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martes, 14 de diciembre de 2021

Duelo entre Sanadoras Capítulo I Tekila y Zuka

 

Trotaba todas las tardes, acompañada por su mascota, una dócil golden retriever dorada llamada Tekila, a pesar de su gran tamaño pasaba desapercibida por su comportamiento silencioso y disciplinado. Al llegar a la altura de mi casa, la mía, una pincher miniatura negra, quien no tenía conciencia de su pequeñísimo tamaño, antipática como su dueña, se pegaba tras ella ladrando insistente y escandalosamente, llegando hasta al atrevimiento de morder sus tobillos. Zuka parecía decirle que ese era su territorio y que no tenía salvoconducto para transitar por esa calle, nuestra calle, permiso que solo otorgaba a quien le caía en gracia y por lo visto la corredora no estaba en su lista. Sentía una vergüenza increíble ante el proceder de la loca de mi perrita, pero no podía ni quería ponerle freno, la había criado libre, nunca le coloqué cadena, ni le cerré las puertas para impedirle el paso, solo trataba de educarla pero resultó ser rebelde, no obedecía mis órdenes de venir a mi lado y dejar a la gente en paz.

En fin, pensaba yo con mi habitual indiferencia, ante el agrado o desagrado que sintieran los demás, al que no le guste que no pase por aquí, sin considerar el rechazo hacia mí persona originada por mi proceder. 

                                    Trotaba todas las tardes. Fotografía de EEMD.

A pesar de los intentos de Zuka, la corredora no se sometía a sus deseos, ni a los míos expresados en la ausencia de control sobre mi perra, muy al contrario seguía usando nuestra calle estoicamente a pesar de la guerra entablada por ambas, nosotras dos, dueña y mascota en un dúo acoplado para detectar malas vibras en ciertos individuos y Zuka había demostrado ser buena para espantarlos.  Esta actitud agresiva no era con todo el mundo, solo con unas pocas personas, en las cuales estaba Karla. Comencé a preguntarme ¿Por qué se comportaba así?, ¿Por qué con ella? Se dice que los animales ven cosas que los humanos no tienen capacidad de hacer. 

Notaba la conducta de Tekila contrapuesta a la de Zuka y meditaba sobre la creencia popular de que las mascotas se parecen a sus dueños, viendo que la armonía entre ellas era evidente, lo cual me señalaba que allí había otra cosa.

Advertía que el lenguaje corporal de la trotadora se expresaba de una forma peculiar que me era familiar, una mezcla de estar consciente, de pertenecer a algún tipo de misteriosa realeza, una firmeza de carácter y de tener el control de los elementos a su alrededor que me intrigaban, ¿Cuáles elementos?.

Todo iba desarrollándose como siempre hasta que un día note que la corredora comenzó a detenerse a hablar con ella, diciéndole algo en voz baja que no lograba escuchar. ¿La regañaba  o trataba de ganársela?, no sabía.  De repente observo un cambio de actitud en Zuka que me sorprendió e inicié una búsqueda de una explicación, en ese momento no sospechaba cuanto me maravillarían las respuestas.

Mi curiosidad propia de los del signo Leo fue creciendo debido a que parecía ser un personaje interesante, algo misterioso, ¿Acaso estaba equivocada?, al principio me hice la desatendida sin embargo el magnetismo que surgía de ella era poderoso, nada común, ¿Cómo averiguar de qué se trataba?, esta inquietud me llevaría al siguiente nivel. 

Iniciar cierto grado de amistad con los vecinos de mi cuadra me era relativamente fácil debido a la proximidad, pero ella no vivía tan cerca, estaba residenciada en mi urbanización pero en una zona más alejada, necesitaba contactarla y no me era fácil. Analizando sobre una estrategia a implementar para establecer una comunicación del tercer tipo o sea una amistad cercana y así desentrañar sobre si lo que percibía era cierto o solo era producto de mi prolífica imaginación propia de los escritores, repentinamente dejó de trotar desapareciendo durante casi dos años, pero el destino o la Divinidad, dispondría otra cosa, entonces yo no lo sabía.  

Finalmente lograría descifrar aquel misterio o mejor dicho aquella cadeneta de misterios, cada vez más complejos y que representarían un reto para mí intelecto, a mis paradigmas y la visión de ciertos temas, descubriría el sorprendente árbol que no es un árbol.

  

                                                   El árbol que no es un árbol. Creado por AEC.

   

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