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domingo, 21 de septiembre de 2014

Capitulo 20 La guerra crucial.

Antonio y Bartola se mudarían a un hato de chivo recibido como dote de su matrimonio, situado en Parapara a la salida de Río Tocuyo, el cual explotarían para la producción de cueros, actividad que dejaba grandes ganancias, el que podía lo vendía hacia los mercados extranjeros a precio de oro, en esta época existían casas comerciales especializadas en la exportación de pieles y plumas para la elaboración de almohadas y artículos como calzados, carteras, sillas, etc.
Por los caminos de arrieros que comunicaba a la región de Falcón con Siquisique y Carora se transportaban la sal y el papelón de Falcón para Lara, Trujillo, Mérida y el resto del país. De regreso hacia Coro se traía los chinchorros de dispopo, las hamacas de traperas, la carne de chivo, pero principalmente los cueros, que valían más que la carne en ese tiempo. Además de la cría del chivo también elaboraban cocuy, un aguardiente extraído de una planta con el mismo nombre que se da abundantemente en forma silvestre en esta zona y el cual se comercializaba por estos caminos. En el Municipio Urdaneta a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, esta bebida alcanzó cierta importancia comercial llegando a ser exportado a Curazao y el resto de las Antillas Neerlandesas.
Existían dos rutas de arrieros para el ir y venir, uno era más corto para llegar a Barquisimeto pero debido a lo árido y a la poca agua que había por esta vía durante casi todo el año para abrevar las bestias, era menos transitado, prácticamente desconocido, en cambio el otro camino de recuas más largo pero seguro en suministros, posadas y agua, era el más popular.
Otro negocio muy rentable era la extracción de madera del Valle de Moroturo, el matrimonio Perozo Castro al conocer esta región ampliarían el negocio de los cueros y el cocuy con la exportación de madera y de dividive a Curazao y Aruba, de regreso se traía contrabando de diferentes mercancías y de armas. Moroturo conectaba con Duaca que era un centro de producción de café y cobre con el cual Río Tocuyo y Parapara mantenían un intenso intercambio comercial, además era un lugar apetecible para vacacionar por su agradable clima.
Antonio con sus conexiones gubernamentales se le facilitaron las actividades comerciales con los que obtuvo una buena posición económica permitiéndole mantener una vida acomodada con servidumbre que bañaban y peinaban la larguísima cabellera a su hija Julianita, tratada como princesa, igualmente el lujoso vestuario de pedrería y bordados que usaba Bartola, incluso ayudando en su manutención a sus hijos y nietos. Ella en este periodo se apartaría de la actividad político-militar para dedicarse a su familia y al comercio.
Están en Parapara cuando ocurre el levantamiento contra Guzmán Blanco en 1874, al mando del General León Colina quien había salido de Coro un 17 de Octubre, tomando a Siquisique, con la ayuda de los alzados en armas comandados por el General Fernando Adames, el cual había regresado de Caracas por un indulto concedido por el Presidente, respondiendo al llamado de su amigo y compañero de armas, seguido por los liberales José Gregorio Riera, Faustino Pulgar y el conservador Ignacio Galán.
Con el objeto de extender la revolución por todo el país, Colina estableció contacto con uno de los más importantes personajes del guzmancismo, el General barinés José Ignacio Pulido, meses atrás había desempeñado la Inspectoría General del Ejército, posteriormente distanciado de las políticas del Ilustre Americano. Rápidamente Guzmán Blanco despachó hacia oriente una expedición que tuvo como jefe al General Víctor Rodríguez, reservándose personalmente el mando del ejército de occidente que estaba conformado por aproximadamente unos 18.000 hombres, bajo las órdenes de los Generales Hermenegildo Zavarce, Francisco Linares Alcántara, Joaquín Crespo y Luciano Mendoza.
Esta guerra fue devastadora para los pobladores de esta zona debido a las pérdidas de vidas humanas y económicas, al ser derrotados rápidamente por el numeroso ejército que los atacaría, allí estaba su marido Antonio Perozo, años después estos militares se volverían a encontrar.
