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sábado, 30 de julio de 2016

Capitulo 40 El despertar.

María Adelina durante los años comprendidos de 1910 hasta 1913 entra en contacto con la cultura, la moda, el arte, la música, la pintura, la fotografía y la vida social que en Barquisimeto estaba en pleno florecimiento debido al auge experimentado desde 1903, fecha de la última guerra en el país. Ella disfrutaría de una vida muy diferente a la de Bartola, su futura suegra, su padre nunca le permitió participar en conspiraciones políticas, ni tampoco conocería los sobresaltos de las guerras pues paradójicamente las dictaduras de Castro y Juan Vicente Gómez lograrían un periodo de calma en el país, al acabar con el caudillismo.
La ciudad, un pequeño centro urbano comercial muy pobre hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX estancado en lo social y económico por las múltiples guerras que la asolaban, al ser paso obligado entre las regiones Centrales con los Andes, marcando una reducción constante de la población debido a la alta tasa de mortalidad, con un promedio de vida bajo de unos 35 años debido a las muertes en combate, las enfermedades y la hambruna. Con la estabilidad política lograda sumado al avance del ferrocarril Bolívar, en funcionamiento desde 1891, la ciudad se convierte poco a poco en un centro de acopio y distribución de alimentos, logrando finalmente su despegue. Aquel nuevo mundo cosmopolita le permitiría salir del ámbito rural donde solo había conocido la vida de las haciendas de caña de azúcar y café, a la sociedad moderna del siglo XX, apenas vislumbrado por ella hasta ese momento.
María Adelina al año siguiente a su llegada comienza su noviazgo con Pancho y recorrerían juntos esta floreciente ciudad, una de las primeras salidas con su prometido sería al Teatro Municipal, conocido hoy como Teatro Juárez, ubicado en la calle Real (carrera 19) con la calle Juárez (calle 25), apenas con 5 años de  inaugurado. Van en uno de los carruajes que se alquilaban en la ciudad, vestidos de gala, el de palto levita a la rodilla con sombrero y ella de traje largo con abanico y cartera de mano, acorde a la solemnidad de la presentación que se llevaría a cabo en aquel moderno edificio de adobe y ladrillos de dos plantas con grandes ventanales y balcones, era la Semana Santa propicio para representar cuadros vivos inspirados en las sagradas escrituras. En esta sala también se estrenaba obras teatrales románticas, melodramáticas y comedias de diversas compañías nacionales y extranjeras. Funcionaba también como cine desde 1907 por encargo de Juan Vicente Gómez, un gran admirador de este arte, presentando pequeños reportajes cinematográficos de su gobierno, este dictador impulsaría su crecimiento y expansión por el territorio nacional.
Otra de las actividades artísticas de la ciudad eran la famosa escuela de pintura fundada por Julio Arze y las musicales con una Escuela de Música donde se impartían clases de clarinete,  piano,  guitarra, etc no en vano Barquisimeto sería conocido como la ciudad musical de Venezuela. En estos años se le había dado un gran impulso al arte, abriéndole las puertas a la  mujer, negado hasta entonces, permitiendo que a comienzos del siglo XX, la célebre pianista Teresa Carreño se convirtiera en un modelo importante a seguir y fuente de inspiración para las venezolanas que aspiraban a poner en practica sus dotes musicales a través del piano, una época donde poseer un piano y un fonógrafo era una moda en los hogares Barquisimetanos. María Adelina llegaría a tener una pianola en su casa de Barquisimeto y un fonógrafo en la hacienda El Toronal, luego de casada.
El anden situado estratégicamente donde hoy está la moderna Catedral de Barquisimeto, conectado con Duaca además del puerto de La Guaira por un tren a vapor, cargaba cobre desde las minas de Aroa situadas en Duaca y el preciado café suave, el mejor del mundo que se daba en las montañas de Parupáno en el actual municipio Urdaneta, exportado principalmente por la Casa Blohm, fundada en 1890, ubicada en la calle Comercio con calle 28, que además de  agentes navieros eran depositarios y colocadoras de dinero, otorgaban prestamos para todo lo relacionado con el café, entre estos estaba Pancho Castro quien tenía crédito con esta firma por la que visitaban sus andenes con cierta frecuencia, María Adelina lo acompañaba en algunas ocasiones para ver aquella rugiente y humeante serpiente de hierro.
