Helena
experimentaría una serie de sucesos que la llevarían a dejar los apegos al
mundo de sus hermanas, permitiéndole volar por cuenta propia hacia nuevos
horizontes llenos de retos, atrás quedaba el mundo agrícola de El Toronal, casi
sin darse cuenta, los continuos viajes entre la ciudad y la hacienda, como una
especie de marea que va y viene, en torno de su niñez, desaparecía poco a poco, ahora
pasaba más tiempo en la ciudad. Pero la salida del hogar de sus hermanas
mayores y su gemela fue un terremoto emocional para ella, un derrumbe del mundo
que la hacía sentirse protegida, segura, impulsándola a transformarse en la
antorcha que brillaría, iluminando al mundo de Helena.
Todo
comenzó con el matrimonio de su hermana mayor, ella había conocido a Pablo
Anzola cuando acompañaba a su padre a comprar un carro, un Ford A en la
concesionaria ubicada
en la calle Comercio, entre las calles 30 y 31, propiedad
de William Henry Phelps. Su futuro marido, se desempeñaba en
el departamento de repuestos y mecánica, donde aprendió el oficio con los
modelos de los años 1924 a 1926, los cuales llegaban desarmados en grandes
cajas de madera, transportados desde el puerto de La Guaira, en el ferrocarril
Bolívar, hasta la estación del tren, situada en donde hoy está la moderna
Catedral de la ciudad, de aquí se trasladaban en el tranvía traccionado por
caballo hasta el local donde eran ensamblados y vendidos. Para 1927 Pablo trabajaba
en la
Corporación Venezolana del Motor en Barquisimeto,
destacándose por lo que es enviado a Caracas, en uno de sus viajes a
Barquisimeto se compromete en matrimonio con María de Lourdes, el cual deben
aplazar por la muerte del abuelo Teodoro Giménez ocurrida en 1931.
La
novia era la primogénita del matrimonio Castro Giménez, nacida a tres meses de
iniciarse la Primera Guerra Mundial, acontecido en Barquisimeto, un 9 de septiembre
de 1914, en casa de sus abuelos en Santa Rosa a donde había acudido la madre a
dar a luz, un suceso familiar de gran preocupación pues un parto era
muy riesgoso en esos tiempos. Su nombre de María, por su madre y el de Lourdes
escogido por la devoción hacia la virgen de Lourdes, además María de Lourdes era
una combinación usada en la familia materna. Sus padrinos fueron su tío Sixto
Giménez y su abuela Adelina Meléndez de Giménez, fue realizado el 5 de febrero
de 1915 en la ciudad, donde se quedarían para que la recién parida se recuperara,
luego las navidades y esta celebración.
El corre y corre de los preparativos del matrimonio
no dejaban espacio para la tristeza de la inminente salida del hogar de la
primera descendiente, Lourdes de 19 años para la fecha en cuestión, el
novio de 25 años, un pícaro Duaqueño, parrandero y muy sociable, el cual vivía
independiente desde los 7 años, sería quien despertaría el deseo en Helena de
conocer Caracas a través de su narrativa de la vida de la capital. Habiendo
cumplido el periodo de los dos años de luto obligatorio, se casarían un 1 de
julio de 1933 luego vendría la espera de un mes para llevarse a su esposa de la
casa paterna, los apuros para irse se veían mal en esta época, finalmente lo harían,
Helena recordaría aquel triste día de la despedida, ellos se radicarían en
Caracas hasta 1935 fecha en la que regresan a Barquisimeto por la muerte de su
suegra. Mamayu asume su papel como la sucesora
de su madre, para el
cual había sido educada, por ser la hija mayor, una tradición
desde la Colonia, ella organizaría la mudanza con su familia, huyendo de los recuerdos de la
muerte de María Adelina, principalmente Pancho Castro consumido por la tristeza,
lo hacen a una casa ubicada en la carrera 19 con calle 34.
Pasarían
cuatro años en los que la rutina se instala nuevamente en el hogar, las cuatro
casaderas llevaban una intensa vida social. Elena, una joven de 16 años, disfruta
de los paseos de moda en la ciudad, navegar en canoas en la laguna de Patarata
acompañada por los amigos solteros, si estaba en la casa vivía pendiente
de los jóvenes que silbaban en la esquina, contraseña para que ellas se
asomaran a las ventanas, a sentarse en los pollos para conversar, ellas adentro
y los muchachos afuera parados en la acera, solo se podían tocar las manos
entre los balaustres o rejas protectoras. Las fiestas en la plaza Bolívar, con
las orquestas Mavare y La Banda
del Estado Lara que tocaban retretas, unas fiestas diurnas tradicionales de los
días domingos, sus hermanas Ana y Roselia bailando en la plaza, otra actividad
social era ir a los toros coleados donde Adelina conoció a Martín quien era
integrante del grupo de amigos que frecuentaban a las jóvenes Castro.
De
esta época, Helena recuerda el incidente donde Martín Orozco, novio de la morocha
Adelina, al pasar por la calle frente a la casa, ve a Elena asomada en la
ventana muy arreglada, confundiéndola por su gran parecido con ella, se molesta
porque a él no le gustaba que se maquillara, le reclama a Adelina pero Elena le
aclara que era ella la que estaba esperando a su enamorado, Rafael Antonio Daza
Soteldo.
Frecuentaban
el cine-circo Arenas, que era descubierto por los lados pues estaba situado en
un balcón, las sillas se podían mover colocándolas donde se quisiera y también
recuerda el cine-teatro Bolívar, donde acudían a ver las películas mexicanas de
moda del cual era fanático Martín Orozco.
