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miércoles, 26 de abril de 2017

Capitulo 49 Nace un mundo.

Elena nace el 12 de mayo de 1919, lo hace acompañada por su morocha Adelina, dentro de un ambiente rural donde prevalecían aun las costumbres del siglo XIX en un país de apenas tres millones de habitantes, ocurre en El Toronal, en la habitación de la abuela conocido como “el cuarto largo” por su longitud, que daba al de los santos con sus velas encendidas para que ayudaran en tan difícil trance. Para este suceso viene de la ciudad, Adelina Meléndez madre de la parturienta pues se pensaba que iba a nacer el hijo varón por la barriga tan grande que lucía, viaja en el transporte público que ya existía para entonces entre Barquisimeto y Siquisique. Un mes después ocurre la fatídica muerte del venerable José Gregorio Hernández, de 55 años de edad como consecuencia de un accidente automovilístico en la Caracas de tranvías y escasos automóviles que andaban a 30 Km/h.
Es traída al mundo por su abuela Bartola quien era una comadrona muy diestra o “práctica” de la medicina, gracias a lo cual este riesgo parto gemelar se logra sin mayores consecuencias, llega rodeada por sus 3 hermanas mayores quienes representarían un papel fundamental en su vida. Bartola es quien escoge su nombre por dos razones, una pública debido a Santa Elena y la otra oculta en su significado que en griego es la antorcha que brilla, al ser vidente, presiente su destino.
En estas fechas se registraron los mas altos precios del café y la mayor cantidad despachada a pesar de que ya se estaba exportando petróleo, el país era prácticamente un monoexportador agrícola de este rubro, sin embargo su producción tenía las horas contadas por diferentes causas, entre las que estaría la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, luego se suma la aparición del petróleo y la masiva producción cafetalera del Brasil, inundando los mercados internacionales a mas bajo precio. Debido a las desacertadas políticas agrícolas oficiales ante el valor del bolívar, una moneda muy fuerte, ubicándose su valor para enero de 1934 en 3,06 Bs./US dólar, encareciendo internacionalmente los precios de los productos de exportación, que no pueden competir en igualdad de condiciones, provocando la caída del cultivo de café, que disminuye los ingresos de los productores. Durante la Segunda Guerra Mundial cae gradualmente su producción, aumentando simultáneamente la necesidad vertiginosa de combustible por los países en conflictos, iniciando un auge petrolero que desplazaría al mundo agrícola por el industrializado.
La niñez de Elena transcurre en El Toronal jugando con sus hermanas, las muñecas de trapos confeccionadas por una costurera que laboraba en la hacienda y pequeños utensilios de alfarería elaborados en La Unión. También poseían muñecas de celuloide compradas en Barquisimeto. Los favoritos eran las correrías al aire libre por la hacienda, deslizándose por el cerro de concha de café, del subi y baja artesanal de madera que estaba en el patio frontal, de los juegos del escondite, de cuando se encaramaban en las matas de cambur que se doblaban con su peso, en la de mamón que era tan alto que producía vértigo, del alfeñique que comían en El Trapiche, de las travesuras con su morocha, del sobrenombre de su hermana menor Bolivia, el pájaro amarillo por el pelo amarillo y lo encaramadora en los árboles que era. Recuerda que a mi tía Ana, para molestarla, la llamaban la negra, por ser morena como la abuela Adelina Meléndez, a ella no le gustaba, que era muy curiosa, tanto que una  vez le  pregunto a una visita si también se tiraba gases, este le explica que era un acto que lo realizaba todo el mundo. Cuando se enteraron de la indiscreción de la niña por el comentario del visitante, el abuelo le pidió disculpa al señor y este le contesto: Ud tiene una niña muy avispada, a mi tía Ana le llamaron la atención y castigaron.
Mi mama Elena me hablaba de los remedios caseros como la cataplasma caliente de huevo revueltos con hierbabuena para los vómitos, la colocaban sobre el estomago y ella se comía levantando el vendaje, cuando la descubrían se armaba un revuelo pues se suponía que estaba en ayuno, también recuerda la bosta de vaca hervida en leche, que se colaba para luego ser ingerida para que brotara el sarampión.
Mi mama Elena se acuerda que no les permitían maquillarse hasta no tener 15 años, por lo que se metieron a escondidas en el cuarto de su madre a pintarse la boca con los cosméticos de ella, cuando escucharon sus pasos venir, corrieron a limpiarse la cara con el reverso del vestido para que no las descubriera. Otra cosa prohibida era estar con las hermanas mayores cuando recibían los enamorados, con el fin de que no se enteraran de las cosas de mujer. Pepita se sentaba con ellas en el confidente a vigilarlas, mientras estaba el novio de visita, solo se tocaban las manos cuando ella se descuidaba, sentían curiosidad por lo que sucedía con los enamorados, que no las dejaban ver. Recuerda que sus hermanos varones usaban pantalón corto hasta cumplir los quince años, por lo que despectivamente les decían que era un pantalón corto. Las hembras tenían que usar medias tobilleras.
Viajaban a las haciendas de café en las cercanas montañas de Parupáno, a Barquisimeto donde iban frecuentemente a visitar a los  bisabuelos Teodoro Giménez y Adelina Meléndez en la casa de Santa Rosa. Recuerda cuando vino al matrimonio de la tía Panchita en 1925, dejándola maravillada los  tranvías traccionados a caballo que transitaban por las calles de tierra, también presencian asombradas la caída de granizo que se le disolvían en la mano, nunca experimentado en El Toronal.
