Descifrar a Karla implicaba no solo conocer sobre temas de espiritualidad
o magia, era ir a sus orígenes, a su entorno
familiar y las circunstancias experimentada en su vida personal. Al plantearle el
tema, el cual era muy íntimo, me sorprendió la naturalidad con que lo abordo, parecía
estar esperándolo.
Ella había nacido en un hogar de clase media, a simple vista común
y corriente, pero hasta allí llegaba lo usual, en la historia que narraba, poco
a poco comenzaba a surgir lo inusitado, comenzando por el hecho de que su padre
practicaba los conocimientos iniciáticos de orden espiritual conocido como
Rosacruz y sería bautizada, siendo apenas una bebe de unos cuantos meses,
dentro de esta corriente mística, recibiendo el nombre de una sacerdotisa de
esas enseñanzas, una tradición en ellos. Aquí debo aclarar que Karla es un nombre
ficticio y no corresponde al de la sacerdotisa.
Creciendo en este hogar con una mente abierta a los fenómenos
paranormales, habiendo notado sus padres la manifestación de dones por la
sanación a través de la imposición de manos que continuamente aplicaba a su
abuela cuando sentía los fuertes dolores de cabeza de la migraña que padecía crónicamente,
calmándola al poco tiempo de iniciar las maniobras que era casi imposible de
lograr aun con medicamentos. Karla, entonces una niña de siete años, lograba
aliviar aquel dolor de su abuela, intenso y con efectos secundarios como
nauseas, vómito y fotofobia, esto es intolerancia para ver la luz. Otro era la
premonición que sería evidente cuando salían en carro con sus padres y ella
siempre iba describiendo anticipadamente el camino, al advertir que esto era de
forma repetitiva y no era un hecho casual, lo cual no dejaba duda que la niña
poseía dones, por lo que sería estimulada para el estudio de estos
conocimientos. Coincidencialmente estas facultades comienzan a manifestarse a
raíz de un suceso donde sufre un traumatismo craneoencefálico jugando con otra
niña a girar agarradas de las manos, soltándose accidentalmente y golpeando la
parte posterior de la cabeza contra la pared quedando momentáneamente inconsciente.
En una mudanza a otra ciudad realizada por razones de trabajo de
su padre, teniendo Karla ocho años de edad, relataría con detalle asombroso el
paisaje de la carretera, las montañas, los árboles, los avisos en las vallas,
incluyendo las curvas, y así como la casa donde vivirían, el jardín y el patio.
Años después, de regreso a su ciudad natal teniendo once años, su padre le
regalaría una colección de libros sobre cómo desarrollar los dones sagrados.
Con ellos aprendería de forma autodidacta, entre otras cosas, a realizar viajes
astrales, con experiencias emocionantes, pero también con seres malignos
pasando un gran susto, pudiendo regresar por conocer la fórmula para hacerlo,
por este hecho dejó a un lado esos libros temporalmente. Luego entro en contacto con dos grupos de
enseñanzas espirituales, uno que daban conferencias acerca de pasajes bíblicos,
descubriendo posteriormente que eran charlatanes, retirándose de ellos. El otro
grupo con el que se relacionó sería uno de origen Hindú, cuyo líder en ese
entonces era llamado “Gurú Maharayí”, en la actualidad es un prestigioso
Venerable Maestro y Embajador de la Paz,
sin embargo, dejo de asistir a sus enseñanzas por la lejanía en que se
encontraba la casa de reunión y la dificultad de trasladarse pues aún era una
niña. Debido a esto decide luego iniciarse por cuenta propia en el camino del
misticismo a través del estudio de la Biblia logrando una conexión profunda con
Dios.
Más tarde, siendo una mujer, sufriría nuevamente pérdida de la
conciencia con aparentes convulsiones, al consultar con el médico detectarían
que tenía una fisura en la región occipital del cráneo. Karla me aclaró que lo
acontecido en ese episodio no correspondían a esta patología como tal, sino que
hubo una desconexión entre su cuerpo y su espíritu; ella observaba desde lo
alto del techo lo que estaba sucediendo a su alrededor mientras permanecía en
ese estado, flotando con aquella sensación de haberse liberado del peso de su
cuerpo y convertirse en un ser etéreo lleno de luz por lo que su espíritu
quería seguir fuera de la materia mortal.