Se
tomaban fotografías profesionales en los estudios como el de Vegas, Marchena,
Balestrini, D’Lima, impresiones Capitol, fotos Rod, etc. Esta moda se debía a
que Amabilis Cordero, un duaqueño, funda a partir de 1920, estimulado por los
hermanos González, un estudio fotográfico ubicado en la carrera 19 con 31,
originando un hobby en los ciudadanos Barquisimetanos, especialmente en las
hermanas Castro quienes vivían cerca, a solo tres cuadras de allí, por lo que transitaban
por enfrente al dirigirse a la escuela Leopoldo Torres, ubicada en esta misma carrera
con la calle 30 por lo que su paso era obligatorio, de regreso de clases se
paraban a curiosear en la vitrina.
Después
en 1928, este estudio se convertiría en uno de cine conocido como “Estudios
Cinematográficos Lara” el cual es mudado a otro local, quedando en esta vía
otros estudios fotográficos abiertos de renombre en la ciudad. Amabilis Cordero
filma su primer mediometraje, desarrollada a partir en una obra del hermano
Nectario María titulada, Los milagros de la Divina Pastora
(1928) con el sello de “Artistas Unidos de Barquisimeto” estrenada el 8 de
Julio de ese mismo año en el Teatro Cine Bolívar de la ciudad, situado en donde
estaba su antiguo estudio y después estaría el cine Florida. Gracias a esto se establece una gran afinidad por el cine y la fotografía. Barquisimeto era la ciudad
con mayor salas de cine del país.
En
1936 la ciudad tenía algo más de 40 mil habitantes, permaneciendo estancada
hasta esta fecha en que se da inicio al avance tardío del siglo XX estableciéndose realmente posterior a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, estimulado por
el gobierno del sucesor Eleazar López C. El cambio más relevante fue la lucha
de la mujer contra las restricciones políticas, educativas y sociales, esto se
expresó a través del vestuario, revolucionado por los modistas internacionales
y las publicaciones sobre la moda, de la cual las hermanas están al tanto y siguen
con actualidad.
A
pesar del luto iniciarían un cambio, se recortarían el cabello a lo Coco Chanel mostrando una
imagen acorde con los nuevos tiempos, era la época de la rebeldía juvenil, de la moda estudiantil, la
exploración del entorno social como no se había visto antes en Venezuela. Los
viajes a El Toronal se caracterizan por primera vez por el acompañamiento de los
jóvenes de Aguada Grande, principalmente los Sánchez. Elena recuerda que cuando
escuchaban el galopar de los caballos, todas corrían a escuchar las serenatas, luego
se vestían para salir a conversar. Venía Horacio Sánchez, Pedro Carlos Fuentes
enamorado de Roselia, Salvador Sánchez enamorado de Ana.
Ella
también recuerda que bajaban en grupo a Aguada Grande montadas a caballo a todo
galope, las más atrevidas eran Elena, Ana, Bolivia y Roselia, las otras dos
Rosario y Adelina eran temerosas de los caballos. Los habitantes del pueblo
salían a recibirlas, era un acontecimiento verlas, decían que estaban llegando
las hijas de Panchos Castro, escandalizados comentaban irónicamente que venían
solo hombres pues no estaban acostumbrados a ver mujeres a caballo, en
pantalones y el cabello corto, ellas disfrutaban este reto.
Visitaban
las fincas en las montañas cerca de El Toronal y Elena recuerda que una vez
bajando a galope comenzó a llover, ella veía el borde del camino hacia el
precipicio, los caballos patinaban en el barro, sin embargo logro frenar al
animal, llegando sanas y salva, mojadas, jadeantes pero nunca asustadas, eran muy intrépidas.
Teniendo
17 años, junto a su morocha visitarían en una oportunidad a la abuela Bartola
en Río Tocuyo, la verían rodeada de gente extraña a quien ella atendía en sus
necesidades de sanación recetando hierbas medicinales o sus actividades de
espiritismo, allí presenciarían una discusión de Pancho con su madre, nunca
supieron el motivo pues su padre les ordeno salirse de la habitación, pero les llamo
la atención el hecho, nunca los habían visto pelearse, estaban muy
compenetrados, cuál fue el motivo de esta acalorada discusión?. Existen varias teorías,
una solicitud que abandonara sus actividades paranormales, deshiciera la atadura hecha con sus conocimientos rosactuz y chamánicos en El Toronal, que se mudara con el o todas estas.
Del
año 1937 en adelante serían los noviazgos de las tres hermanas Adelina, Ana y
Roselia con Martín, Teodoro y Andrés. Los tres hombres eran amigos y realizaban
las visitas juntos, el que llegara primero se sentaba en el confidente de dos
puestos con su novia pegadita a su costado, una gran ventaja, los otros dos les
tocaban las sillas individuales, no podían ni tocarse las manos pues eran
vigilados por Pepita. Si salían con el enamorado, eran acompañadas por dos
chaperonas, Pepita con una hermana o cualquier otro familiar, típico de esta
época de la rígida educación victoriana. Siempre iban todas en caravana a
diferentes fiestas, de carnaval, en la plaza, a los toros, de la familia, a El
Toronal, tenían pocas amigas, la parentela era muy grande, suficiente para cubrir
las necesidades de socializar. Era la época de las familias tipo clan o mejor dicho
tipo tribu.
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