Dos años después ocurre la muerte de la bisabuela Adelina, época que ella y la morocha de 8 años de edad están residenciadas definitivamente en Barquisimeto para iniciar estudios en la escuela Leopoldo Torres, situada en la carrera 19 con calle 30 donde trabajaba de directora, la prestigiosa maestra Bolivia Tovar, la cual tenía un defecto en la cadera por lo que caminaba ladeándose, muy amiga de la abuela María Adelina razón de su escogencia, allí cursan primero, segundo y tercer grado, sin saberlo habían comenzado una nueva etapa de sus vidas.
Ellas iban al colegio en autobús que recuerda cuadrados con asientos duros, otras veces se iban a pie, vivían con la tía Angelina, hermana menor que la abuela, en la calle González Pacheco, junto a su hermana Ana Dolores, quien estudiaba externa en el Inmaculada donde Roselia y María de Lourdes estaban interna, pues no cabían todas en casa de  su tía. Sus padres les mandaban desde la hacienda alimentos con el chofer Ramón Navarro, que venía acompañado de un obrero cuando no lo hacia su madre, llegaban con sacos de jojotos, caraotas, racimos de cambures, carne seca, café, etc. Posterior sus padres se mudan aparte a la casa Nº 20 en la misma González Pacheco, cerca de la tía Angelina, hoy calle 35 entre carreras 16 y 17, cerca de la Plaza y la Iglesia de Nuestra Señora de San Juan. La abuela pasaba temporadas allí, cuando se iba a El Toronal quedaban a cargo de Pepita, en quien ella delegaba su autoridad para cuidarlas y disciplinarlas. En 1929 las morochas son cambiadas al colegio Inmaculada, externa al igual que su hermana Ana, la primogénita había culminado sus estudios, acompañaba a su madre en la hacienda.
Las vivencias de estos años  son los de principios de siglo durante la dictadura de Gómez, recorrían la ciudad, viendo surgir el Barquisimeto moderno. Presencia el asfaltado de las calles, como los autobuses y automóviles colman poco a poco las angostas calles. La casa de la calle González Pacheco es frecuentada por los tíos, primos y amigos, entre ellos: Ana Amalia, Etelvina, León, Ramón, etc. En 1930 se inaugura el acueducto, se instala la electricidad, el Mercado Municipal donde hoy esta el Edificio Nacional, el Teatro Municipal pasa a llamarse Teatro Juárez, se construye la sede de la gobernación, la Plaza Lara, se trae el pedestal para la estatua ecuestre del Padre de la Patria ubicado en la plaza Bolívar antigua plaza Miranda, igualmente se inaugura un ala del Hospital “La Caridad” y la cárcel “Las Tres Torres”. Mi mama Elena recuerda la muerte del abuelo Teodoro Giménez de 72 años de edad en 1931, ella tenía 12 años, la vistieron de negro con manga larga, lo cual ella no quería. Su curiosidad la lleva al cementerio cerca de la iglesia de San Juan, que lo estaban  mudando, durante las exhumaciones de los cadáveres, ella con la morocha presencian cuando sacan los cuerpos, algunos de los cuales eran mujeres jóvenes vestidas de blanco.
Una de las actividades favoritas, en la ciudad, era pasar por los estudios fotográficos, al salir de clases pues les quedaba en la vía, en la esquina de la calle 31 con la carrera 19, de moda en Barquisimeto, desarrollando el gusto por la fotografía, no tan formal, diferentes a las realizadas a principios de siglo, adquieren una cámara fotográfica que usaban con frecuencia, gracias al cual se tiene un amplio registro de los acontecimientos cotidianos de sus vidas. Eran buenas fotógrafas al tener la oportunidad de aprender en estos estudios de donde eran clientes asiduas.
Al culminar la primaria en 1932 viajan con su madre a El Toronal donde nacería muerto su onceavo hermano, le decían a su hermana menor, Yolanda que por era su culpa pues por estar saltando había caído sobre el vientre de su madre. En 1933 van a Barquisimeto donde asisten al matrimonio de su hermana mayor María de Lourdes, quien se muda a Caracas con su marido, recuerda que la despedida fue muy triste para ellas y sus padres. Transcurren 2 años con otros abortos de su madre que cada vez esta peor de salud, los embarazo agravaban su hipertensión lo que las obliga a mudarse a Barquisimeto definitivamente dejando atrás el mundo de El Toronal. Las morochas, como todo joven, se mantienen al margen del delicado estado de salud de su madre, continúan su alegre vida social con primos y amigos.  
En noviembre de 1935 después de una larga agonía, el médico de cabecera que venía a realizarle sangrías en los brazos y el drenaje de liquido de las edematizadas piernas mediante pinchazos, no logra mejorarla, finalmente su madre muere y las navidades de ese año, las morochas con su hermana Roselia pasan el duelo en El Toronal con su padre, devastado ante esta pérdida. Ana Dolores se queda en Barquisimeto trabajando en el negocio La Estrella Roja perteneciente al libanés Mansur Yebaile, salía a pasear y visitar a sus amigas en el carro de sus padres llevada por el chofer.

Las morochas regresan a la ciudad en enero de 1936, están por cumplir 17 años, darían inicio a una nueva etapa de sus vidas, sin la presencia de su madre, con su hermana mayor María de Lourdes, quien retorna de Caracas donde estaba residenciada con su esposo, para hacerse cargo de la familia, rol para el que fuera preparada durante su vida.