Bartola, mi bisabuela liberal, tropera, conspiradora
política, curandera, chaman, profundamente mariana, me condujo por múltiples caminos
de investigación para desentrañar sus misterios, el último de ellos sería el
más controversial y difícil, pues no era un tema conocido por mí, además
contrapuesto a la formación científica de mi profesión, sin embargo, a pesar de
esto, el hecho de ser médico, obligados
a tener una mente abierta a lo
novedoso y dispuesta a aceptar los cambios que conllevan, me ayudo a entrar en
el inesperado mundo de esta polifacética mujer que fue mi antepasada: su
origen sefardita, sus conocimientos masónicos y su practica rosacruz. Todo
comenzó con un dibujo de aproximadamente 2 a 3 metros de diámetro, existente en
el suelo de la sala de El Toronal, la hacienda de mi abuelo Pancho.
El círculo o sello mágico es un espacio ritual sagrado que
se usa para lograr que grandes cantidades de energía se concentre dentro de sus
límites evitando que se disperse, creando una especie de “vórtice o cono de
poder” con el fin de realizar un trabajo de protección o establecer un lugar que
permite ponerse en contacto con entidades celestiales, un
espacio que conecta el mundo material con el espiritual, un tiempo fuera del
tiempo. En rituales sencillos se usa un simple círculo,
los magos más avanzados, dependiendo de los objetivos perseguidos, usan una
serie de figuras geométricas basadas en el sello del anillo del rey Salomón, estos símbolos a veces son utilizados
como talismanes o amuletos movibles que se pueden llevar puestos encima pues
concentran vibraciones que ayudan a quien los porta. Otros son dibujados dentro
de los hogares y sus habitantes pueden quedar sometidos al poder del sello ya
que el operador plasma ahí su energía mediante un ritual que le permite focalizar
su voluntad en ellos. Una vez
que el sello o círculo sagrado se cierra, nada puede entrar o salir de sus
límites Al finalizar el acto se
debe declarar el círculo abierto para dejar salir las entidades o energía
convocadas, es útil aclarar que el sello nunca se puede romper. Bartola había creado un complejo sello
cabalístico característico de la Alta Magia, una estrella de ocho puntas
conocida como rosa de los cielos o
rosa de los vientos en la cual mezclaba las tradiciones españolas difundido por los jesuitas desde
el siglo XVIII incluso antes, en los siglos XVII y XVI que añadían la Virgen
María a los 7 Arcángeles,
representantes directos de Dios, poseedores de un poder muy grande, conocidos en otras culturas como los
constructores del Orden Universal, los Arquitectos del
Universo, Los Siete Iluminados. Una antigua tradición católica identifica a la Virgen del Carmen con la
estrella matutina, llamándola “Stella Maris” (Estrella del Mar), venerada por los navegantes españoles, pues según la
teología católica, ella guía con su luz al puerto seguro, que sería Cristo. El catolicismo empleaba a la estrella de ocho
puntas como un símbolo de la Diosa-Madre, con los Siete Iluminados, según estas
tradiciones, los servidores de La Virgen María, quien es el
Trono de Dios, situándolos ante ella, a sus pies, como la Reina del Cielo, pudiendo
disponer de ellos.
Así que un sello de 8 puntas donde se unieran los ocho colores que representa a los 7 Arcángeles y a la Virgen María como su reina, canalizando los pedidos, sería un sello muy poderoso. Para lograr esto se necesita una gran disciplina mental y sabiduría para manejar la Alta Magia con efectividad, ya que sólo quienes tienen estas facultades mentales desarrolladas pueden tejer los ocho colores de la magia en un único haz brillante. Bartola era mariana, había sido patrona de las fiestas religiosas de Aregue, con acceso a sus bibliotecas, conocedora de secretos milenarios guardados por una de las sociedades con mayores secretos ocultos, me atrevería a afirmar, del mundo, el Cantón Carora, sin embargo existen detalles que revela sus misterios, uno es el extraño marco de la puerta de entrada de su Iglesia y su diseño en general, conocido como estilo herreriano caracterizado por su geometría cubica y el uso de piedras talladas en formas también cúbicas que encierran el significado gnóstico de la sabiduría, la verdad y la perfección, delatando los conocimientos masónicos de los maestros artesanos, muy diferente de las Iglesias coloniales cuyas puertas son de estilo ovalado y marcos lisos.
