Llegado un momento en la vida en que comencé a meditar sobre la maldad, a dudar sobre su existencia y, si se puede ser malo o no, o solo es un cliché impuesto para el control social. Así que decidí adentrarme en este tema, comenzando por intentar hacer una categorización para definirla en algunos objetos y/o seres vivos.
Vemos como una comida, un animal o una persona pueden ser malos. En los dos primeros casos es relativamente fácil identificar esta cualidad, pero en los seres humanos se complica por la entrada en juego de la estupidez, pudiéndose confundir con ella pero existe un detalle que permite diferenciarlas. El auténticamente malo busca obtener algo a cambio de su diabólico proceder, en cambio el estúpido no persigue ningún objetivo, su obrar puede llegar a beneficiar a otros pero jamás a sí mismo.
Desde el punto de vista
social, existen ciertas acciones, tales como el deber de saludar, de hablar en
voz baja, no interrumpir cuando otro habla, abstenerse de opinar sobre temas escabrosos, mucho menos detectar las miserias de las personas y si por accidente
lo haces, no cometer el imperdonable error de señalarlos, debes hacer lo imposible
por pasar desapercibido para no correr el riesgo de ser tipificado como una mala
persona.
Es asombroso como un público, más o menos numeroso acentúa esta pretendida censura en la población que abarca los años dorados, una forma poética para evitar usar el peyorativo termino de viejo, a quienes se les solicita guardar un amable y discreto silencio, estableciéndolo como el comportamiento adecuado para esta edad, pero, aquí viene el primer y pequeño detalle de este paradigma, esto es de carácter obligatorio, pues, las exigencias son un decreto inapelable ya que de lo contrario, estos cabezas plateadas son calificados perpetuamente como imprudentes y mal pensados, sentenciados al ostracismo, sin poder apelar ni solicitar una reducción a esa condena.
Preguntándome si existe una asociación real entre ser franca y atrevida al hablar de temas censurados, además de irreverente al no cumplir con ciertas normas sociales, simplemente por no sentirlo necesario, con el hecho de ser mala o, se trata de algo impuesto a determinadas personas que coincidencialmente son las que se aventuran a decir lo prohibido sin tapujos, con total libertad, pareciendo ser dueños de la verdad. Notando que puede ser una muestra de poder en unos o un estigma en otros, dependiendo de cuan alto estés en la cadena alimenticia del grupo social al cual perteneces. Si estas abajo, eres imprudente, pero si estas arriba, eres filósofo, una especie de oráculo. Esta forma de proceder provoca miedo, ya que a nadie le gusta palpar la dura realidad a las consecuencias de sus opiniones, que motivan el ataque feroz a los que se permiten ser.
Debido a esta reacción
colectiva, darse permiso de hablar a calzón quitado no es fácil, pues debido a la
censura social, muchas veces se cae en el dilema de ser un mal pensado por
culpa de ese don de discernir la realidad que está allí a la vista de todos y expresarlo te convierte en un malévolo ser, una tipificación difícil de sobrellevar. Particularmente a veces el silencio de alguien es un
grito de advertencia de la existencia de un agujero negro, debiendo descifrar su
contenido y no soslayarlo.
Todo esto viene a raíz de una vivencia
donde al negarme a hacer un “favor” por ir en contra de mis principios, inesperadamente
me encontré frontalmente con la medusa de la maldad, y comencé a dudar, ¿Pero cómo
era posible que esa persona que conocí como correcta y sensible cambiara tanto?
o ¿Será que estoy equivocada y la mala soy yo?.
Entonces abordé la
posibilidad de que el mal estuviera en mí y fuera la encarnación del Diablo. Estando
en estas elucubraciones, me dije: ¡Bueno!, si ser analítica o mejor dicho mal
pensada como dicen, se califica de esta manera, entonces si lo soy. Lo peor es
que sentía placer de serlo, pues, al igual que el Diablo, busco relacionarme con
seres inteligentes y libres pensadores, lo que dio motivo a la historia de la
debacle en el cielo entre Dios y Satanás, que les narraré más adelante.
