, por lo que la desaparición del “Indio Guerrillero” era una pieza vital para el logro de sus ambiciones, que comenzaba con acabar con el liderazgo de Bolívar.
Utilizando esta información, envía varios “Dragones” grupo élite de soldados de su absoluta confianza que habían combatido a su lado en “Las Queseras del Medio” inmortalizándose el famoso grito “Vuelvan Carajos”, dentro de este grupo llegaría el Coronel Segundo Domingo Riera, el coronel González “el Cojo” quien retornaba a la ciudad, también el capitán Estaban Pérez y el coronel Simón Gómez, con órdenes de quitarle el mando al Indio y asesinarlo, según relata la historia “Reyes Vargas era un cacique temido y de influencia en la región, inteligente y gallardo, pretencioso y capaz, en virtud de esa ley misteriosa del cruzamiento de las razas” Este crucial evento sería el inicio de los acontecimientos acaecido años después, conocidos como La Cosiata, revelando las diferencias existente entre José Antonio Páez y Simón Bolívar.
Era un viernes santo, el más sagrado del catolicismo, a nadie se le ocurriría perpetrar un asesinato tal día, era imposible en esta ciudad levítica. Con esta reflexión Reyes Vargas deja atrás sus dudas, atravesando a lomo de caballo las polvorientas calles de tierra de Carora, se dirige a la Casa del Balcón donde lo espera su compadre el Coronel "el Cojo" González recién llegado con las secretas ordenes de destituirlo del cargo y ocupar el puesto de comandante de la Guarnición local, era el 28 de marzo de 1823.
Una suave brisa le acaricia su rostro moreno de facciones indígenas, su sangre mestiza era innegable, a pesar de esto detentaba desde finales de 1822 el alto cargo militar de comandante de Trujillo, El Tocuyo, Carora y Siquisique por órdenes directas de Bolívar, región sumamente importante por ser un centro agropecuario de abastecimiento de gran poder económico, tal era así que para gobernar el país debías tomar este territorio, de ahí que casi todas las guerras del siglo XIX transitaran por aquí. Este nombramiento de comandante general, despierta reconcomio en los militares caroreños, pues entre los blancos prevalecía el concepto impuesto por la santurrona e hipócrita sociedad colonial de ser los mestizos «…una generación nacida no por la santa alianza de la Ley, sino por las torpes uniones reprobadas por la religión…». 
Recorría Reyes Vargas a trote lento las calles, es reconocido y saludado con respeto, la noticia de su llegada se iba esparciendo de boca en boca por los zaguanes del poblado de blancas paredes y techos de tejas rojas. Al ver la devoción de la gente, recordaba las palabras proféticas del chaman de su tribu: tu cuerpo será profanado un sagrado día. Esa misma tarde antes de dirigirse al lugar del encuentro había realizado una breve parada en el pueblito de Aregue para encomendarse a la Virgen de Chiquinquirá, de la cual los indios de la región eran sumamente devotos. 
Al llegar al lugar de la cita se inicia una discusión por causas políticas y esto fue lo que sucedió según los relatos de la época: "En medio del obsequio que corría animado, el Cojo increpa a Reyes Vargas y lo señala de traidor en presencia de varias personas, le ordena entregarse y tratan de aprehenderlo". Este se defiende e intenta escaparse al ver la gente armada preparada para la emboscada, entre ellos el capitán Estaban Pérez y el dragón Simón Gómez, quienes lo someten atándolo en una silla, después del cual al quedar indefenso, “El Cojo” González lo asesina cobardemente a machetazos. 
Corre la noticia por el pueblo que se encontraban en los alrededores, la reacción es inmediata, agolpándose enfurecidos frente a la casa pidiendo a gritos la muerte del homicida del Indio, pero este logra huir al tirarse por uno de los balcones de la casa con la ayuda de sus amigos, dirigiéndose hacia El Tocuyo lugar en el cual posteriormente también cometería otro crimen contra un bolivariano, siendo condenado a muerte por Bolívar y fusilado en la ciudad de Valencia, pero ya las cartas estaban echadas, la sociedad Venezolana posterior a la gesta libertadora estaba dividida, agravándose durante la ausencia de Simón Bolívar. Así Páez valiéndose de este vacío de poder, se une a los poderosos conservadores para concretar la traición, siendo el crimen de Reyes Vargas la punta del iceberg que mediría las pasiones encontradas que dieron origen a una ola de asesinatos fratricidas y de exilio de varios héroes de la independencia comprometidos con el ideal bolivariano, todo por no haber visto Bolívar las ocultas intenciones de Páez y no tomar las decisiones correctas.
La muerte del indio Reyes Vargas acarreó una división entre caroreños y riotocuyenses que originaría las irreconciliables diferencias políticas locales que desembocarían en los hechos violentos ocurridos sobre otro personaje, tal cual sucedería 68 años después con el  asesinato del militar guzmancista Antonio Perozo, esposo de Bartola.
Reyes Vargas marco una diferencia en el comportamiento hacia las indiadas de la región al tener el privilegio de comunicarse directamente con el Libertador, prerrogativa que se extendió hasta sus más cercanos colaboradores, influyendo en los acontecimientos en Siquisique, especialmente en la Guerra Federal, donde debido a esta costumbre el General Falcón hubo de dirigir personalmente a los lugareños para ganarse su respeto y obediencia. Igualmente su comportamiento gallardo sirvió de ejemplo a los pobladores autóctonos quienes tomarían parte activa en el devenir de la historia política del país, surgiendo en esta región un grupo de militares de origen indígena de gran valía, hecho poco conocido en el país, debido a mezquinos sentimientos de negar el papel desempeñado por estos valientes hombres originarios del interior rural del país. La Historia también debe descentralizarse.
En 1830 Venezuela se separa de la Gran Colombia, proceso iniciado en la Villa de Siquisique en octubre de ese año, las autoridades locales se pronuncian por el movimiento separatista liderizado por Páez, contrariando el sentir de la mayoría de bolivarianos, provocando el alzamiento anti-separatista del Coronel Estanislao Castañeda en compañía del Comandante mestizo Juan Agustín Espinosa y el Capitán caroreño Lorenzo Álvarez junto a otros oficiales quienes fueron derrotados por el Cura y Coronel Andrés Torrellas, perteneciente a los separatistas leales a Páez, en una corta batalla realizada cerca de Siquisique, allí fueron apresados Juan Agustín Espinosa y Lorenzo Álvarez, logrando huir el Coronel Estanislao Castañeda, sucesos que sacudirían nuevamente a la población de Río Tocuyo y a la familia mestiza de Juana Bautista Castro, implicados en esta contienda. Luego de esto Páez, ocupa por vez primera oficialmente la presidencia del país, el 11 de abril de 1831 por un periodo de 4 años, recuperando la economía del país, repercutiendo hasta en Río Tocuyo, centro agrícola de primer orden, luego de 20 años se respiraba un poco de paz. 

Al cabo de cierto tiempo son perdonados Juan Agustín Espinoza y Lorenzo Álvarez quienes regresan a sus cargos militares jurando fidelidad al nuevo presidente, no podemos juzgarlos duramente pues fue una época donde se era paecista o un perseguido político con alto riesgo de ser sentenciado a una muerte clandestina. 




1 comentario:

  1. Saludos, la historia es interesante, pero no concuerda con la foto que se muestra, pues dice que el indio Reyes Vargas muere en Aregue, y en la imagen dice que muere en Carora, en la casa del balcón de los Álvarez.

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