Bartola daría a luz su segunda hija durante esta contienda, el 2 de noviembre de 1874, la llamarían Ramona Antonia en homenaje a San Ramón, protector de las parturientas debido a lo peligroso del parto. Este santo se colocaba volteado mientras se desarrollaba el trabajo de parto, prometiéndole enderezarlo si todo salía bien, pero después del nacimiento duraba así varios días pues olvidaban girar al santo por estar celebrando. El desagravio era que le rezaban por nueve días iluminándolo con velas, le colocaban su nombre al niño o niña, por eso abundaban los Ramones y Ramonas. El segundo nombre de esta hija  de Bartola se debió a su padre Antonio.
Finalmente ante lo reducido de sus fuerzas alzadas, León Colina decidió pactar la capitulación el 3 de febrero de 1875, Guzmán Blanco fue condescendiente permitiéndole salir de país rumbo al exilio.
El resto del año fue de relativa tranquilidad, permitiendo festejar el bautizo de Ramona Antonia, realizado en la Iglesia de Río Tocuyo, un 13 de junio de 1875 tenía 8 meses de edad, los padrinos fueron nuevamente Francisco Brizuela y Paula Nieto. Su hermana María Agustina contaba con casi 2 años. Observamos en este registro el uso del pp, otro padre es el encargado de la ceremonia, Juan Nepomuceno estaba enfermo.
Nadie imaginaba que un hecho común del quehacer político, como es un proceso electoral, iniciaría una nueva cadena de sucesos violentos al año siguiente. 





domingo, 14 de septiembre de 2014

Intrigas de los origenes de Barquisimeto.

Como consecuencia de la prolongada ausencia del Gobernador de la Provincia de Venezuela, Felipe de Hutten quien había partido en busca de El Dorado, llevándose a soldados y pobladores dejando prácticamente desguarnecida a la ciudad portuaria de Coro, es nombrado Enrique Remboldt como Gobernador interino con el fin de investigar su desaparición. Para entonces fungía como Alcalde Mayor Juan de Villegas, residenciado en esta ciudad desde su arribo junto a los Welser en 1529. También estaba recién radicado Diego de Losada, un conquistador español de mucho prestigio por sus expediciones en Colombia, quien se había opuesto al arresto de su amigo por parte de las autoridades españolas en Cartagena, por lo que es castigado siendo enviado a Venezuela, región de segunda categoría en comparación con los ricos Virreinatos de Colombia y Perú.
Ante la peligrosa debilidad de falta de hombres debido a los frecuentes ataques de piratas saqueadores de los tesoros encontrados en las Indias Americanas, es que Remboldt decide asignar a sus dos mejores hombres para la tarea de salir a reclutar soldados, serían Juan de Villegas y Diego de Losada, oficiales con brillantes hojas de servicio pero con una diferencia en su proceder; uno era intrigante, ambicioso y halagador en el quehacer político en cambio el otro era parco en su comportamiento militar y fiel a sus principios. Durante esta misión se presentaría una fuerte rivalidad entre ellos, para cuando llegan año y medio después en 1544, cumplido su cometido trayendo cien hombres y 120 caballos para abastecer nuevamente la tropa en Coro, sus diferencias se habían transformado en una disputa irreconciliable.
A los pocos meses es destituido Remboldt por haber abandonado también el cargo en busca de El Dorado, en sustitución es enviado, procedente de Santo Domingo, al Relator de la Real Audiencia Juan de Carvajal, conocido por ser un oficial poco manejable razón por la que estaba confinado en un cargo burocrático, militar en la línea de mando capaz de solucionar el grave problema suscitado en Coro, por lo que es comisionado a pesar de su inestabilidad política, cuidándose las autoridades españolas le asignan el cargo de menor jerarquía de Teniente de Gobernador y no como Gobernador interino. Las autoridades no se equivocaban con el carácter de Carvajal, quien los engaña aceptando el cargo pero en el camino falsifica los documentos y se presenta en Venezuela como Gobernador, originando los sangrientos hechos de la fundación de El Tocuyo en 1545.
Cuando en Coro llega la noticia del arribo de este famoso personaje, el intrigante Villegas se adelanta en recibirlo en Paraguaná, aprovechando la ocasión de enemistarlo contra Losada, quien al enterarse de la intriga, se molesta y resuelve irse a Santo Domingo donde permanece hasta que regresa en 1546 acompañado del nuevo Gobernador y Capitán General Tolosa encargado de apresar, juzgar y ahorcar a Carvajal por los delitos de usurpación del cargo de Gobernador, asesinatos de Felipe de Hutten, de Bartolomé Welser y realizar la fundación de la nueva ciudad en franca violación de las leyes.