Era más que evidente que en
esta categorización, intervino mi ego, pues si era mala no podía ser menos que el
Diablo. Dándole vueltas al asunto de si sí o de si no, decidí buscar el
concepto de maldad pero me encontré con un enredo espantoso, no era posible despejar
mis dudas solo a través de la información existente, por lo que resolví consultar
con alguien para ventilar mis patrones de valoración, en fin un Confesor, creyendo
que me permitiría llegar a un veredicto sobre de si había algo de verdad en lo
dicho sobre mí y de ser así entonces tratar de corregir esto. Aunque dicen que
la gente no cambia, se camufla. En fin, es difícil pero posible, mientras haya
vida, se puede, pero, ¿Cuál tipo de vida?. Vida como tal, es pasión, es error,
es búsqueda, es encuentro, es ser, es pecar.
El individuo requerido para despejar mis dudas existenciales, no podía
ser un mojigato, al llegar a esta primera categorización, imprescindible para aclarar
el meollo, caigo en cuenta que eso que la gente clasifica como destellos desagradables en la forma de expresarme, a veces algo o mucho, tal vez ególatra, estaba
irremediablemente haciendo acto de presencia tempranamente en mi escrito, pero
bueno puedo explicarlo y se debe a que al calificarme como un Diablo o Diabla, el
que vaya a analizarme debía por lo menos estar a la altura, ser malo, muy malo, una especie
de Confesor del Diablo, nada pusilánime ni hipócrita. Creo que este intento de
esclarecer lo que quiero decir, quedo peor, pero en fin sigamos.
Coincidencialmente suena
el teléfono y leo en el identificador que se trata de alguien quien llenaba las
características que necesitaba para calmar mi atormentado espíritu. Contesto y luego de un breve preámbulo
tratando de minimizar mi maldad, le digo a boca de jarro que quería su opinión
sobre algo que me acababa de ocurrir:—¿Será que soy mala, la encarnación del
Diablo por pensar así de esa persona y negarme a su requerimiento?.
Sorpresivamente el
Confesor me responde:—¡No lo eres, es tal como lo dedujiste. Pienso que más
bien te quedaste corta!.
Ante esta intempestiva respuesta, quedo sorprendida, el Confesor me había sobrepasado en la escala de valoración, era peor o mejor dicho, era mejor que yo, inteligente y eso me llenaba de egoísta satisfacción, no estaba sola en aquel hipócrita mundo social.
Según algunos escritos se dice que el verdadero nombre del diablo cuando era un ángel del cielo, era Luzbel o Lucifer cuyo significado es el “Portador de Luz”. Si, así mismo es, el Diablo en una época remota fue un Ángel, nació siendo bueno, un ser de luz, entonces, ¿Qué paso?, ¿Por qué se volvió malo?, ¿Fue a motus propio o por culpa de alguien o de algo?.
Dicen que todo comenzó por sentir envidia de que los seres inteligentes, considerados seres superiores, adoraran a Dios, y que el grupo que no pertenecían a ellos, los que no habían evolucionado aun, eran lo que estaban con él, hablando sin tapujo, que los escasos de mente eran sus adoradores y ahí comenzó el problema de su gran malestar, no sentía placer de la veneración de los no pensantes, además de ser una calificación despectiva para sus seguidores y discriminatorio para él, lo cual no podía tolerar, razón por lo que decidió revelarse.
Lo
primero que hizo fue cambiar su nombre a Satán o Satanás, el Adversario, el tipo
del mal camino, encargado de hacer pecar a la humanidad tentándolos y así atraerlos al
infierno, el lado obscuro de la luna, su paraíso inverso. Debido a este mal
proceder, San Miguel Arcángel se ve obligado a expulsarlo del cielo, de ahí
viene la imagen de este Ángel con una espada en la mano y un dragón, que
representa a Satanás, dominado a sus pies. Lo más sorprendente de esta historia
es que se dice que Lucifer es el hermano menor del Arcángel Miguel, considerado
el Ángel más poderoso del cielo solo superado por Dios, la Oscuridad y la Muerte,
en cuarto lugar estaría este Arcángel y en quinto Lucifer, constituyendo los
cinco poderes más grande del Universo.
