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jueves, 7 de abril de 2022

Duelo entre Sanadoras Capítulo XII Karla, la sanadora.

 

Descifrar a Karla implicaba no solo conocer sobre temas de espiritualidad o magia, era ir a sus orígenes, a su entorno familiar y las circunstancias experimentada en su vida personal. Al plantearle el tema, el cual era muy íntimo, me sorprendió la naturalidad con que lo abordo, parecía estar esperándolo.  

Ella había nacido en un hogar de clase media, a simple vista común y corriente, pero hasta allí llegaba lo usual, en la historia que narraba, poco a poco comenzaba a surgir lo inusitado, comenzando por el hecho de que su padre practicaba los conocimientos iniciáticos de orden espiritual conocido como Rosacruz y sería bautizada, siendo apenas una bebe de unos cuantos meses, dentro de esta corriente mística, recibiendo el nombre de una sacerdotisa de esas enseñanzas, una tradición en ellos. Aquí debo aclarar que Karla es un nombre ficticio y no corresponde al de la sacerdotisa.

Creciendo en este hogar con una mente abierta a los fenómenos paranormales, habiendo notado sus padres la manifestación de dones por la sanación a través de la imposición de manos que continuamente aplicaba a su abuela cuando sentía los fuertes dolores de cabeza de la migraña que padecía crónicamente, calmándola al poco tiempo de iniciar las maniobras que era casi imposible de lograr aun con medicamentos. Karla, entonces una niña de siete años, lograba aliviar aquel dolor de su abuela, intenso y con efectos secundarios como nauseas, vómito y fotofobia, esto es intolerancia para ver la luz. Otro era la premonición que sería evidente cuando salían en carro con sus padres y ella siempre iba describiendo anticipadamente el camino, al advertir que esto era de forma repetitiva y no era un hecho casual, lo cual no dejaba duda que la niña poseía dones, por lo que sería estimulada para el estudio de estos conocimientos. Coincidencialmente estas facultades comienzan a manifestarse a raíz de un suceso donde sufre un traumatismo craneoencefálico jugando con otra niña a girar agarradas de las manos, soltándose accidentalmente y golpeando la parte posterior de la cabeza contra la pared quedando momentáneamente inconsciente.  

En una mudanza a otra ciudad realizada por razones de trabajo de su padre, teniendo Karla ocho años de edad, relataría con detalle asombroso el paisaje de la carretera, las montañas, los árboles, los avisos en las vallas, incluyendo las curvas, y así como la casa donde vivirían, el jardín y el patio. Años después, de regreso a su ciudad natal teniendo once años, su padre le regalaría una colección de libros sobre cómo desarrollar los dones sagrados. Con ellos aprendería de forma autodidacta, entre otras cosas, a realizar viajes astrales, con experiencias emocionantes, pero también con seres malignos pasando un gran susto, pudiendo regresar por conocer la fórmula para hacerlo, por este hecho dejó a un lado esos libros temporalmente.  Luego entro en contacto con dos grupos de enseñanzas espirituales, uno que daban conferencias acerca de pasajes bíblicos, descubriendo posteriormente que eran charlatanes, retirándose de ellos. El otro grupo con el que se relacionó sería uno de origen Hindú, cuyo líder en ese entonces era llamado “Gurú Maharayí”, en la actualidad es un prestigioso Venerable Maestro y Embajador de la Paz,  sin embargo, dejo de asistir a sus enseñanzas por la lejanía en que se encontraba la casa de reunión y la dificultad de trasladarse pues aún era una niña. Debido a esto decide luego iniciarse por cuenta propia en el camino del misticismo a través del estudio de la Biblia logrando una conexión profunda con Dios.