En la ciudad se instalan otras casas comerciales que financiaban, exportaban e importaban diversos productos. Gracias a esta pujante actividad se abre en Barquisimeto la Cámara de Comercio en 1898 dándole un gran impulso a la economía.
Este es un año de lutos en su familia por la muerte de su hermano, lo que motivó que nuevamente se mudaran, junto a sus padres buscan una casa para comprar, pasaría por la calle Juárez (carrera 25) con la calle Campamento (calle 19) donde estaban todavía las paredes originales que quedaron levantadas del que iba a ser el Palacio de Gobierno de Cipriano Castro, obra que fue paralizada por el gobierno de Juan Vicente Gómez. No entendía las razones por la cual los gobernantes desperdiciaban el dinero y el trabajo de una obra por razones políticas. Finalmente elegirían al pueblito de Santa Rosa, muy cercano de Barquisimeto, donde presenciaría las procesiones anuales de la Divina Pastora, patrona de la ciudad y conocería su iglesia, frente a la cual vivirían.    
Sus padres junto a ella asistirían invitados a los actos protocolares de la inauguración de los primeros pabellones del hospital de La Caridad y el traslado al Panteón Nacional de los restos del general Jacinto Lara, sepultados hasta entonces en la iglesia La Concepción.
Acude ansiosa a la inauguración de la primera biblioteca pública en la ciudad, recorre sus pasillos asomándose a aquel mundo de saberes, nunca imagino que pudieran existir tantos libros de tan variados temas, disponibles al público en general, en el pueblo de donde venía eran objetos extraordinario y muy preciados. Esto despierta una sed de educación que se las trasmitiría a sus hijas, marcando un contraste con los demás parientes. Estudiar sería una obligación en su descendencia.
El año de 1912 fue de mucho alboroto, por un lado se realizaría el primer vuelo aéreo sobre Caracas y Barquisimeto en un biplano que conmocionaría a la ciudad realizado por Frank Boland, un piloto norteamericano traído por Gómez, el público asistente están incrédulos ante este fenómeno, eran cosas de fin de mundo.
No habían terminado de asimilar el extraordinario fenómeno de ver volar al hombre como los pájaros, cuando un gran escándalo recorre la sociedad barquisimetana. Todo había comenzado con el proyecto para la creación de una planta hidroeléctrica para la ciudad con parte de las aguas de la hacienda Macuto. La planta se instaló en el Molino, su fluido eléctrico llegó a la plaza Miranda iluminándola por primera vez sin necesidad de faroles, aquello era un espectáculo, las personas caminaban entre los haz de luz alargando las manos como para tocarlos mientras exclaman maravillados. No había transcurrido casi nada de tiempo cuando sucede una supuesta asonada contra el gobierno, los revolucionarios asaltan y destruyen la planta eléctrica, pero algo extraño comienza a notarse pues fue lo único atacado, luego poco a poco surge la verdad, habían sido peones de las haciendas de caña ribereñas, obedeciendo órdenes de los terratenientes que alegaban que las aguas eran para el riego de sus propiedades agrícolas que se podían ver afectadas por esta planta.
Su amistad con Bolivia Tovar, futura educadora, la llevaría a asistir junto a ella a los actos educativos de la ciudad como la inauguración de la Escuela Wohnsiedler, nadie imagino en aquel momento que años después ocurriría la tragedia del desplome del techo, ocasionando la muerte de varios alumnos. Otro acto sería la fundación del colegio La Salle auspiciado por El Obispo de Barquisimeto Aguedo Felipe Alvarado, llevada a cabo por los hermanos de las Escuelas Cristianas, quienes habían iniciado una campaña a su favor desde hacía dos años, finalmente se concreta, sin imaginárselo algunos descendientes suyos estudiarían allí.
En 1913 sería el último año de soltera de María Adelina, su padre le da permiso para comprometerse en matrimonio con Pancho, solo le pide que espere que pase el luto rígido por la muerte de su hermano mayor. Todo sería un corre y corre, la escogencia del estudio para la fotografía de su matrimonio sería muy emocionante, el fotógrafo le mostraría las diferentes composiciones que tenía para el escenario de fondo, quedando conforme los novios. Los Barquisimetanos amaban los estudios fotográficos, el más famoso era el de los hermanos González que había cerrados sus puertas en 1906, quedaban sus alumnos entre los cuales estaba el larense Amabilis Cordero nacido en Duaca y otros de igual fama.