Mientras esto le ocurría a ella su padre se da cuenta de que sus signos
vitales se estaban desvaneciendo y hace lo posible por regresarla; es entonces cuando
su espíritu bajo al cuerpo, pero de inmediato volvió a salir, en ese proceso su
padre lo percibió como una convulsión, luego en el siguiente intento es cuando
finalmente recobra la conciencia y despierta. ¿Acaso este evento exacerbó sus
poderes?. Poco a poco como cuando amanece y sale el sol, comienzan a
manifestarse otras cosas extraordinarias en ella.
La entrada a la adolescencia fue un tanto difícil para Karla,
problemas existenciales que la llevarían por un sendero del ir y venir en
cuanto a sus creencias hacia Dios y la vida que ella estaba experimentando,
estando consciente de los diferentes caminos que se presentaban y viviendo
muchos tropiezos por no tener una adecuada orientación en esa etapa de la vida
ya que era prácticamente autodidacta. En esos senderos del bien y del mal,
inicia su vida mundana, una etapa llena de experiencias buenas, otras duras,
con altos y bajos, polémica, rebelde, bohemia, hippie, pero la etapa romántica
y la experiencia pasional la marcarían para siempre.
Karla tuvo un cambio de rumbo tajante con la llegada del amor,
prescindió temporalmente de su espiritualidad dando prioridad a esta relación,
se empeñó en lograr nuevos propósitos, una vida diferente a la experimentada
hasta ese momento, llevar una existencia normal como cualquier otra joven común
y corriente, sin aquella carga de fenómenos paranormales que provocaban
resquemor dentro del entorno juvenil que frecuentaba en ese entonces, quería
ser aceptada y para eso debía poner punto final a aquella etapa de estudios
iniciáticos difíciles de entender por el común de la gente. Pero algo sucedió,
al apartarse de sus dones perdería la facultad de premonición o presentimientos
que siempre le advertían sobre algún peligro. Se enamora por primera vez, lo
hace de una forma total, desprendida e inmediatamente hace planes para una vida
en pareja pero, resulto que él no compartía estos proyectos, le explicaría que no
estaba preparado para asumir una familia pues estaba dedicado a su profesión y
darse a conocer en el medio en el cual se aspiraba desarrollar su creatividad
de artista, ser famoso, conocido, que no tenía en ese momento como afrontar una responsabilidad como aquella y además no
le correspondía con la misma intensidad, su amor era diferente, físico y no
sentimental. Karla queda devastada ante esa confesión, era muy joven y estaba embarazada
por primera vez, decide asumirlo sola y no le notificaría a él, queriendo lo
mejor para su hijo, evitar que la experiencia negativa recayera en su espíritu,
una especie de karma, se dedicaría a través del estudio de la Psicocibernetica
a visualizar la imagen de ese niño, programar su inteligencia y dar vida a un
bebé sano y feliz, con una sorprendente genialidad, resultando que desde los
seis meses de edad demostraba ser muy despierto y con dones autodidactas.
A Karla le tocó vivir con sus padres en esta etapa, dar atención a
su pequeño hijo, salir a trabajar, y estudiar una carrera universitaria.
Con el correr del tiempo, siendo madura y con otras perspectivas
del amor conocería una nueva pareja con la que se casaría. Al decidir
independizarse junto a su hijo, experimentaría un drástico y repentino giro en
su vida, se muda al campo, a una casa de paredes pintadas de blanco con puertas
y ventanas de azul, situada debajo de una verde colina, allí nuevamente
comienza a experimentar la clarividencia y episodios de precognición de forma
diferente a los de la niñez por estar más consciente, fenómenos facilitados
toda vez que estaba en contacto continuo con la naturaleza, tanto de flora como
de fauna, un ambiente que le proporcionaba paz y además una sensación de
realización en lo personal por su matrimonio.