Más tarde, siendo una mujer, sufriría nuevamente pérdida de la conciencia con aparentes convulsiones, al consultar con el médico detectarían que tenía una fisura en la región occipital del cráneo. Karla me aclaró que lo acontecido en ese episodio no correspondían a esta patología como tal, sino que hubo una desconexión entre su cuerpo y su espíritu; ella observaba desde lo alto del techo lo que estaba sucediendo a su alrededor mientras permanecía en ese estado, flotando con aquella sensación de haberse liberado del peso de su cuerpo y convertirse en un ser etéreo lleno de luz por lo que su espíritu quería seguir fuera de la materia mortal.  Mientras esto le ocurría a ella su padre se da cuenta de que sus signos vitales se estaban desvaneciendo y hace lo posible por regresarla; es entonces cuando su espíritu bajo al cuerpo, pero de inmediato volvió a salir, en ese proceso su padre lo percibió como una convulsión, luego en el siguiente intento es cuando finalmente recobra la conciencia y despierta. ¿Acaso este evento exacerbó sus poderes?. Poco a poco como cuando amanece y sale el sol, comienzan a manifestarse otras cosas extraordinarias en ella.

La entrada a la adolescencia fue un tanto difícil para Karla, problemas existenciales que la llevarían por un sendero del ir y venir en cuanto a sus creencias hacia Dios y la vida que ella estaba experimentando, estando consciente de los diferentes caminos que se presentaban y viviendo muchos tropiezos por no tener una adecuada orientación en esa etapa de la vida ya que era prácticamente autodidacta. En esos senderos del bien y del mal, inicia su vida mundana, una etapa llena de experiencias buenas, otras duras, con altos y bajos, polémica, rebelde, bohemia, hippie, pero la etapa romántica y la experiencia pasional la marcarían para siempre.

Karla tuvo un cambio de rumbo tajante con la llegada del amor, prescindió temporalmente de su espiritualidad dando prioridad a esta relación, se empeñó en lograr nuevos propósitos, una vida diferente a la experimentada hasta ese momento, llevar una existencia normal como cualquier otra joven común y corriente, sin aquella carga de fenómenos paranormales que provocaban resquemor dentro del entorno juvenil que frecuentaba en ese entonces, quería ser aceptada y para eso debía poner punto final a aquella etapa de estudios iniciáticos difíciles de entender por el común de la gente. Pero algo sucedió, al apartarse de sus dones perdería la facultad de premonición o presentimientos que siempre le advertían sobre algún peligro. Se enamora por primera vez, lo hace de una forma total, desprendida e inmediatamente hace planes para una vida en pareja pero, resulto que él no compartía estos proyectos, le explicaría que no estaba preparado para asumir una familia pues estaba dedicado a su profesión y darse a conocer en el medio en el cual se aspiraba desarrollar su creatividad de artista, ser famoso, conocido, que no tenía en ese momento como afrontar  una responsabilidad como aquella y además no le correspondía con la misma intensidad, su amor era diferente, físico y no sentimental. Karla queda devastada ante esa confesión, era muy joven y estaba embarazada por primera vez, decide asumirlo sola y no le notificaría a él, queriendo lo mejor para su hijo, evitar que la experiencia negativa recayera en su espíritu, una especie de karma, se dedicaría a través del estudio de la Psicocibernetica a visualizar la imagen de ese niño, programar su inteligencia y dar vida a un bebé sano y feliz, con una sorprendente genialidad, resultando que desde los seis meses de edad demostraba ser muy despierto y con dones autodidactas.

A Karla le tocó vivir con sus padres en esta etapa, dar atención a su pequeño hijo, salir a trabajar, y estudiar una carrera universitaria.

Con el correr del tiempo, siendo madura y con otras perspectivas del amor conocería una nueva pareja con la que se casaría. Al decidir independizarse junto a su hijo, experimentaría un drástico y repentino giro en su vida, se muda al campo, a una casa de paredes pintadas de blanco con puertas y ventanas de azul, situada debajo de una verde colina, allí nuevamente comienza a experimentar la clarividencia y episodios de precognición de forma diferente a los de la niñez por estar más consciente, fenómenos facilitados toda vez que estaba en contacto continuo con la naturaleza, tanto de flora como de fauna, un ambiente que le proporcionaba paz y además una sensación de realización en lo personal por su matrimonio. 