Cuando este último emigra del cielo, siendo la primera diáspora que se conoce, se lleva a seis seguidores llamados demonios, para formar un equipo de trabajo unidos por su afinidad en gustos, ellos eran: Lujuria o Asmodeo, Gula o Belcebú, Avaricia o Mammon, Pereza o Belfegor, Ira o Amon, por ultimo estaba Envidia y Soberbia u Orgullo, o sea Leviatán o Lucifer, el más poderoso de los malos, el jefe o el capo. De aquí surgen varias leyendas colaterales, la existencia del Infierno y los conocidos siete pecados capitales, pero esto es un tema aparte.
Sin embargo existe otra
teoría, menos simplista que la anterior, que afirma que este ser, supuestamente
diabólico no era tal, que en realidad era un Ángel designado por Dios para
realizar esta labor, que ningún otro quería hacer por la cuestión del bajón del
nivel energético que acarreaba esta misión, sucia y desagradable, que además debía
actuar como un agente encubierto, anónimo, por lo que siempre sería denigrado, vilipendiado,
catalogado como el malvado de la historia, siendo que, más bien deberíamos admirarlo
por su sacrificada labor y tener un lugar en los altares.
Llegando a este punto me
encuentro con un tema que pensaba era sencillo pero resultó no ser así pues
existen dos versiones del Diablo, el tipo malo por celos y envidia que desea
hundir en su infierno de los siete pecados capitales a los seres inteligentes,
que son los que valen la pena. El otro Diablo, un ser altruista, que se
sacrifica para alcanzar un bien mayor, la evolución de los que no estaban dotados
de sabiduría natural, los menos inteligente, hablando desde el punto de vista
emocional, llevarlos a transformarse en seres superiores. En fin, aunque parezca
paradójico, el bien solo se puede visualizar a través del mal y solo el mal te
permite llegar al bien.
Me debato entre estas dos
posiciones, el altruista y el perverso, con objetivos diferentes, el Diablo
malo que busca atraer a los inteligentes y el Diablo bueno que trabaja sobre
los menos iluminados para que evolucionen, complicándome el marco conceptual de
“ser malo”. Decido quedarme con el infame avieso pues tiene más sustancia, accesible
a nuestra “humanidad” más fácil de analizar o comprender.
Cuando ya iba a dejar de
escudriñar en el tema, choco con un detalle que viene a enredar más este
panorama y es la existencia de una Biblia
del Diablo. Entonces cayendo en el
pensamiento racional, si existe una Biblia de Dios, por lógica esta otra no
podía faltar.
Esta Biblia llamada el Codex o Código Gigas o
Código de Satanás o del Diablo, considerado la octava maravilla del mundo por
ser el manuscrito medieval más grande conocido. ¿Más grande conocido?, de ser así, me digo
a mí misma que este libro debía contener
todas las representaciones de la maldad, un texto lleno de fórmulas censurables,
ejemplos didácticos de como pecar, algo así como el Kama Sutra pero con más sazón
debido al secretismo que lo rodea, permaneciendo oculto al público, pero
resultó que no era así, como siempre yo de mal pensada y lo que conjeturé no llegó ni cerca de su contenido.
La Biblia del Diablo es una rica mixtura de
textos que abarca desde la Biblia cristiana, textos bíblicos proscritos por la
Iglesia, encantamientos mágicos, brujería blanca, recetas medicinales naturista, antiguos
tratados médicos científicos, ciencia en general, filosofía, los sabios escritos
de Salomón y otros datos como censos poblaciones, razón por la que fue considerado como un compendio que abarcaba el conocimiento del mundo, de todo cuanto se escribió,
una especie de arcaico Google, un buscador de la época antes del internet.