Apúrate María Adelina, le exclama Panchita su hermana menor, si no dejas de ver esas fotografías vamos a llegar tarde a la entrada del primer carro a Barquisimeto, no conseguiremos un buen lugar desde donde verlo recorrer las calles, hay un gran revuelo de personas saliendo para la llegada, tu eres la única que está metida en otra cosa.
La compra de su ajuar de novia y su vestido la llevarían a recorrer la Calle de Los Isleños o Comercio, aquel maremágnum de negocios y vendedores de todo tipo cautivaría a aquella joven venida del medio rural donde la vida giraba en torno a necesidades básicas y las veleidades mundanas eran prácticamente inexistentes. Esta arteria vial era el centro de la dinámica actividad comercial donde las personas acudían no solo a realizar sus compras en pulperías, panaderías, locales de ventas de víveres y de mercancías importadas, zapaterías, sombrererías, confiterías, boticas o farmacias, sino diversas diligencias como ir a la barbería, o encargar muebles a las carpinterías, también estaban las talabarterías, herrerías, imprentas. Se conseguían locales de médicos, de abogados, talleres de alta costura y de bordados para la confección de todo tipo de vestuario, aquí se detendría a escoger su vestido de novia tomando en cuenta la asesoría de la modista que le explicaba las nuevas tendencias mundiales. Todo lo que necesitaras o desearas lo encontrabas aquí.
La calle Comercio era el centro de la moda femenina, allí se podían presenciar los profundos cambios que estaba experimentando a nivel mundial como una expresión del inicio de la lucha de la mujer contra las restricciones políticas y sociales impuestas hasta esa época, uno de los fenómenos más importantes, a través de la moda se iniciaría la liberación de la mujer.
Durante estos tres años, Pancho Castro la visitaría cada vez que vendría a negociar con la casa Blohm. El paseo a la laguna de Patarata, ubicada después de la Avenida Los Leones, lugar donde las familias acudían los domingos a navegar en botes de remos y realizar picnic, uno de los favoritos de María Adelina y su prometido. Ambos recorrerían la ciudad, acompañados de una chaperona, su madre Adelina o alguna de sus hermanas, generalmente Panchita. En estos años descubrirían la gran afinidad existente entre ellos, expresado en el gusto por la música debido a lo cual sus hijas tendrían profesores de guitarra y de piano. María Adelina adquiriría la afición por el roce social, la cultura y el deseo por ampliar sus conocimientos de forma autodidacta, los cuales habían estado restringidos por el hecho de ser mujer, quienes no tenían acceso a las enseñanzas que se le daban al hombre, hecho que inculco a sus hijas. Debido a esto, Goyo Castro llegaría a comentar que mientras sus hijas eran las triponas de Goyo, las de su hermano eran las niñas de Pancho Castro, haciendo notar las sutiles diferencias existentes, pero la verdad era más compleja.
Se casaría a finales de 1913 después del nacimiento de su último hermano Paco Giménez, boda en la cual se realizaría un agasajo amenizado con músicos contratados y un baile familiar.
María Adelina de gusto sencillo pero elegante en el vestir que revela en su vestido de novia, una innovación dentro de la moda pues deja atrás “la bella época”, ricamente elaborado tanto en costura como en diferentes géneros de telas, probablemente haya sido importado o realizado en uno de los talleres de alta costura que existían en la ciudad, revelando la posición social a la que pertenecía su familia.
Era letrada y muy amada por sus padres, de carácter innovador, poco convencional, tenía conocimientos de medicina general a través de un libro regalo de su suegra con quien estaba compenetrada en los valores éticos, familiares y morales a excepción del gusto por la política que no compartía. Acostumbraba reservarse los conflictos que lo resolvía en otro momento que considerara oportuno.
Mi mama Elena recuerda que se vestía con trajes de líneas rectas a media pierna, descotado, usaba una cinta al cuello con un misterioso adorno, tal vez regalo de su suegra, se ponía una capa corta para salir, conocida como el capotillo, una prenda femenina que se empleaban como abrigo que caía sobre los hombros y que llegaba hasta la cintura.
Sus descendientes disfrutaron de oportunidades de estudios en la ciudad con acceso al modernismo y los avances de la civilización, sacándolos del mundo de El Toronal puramente rural y revelándoles a sus hijos una visión del mundo cosmopolita.