El nuevo Gobernador se residencia en El Tocuyo, a Diego de Losada le es confiando la misión de explorar las tierras situadas al sur de la recien fundada ciudad, mientras envía a Villegas, con el cargo de Teniente de Gobernador, a encargarse de Coro por su experiencia. Resulta que Tolosa muere al poco tiempo siendo nombrado como sucesor al astuto Juan de Villegas, quien durante su desempeño se había ocupado en darse a conocer ante las altas esferas del poder español. Por lo que en 1549 es Villegas el nuevo Gobernador con ordenes imperativas de la Corona de pacificar la Provincia de Venezuela, así que decide resolver las diferencias con Diego de Losada aunque fueran de forma aparente con el fin de no desagradar a las autoridades Españolas y le asigna importantes misiones, aprovechándose de la gran experticia militar en la lucha contra los indígenas, conocimiento de la geografía y ascendencia sobre sus hombres.
Así están las cosas cuando un lluvioso día en El Tocuyo, la fértil capital que finalmente había sustituido a Coro, un indio de nombre Damián del Barrio llega corriendo empapado y jadeante con la novedad del hallazgo de unas pepas de oro en un río cercano llamado Buría, se lo informa al Gobernador Juan de Villegas quien ordena la salida inmediata de un contingente conformado por españoles, indios y esclavos. Le ordena a Losada, el militar de más alto rango, que lo acompañe pues le generaba temor dejarlo al frente de la ciudad, como correspondía; estaba muy fresco el recuerdo de la usurpación del poder por parte de Carvajal, además este hombre tenía un amplio conocimiento de dicha región por haberla explorado en los tiempos de Tolosa.
En esta expedición se llega por primera vez a las tierras donde algún día estaría Barquisimeto, todo comenzaría como consecuencia del hallazgo del dorado metal, surgiendo las necesidades de alberge a los mineros, estimulando la fundación de Nueva Segovia de Buría en 1552.
En esta fundación existen dos incisos: desde el punto de vista práctico el encargado de organizar la nueva ciudad por su experticia debe haber sido Losada, lo que se evidencia con el nombramiento otorgado de ocupar el cargo de primer alcalde ordinario de la ciudad y ser beneficiado con 9 encomiendas de indios como recompensa a su labor. Pero, debido a que el habilitado por las férreas leyes españolas de protocolizar la fundación era el Gobernador, la asume Villegas con el fin de evitar el ejemplarizante castigo dado a Carvajal pero este conquistador andaba en búsqueda de oro y no debe haber estado interesado en organizar una ciudad, muere el año siguiente en 1553. Muy diferente es el caso de Lozada, evidenciado por el hecho de ser designado por su fama para fundar posteriormente a Caracas en 1567, empresa en la que otros conquistadores habían fracasado y que logra exitosamente, a pesar de esto nunca llego a ser Gobernador de la Provincia de Venezuela debido a las intrigas que lo rodearon.
Losada viviría por 17 años más en El Tocuyo, decepcionado ante el desprecio de las autoridades muere, suceso también rodeado de misterio pues según una placa que esta en la Iglesia de Cubiro, allí reposan sus restos pero acontece que este pueblo no existía para la época de su fallecimiento, o si?
Ante estos acontecimientos nos debemos preguntar: qué papel jugo realmente Diego de Losada en las fundaciones que dieron origen a los pueblos del estado Lara?, conociendo que era un militar institucionalista, como diríamos hoy día, un gran estratega, evidentemente obediente guardando disciplinariamente silencio, muy común en esta época de secretismos e intrigas, borrando su protagonismo, no es de extrañar que el fundador y organizador de la ciudad haya sido él, incluso debe haber escogido el lugar, por lo que creo que es hora de reconocer a Diego de Losada junto a Juan de Villegas como fundadores de Barquisimeto, uno de hecho y el otro producto del formalismo de las leyes españolas.


jueves, 11 de septiembre de 2014

Capitulo 6 Ah, diablo!

