Llevada por mi atrevimiento, no queriendo desaprovechar la
oportunidad presentada, decido invitarla a venir a mi casa, lo cual aceptó y
así comenzamos a conversar, al principio, como en todo inicio, dando vueltas a
temas locos de mi parte, entre ellos el de mí antepasada sanadora y rosacruz,
tal vez por eso un día se decidió a confesarme sorpresivamente que era
sanadora. Bueno, le conteste restándole importancia a su revelación ¿Cuál era
el problema? yo también lo era pero en otro plano, la medicina.
Una
inesperada revelación. Fotografía de JAO
Este descubrimiento me llevo a pensar que este era el motivo de la
conexión que sentía con ella, éramos colegas, es más se lo manifesté de una
forma coloquial, "somos caimanes del mismo pozo". Que alejada estaba
de la realidad.
Generalmente el miedo al ridículo prevalece sobre el desarrollo de
cualidades fuera de lo común, lo que pudiéramos catalogar de genialidad y no de
locura. Mucho más de tratarse de estas personas las cuales por culpa de algunas
que navegan en el campo de la estafa, del engaño deshonesto para obtener dinero,
le dan esperanzas imposibles de cumplir a los ingenuos, siendo calificadas como
falsas. Debido a este motivo muchos de
ellos se inhiben a pregonar sus dones que a pesar de ser genuinos se ven
obligadas a ocultar.
En la época que trabajaba en un hospital de mi ciudad, un día un
amigo médico me pidió que lo acompañara como testigo para realizar una
investigación para constatar los servicios de una sanadora sobre una paciente
que según iba a ser operada por esta mujer con ayuda de un espíritu de un famoso
santo de la localidad, este acto se llevaría a cabo en un pueblo de un estado
cercano, aproximadamente a 45 minutos de distancia. Nos dirigimos al lugar, una
granja donde criaban chivos, nos acomodamos en un sitio estratégico para
presenciar el episodio, la mujer acostaba al paciente en cuestión, ejecutando
una especie de ritual, a continuación esta quedaba como hipnotizada mientras la
sanadora usando sus manos como si fueran un bisturí realizaba una supuesta
incisión en el área en cuestión, hasta sangre se veía fluir, luego teatralmente
extraía un tumor que mostraba a los presentes, inmediatamente procedía a cerrar
la herida pasando una gasa, asegurando que la cicatriz desaparecería y ¡Oh,
milagro!, después de limpiar el sitio de la intervención no quedaba ni rastro
del supuesto corte. Debido a que la paciente, una cuadripléjica por fractura de
la columna cervical al lanzarse de cabeza en una piscina poco profunda, cuya
madre de gran poder adquisitivo, muy amiga del médico a quien acompañaba junto
a otro médico familiar de ellas, los tres compañeros de trabajo, quienes
andábamos de anónimo sin delatar nuestra profesión, pasando por personas
comunes, cuya misión era impedir que fueran estafadas; así que inocentemente le
solicitamos a la sanadora que nos diera el tumor extraído para llevárnoslo de
recuerdo, complaciendo la petición, lo colocó en un frasco con formol mientras
aseguraba que la joven pronto volvería a caminar. Los tres nos miramos,
sabíamos que eso era imposible y así fue. Al tumor se le realizó una biopsia
para determinar que era, resultando ser testículo de chivo.
Por esta mala fama que generalmente precede a las sanadoras, reconocer y proclamar a los cuatro vientos serlo, implicaba un alto riesgo, mas tratándose de alguien que prácticamente acabas de conocer, me extraño enormemente su revelación porque sabía del rechazo de la sociedad hacia las personas diferentes, incluido la propia familia, que tiende a catalogarlas como desquiciadas o chifladas. Esto lo había experimentado en carne propia, pero por la forma de pensar y decir las cosas abiertamente, sin discreción, sin importarme el qué dirán, prefería estar sola que mal acompañada de personas aburridas, insípidas, encerradas en sus rígidos paradigmas sociales propio de la época victoriana del siglo XIX donde imperaba la doble moral aún vigentes hoy día, apegadas a normas del buen comportamiento, de moralidad, de caridad cristiana que solo cumplen mientras las ven pero, en la obscuridad son totalmente diferentes, tipejos que abundan en este mundo, hipócritas que no te dejan nada, más bien agotamiento ante tanta vaciedad, llegando al extremo de no ser capaces de abstraer que sus fracasos o sufrimientos se deben a su forma de ver la vida de manera tan errada sin relación con la realidad; sin embargo como les gusta decir que no es su culpa sino de los demás y para colmo exigen que las almas libres se repriman, sean infelices, frustradas, amargadas al igual que ellos. ¡Que desfachatez tienen!.
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