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martes, 16 de diciembre de 2014

Capitulo 26: La conspiración.

Madre, donde se encuentra? Exclama el hijo mayor de Bartola mientras recorre la casa buscándola, tengo algo importante que decirle”.
“Aquí estoy hijo, en el corredor del fondo”, le responde asomándose por la puerta.
Gregorio entrando al amplio corredor enladrillado, enmarcado por pilares de madera, abierto a la vista, sumergiéndose en el áspero paisaje de cardones y tunas, sorpresivamente se enfrenta a un barullo de sacos de maíz, caraotas, café, ajos, sal en granos, papelón, piezas de género de telas, alpargatas, sombreros y un hombre sentado en una mesa con un libro de cuentas delante del cual los obreros pasan uno a uno a recibir los pesos de plata del pago del mes, aun usados como monedas, equivalían a 4 bolívares de plata puestos en circulación desde 1879.
“Que es todo esto?” Pregunta extrañado mientras señala al nuevo tenedor de libros, lo conoce, es su pariente, pero ignoraba que trabajaba para ella.
Bartola le explica que había contratado a Pedro José para que la ayudara con las cuentas, sus actividades comerciales en Coro le impedían seguir llevando los libros al día.
“Le he pedido varias veces que me permita encargarme de los viajes, eso es muy fuerte para una mujer, pero se empeña en hacerlo Ud, no entiendo porque Antonio se lo permite”.
“Hijo, disfruto recorriendo las calles de Coro, es una ciudad muy bella, se consigue todo tipo de artículos, vestidos, adornos, arte, por otra parte ofrecen mejores precios a una mujer, no se preocupe, me divierto con las compras mientras el pariente aquí lleva los libros”. Hace una pausa acariciando levemente el rostro de su hijo mayor: “Además Antonio no se mete en mis asuntos”. Continua hablando, caminando incansablemente con pasos cortos y rápidos por el largo corredor, tratando de encubrir la verdad, cambia de tema pidiéndole: “Venga, ayúdeme con la repartición de la semana mientras me dice de que quiere conversar, entrégueles a cada quien ½ almud de maíz, de papelón, de café y de ajos, ¼ de caraotas y un 1/8 de sal”.
Un Almud era una unidad de medida de volúmenes de grano y otros materiales, se utilizaba  un cajón de madera de tamaño estándar, tenía una separación interior que lo dividía en dos y el "medio" almud en dos cuartos. Adicionalmente este cajón podía tener doce divisiones para medir cantidades menores, equivalía a unos 30 kilos aproximadamente hoy día.
Esta distribución de víveres formaba parte del pago a los obreros que incluía la tela para hacerse la ropa de faena que les correspondía al año, las alpargatas, sombreros, machetes, escardillas y leche de cabra del ordeño diario suficiente para su consumo. Esta actividad se realizaba los domingos después de misa, acompañado con cocuy, guarapo de caña y un hervido de chivo en leña hecho bajo la sombra de un frondoso árbol de cují.
Era el inicio de 1887, en Parapara de Río Tocuyo había una febril actividad clandestina, se escondían las armas en depósitos subterráneos construidos con calicanto, en terrenos alejados no usados para la agricultura pero accesibles, Bartola supervisaba aprendiendo con estos maestros de obras, masones, los secretos de esta antigua preparación y su significado cabalístico de cubrir secretos, no en vano el refrán de “sellado a cal y canto”.
El compromiso matrimonial de su hijo mayor Gregorio, que contaba con 20 años de edad, coincidiría con varios hechos, entre ellos el recién nombramiento de Graciano Riera Aguinagalde como Presidente encargado del Estado Lara, junto a la elección como diputado a la Asamblea Legislativa de Federico Carmona, quien había alcanzado una gran proyección regional, siendo escogido para el cargo de Presidente del Consejo de Administración del ayuntamiento, logrando finalmente el triunfo político de La Propaganda, impulsado por el recién regreso al gobierno de Guzmán Blanco.