El hermoso paisaje de Río Tocuyo despertaba con el trinar de los pájaros, el inconfundible rebuznar del asno y el cantar del gallo, anunciando la salida del astro rey, el sol, asomándose apretadamente entre las colinas desdibujadas en el brumoso horizonte del pueblo, irradiando con sus primeros rayos al entorno que permitía ver, ya a esa temprana hora, brotando de los techos rojos, miríadas de columnas de humo alargándose hacia el cielo como queriendo acariciarlo, esparciéndose el olor a leña quemada de los fogones impregnando el ambiente de aquel aroma característico. En la lejanía se escuchaba un rítmico retumbar proveniente de los mazos de madera al estrellarse en los pilones, al machacar el maíz para elaborar las arepas, mientras tostaban el café del desayuno que esparcía un aromático olor, mezclándose con los anteriores, otorgándole un sello inconfundible a estas faenas de cocina realizadas por las mujeres cotidianamente en todos los hogares de aquellos pueblos, de aquellos tiempos, de aquella época, de sortilegios, supersticiones y leyendas. 
Poco a poco comenzaban a sumarse los sonidos de cascos de caballos y el llamado de los pregoneros recorriendo las calles ofreciendo los productos que traían los vendedores ambulantes en sus carretas llenas de mercancías: velas, escobas, plumeros! Cruzándose en este remolino venía el aguatero, trasladando el agua del río en toneles de madera, cargados en arreos de burros, repartiéndola de casa en casa por la mañana y en la tarde, para el consumo diario, luego de ser filtrada en la piedra del tinajero. Además de este ir y venir, en las esquinas de la plaza se reunían los vecinos a enterarse del último acontecimiento, el ambiente poco a poco se trasformaba en una algarabía del quehacer humano propios de la actividad comercial y social. 
Las casas eran fabricadas con la técnica del tapial encofrado, una armazón de madera donde se vaciaban mezclas de diferentes fórmulas, las más populares eran la de tierra o barro apisonado conocida como bahareque que permitía una rápida construcción pero poco resistente. Las realizadas de calicanto, cemento antiguo, un conocimiento masón transmitido secretamente en épocas pasadas entre maestros constructores, eran más solidas debido a que la tierra se humedecía con cal diluida a la que se añadían distintas proporciones de otros materiales del entorno como arena y arcilla, el secado duraba meses lo cual entorpecía su uso masivo, al terminar se le colocaba un friso o enlucido, mezcla casi pura de cal y arena para proteger la pared de la lluvia y el viento además de darle un mejor acabado, permitiendo la existencia de estas estructuras hasta hoy día. Un ejemplo de este tipo de construcción lo podemos apreciar en la iglesia San Juan Bautista de Carora situada en la plaza, realizada con la técnica del tapial y mampostería, con un frente geométrico logrado por sectores de formas cubicas y triangulares dispuestos simétricamente, formas con un significado gnóstico que demuestran su construcción por maestros masones, todo recubierto de pizarra, sin ningún ornamento, una torre lateral rematada en forma piramidal puntiaguda característico de los edificios herrerianos de final del siglo XVI y principios del XVII, que permite inferir su fecha de construcción, al igual que la llegada de los expertos maestros venidos de otras tierras. Su interior estaba sostenido por columnas de madera con una base de piedra tallada por canteros.
Tanto las viviendas como la Iglesia estaban ubicadas en las cercanías de la plaza, ademas de los poderes públicos, los comercios y calles principales. A las afueras de la ciudad se podían localizar pulperías de campo donde se jugaba a las cartas, bebían café o aguardiente mientras hablaban de negocios y de política, se adquirían enseres, artículos artesanales y europeos traídos de contrabando por barcos llegados a las costas de Falcón.
Las calles principales eran empedradas con enlozados con aceras, sin embargo la gran mayoría eran de tierra, al llover se dificultaba el transitar, sobre todo a las damas con sus largos vestidos, algunas alumbradas con un farol de vidrio donde se colocaba una vela de grasa que el farolero, hombre encargado para tal fin, encendía al caer la noche, enviando sombras fantasmagóricas a su alrededor, despertando la imaginación junto a los temores de los transeúntes, época de fantasmas y duendes, de pasiones nocturnas cuando el diablo andaba suelto, tentando la moral y buenas costumbres de los fieles católicos, originando mitos y leyendas, la más famosas es la del diablo de Carora.
