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sábado, 11 de octubre de 2014

Capitulo 19 Entre guerras: la vida cotidiana.

Comandante Antonio, lo buscan de su casa, la señora Bartola está dando a luz! Es un 27 de diciembre de 1872 apenas habían transcurrido 6 meses del casamiento, para el momento Bartola estaba embarazada de casi tres meses, nadie lo había notado gracias al cura Juan Nepomuceno, quien acortó los trámites del matrimonio en apenas 10 días, realizando la ultima amonestación el día anterior a la boda, logrando pasar desapercibido su vientre, por lo menos aparentemente, ahora este suceso despertaba suspicacias, colocaba en entredicho su reputación de mujer honesta.
Bartola escogería de primer nombre para la niña, María por su suegra y ella, el cual había heredado de María Pinto de Cárdenas a través de su bisabuela María Bartola Nieto. El segundo Agustina, debido al remordimiento que la atormentaba por el placer carnal, considerado como un pecado capital, disfrutado antes de casarse, concibiendo a esta hija. Le ruega al santo su intermediación para ser perdonada por compartir la misma debilidad lujuriosa, al ser conocedora del libro “Confesiones” el manual más leído de la vida espiritual de todos los tiempos, donde San Agustín contaba la etapa en la cual se había dejado arrastrar por la pasión sexual hacia una mujer con quien procreo un hijo, al encontrar la fe se convertiría al cristianismo bautizándose, superando lo que consideraba hedonismo y condenándolo.     
Pocos meses después, en los inicio de 1873 estando con los preparativos del bautizo de su primogénita, estallaría un conflicto que había estado gestándose entre los Díiztas, al no estar de acuerdo con la disposición de Guzmán con la elección del Presidente del Estado Lara, alzándose en una revolución encabezada por el General aguadense Fernando Adames en Siquisique, en sincronía con el General Eusebio Díaz junto a los habitantes de Duaca, atacando simultáneamente la ciudad de Barquisimeto defendida por el General Aquilino Juárez, nominado como presidente estadal. En las fuerzas de Adames viene el General oriundo de Baragua, Reyes García, quien obtiene la victoria en las calles de Barquisimeto, en el barrio denominado “Cuesta Lara”, el 24 de febrero de 1873, apresando al electo al cargo. Debido a estos acontecimientos el presidente Guzmán Blanco, le ordena la residencia forzosa en el Distrito Federal al General Adames, dentro de la tropa encargada de someterlo iría Antonio Perozo. El general Adames considerado no fiable, pues venía de combatir con los azules junto a Buenaventura Fréitez para luego cambiarse al lado de Guzmán e inmediatamente después apoyar al General Eusebio Díaz. Este decreto de ciudad por cárcel motivaría la separación de León Colina de las filas del guzmancismo, pues el alzado era su amigo incondicional. Guzmán Blanco después de haber usado a León Colina para obtener la victoria contra los Azules, posteriormente lo anularía como hiciera también con Eusebio Díaz y José Ignacio Pulido.
Regresando a tiempo para el bautizo que se realizaría el 13 de abril de ese año, asistiendo como padrinos Francisco Brizuela y Paula Nieto con quien se había criado. Era costumbre por parte de los hijos ilegítimos nombrar de padrinos de bautizo al padre biológico y así establecer un vínculo de parentesco entre ellos que era imposible por otras vías ya que el reconocimiento legal de los hijos fuera del matrimonio no existía. Este parentesco era espiritual pero en esta época era un vínculo sagrado, indisoluble que conllevaba obligaciones, así se los hacía saber el cura durante la ceremonia, de tanto peso como el consanguíneo, debido a la preponderancia de la Iglesia Católica en la sociedad. De esta manera Francisco Brizuela pasaría a ser un padre para Bartola al ser su padrino de bodas y ser un abuelo para sus hijos al ser el padrino de varios de sus hijos.  
Para Bartola este simple hecho de asistir ellos como padrinos de bautizo le producía una gran satisfacción, implícitamente era un reconocimiento de su familia, la misma sensación sentía al notar como el cura rector al bautizar a su hija María Agustina con 3 meses de edad, se había interesado en no llamar la atención en el registro parroquial sobre la fecha de nacimiento de la niña, al no hacer la aclaratoria de que este había ocurrido el 27 de diciembre del año anterior, acostumbrándose a especificar en los registros los hechos del año anterior con las iníciales pp, que significaban próximo pasado, como dato curioso no se aclara en este documento, evitando así dejar en evidencia franca el hecho de que se había casado embarazada. 
En otros registros parroquiales tanto anteriores como posteriores se hacen estas aclaraciones e incluso se anota el origen indígena, obviado en este documento, muy diferente al suyo y su madre Juana Bautista. 
Esto no era una casualidad, sino producto del poder político del movimiento liberal amarillo representado en su marido y de la amistad existente entre Bartola y el cura parroquial, no era de extrañar pues, además de ser una gran colaboradora con la iglesia, era ahijada de la hermana de Juan Nepomuceno, quien le había abierto las puertas a un mundo nuevo, la pintura. 






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