Este movimiento político se había convertido en una respetable fuerza popular debido a la cantidad de militantes que se anexaban a sus filas en Barquisimeto, jugando  un papel clave Federico Carmona por ser un conciliador nato que facilitaba reunir personas de diferentes niveles sociales y bandos opuestos, asimismo estaba encargado de recoger los fondos, resultando muy eficiente, se comentaba en la ciudad que las contribuciones eran grandes, en monedas de plata y oro. Era un misterio donde se guardaba este tesoro, Federico, único en saberlo, no se lo decía a nadie.
“Madre quiero casarme, exclama Gregorio algo angustiado, necesito acuda prontamente con Antonio a pedir la mano de mi prometida y negocie la dote”. Esta era el monto con el cual tradicionalmente contribuía la mujer: “la mencionada, mi futura esposa promete llevar diferentes bienes, muebles, ropa y dinero para ayudar a las cargas matrimoniales..." 
Bartola quien estaba de espaldas a su hijo, voltea y lo mira fijamente a los ojos: A que se debe tanto apuro? Él le responde: a ud no se lo puedo ocultar, está embarazada!
Después de realizado el matrimonio, en octubre de 1887 ocurre un hecho presagiado, la renuncia de Guzmán Blanco aun sin concluir el mandato de dos años, retirándose a vivir definitivamente a su palacio de París, según por razones de salud, la verdad es que era demasiado rico como para quedarse en el país ante el rechazo del pueblo por la grosera corrupción. Se conoce que llegó a poseer tantas tierras, solares, haciendas y hatos que era capaz de cubrir un mercado internacional por su cuenta.
Por esta ausencia se inicia un reacomodo político, así vemos como el encargado de la Presidencia de Venezuela para completar el periodo, Hermógenes López, amonesta al entonces Presidente del Estado Lara, General Claudio Rocha quien había sustituido a Graciano Riera, por los desórdenes tanto en Carora como en Río Tocuyo, en este último lugar encabezado por el Jefe Civil de la localidad, Gregorio Nieto Santeliz, carmonero y pariente de Bartola, confabulados para destituir del cargo al General Bracho, aprovechando el poder obtenido por La Propaganda. Sería esta la primera advertencia contra esta agrupación, lo ocurrido ocasionaría la división del partido liberal local, desencadenando los fatídicos sucesos que repercutiría en la vida de esta mujer.
Se sumaría en este acontecer el surgimiento en la escena política de un conservador recién llegado a Carora en 1883 como agente de una casa comercial de Yaracuy, era el General Ángel Montañez, astuto, perverso en su accionar, sumamente inteligente y peligroso, se asocia mercantilmente con el hijo del fallecido general, del mismo nombre Juan Agustín Pérez, alianza que le permite enterarse de los pormenores de la fundación de La Propaganda y de los conflictos generados por el ingreso a sus filas de Carmona.
Este hombre se mueve rápidamente uniéndose a los liberales de la ciudad, atrayendo al General Juan Evangelista Bracho junto a los Generales Ramón Urrieta y Pilar Bracho, igualmente haciendo amistad con los Álvarez, Herrera, Perera, Riera pertenecientes a la poderosa clase mantuana caroreña cuya animadversión hacia Carmona estaba en aumento, a sabienda de esto, planea conquistar la ciudad y el poder, la ambición de este hombre recién llegado no conocía límites.
Entra el año de 1888 con un relevante acontecimiento social, el matrimonio de este  maquiavélico personaje con Elvira Yépez Piñeiro, sobrina de la esposa de Ramón Perera Montesdeoca, uno de los hombres acompañantes del general Juan Agustín Pérez en el alzamiento de los Castro en 1876 cuando fueron asesinado dos de ellos, por esas cosas del destino al formar parte de este círculo parental, Ángel Montañez obtendría la clave del poder oculto de Federico Carmona.
Ese mismo año se da un fenómeno político dentro del liberalismo, surgiendo un guzmancismo pero sin Guzmán, cada vez menos temido, estos apoyan a Joaquín Crespo líder carismático y honesto, son los legalistas, están contra el segundo grupo que son la corriente anti-guzmancista continuistas, quienes perseguían modificar la constitución para alargar el periodo de gobierno y apoderarse del tesoro nacional.   