De este mito se conocen dos versiones ocurridas a mediados del siglo XVIII, la de Doña Inés de Hinojosa  y su amante Jorge Voto, quien disfrazado de monje asesina una madrugada al marido de ella, Don Pedro de Ávila, protegidos en la oscuridad de la noche por el cura, quien les facilita la huida a Santa Fe. La otra historia es la de los hermanos Buenaventura, Enrique y Gabriel Hernández Pavón acusados de ser contrabandistas, perseguidos acuden a asilarse en el convento de San Francisco, asaltado por la muchedumbre enloquecida, quienes a pesar de las protestas del prior, fueron sacados a la fuerza, llevados a la plaza para ser fusilados con arcabuces junto a una de sus hermanas que los acompañaba, ese día mueren 9 personas en total. Al regresar la cordura, los participantes del sangriento suceso se dan cuenta de lo grave de su proceder, no solo de haber violentado una iglesia sino el haber matado a una mujer inocente, estremeciendo la bucólica paz del  pueblo, para cubrir sus pecados culpaban al diablo de su proceder diciendo que andaba suelto. Ah, diablo!
Esta era una sociedad muy pudiente como lo demuestra el hecho de que en 1883 debido a la bendición de la imagen de la Virgen del Rosario es realizada una misa, costeada por las esposas de los hermanos Agustín y Antonio María Zubillaga, quienes le escriben al párroco para quejarse de lo escandaloso que había resultado, pues abarcaba el pago de la música y las coristas, lo que no estaba estipulado en el contrato original. En 1884, los vecinos de la ciudad dan una contribución para la construcción de la acera de la iglesia de Carora a petición del  cura párroco Dr. Maximiano Hurtado.
Estas familias organizaban en sus casas tertulias vespertinas iluminadas por candelabros con velas, asistiendo sus amistades y parentelas a oír música interpretada en el piano o la flauta que eran muy populares, a leer poemas algunos escritos en latín o francés, jugar al escondite, a las cartas o escuchar las narraciones de los abuelos llegados de Europa que formaban parte de la tradición oral. En las celebraciones festivas, por motivos que abundaban, se escuchaba vals, mazurca y polkas ejecutadas en el órgano traído desde Europa, por el camino de recuas a estos poblados, venía con un método de enseñanza llamado “Método Mealso” que acompañado de otros instrumentos musicales hacían muy agradable estas reuniones, ocasión en la que se vestían con sus mejores trajes y se  danzaba al estilo europeo. Estas eran aprovechadas por los jóvenes solteros para intercambiar palabras y realizar citas para verse a escondidas a orillas del río.
El hombre se comportaba como todo un caballero tratando a la mujer con galantería al estilo de la sociedad francesa, admirándola idolátricamente, conducta acostumbrada todavía a principios del siglo XX. El romanticismo, la actitud de apasionada sumisión hacia la mujer con un proceder lleno de finezas, con un vocabulario impregnado de conocimientos de filosofía, poemas y una gran educación marcaban la atmósfera de esta culta sociedad. 
Bartola participada en las reuniones integrada como un miembro más de la familia, escucharía las historias que luego asumiría como si le pertenecieran, tomando para si este origen al afirmar, varios años después, que había llegado de Europa de 10 años de edad junto a sus padres, que era española peninsular, buscando un lugar de primerísima categoría en la sociedad al no quedar duda de su pureza de sangre, borrando así su origen manchado, el de su hijo Pancho y sus descendientes. Una mentira para salvar una vida.


    
Iglesia San Juan Bautista de Carora realizada con calicanto.

Puerta con marcada influencia masónica. 
Típica casa de bahareque.
 Registro Parroquial del enterramiento de los hermanos Pavon o Pabon.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Capitulo 8 Los descendientes.

María Pinto de Cárdenas, mujer apasionada, desde que conociera a Río Tocuyo sentiría que esas tierras eran su querencia, siendo atrapada por un mágico hilo a su paisaje de verdes lomas y suaves brisas, pasión que trasmitió a su descendencia, originando el protagonismo de su poblamiento.
De los 7 hijos del primer matrimonio, la menor, Luisa María al quedar viuda con una hija llamada Isabel María Vergel, contraería matrimonio por segunda vez con el español Francisco García naciendo la única hija de ambos, María Gregoria García Santeliz, en Río Tocuyo en 1720, poseían propiedades aquí ya para los inicios del siglo XVIII pasando temporadas lo suficientemente largas como para dar a luz en este lugar, demostrando su residencia.