Esta revelación me deja sorprendida, ¿Acaso se
trata del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal que se nombra en el Génesis
y cuyo fruto se le prohibió comer a Eva y Adán?. ¿Por qué a este compendio de
conocimientos se le catalogó como Biblia del Diablo, acaso el conocimiento era proscrito?, ¿Acceder a la sabiduría
pura, sinceridad absoluta acarreaba una amenaza?. Aquí mi primera conclusión,
el conocimiento es liberador y poseerla te convierte en un ser independiente.
Se dice que el autor de este texto demoníaco fue
un monje Benedictino, los conocidos monjes negros, llamados así por el color de
sus hábitos, de donde según la tradición cristiana provendrá el Papa del fin de
los tiempos, el famoso Papa negro del Apocalipsis. Según este libro fue
escrito en solo una noche con ayuda del Diablo. Esta maravilla aún existe y
está en la Biblioteca Nacional de Suecia.
Este súper compendio viene a complicar el
panorama, pues el tipo que supuestamente es el más malo del Universo tiene un
texto donde están contenidos todos los conocimientos de la humanidad, sin
catalogarlas como buena o mala, ni censura, entrando a jugar el libre albedrio.
Pero entonces aquí entra la siguiente duda: ¿Cuál de los dos Diablos la
escribió?. Pareciera que es el Diablo bueno ya que este persigue la superación
y esto se logra con conocimiento, no hay otra manera.
Continuando con la
lectura, encuentro que en el Libro
del Génesis se describe a un querubín que permanece junto a las puertas del Edén con una
espada ardiente para evitar el acceso de los humanos al Árbol de la Vida o el Árbol
del conocimiento del Bien y del Mal, también conocido como el “Libro de la
Vida”, que aparece mencionado en el Antiguo Testamento como el que contiene el nombre de los
vivos y del que son
borrados el de los muertos. ¿Por qué es tan importante evitar el acceso a ese
misterioso Árbol? ¿Acaso el que posea el conocimiento obtiene la vida eterna,
el Paraíso?, ¿Podemos deducir que el conocimiento es vida?. ¿O hay algo más profundo?.
Al llegar al
“conocimiento” debemos señalar de donde nace este concepto y aquí aparecen los
cátaros, una antigua sociedad, especie de ONG o sea una organización no
gubernamental, independientes de la Iglesia Católica o mejor dicho con
conceptos diferentes a los oficiales, tales como la forma de redimir el pecado,
para ellos esto exigía un conocimiento (gnosis)
del mundo espiritual y así poder cambiar el mundo material que obstaculizaba la
salvación. Ellos afirmaban que el Universo estaba formado por dos sectores, uno
espiritual creado por Dios, compuesto de cielos y almas y, el otro, el plano físico creado por Satán, donde
imperan las guerras, el odio, la maldad y regido por la Iglesia Católica. Para
ellos estas dos deidades estaban en
eterno conflicto, contrapuestos
e iguales de poderosas.
Esta visión se plantea en
un libro apócrifo llamado “La cena secreta”, donde se explica que
el Universo está poblado de entidades espirituales y eternas, fruto del amor de
Dios; en el cual surge Satanás llevándole la contraria, tentador y malvado, un pecador
que cae derrotado por este Dios bueno. Sin embargo, la Misericordia Divina que
no conoce el rencor, accede a que Satanás creara el mundo terrenal, permitiendo
incluso la encarnación de sus seguidores espirituales en humanos. Dada que los
ángeles encarnados a pesar de ser malos eran de origen divino, se negaban a
procrear, salvo el ángel con identidad de mujer que Satanás logró tentar
empujándola al acto sexual y luego ella usando sus dotes, una de esas era la
lujuria, atrae al hombre.