En Caracas los acontecimientos estaban en marcha, había sido elegido Rojas Paul como nuevo Presidente, impuesto por el propio Guzmán que lo dirige por telégrafo desde Paris.
En 1888 Venezuela se conectó con Europa por el cable submarino, hasta ese momento el intercambio de correo era realizado por medio de vapores, “esta nueva tecnología sería la vía para Guzmán mantenerse en contacto con Caracas, enviando sus recurrentes y detalladas instrucciones a Rojas Paúl”. Pero progresivamente, al tomar conciencia del no retorno del hombre de hierro, comienzan a ignorarlo apoyando a la oposición continuista al no reprimir los desordenes de la ciudad en los cuales son derribadas varias estatuas del dictador.
En un golpe de suerte, ese mismo año, Federico Carmona ocuparía la primera  magistratura del estado por separación definitiva del titular, periodo en que se daría este complicado panorama político, surgiendo en Caracas una corriente opositora a Guzmán sin embargo Barquisimeto, en manos de La Propaganda, permanecían fieles al guzmancismo.
Ángel Montañez, residenciado en Barquisimeto luego de su matrimonio, visualiza el cambio político. En un mal cálculo del acontecer regional se une abiertamente al bando anti-guzmancista participando en manifestaciones a favor del continuismo, sorpresivamente es puesto preso por el gobernador Carmona, legalista y fiel seguidor de Crespo, este hecho se convertiría en el detonante de un violento acontecimiento.
Esta grave afrenta no la perdonaría, al ser liberado de la cárcel inicia contactos para aniquilar políticamente al entonces gobernador, aprovechando su ausencia de Carora, aunado al conocido rechazo por sus coterráneos, confabula para ganarse a Graciano Riera, Ramón Perera, Juan Agustín Pérez hijo entre otros, formando el circulo Chuao, los cuales reconocen como su jefe al General León Colina, recién regresado del exilio, enemigo de Guzmán quien se une a la conspiración contra el grupo de La Propaganda, el fin perseguido era devolverle el poder al General Juan Evangelista Bracho, su amigo personal a quien apoyaba por ser viejos compañeros de armas. León Colina también tenía facturas pendientes por cobrarles a Federico Carmona y al comandante Antonio Perozo, unidos por un secreto nexo que descubriría Ramón Perera, a través de su hija residenciada en Río Tocuyo por ser su esposo dueño de un hato de chivos.
Mas tarde se da una extraña e interesada asociación entre Graciano Riera Aguinagalde y Froilán Álvarez con Juan Evangelista Bracho, a quien años antes habían secuestrado para sacarlo del poder, es evidente que estos hombres los mueve solo intereses económicos y no políticos, buscaban mantenerse en el nuevo reacomodo del poder para lograr lo que realmente anhelaban, entrar de nuevo en negocios con el gobierno. Es un momento de gran debilidad para los crespitas pues Joaquín Crespo estaba preso en La Rotunda tras un fallido golpe de estado desde las Antillas donde estaba asilado.
Carmona al entregar el cargo de Presidente del Estado Lara a finales de 1889 regresaría a Carora con el fin de defender La Propaganda, localmente bajo su mando pues los otros miembros se habían retirado para unirse a Juan Evangelista Bracho, grupo que asumía que este había obtenido las mejores ventajas del movimiento al manejar el presupuesto del Estado Lara, mientras ellos lo hacían solo de Carora, atribuían que había accedido a los cargos gracias a La Propaganda y al general Aquilino Juárez, no reconocían sus habilidades ni su gran olfato político para interpretar las cambiantes situaciones políticas del país que los brachistas no lograban hacer, eran comerciantes de pueblo con mucho dinero pero poca perspicacia, las pugnas locales de Carora les impediría ver la historia.