Así que un sello de 8 puntas donde se unieran los ocho colores que representa a los 7 Arcángeles y a la Virgen María como su reina, canalizando los pedidos, sería un sello muy poderoso. Para lograr esto se necesita una gran disciplina mental y sabiduría para manejar la Alta Magia con efectividad, ya que sólo quienes tienen estas facultades mentales desarrolladas pueden tejer los ocho colores de la magia en un único haz brillante. Bartola era mariana, había sido patrona de las fiestas religiosas de Aregue, con acceso a sus bibliotecas, conocedora de secretos milenarios guardados por una de las sociedades con mayores secretos ocultos, me atrevería a afirmar, del mundo, el Cantón Carora, sin embargo existen detalles que revela sus misterios, uno es el extraño marco de la puerta de entrada de su Iglesia y su diseño en general, conocido como estilo herreriano caracterizado por su geometría cubica y el uso de piedras talladas en formas también cúbicas que encierran el significado gnóstico de la sabiduría, la verdad y la perfección, delatando los conocimientos masónicos de los maestros artesanos, muy diferente de las Iglesias coloniales cuyas puertas son de estilo ovalado y marcos lisos.
El
año de 1976 ocurrieron dos sucesos complementarios y contrapuestos a la vez,
uno de cierre de un ciclo familiar y otro de apertura de uno personal que marcaría
mi vida, estos ciclos se juntarían en El Toronal, la hacienda dejada por mi
abuelo Pancho a sus hijos bajo la exigencia de no ser vendida nunca, finalmente se develaría
el misterio, la explicación estaba en la existencia de este poderoso sello protector
y transformador creado por Bartola para su hijo y su descendencia, el cual ella había dejado cerrado. Las
entidades espirituales convocadas allí con el fin de borrar las consecuencias
de ser un hijo bastardo, de sangre manchada, finalmente se materializarían en aquella
fiesta en El Toronal con motivo del cumpleaños de mi tía Roselia en abril de
ese año, coincidiendo con la Semana Santa, lo cual permitió la asistencia de
casi toda la gran familia a este lugar, no recuerdo como nos acomodamos para
dormir, fue un evento inolvidable. Entre los organizadores estuvieron Neptalí
Gómez Pineda, hermano de crianza luego hijo adoptivo de la cumpleañera; parientes
como el contralmirante Ramón Riera Paredes, asiduo colaborador de los repartos;
sus cuñados Yolanda Paredes de Sánchez y Juan Sánchez; su prima Haydee Ramírez junto
a su esposo Pen Sánchez; por supuesto todas las hermanas Castro, la
descendencia, amigos.
En
esta época todavía desconocíamos el significado del dibujo existente en el
suelo del salón usado para recibir las visitas en El Toronal, en aquel entonces
no teníamos la conciencia de su significado esotérico ni lo que representaba este
acontecimiento social realizado allí ese día. Aquel acto era el triunfo de la
perseverancia y de los grandes sacrificios de Bartola para conseguir la
aprobación social de los descendientes de Pancho, una deuda contraída con este hijo
al verse obligada a despojarlo de su herencia, no solo material sino familiar, de
sus padres, sus antepasados, al suprimir su nacimiento legitimo dentro del
matrimonio con el fin de salvarle la vida, al hacer esto lo había convertido en una persona de segunda categoría social, cuya existencia estuvo en peligro por las amenazas luego de las terribles
vivencias originadas por el odio que culminaron con el asesinato del padre de
Pancho, esposo de Bartola, los cuales desencadenaron el hilo de la vida que
finalmente terminaban ese día. Dolorosamente para lograrlo tuvo que separarse de
ellos, ocultar su nombre, borrar su historia, era imprescindible hacerlo, no había
otra solución. Sin embargo no quería para su hijo y para sus nietos aquellas miradas con un dejo despectivo, aunque
discretas, que siempre notó hacia ella, nunca a sus primas.
Ella no solo le había construido una nueva historia familiar a su hijo, que
llenara los requisitos de los paradigmas de la época, gracias a la habilidad y los
contactos adquiridos en el arte de la conspiración política, también había
logrado obtener los documentos de una nueva identidad para él, que eliminaba su
vida anterior, usando para el engaño una media verdad o una media mentira,
técnica ideal para ocultar algo, no en vano su vasta experiencia en este campo.