Para los cátaros, el Dios descrito en el Antiguo Testamento era realmente el Diablo o sea que el verdadero creador del mundo era el tipo malo; de esta forma podían explicar sus cualidades de Dios celoso, vengativo, sediento de sangre reflejado como Dios de la Guerra en este libro. Para ellos el pecado nace en el cielo por la envidia de Satán, quien origina al mundo material que surge de por sí malvado. En este contexto, Eva sería inocente de ser la autora del pecado original, pues no existiría en este mundo que nace de por sí pecador y ella sería simplemente un producto del entorno que se crea malo, una más entre los malos.
En cambio para la Iglesia el
Edén fue creado por Dios como un mundo perfecto libre de pecado, pero por culpa de Eva, conducida de las manos de Satanás, cae en el pecado conocido como original, convirtiendo al Eden en zona proscrita, una especie de Chernobil. Entonces me pregunto, ¿Original de
qué? si era cuestión de sexo, esto es más viejo que Matusalén. Vemos como para las creencias religiosas, la mujer siempre tiene
la culpa, una teoría machista, pero bueno, era la época.
Estos libres pensadores creían en la reencarnación e introducen otro elemento novedoso al afirmar que se trataba de un eterno proceso evolutivo del autoconocimiento espiritual o la verdad o gnosis, hasta que las almas sean capaces de tener una visión de la Divinidad, la verdadera esencia del ser, permitiéndole escapar finalmente del mundo terrenal y poder elevarse al paraíso inmaterial, por lo tanto no hay infierno, solo sucesivas sufridas vidas terrenales hasta alcanzar la iluminación.
Para los católicos, la fe en Dios te redime del pecado, te salva del infierno donde solo prevalece el castigo, una dimensión o lugar de fuego y torturas por la eternidad. Una visión fatalista.
Estando a estas alturas
detallo que no solo hay dos versiones de la Biblia y del Diablo, también hay
dos versiones de la creación, dos Eva, dos lugares de nacimiento del pecado,
dos infiernos, dos Paraísos y dos formas de alcanzar el Cielo.
Es también evidente que
hay dos Árboles del Bien y del Mal, por ende se origina una pregunta, si el
mundo material del Génesis conocido como el Edén fue creado por el Diablo,
entonces El Árbol del Bien y del Mal, ¿Quién lo creo?. Y yendo más allá, ¿Qué
función tenía su presencia en cada Paraíso?.
En la versión de la
Creación hecha por Dios, El Árbol del Bien y del Mal está allí para probar al
hombre a través de una serpiente enroscada en su tronco, que representa al Diablo, el cual le realiza una tentadora e irresistible oferta a Eva, una especie de
prueba para ser admitida en el Edén. La mujer no la rechaza debido a su naturaleza femenina de compradora compulsiva que se lo impide y así sería por siempre para castigo del hombre.
Pero ¿A dónde se iba en caso de violar la norma, acaso al Infierno?. Es
evidente que este Árbol estaba para enredar la relación entre Dios y el Hombre.
En la otra Creación, la
hecha por el Diablo, el Árbol sería colocado allí por Dios para abrirle el
camino a la luz al Hombre a través de la gnosis, en este caso Dios le complica la vida al Diablo.
Entonces tenemos que el conocimiento es un elemento clave en ambos casos, en uno se revela la irresistible y diabólica sexualidad, en el otro está la fórmula para la superación o avance espiritual.
Para concluir, la búsqueda del conocimiento te suministra la capacidad de discernimiento de la verdad que te permite tomar decisiones asertivas, ser un individuo pleno y además tener el valor para proclamarlo.
Vaya que se necesita valor y mucho para hacerlo, sobre todo hoy en día que enfrentamos una sociedad complaciente y de cómplices que solo persiguen oscuros fines de pura maldad. Y esto es tan cierto que tanto los grupos religiosos o gobiernos que buscan someter a un pueblo, lo primero que hacen es acabar con la educación y la verdad.
Finalmente hay un dicho popular que dice: ¡La verdad te hará libre!.
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