Ante su error, no reconocido, se dejan arrastrar por un mar de resentimientos al sentir que Carmona les había arrebatado lo que merecían por derecho de sangre al ser godos puros, consideraban que este hombre no lo era por ser descendiente de un mulato del pueblito de Santa Rosa, así que deciden aceptar las intrigas de Ángel Montañez sin imaginar donde los conduciría este odio, ocurriría uno de los más ocultos y oscuros sucesos de Río Tocuyo, la rueda de la vida daría otro giro llevando a Bartola Castro a una nueva etapa de su vida.   Continuara...

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Capitulo 25: La viajera.

Una carreta conducida por una mujer, seguida a cierta distancia por varios indígenas a caballo, escoltándola discretamente, recorre velozmente el sinuoso camino de la sierra de San Luís, montañas cubiertas por un verde manto dándole una frescura que a veces llegaba a ser muy frío, a su paso cruza varios arroyos por los puentes de doble arco de ladrillo, construidos desde la Colonia. Amanecía cuando repentinamente en una vuelta del camino, bordeando la cima desde lo alto, se deja ver el caudaloso río con un buque a vapor navegando por su cauce, lleva una carga de madera de los bosques de Moroturo, dirigiéndose a la desembocadura en Tocuyo de La Costa, la mayoría interceptados por los corsarios en la salida al mar.
Bartola Castro había partido de La Vela de Coro rumbo a Siquisique con las armas adquiridas de contrabando, entregadas a media noche por sus contactos sefarditas, cargamento que estaba oculto en bodegas clandestinas existentes en la aduana Antillana, en manos de estos holandeses que desempeñaban ambos roles de comerciantes legales y piratas.
Después de repartir algunas monedas de oro entre los cargadores a cambio de su silencio, saldría de allí rápidamente iluminada por la luz de la luna llena, rodeada de los sonidos nocturnos de sapos y grillos, va en una carreta techada con cueros de chivo, sostenidos en una armazón metálica, para protegerlas de la lluvia, un farol encendido cuelga de un lado, tintineando al ritmo del carruaje.    
El camino transitado conducía a la montaña de Guacamúco, que desembocaba en la parte norte del poblado de Siquisique, pensaba descansar en la posada que pertenecía a sus amigos, la familia Viloria, situada al pie de esta serranía.
La viajera quien contaba con la discreción del dueño, clave para su misión, se hospedaría aquí para recuperar fuerzas, mientras los ayudantes atendían a los animales, ella disfrutaría de un baño en tina con agua caliente calentada en topias, una cama con sabanas bordadas, perfumadas con flores de mastranto y azahar, había cabalgado por casi 6 días prácticamente sin asearse ni dormir, hacerlo era una necesidad perentoria, estaba exhausta.
Después de arreglarse, sale a verificar el cargamento y el acomodo de los hombres, guardaespaldas pertenecientes a su tribu, fieles y silenciosos, en el corredor se tropieza con el dueño quien la invita a tomarse un palito de cocuy que acostumbraba brindarle a los recién llegados, mañas de buen anfitrión que lo hacían popular, mientras ingieren el licor de un solo trago, regalo de la recién llegada de su propia producción, le comenta que en el pueblo estaban instalando la primera imprenta, pensaban sacar muy pronto un periódico local denominado “Eco de Urdaneta”, el hombre se recuesta en la silla extrayendo de su bolsillo una carta que le entrega: aquí le dejó su compadre el general Juan Bautista Salazar, un siquisiqueño conocido de ambos personajes y un contacto militar de la recién llegada.
Acababa de recorrer la vía que conducía de Coro a Siquisique, debía llegar a la Aduana a orillas del río Tocuyo para seguir hacia el poblado de Parapara, su destino final, por un soleado y concurrido sendero que contrastaba con el montañoso que acababa de transitar, donde se podían ver desde los pequeños conucos de negros e indios hasta los exuberantes cultivos, muy vistosos por sus largos tallos que ondeaban al capricho del viento, tan numerosos y grandes que a la vista semejaban un mar dorado, era la caña de azúcar de las haciendas de los terratenientes, con sus grandes y majestuosas casas coloniales que denotaban prosperidad. Este se comenzó a cultivar desde el siglo XVII cuando fue introducido al país proveniente de las Islas Canarias.   