Al cabo de unos años tiene su segundo embarazo, el cual perdió en una caída aparatosa al descender por una ladera de la colina, entristeciéndola enormemente; entonces comenzó a escuchar las risas y el correteo de un niño feliz a su alrededor, era de un pequeño, que se abrazaba a sus piernas, y así sucedía noche tras noche, Karla reconociendo que ese angelito era su hijo no nacido, una noche al sentir su llegada, cuando estaba sobre su regazo, decide agarrarlo, logrando tocar sus piececitos; esto la lleno de gran emoción y le dijo que lo amaba. Esa fue la última vez que se presentó, allí se cerró ese ciclo de sensaciones y sentimientos encontrados, dando paso al deseo de un tercer embarazo, pero la concepción se dificultaría por una infertilidad secundaria. Por esas cosa de la vida que llamamos destino, casualidad, pero que en Karla es una manifestación de sus sentidos extrasensoriales; un día conoció a una señora que misteriosamente le abrió su casa y su corazón, de inmediato le pregunto si deseaba concebir otro hijo, y le contó cómo ella había logrado tener a los suyos mediante un brebaje chamánico cuya fórmula era secreta, sin embargo inexplicablemente se lo suministró de manera generosa, ¿Acaso la identificó como una persona con dones?.  Por otra parte, una amiga de Karla le contaría que había concurrido a una imposición de manos para quedar embarazada, y la invita para asistir a una sesión. A un mes de esta sanación y de la ingesta del brebaje, ella estaba finalmente embarazada. Esta fórmula secreta chamánica de la fertilidad es utilizada por ella en su práctica de sanadora.  

Dándose cuenta su esposo de los dones de Karla, la incentiva a acudir a charlas de metafísica, información que casualmente le había llegado a él, retomando de nuevo el camino espiritual. Vendrían otros penosos acontecimientos como la enfermedad de un ser querido con un cáncer en fase terminal, del cual estaba alejada mas no había perdido contacto, a quien va a visitar estando hospitalizado, efectuándole una sanación con imposición de manos empíricamente con resultados asombrosos en el alivio del intenso dolor, sin embargo no incidió en el desenlace fatal pues estaba escrito en la línea de vida de su amigo. En ese entonces aún no había realizado estudios formales como sanadora.

Esta situación vivida sería clave en el sendero a elegir, al cual se dedicaría de lleno a partir de allí, una serie de acontecimientos encadenados fueron calzando en su vida paulatinamente. ¿Fortuito o destino? A Karla le comentaron que otra sanadora había estado en el hospital un tiempo atrás, dicha mujer había logrado una mejoría, no solo en su amigo sino también en otros pacientes, pero no había regresado más.  Sintiendo gran interés por entrar en contacto con ella realizaría una intensa búsqueda en la ciudad hasta dar con la dirección donde se encontraba, resultando ser un hospital de sanación donde acudían las personas en busca de mejorar su salud. Al entrevistarse con el maestro, el cual eventualmente formaba grupos para dictar enseñanzas a nuevos sanadores, sería iniciada en sus primeros estudios formales sobre Sanación Cuántica, esto sucedió posterior a un fenómeno paranormal experimentado por ella. 

Consecutivo a la separación de su segunda pareja, relación que se había transformado en incompatible debido a la toma de conciencia por parte de ella de lo injusta que había sido pues el amor que sentían el uno por el otro no era equilibrado, no se correspondían mutuamente con la misma intensidad, o mejor dicho ella no lo amaba, lo quería, le agradecía haberle dado alas para volar del hogar de sus padres, enfrentar esa realidad fue duro pues sus principios místicos y la necesidad de evolucionar le exigían ser honesta consigo misma y con su pareja, una buena persona que merecía más,  por lo que un día finalmente le diría: “¡Vete! Te doy mi Paz y yo me quedo en Paz”, y se hizo el silencio. Allí hubo una transformación interna para ella, un cambio de sentimientos, después de lo cual se le abrirían los caminos para ir a la India, donde tendría maravillosas experiencias para su crecimiento espiritual, que paulatinamente me iría revelando a medida que transcurría el duelo entre nosotras.


Karla, la sanadora. Fotografía de IGMO

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