Este título es una derivación de la trama de la película El Ilusionista, dirigida por Neil Burger y estrenada en el 2006, basada en un engaño que realiza un mago para quedarse con la prometida de Leopold heredero al trono de Austria, la duquesa Sophie von Teschen una antigua compañera de juegos de su infancia en Viena, quienes hacía muchos años no se veían y cuyo reencuentro despierta una pasión latente iniciando entre ellos un efervescente romance, pero resulta que esta es una relación imposible no solo por la diferencia de clases sino por el hecho de ser Leopold un pichón de tirano que no estaba acostumbrado a ser rechazado y además estaba confabulando en eliminar al Rey, su padre para quedarse con el poder y ante la evidente competencia por la mujer se empeñaría en desenmascarar públicamente al Prestidigitador.
Estando así las cosas el mago decide alterar la realidad usando sus grandes habilidades y monta un escenario falso donde todo se confunde, desdibujándose los límites de lo fantástico para comenzar a transformarse en real, nada es lo que parece y todo lo que parece no es cierto, circunstancias difíciles de determinar lo que permite a los amantes simular su muerte y culpar al príncipe heredero como autor del aparente crimen de la Duquesa y desnudarlo como autor de la confabulación de magnicidio, perdiendo su poder con un trágico final de su vida, permitiéndole a la pareja escapar de un mundo de falsedades huyendo sin que nadie los busque al pensar todos que están muertos.
Ud se preguntaran a que viene este cuento, pues bien se debe a que aún recuerdo aquella mesa de diálogo entre oposición y gobierno, de los acuerdos de paz avalados por Unasur y el Vaticano, de liberar a los presos políticos, de los discursos encendidos de lado y lado de mejorar al país, de recomponer la economía cuya inflación la más alta del mundo en un país petrolero como el nuestro solo tienen una explicación: la astronómica corrupción del estado, el compromiso de elegir constitucionalmente nuevos jueces y miembros del CNE con cargos vencidos, el respeto a la constitución parecía un punto en común, etc, etc; todo pura y vana ilusión.
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