Otra actividad muy prospera de este camino era la ganadería, predominantemente los hatos de chivos traídos por los canarios, expertos en la cría de este animal. El ganado vacuno relativamente escaso al principio de la Colonia debido a lo pobre de los forrajes autóctonos, obliga que en el siglo XVII se importaran pastos con altos niveles nutricionales de las Islas Canarias para ser distribuidos a Carora y El Tocuyo, mejorando los existentes, logrando convertirse en los principales centros de ganado vacuno, desplazando paulatinamente la cría de chivo a partir de la última década del siglo XIX. Era frecuente encontrarse con los rebaños de ganado por estos caminos.
En la práctica durante los siglos XVIII y XIX, Carora se desempeña como capital y el Cantón como Estado; por aquí circulaba poder, dinero, militares, viajeros, comerciantes, una mujer pasaría desapercibida dentro de esta multitud. La otrora capital del país, la ciudad de El Tocuyo, rezagada ante el crecimiento de Carora por estar a 15 días o un mes de distancia de Coro, dependiendo si era a caballo o a píe, colocándola en desventaja, además su otra conexión comercial era Barquisimeto, estancada como consecuencia de las guerras de la época que pasaban todas por allí, diezmándola constantemente, impidiendo su despegue económico, lográndolo solo a finales del siglo XIX con la inauguración del ferrocarril Bolívar y la pacificación instaurada por Cipriano Castro. A mediados del siglo XIX surge Siquisique como centro de poder que junto a Carora se potenciarian.
Bartola se acomoda en un banco debajo de una mapora, comienza a leer la carta del general Salazar, relata los últimos acontecimientos ocurridos posteriores a la repentina muerte del general Juan Agustín Pérez, quedando encargados de La Propaganda los generales Graciano Riera Aguinagalde y Ramón Urrieta, conocidos como los Chuíos, atraviesan un momento delicado pues en Aregue los Generales Bernabé Aponte, Gregorio Pérez y Andrés Castro Cerrada, su pariente, rechazan públicamente a este movimiento pues según su opinión solo divide al partido liberal, consideran que su existencia es un suicidio político.
Además, continua el escrito, los Chuíos perpetraron el golpe contra Bracho, bajo al comando de Graciano Riera Aguinagalde, sin consultar con Barquisimeto, quienes para no levantar sospecha simularon que iban a buscar una imprenta, tomaron un camino donde “coincidencialmente” estaba ubicada su casa, logrando sorprenderlo al estar desprevenido, secuestrándolo y colocándolo en prisión en su misma residencia, destituyéndolo del cargo de Jefe Civil, originando enérgicas medidas represivas del gobierno local, siendo respondidas por los lugareños con una confrontación armada, consiguiendo finalmente su destitución.
A pesar de este alzamiento que despertó equivocadamente las sospechas del gobierno de Barquisimeto sobre el general Federico Carmona, le puedo decir que pudo contactarse con el general Aquilino Juárez, quien le ofreció su apoyo, acordaron defender al liberalismo de los traidores divisionistas, trabajar para obtener la gobernación local, apoyar a Joaquín Crespo, liberal a toda prueba y fiel a Guzmán, en contra del continuismo. Por último le comunico que en Carora está residenciado un comerciante conservador recién llegado de Yaracuy, el Sr Ángel Montañez, no es de fiar, se ha reunido con los más destacados ciudadanos convenciéndolos que es liberal, se ha asociado comercialmente con Juan Agustín Pérez, hijo del general fallecido, debemos cuidarnos pues es un posible traidor.
Bartola al terminar de leer, se levanta e inmediatamente destruye la misiva, una fría corriente de aire le roza la nuca provocándole un estremecimiento, se acomoda el capotillo y sigue su camino.  
Continuara . . .



Carreta con techo de paja


Puerto con barcos y arrieros