Solo faltaba asegurarse que estarían siempre protegidos de sus enemigos, aunque ella
no estuviera presente, para esto debió usar todos sus conocimientos gnósticos en
aquel sello protector, dejando las energías emanadas de los poderosos símbolos traídos
por los sefarditas, los antepasados pioneros del cantón Carora de la cual ella
se había nutrido. La estrella de 8 puntas dibujada en bajo relieve sobre
el piso de argamasa de la sala de visitas, pintado por ella con la técnica esmaltada
aprendida en la iglesia de Río Tocuyo, en donde existió una de las 3 escuelas
pictóricas de la Venezuela colonial y centro de gran actividad en este arte popular, evidentemente un símbolo
masónico y no es coincidencia que la advocación de la Virgen usada en la estrella de 8 puntas
en El Toronal, sea la de la Virgen del Carmen, patrona de Aguada Grande, pueblo que sería
el puerto seguro para su hijo, lugar de su residencia en la nueva vida que asumiría. Los colores representativos de los 7 arcángeles y la Virgen, acompañados
por el árbol de la vida pintado en la pared del fondo de aquel salón, juntos
eran un talismán poderoso, ningún enemigo penetraba donde se exhibía, los
espíritus de las tinieblas carecen de poder sobre el mago situado dentro de
ella o que la posee. Increíblemente allí estaban a la vista de todos, señalando
nuestro origen sefardita con conocimientos masónicos en común con las familias riotocuyenses de la cual
Bartola descendía ¿Acaso este salón funcionaba
como templo masón donde se realizaban reuniones secretas para practicar sus rituales?
¿Pudo mi abuelo junto a sus vecinos, casualmente familiares venidos de Río
Tocuyo, ser masones? ¿O tal vez protegían
otro secreto oculto en este lugar?. Enigma que muy pronto serían revelados, al igual que los mensajes ocultos en los nombres de sus hijos y algunos nietos, guardando
en ellos sus tormentos.
En
esa fiesta inolvidable el espíritu inmortal de Bartola danzaría satisfecha entre
sus descendientes, los hijos y nietos de su amado hijo Pancho, protegidos de
sus enemigos por el talismán, los arcángeles y la Virgen del Carmen, libres de
mancha, no solo de su origen indígena sino de la supuesta e impuesta ilegitimidad
del nacimiento de su hijo Pancho.
El
homenaje lo recibiría su nieta, cuya pasión por preservar El Toronal y la unión familiar era inmenso, su nombre coincidencialmente (¿?) estaba
encriptado con tres mensajes dejados por nuestra bisabuela Bartola, entre ellos el dolor sufrido por ser
una hija bastarda, el sutil trato diferente que notaba, su exclusión de algunas beneficios
que sus otros familiares si disfrutaban, como el privilegio a asistir
a escuelas o llevar el
apellido. Este nombre de la cumpleañera, escogido por ella, era igual a una de
las hijas de Gregorio Nieto, su pariente, señalando su derecho a
este apellido, pero también provenía de la poetisa
española Rosalía de Castro cuyos poemas encerraban el dolor de ser una
bastarda, doblemente manchada socialmente
por provenir de un acto impúdico al ser hija de un sacerdote, igual lo
era ella al ser una descendiente bastarda y de una india. Por otro lado el
segundo nombre Elodia era de una Santa que consolaba a los niños abusados
sexualmente, tal como lo fuera ella durante la guerra: ¿quién mejor que la nieta cuyo nombre encerraba estos tormentos de su vida para recibir aquel homenaje
de relevancia social?
La
familia junto a El Toronal habían alcanzado uno de sus mejores momentos, gracias
a las mentiras verdaderas mantenidas en su insistente narrativa de haber nacido
en España, convirtiéndola en una española peninsular que social y políticamente
estaba por encima a una española americana, de tanta importancia social que no
se tomaba en cuenta el estigma de tener un hijo sin padre, según los paradigmas
vigentes en el siglo XIX las españolas peninsulares no parían bastardo una prerrogativa de su pureza de sangre, al negar su origen indígena obtenía este
beneficio para su hijo, sin embargo quiso dejar pistas para que esto fuera descifrado
en el futuro, mediante diversos mensajes crípticamente cifrados. Otro mensaje dejado sería el de provenir de un mestizaje entre indios y españoles, lo cual no la avergonzaba, pero si había cierto dolor al criarse separada de su madre, al colocarle
el nombre a otra de sus nietas, usando una
mezcla muy significativa de nombres, por un lado uno de gran tradición dentro
de la familia de la que descendía Bartola, Francisca del Rosario Santéliz y
Márquez de Estrada, una pariente a quien se le podía rastrear su árbol
genealógico hasta el español que les dio origen en el país, hecho muy
importante en el siglo XIX pues probaba la pureza de sangre, por otro lado, escoge el
nombre de su madre, la india Juana Bautista, mostrando de manera sutil la unión
de la sangre Santéliz Nieto con los indios Castro, típico de Bartola, señalando el amor que sintió hacia su madre, al colocarlo de primero como reconocimiento al lugar preponderante que ocupo en su vida, pero ademas existe otro detalle en el nombre Rosario, la Virgen de Chiquinquira de Aregue en realidad es una advocación de la Virgen del Rosario y Aregue es el pueblo de origen de los indios Castro. Al llamar a su nieta Juana Francisca del
Rosario encriptaba todo estos mensajes. Debido a que el nombre de Rosario era usado en hombres, cuando Pancho
fue a registrarla en Aguada Grande, sin llevar a la niña, erróneamente la inscribieron
como varón, posteriormente cuando ella fue a sacar la cédula de identidad hubo
necesidad de realizar un nuevo documento de que había nacido en esa fecha pero no
aparecía en el registro civil del pueblo debido a esta confusión, esta inesperada situación
le da la oportunidad de eliminar la parte de su nombre que no le gustaba, sin saberlo había
repetido la historia de su padre de alterar su identidad original, dejando una parte
cierta pero a la vez no tan cierta.