Al cabo de unos años tiene su segundo embarazo, el cual perdió en
una caída aparatosa al descender por una ladera de la colina, entristeciéndola
enormemente; entonces comenzó a escuchar las risas y el correteo de un niño
feliz a su alrededor, era de un pequeño, que se abrazaba a sus piernas, y así
sucedía noche tras noche, Karla reconociendo que ese angelito era su hijo no
nacido, una noche al sentir su llegada, cuando estaba sobre su regazo, decide
agarrarlo, logrando tocar sus piececitos; esto la lleno de gran emoción y le
dijo que lo amaba. Esa fue la última vez que se presentó, allí se cerró ese
ciclo de sensaciones y sentimientos encontrados, dando paso al deseo de un tercer
embarazo, pero la concepción se dificultaría por una infertilidad secundaria.
Por esas cosa de la vida que llamamos destino, casualidad, pero que en Karla es
una manifestación de sus sentidos extrasensoriales; un día conoció a una señora
que misteriosamente le abrió su casa y su corazón, de inmediato le pregunto si
deseaba concebir otro hijo, y le contó cómo ella había logrado tener a los
suyos mediante un brebaje chamánico cuya fórmula era secreta, sin embargo
inexplicablemente se lo suministró de manera generosa, ¿Acaso la identificó
como una persona con dones?. Por otra
parte, una amiga de Karla le contaría que había concurrido a una imposición de
manos para quedar embarazada, y la invita para asistir a una sesión. A un mes
de esta sanación y de la ingesta del brebaje, ella estaba finalmente
embarazada. Esta fórmula secreta chamánica de la fertilidad es utilizada por
ella en su práctica de sanadora.
Dándose cuenta su esposo de los dones de Karla, la incentiva a
acudir a charlas de metafísica, información que casualmente le había llegado a
él, retomando de nuevo el camino espiritual. Vendrían otros penosos
acontecimientos como la enfermedad de un ser querido con un cáncer en fase
terminal, del cual estaba alejada mas no había perdido contacto, a quien va a
visitar estando hospitalizado, efectuándole una sanación con imposición de
manos empíricamente con resultados asombrosos en el alivio del intenso dolor,
sin embargo no incidió en el desenlace fatal pues estaba escrito en la línea de
vida de su amigo. En ese entonces aún no había realizado estudios formales como
sanadora.
Esta situación vivida sería clave en el sendero a elegir, al cual se
dedicaría de lleno a partir de allí, una serie de acontecimientos encadenados fueron
calzando en su vida paulatinamente. ¿Fortuito o destino? A Karla le comentaron
que otra sanadora había estado en el hospital un tiempo atrás, dicha mujer
había logrado una mejoría, no solo en su amigo sino también en otros pacientes,
pero no había regresado más. Sintiendo
gran interés por entrar en contacto con ella realizaría una intensa búsqueda en
la ciudad hasta dar con la dirección donde se encontraba, resultando ser un hospital
de sanación donde acudían las personas en busca de mejorar su salud. Al
entrevistarse con el maestro, el cual eventualmente formaba grupos para dictar
enseñanzas a nuevos sanadores, sería iniciada en sus primeros estudios formales
sobre Sanación Cuántica, esto sucedió posterior a un fenómeno paranormal
experimentado por ella.
Consecutivo a la separación de su segunda pareja, relación que se
había transformado en incompatible debido a la toma de conciencia por parte de
ella de lo injusta que había sido pues el amor que sentían el uno por el otro
no era equilibrado, no se correspondían mutuamente con la misma intensidad, o
mejor dicho ella no lo amaba, lo quería, le agradecía haberle dado alas para
volar del hogar de sus padres, enfrentar esa realidad fue duro pues sus
principios místicos y la necesidad de evolucionar le exigían ser honesta
consigo misma y con su pareja, una buena persona que merecía más, por lo que un día finalmente le diría: “¡Vete!
Te doy mi Paz y yo me quedo en Paz”, y se hizo el silencio. Allí hubo una
transformación interna para ella, un cambio de sentimientos, después de lo cual
se le abrirían los caminos para ir a la India, donde tendría maravillosas
experiencias para su crecimiento espiritual, que paulatinamente me iría revelando
a medida que transcurría el duelo entre nosotras.
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