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sábado, 11 de julio de 2015

Capitulo 33 La revelación de Juana Bautista, la india.

Bartola entra en trance y ve a su madre, la india Juana Bautista que se aleja sumergiéndose en una luz brillante donde se encuentra un numeroso grupo de sus parientes que la esperan debajo de un árbol color violeta, inmediatamente se da cuenta de lo que está pasando, le avisa su muerte. Súbitamente una fuerza inexplicable la arrastra por un pasaje que le permite ver la historia de sus antepasados indígenas y finalmente comprender su misión.  
Habiendo transcurrido 100 años de fundado Río Tocuyo se conformaría un grupo, conocidos como los Castro, vivían entre Río Tocuyo y Aregue, mescolanza de blancos y mestizos, adoptarían el nombre de los inmigrantes españoles, la mayoría sefarditas, en el acontecer de la vida se mezclarían con ellos, iniciando una maraña de parentescos en que no se podía distinguir a los de sangre de los que no lo eran. Trabajaban unidos de manera solidaria, eran numerosos y muy temidos por su valor, se hallaban militares de carrera, sacerdotes, ganaderos, comerciantes, mestizos y caciques de tribus, considerándose una sola familia, al que pertenecería la gayona madre de Juana Bautista, abuela de Bartola, nacida a finales del siglo XVIII, cuyas raíces se imbrican con la historia del descubrimiento y del mestizaje de la Colonia; la cual daría a luz a una hija en el convulsionado período de la Guerra de Independencia, en el siglo XIX, iniciando el camino de esta historia cargada de secretos. Esta hija, Juana Bautista viviría en la Venezuela de a caballo, de Simón Bolívar, de la Gran Colombia, del Indio Reyes Vargas e igualmente sería catalogada como indígena, quedando asentado en los libros de la Iglesia parroquial cuando bautizó a Bartola en 1849.
Estos nativos tenían una especial clasificación, estaban considerados superiores al negro aunque inferiores al blanco, orgullosos de su sangre originaria de las tierras americanas, incitándolos a ser puristas y excluyentes con aquellos congéneres que no preservaban su cultura como lo eran los mestizos y con el extranjero africano. Para los blancos, los mestizos eran productos de relaciones prohibidas colocando en peligro su supremacía dentro de la sociedad al no ser de raíces europeas puras, ser de sangre manchada. 
Ante esto, los mestizos recibían un trato discriminatorio proveniente de ambos grupos étnicos de donde derivaban; así que, dependiendo de sus rasgos, debían elegir entre ser indio o ser blanco, al escoger esta última clasificación siempre serían un blanco de segunda. Un ejemplo de esta época es la del famoso Indio Juan de los Reyes Vargas cuya vida cargada de conflictos debido a esta dualidad de sangre, constituye una ventana en la que podemos asomarnos para entender al difícil mundo de prejuicios característicos de la Colonia.
Este héroe de la Independencia, nacido a finales del siglo XVIII era descendiente de un español en una india de Espejo, caserío cercano a Río Tocuyo, correspondiente al Cantón Carora que aún no era parroquia eclesiástica, guardando un paralelismo con Bartola Castro, nieta de una india gayona, nacida simultáneamente con este personaje, madre de Juana Bautista Castro quien como todos los mestizos sería una nativa por el lado materno y por el paterno, hija de blancos provenientes de los Santeliz Pinto, primeros pobladores de Río Tocuyo.
El aspecto de Reyes Vargas era similar a la de los habitantes autóctonos permitiéndole ser aceptado por ellos a pesar de ser hijo de un blanco de nombre José Manuel Santeliz, nacido en las islas Canaria, pariente de los Santeliz establecidos aquí pues estos inmigrantes venían orientados por las cadenas migratorias de sus familiares. La madre india de Reyes Vargas se mudaría para Siquisique llevándose a su pequeño hijo donde crecería en el hogar de un pardo siquisiqueño llamado Cecilio Vargas a quien se une, dándole su apellido, además procrean otros hijos, originando tanto a Vargas de sangre como adoptados.
La madre de Juana Bautista de rasgos indígenas, llevaba el apellido Castro, con características similares de mezclar descendientes reales con adoptivos e igualmente conduciría a su hija al hogar de los blancos, los Nieto-Santeliz.