El
de Ana Dolores, otro nombre dejado por ella
con un mensaje encriptado, une los nombres de Santa Ana la madre de la
Virgen María, nombre dado a la Iglesia de Río Tocuyo y el de la Virgen de los
Dolores, señalando el gran dolor de perder a su marido durante el asesinato que
fue gestado en esa iglesia, durante la visita del arzobispo. En este nombre está
encerrado su tercer dolor o sufrimiento. ¿O tal vez existe otro mensaje oculto
además de este?. El lugar donde fue enterrado su esposo, el Comandante Antonio
Perozo fue guardado como un secreto, debido a las circunstancia de su muerte, no se conoce. ¿Acaso está enterrado en
esta Iglesia? ¿Yace a los pies de Santa Ana? Existen razones para creer que es
posible. ¿O, hay algo más allí enterrado? ¿Tal vez un secreto por el cual
Bartola no puede descansar en paz?. ¿O
este secreto está oculto en otro lado, a la vista de sus descendientes?
El nombre de Helena cuyo significado
en griego es la antorcha que brilla, unido al de Carmen que representa la
estrella matutina, marca un mensaje de lo que sería su destino, irradiar la luz
del modernismo en su familia, romper paradigmas en su vida personal, su carácter perseverante ante la adversidad, sus
luchas, fue la primera mujer de su familia en estudiar más allá de la primaria,
la primera en trabajar para sustentarse, la primera en liberarse. Mi madre
tendría la nieta que finalmente arrojaría luz a los enigma de Bartola, evitar que su descendencia la olvidará, que al fin y al cabo es la
verdadera muerte.
Los
descendientes Castro habían logrado mantener su conexión con El Toronal, dar el
salto al mundo moderno, gracias a la gran labor de su abuela Bartola quien ademas les
había dejado todos sus secretos de tal forma que permitieran que fueran descifrados: desplegados a la vista de
todos y conocer nuestros orígenes, indudablemente sefarditas.
Ese
mismo año comenzaría una dura experiencia que terminaría con mi exilio de Barquisimeto,
dejar nuestro apartamento recién comprado, nuestra vida. Había iniciado mis
estudios universitarios en la UCLA, al principio todo iba bien pero
repentinamente algunos profesores y luego las autoridades universitarias comenzaron
a ponerme mil y un obstáculos a mi desempeño como estudiante, para finalmente comunicarme
que no podían permitir que me graduara de médico, pues sería un mal ejemplo a
seguir para otros discapacitados, a quienes se verían forzados a aceptar. Después
de múltiples conflictos estudiantiles, los cuales retrasaron nuestro avance
académico, estando en los inicio del 4to año de medicina en 1978, al que llegue
a pesar de que algunos profesores de la escuela de medicina esperaban que
las secuelas de polio me hubiesen afectado el intelecto, apostando a mi fracaso
de forma natural, pero resulto que se llevaron una sorpresa al descubrir que
poseía una inteligencia normal, logrando superar los estándares de la
universidad, cumpliendo los objetivos académicos incluso por encima del
promedio. Sin embargo según su modo de ver las cosas en aquella época, los
estudios de medicina no eran compatible con discapacidades motoras, así que me
proponen becarme en los EEUU, cubrir todos los gastos en el exterior, incluso a
mi madre como acompañante, solo con la condición de estudiar cualquier otra
carrera menos medicina, nunca les pregunte si podía ser astronauta en la
NASA, pero bueno como dice el dicho: no hay mal que por bien no venga, se abría
un circulo para mí, ¿o se cerraba? Lo cierto fue que gracias a esta situación
entre en contacto con mi padre Vicente, de quien había estado alejada por el
divorcio de ellos cuando era apenas una niña de algo más de un año. Debido
a esta situación lo contacte para solicitarle asesoría y consejos como abogado para tomar una decisión definitiva, sin saberlo esto me conduciría a caminos
insospechados. Así comencé otra etapa de mi vida, abría un círculo y cerraba
otro.
fascinada, asi estoy... que bellas historias familiares
ResponderEliminar