El cuarto hijo, Juan Carlos Santeliz Pinto, siendo un viudo con 2 hijos, se casaría nuevamente con una tocuyana de nombre María Nicolasa Márquez de Estrada, los cuales tienen a su 6ta hija aquí en 1754, estableciendo este apellido en Río Tocuyo.
El segundo, Domingo Manuel Santeliz de 70 años, se casaría con una joven mujer de 20 años de nombre María Asunción Pérez de la Iedra, tienen una hija única de nombre Paula Margarita Santeliz Pérez nacida en Río Tocuyo en 1772, contraería matrimonio con Antonio Durama Zavarce, nacido en Santa Cruz de Tenerife, residenciados en este poblado con su familia.
La joven María Gregoria, nieta de María Pinto, conocería al educado y culto Miguel Nieto, nacido en Rio Tocuyo en 1710, perteneciente por lo tanto a las primeras familias en asentarse aquí, sus padres procedían del Nuevo Reino de Granada, con quien la Provincia de Venezuela mantenía una relación muy cercana por ser Santa Fe, la sede de la Real Audiencia, estableciendo un intercambio comercial por la frontera, hoy estado Táchira, cuya dispersión de habitantes por la región merideña se daba gracias a las parroquias eclesiásticas que facilitaban este ir y venir que incluía al Cantón Carora.
Esto dos personajes se unirían en matrimonio, viviendo permanentemente en este poblado donde fueron enterrados, de ellos surgiría la dinastía Nieto quienes junto a sus primos Santeliz originarían la naciente sociedad de Río Tocuyo.
Los descendientes de María Pinto de Cárdenas  y sus cónyuges, algunos españoles recién llegados al país, a lo largo del siglo XVIII, estarían entre los primeros en comenzar una migración de Carora a Río Tocuyo, estableciendo sus hatos de chivos y fundos agrícolas muy rentables en esta época, cruzándose entre sí, conformando una estirpe con apellidos diferentes, un tecnicismo legal pues procedían de un tronco común, de una misma sangre.
Por ejemplo uno de los hijos menores de su segundo matrimonio, se casaría con una nieta de ella, una Santeliz y Marques de Estrada, originando los Crespo Santeliz, ya existían los Santeliz Crespo. Para enredar más este panorama, del matrimonio de su hermana Cecilia, nacería Antonio Marcelino Brizuela Crespo quien se uniría a su prima María Jacinta Santeliz y Márquez de Estrada, nieta de su tía, originando a los Brizuela Santeliz, descendientes de ambas hermanas.
La nieta nacida en Río Tocuyo, María Gregoria tendría tres hijos: el mayor José Joaquín nacido y fallecido en Carora, se casaría con María del Rosario Gómez Dorante, hermana del esposo de su hermana menor, quedando viudo al poco tiempo y volviéndose a casar con su prima María Nicolasa Santeliz y Marques de Estrada residenciada en Río Tocuyo, donde es enterrada, procreando 8 hijos, los Nieto Santeliz, todos nacidos aquí a mediados del siglo XVIII, donde también fallecen, indicando su asentamiento estable para la época.
Uno de estos hijos sería José Bernardo Nieto Santeliz, casado con su prima Ángela María Brizuela Santeliz, padres de Juana Paula Nieto Brizuela, nacida en Río Tocuyo en 1799. Esta mujer de carácter noble, conciliadora y a la vez fuerte, aglutinaría a su alrededor a sus familiares, iluminándolos como un faro con su calor humano, se casaría con Juan José Santeliz León, primos en primer grado, ambos descendientes de dos hermanos Santeliz y Márquez de Estrada, por lo tanto sobrinos nietos de María Pinto, un linaje producto de una intensa endogamia de casi un siglo.