El español José Manuel Santeliz aunque no le dio su apellido al indio Reyes Vargas, por estar casado, sin embargo mantuvo una relación afectiva con su hijo, influenciándolo en decisiones que marcarían el sendero seguido por la historia independentista de nuestro país. Del mismo modo sucedió con la india madre de Juana Bautista y su descendencia, quienes conocían el hecho de pertenecer a los Nieto Santeliz, a pesar de no llevar su apellido eran reconocidas públicamente como miembros de esta familia, criadas como tal e igualmente repercutieron en las posiciones políticas asumidas por ellas.
Teniendo el Indio Reyes Vargas vocación revolucionaria, muy común en esta región, se incorpora en Siquisique en 1810 al ejército independentista, entre los integrantes estaban el teniente Simón Bolívar de 27 años, el sargento José Antonio Páez de 20 años, los caroreños José Olivero de 19 años y Pedro León Torres de 22 años, otro indígena también oriundo de Río Tocuyo, José María Camacaro, el quiboreño José Florencio Jiménez de 21 años, jóvenes inexpertos comandados por el Marqués del Toro. Su objetivo militar era apoderarse de Coro para acabar con el bastión Realista, acontece que debido a la novateria de las tropas patriotas son derrotados y en la desordenada retirada, el Indio Reyes Vargas logra organizar la huida a través de las accidentadas montañas de los alrededores que conocía perfectamente, salvándolos de una masacre. Como reconocimiento a su desempeño, el Marqués del Toro lo ascendió a Capitán de Milicias y Jefe de la Guarnición de Siquisique, puesto de avanzada clave por su cercanía con Coro, su misión era bloquearles el paso a los realistas a Carora y Barquisimeto, “Reyes Vargas era una especie de cacique temido y de influencia en la región y lo prueba el hecho de haberle confiado el Marqués, la custodia de Siquisique”.
Quedándose acantonados en este poblado durante el resto del año, el Indio Reyes Vargas comienza a desencantarse pues le otorgaban ascensos militares a los oficiales de menor jerarquía por el solo hecho de ser mantuanos, dejándolo de lado por su sangre mestiza, manchada, menospreciado por los blancos. Por otro lado dentro de su gente, los indígenas de la región, era un cacique respetado, situación que utiliza el sagaz Andrés Torrellas, cura doctrinero de los pueblos de San Miguel y Moroturo, además militar y amigo de los Santeliz, oriundo de España e identificado con la causa del rey. En su condición de sacerdote local conocía muy bien el arrastre popular del Indio, así que se propone conseguir su apoyo, manipulando los resentimientos que envolvían al indio, lo convence de pasarse a las filas españolas, logrando su deserción final, convirtiéndose en una pieza clave para los realistas a partir de entonces. Son claves en esta decisión el padre y el tío de Reyes Vargas, quienes junto con el cura Torrellas, en representación de la iglesia católica, le aseguran que su deber como descendiente español era la de apoyar a Fernando VII.
Estando en Siquisique, pero esta vez del lado español, le avisan del avance de  Monteverde, quien había salido de Coro un 10 de marzo de 1812, la llegada estaba calculada para el día 17 por la duración del recorrido a caballo que era de 7 días. Ante este hecho, Reyes Vargas decide tomar la delantera alzándose a la cabeza de 300 fusileros y 100 flecheros, todos indios bajo su mando, dos días antes del esperado arribo, capturando sorpresivamente a los patriotas y proclamando a Fernando VII como única autoridad. Cuando Monteverde llega con las tropas realistas, se consigue en la entrada del pueblo a una multitud esperándolo para recibirlo con exclamaciones de vivas, quema de pólvora y muestras de aprecio, todo preparado por Reyes Vargas. Debido a la astuta maniobra política, el Indio es nombrado como “Capitán urbano de los naturales” de Siquisique, concediéndole a esta localidad el título de “Leal Villa”.
Reforzada la expedición con los nativos locales, se inicia la marcha hacia Carora pasando por Río Tocuyo, plaza que estaba también asegurada por Reyes Vargas con 180 hombres de la zona, incluido los familiares de Juana Bautista, al llegar aquí conoce un posible apoyo de Barquisimeto a Carora, por lo que Monteverde inicia la contramarcha. Al enterarse Reyes Vargas en Siquisique, parte a galope junto a su padre, su tío y el coreano León Cordero, alcanzándolo en el camino de retirada “le instaron con vigor" para que regresará, asegurándole que el comandante de la ciudad no se movilizaría por estar enfermo, información con la que contaba por tener espías dentro de las filas patriotas, además le garantizó tener neutralizado a los guardias en Carora por sus seguidores mestizos, quienes abrirían las puertas del cuartel. Gracias a esto logran convencerlo para que se devuelva, cambiando los acontecimientos de la guerra de independencia, protagonizados en un paraje cercano a Río Tocuyo, tal vez Parapara.  
Así un 23 de marzo de 1812 junto a las fuerzas realistas, entraría a Carora el cura Andrés Torrellas montado a caballo con la sotana amarrada en la cintura dejando ver sus pantalones de hombre valeroso, su máuser colgado al hombro, trotaba imponente junto al orgulloso Indio Reyes Vargas, ambos eran invencibles, no había nada que hacer, la derrota de los patriotas fue rápida y sangrienta. Se cuenta que el cura, mientras con una mano perdonaba a los condenados en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con la otra los ajusticiaba. De aquí se dirigieron a Barquisimeto que estaba en ruinas debido al terremoto recién ocurrido, favoreciéndolos para apoderarse de la ciudad, quedando expedita la caída de la Primera República, Francisco de Miranda capitularía ante Monteverde el 25 de julio de ese año.
El Indio Reyes Vargas es nombrado gobernador de la "Villa de Siquisique", reconocidos sus méritos, condecorado por orden del rey Fernando VII, los españoles eran habilidosos en relaciones públicas, sabían de las debilidades del indio ante la lisonja, lo que tuvieron en cuenta para mantener su fidelidad. Durante los más de ocho años que actuó bajo la bandera de la monarquía, se convirtió en un enemigo terrible por su gran destreza en los combates.
A sabiendas de que la actuación del Indio Guerrillero era un fuerte obstáculo, Simón Bolívar estando en Trujillo en 1820 con motivo de un armisticio, comisionaría personalmente a Francisco Fonseca con la misión de atraerlo nuevamente a la causa libertadora valiéndose de sus hermanas, las Santeliz residenciadas en Río Tocuyo, quienes lograrían convencerlo. Esta es la versión oficial para explicar una decisión tan importante tomada por el Indio, algunos historiadores creen que hubo una entrevista, no confirmada, entre el Libertador y Reyes Vargas. Las circunstancias así lo apuntan: Bolívar tenía experiencia en el trato con las clases sociales populares como lo señala el hecho de tener a su lado al Indio Camacaro, su acompañante en la gesta independizadora por América, por esto no es de extrañar que la forma de ganárselo sería ir a su encuentro. Por otro lado la fama que detentaba este Indio por su valor sumado a los altos reconocimientos recibidos de los españoles, no le permitiría aceptar menos que un dialogo personal con el Libertador.
Este pudo realizarse en un punto cercano a Río Tocuyo, territorio bajo el dominio del Indio y su gente, garantizando la seguridad de ambos, también controlado por los indígenas locales cuando otra secreta entrevista se realizaría 78 años después entre dos personajes, Bartola y Cipriano Castro, allí igualmente se llegaría a otro acuerdo, cambiando el devenir político del país del siglo XIX.
Cuando Juan de los Reyes Vargas regresa a las filas patriotas, no era un inexperto y vulgar guerrillero, era un soldado experimentado a quien seguían los habitantes del territorio occidental, extendiéndose su influencia desde Trujillo hasta Coro, admitido con el mismo grado de Coronel, reconocido por el Libertador, estando bajo su mando directo además del privilegio de acceso franco a su despacho, molestando con esto a varios de sus altos oficiales. Satisfecho se trae a los indígenas y al cura Torrellas, quienes participarían en la reconquista de Coro, por lo cual Bolívar lo nombra comandante militar de Carora, permaneciendo poco tiempo pues un suceso comenzaba a gestarse.
A principios de 1822, Reyes Vargas junto al Comandante caroreño Lorenzo Álvarez y al Coronel José Reyes González, apodado “el cojo” por haber perdido un pie en una de las tantas guerras, combaten en desventaja en Baragua con apenas 800 hombres contra el realista Lorenzo Morillo, quien al enterarse del triunfo de los patriotas en Carabobo se retira a Siquisique, donde pide salir del país por el puerto de Maracaibo, sería el último encuentro por la independencia en estos territorios.
En este contexto llegaría al mundo la mestiza Juana Bautista, miembro de los Castro e igualmente descendiente de la rama Nieto García nietos de los Santeliz Pinto, conocería las historias de los bisabuelos españoles Francisco García y de Andrés de Sopena y Santelices, la de su antepasada francesa María Pinto de Cárdenas, sus apasionantes vidas se las narraría a su hija Bartola, leona de dos mundos, al igual que el Indio Reyes Vargas viviría intensamente la política junto al general Federico Carmona, quienes serian silenciados por las mismas razones que al mestizo Reyes Vargas.