La segunda hija de María Gregoria, sería María Bartola Nieto, nacida en Río Tocuyo al igual que su madre, estaba residenciada en Carora por ser casada con Juan Alejo Gómez, ambos mueren allí, tendría tres hijos, pero con una particularidad, derivada de la sangre irreverente y apasionada heredada de su bisabuela María Pinto de Cárdenas, nacida 80 años atrás. Sucede que el segundo de los hijos, José Nieto, no lleva el apellido paterno por ser concebido de una relación extra matrimonial durante una ausencia, tal vez por alguna guerra, al regresar nuevamente al hogar, la perdonaría pues luego procrean un tercer hijo de nombre José Francisco Gómez Nieto, quien se casa en 1795 con una caroreña de nombre Isabel María Santeliz Echeverría, su prima en tercer grado, nieta de Isabel María Vergel hija del primer matrimonio de Luisa María Santeliz Pinto, ambos bisnietos de María Pinto de Cárdenas. Esta pareja se domiciliaría permanente en Río Tocuyo entre finales de los siglos XVIII y  principios del XIX donde nacerían y fallecerían sus tres hijos. Este hombre pudo ser el padre de la mestiza Juana Bautista quien toma el nombre de la madre de él para colocárselo a su nieta, María Bartola Castro, cuya madre de crianza fue Juana Paula Nieto Brizuela demostrado por el hecho de ser madrina de varios de sus hijos, costumbre de esa epoca que permitía que a través del lazo religioso reconocer lazos consanguíneos.
Entre otros elementos coincidentes estarían el nombre de Juana muy tradicional en los Nieto-García, como Juana Luisa, Juana Paula y Juana del Carmen, además de los masculinos de Juan que abundaban en esta dinastía. Otra razón que habla a favor del cruce de esta familia con los indígenas sería la posesión de las tierras la cual estaba protegida por los resguardos indígenas, constituyéndose el mestizaje una manera pacífica de tener participación en este derecho ancestral. En apoyo a esto tenemos matrimonios conocidos ocurridos entre los Nieto con miembros de los Castro, un grupo indígena local, otro hecho a favor de estas uniones es el caso de José Joaquín Nieto García, quien al quedar viudo por segunda vez, mantendría una unión libre con una india caroreña de nombre Juana Rodríguez, procreando un hijo llamado Francisco Rodríguez, el cual se casaría y tendría un hijo de nombre José Natividad Rodríguez Chávez. Por su lado José Nieto, el hijo sin apellido paterno de María Bartola Nieto, nunca se casaría, sin embargo mantendría una relación estable con Josefa Meléndez García naciendo una hija de nombre María Chiquinquirá Meléndez, quien a su vez se casaría con su pariente mestizo José Natividad Rodríguez Chávez, nieto de su tío José Joaquín, ambos públicamente reconocidos como miembros de la familia a tal punto que les otorgaron dispensa matrimonial para poder casarse por su parentesco. Esto permite apreciar el complicado mundo del mestizaje.
En Río Tocuyo se aceptaba a los indígenas manteniendo relaciones cordiales con ellos tanto económicas como políticas y matrimoniales. Una hermana de Federico Carmona Oliveros se casaría con un descendiente indígena, Gumersindo Figueroa y luego su hija se casaría con Gregorio Nieto. También el hijo menor de Juana Paula de nombre Valerio Santeliz Nieto nacido alrededor de 1820, se casaría en 1851 con Sinforiana Morillo Castro hija de Petrona Paula Castro del grupo de los Castros, al que pertenecía Juana Bautista, menor que Juana Paula, su prima, pues sus abuelos eran hermanos, compartiendo además del nombre de Juana, la misma sangre. Otro caso sería el de Francisca Brizuela Santeliz hermana de Ángela María, madre de Juana Paula, quien al quedar viuda con dos hijos tiene un tercer hijo sin casarse llamado Francisco Brizuela, quien jugaría un papel clave en la vida de Bartola Castro junto a su primo Leonardo Nieto.
Vemos así el mestizaje como un fenómeno aceptado, las relaciones extra conyugales en ambos sexos y las uniones libres eran cubiertas por artimañas sociales, tal como la de los protagonistas de esta historia de intrigas, traiciones y hechos políticos ocurridos en estas tierras. Así se van estableciendo paulatinamente en este nuevo asentamiento, al principio con estadías transitorias hasta llegar a ser definitiva. Ya para finales del siglo XVIII y principios del XIX existe un círculo de familias dominantes donde los más descollantes son los Santeliz, los Brizuela y los Nieto vinculados con los Crespos, los Meléndez, los Gómez y los Salazar, en donde se cruzaban primos de diferentes grados de consanguinidad, tíos con sobrinos, viudos y viudas vueltos a casar con sus cuñados, formando una gigantesca maraña de parientes que partían de María Pinto de Cárdenas.