A principios del siglo XIX, el actual municipio Urdaneta formaba parte del cantón
Carora, los pobladores mayoritariamente tenían formación militar, temidos por
su carácter aguerrido, tan así que no acataban órdenes del gobierno local de
Barquisimeto, sus alzamientos eran seguidos por todo el país, determinando la
política nacional.
Este municipio que nace como un
conjunto de pueblos doctrineros dependientes de Carora, fue un sitio central en
la historia de Venezuela, llegando a mediados del siglo XIX a ser más
importante que la misma Carora, tal era la relevancia de esta región que los
caudillos que deseaban apoderarse del poder político del país se dirigían en
primer lugar a tomar Siquisique, su control representaba un triunfo seguro pues
era el centro económico y político-militar del país. Así vemos como aquí se
protagonizan la guerra federal comandada por Juan Crisóstomo Falcón, la de
Guzmán Blanco, la de Joaquín Crespo, la de Cipriano Castro, etc. Hechos poco o
nada resaltados en la historia de Venezuela.
En 1856 deja de pertenecer al cantón
Carora, pasando a ser un cantón separado, incluso sería una dependencia federal,
gobernada directamente a través de una autoridad civil y militar, según decreto
dado en Coro el 22 de febrero de 1875, siendo presidente el General Antonio
Guzmán Blanco, cuenta la historia que llegaron a tener más de 30 generales en
su haber.
El municipio Urdaneta era un territorio
con grandes avances, ya en el año de 1844, en el
sitio llamado “Santa Lucia”, a dos kilómetros de Siquisique se había establecido la primera hacienda regadiza de caña.
Al año siguiente se construyó la famosa trilla para el café en Aguada Grande y
en 1846 el primer trapiche en Siquisique, lo cual permitía producir
productos procesados como el café trillado y el papelón, de gran demanda en los mercados nacionales e
internacionales, aportando aun más riquezas a la región.
Las
comunicaciones terrestres eran por las rutas de los arrieros conocidas como
Camino Real, que transitaba de Coro a Siquisique, para llegar a Río Tocuyo y Carora,
que se comunicaban con Quibor, El Tocuyo y Barquisimeto, poblados con grandes
movimientos migratorios y comerciales entre ellos. Existen escritos de la época
que lo demuestran “Las mulas cargadas
de sal tenían que pagar 8 reales al salir de Coro y 8 más, cada una, al pasar
por Carora, vía El Tocuyo”.
Estos viajes se realizaban en bestia,
a pesar de que el siglo XIX fue el siglo del ferrocarril y el telégrafo, esto
solamente se implemento en unas pocas ciudades, quedando el campo a merced del tránsito
a lomo de bestias, a pie o en carretas, realizados a no más de 16 Km . / hora, por lo que
estos desplazamientos duraban varios días, semanas e incluso meses, enfrentando
grandes dificultades y el riesgo de muerte por diferentes causas como
enfermedades o accidentes.
Las
bestias eran mulas, burros y caballos en menor cuantía, todos traídos de
España, su cría era esencial en la época anterior al automóvil, único medio de
transporte tanto para las personas como las cargas, todo hacendado tenía
rebaños de estos animales.
El camino real, ruta de la sal, del chivo o del cocuy, como también se
conocía por ser las principales mercancías transportadas por este camino, al igual
que el contrabando traído de Curazao, negocio muy prospero; partía de
Coro, adentrándose por la sierra de San Luís por un camino sinuoso entre
montañas descollantes en belleza por su verdor y frescura, con puentes de doble
arco de ladrillos que posibilitaban el paso por los cauces de los ríos,
construidos desde la Colonia. A lo largo de esta senda existían innumerables
caseríos y posadas, que mantenían sus economías con los viajeros, pudiéndose
obtener un techo para dormir en chinchorros, comida y agua limpia para asearse,
facilitando estos desplazamientos que duraban
unos 7 días, saliendo al pie de la montaña de Guacamúco, por la parte norte de
Siquisique, comunicando con varios caseríos, entre ellos: Los Planes,
Guacamúco, La Cumbre, La Torta ,
Topeyes, Tinajitas.
Al llegar, los viajeros se encontraba con una casa colonial de bahareque de
forma alargada, techada
con corteza de dividivi y tejas, con corrales grandes cercados con varas de
maguey y cubiertos con paja conocidos como enramadas que
le daban un gran frescor, ideal para el acomodo de animales, tenía mucho movimiento por la gran afluencia de personas que transitaban por este camino, generando un constante bullicio de un
ir y venir, convirtiéndolo en el segundo parador en
importancia por las comodidades prestadas, después del puerto fluvial de “La
Aduana” por el sur.
Aquí se conglomeraban los comerciantes con sus arreos de burros o
mulas, que bajaban de la montaña cargados con sus mercancías tales como: maíz, caraotas,
café, verduras, hortalizas, pieles de chivo, etc. El dueño de la posada hacía
gala de su cordialidad y como todo buen anfitrión, siempre compartía con gran
algarabía sus palitos de cocuy con los viajeros
Mientras los ayudantes descargaban y les daban pasto a los
animales para luego llevarlos al río a que tomaran agua, los dueños de arreos
se dirigían al pueblo negociando, ya fuere vendiendo, comprando o realizando
diligencias como registros de nacimientos, trayendo algún enfermo par ser
recetado, disfrutar de alguna actividad social como las fiestas patronales o
religiosas, compromisos
con las extensas parentelas o simplemente un paseo por el pueblo o la iglesia
parroquial.
Siquisique, considerado
una especie de puerto fluvial gracias al majestuoso caudal del río Tocuyo, incluso
en el año de 1843 existió un proyecto con presupuesto aprobado para
hacerlo navegable hasta las costas de Falcón, el
cual no se llego a concretar. En el 2003 una creciente desenterró un barco
de vapor, en el sitio conocido como “playa el vapor” confirmando la leyenda del
naufragio y de que era surcado por estos buques. Este era un poblado sumamente
fresco pues lo cobijaban grandes árboles de cujíes, cedros, caoba, veras,
maporas, tamarindos y mamones. Por sus calles siempre había un gran movimiento
comercial, estaban salpicadas de pulperías bastante surtidas de: Maíz en concha
para hacer la harina “tostá” y las arepas “pelás”, sal en granos de Coro,
caraotas, quinchoncho, café, papelón, huevos, templones. Se encontraban otros paraderos
más pequeños de diferentes precios, donde además de abastecerse
se podía dormir y alimentarse con un plato de comida caliente.
Atravesando el pueblo estaba
la calle Comercio por donde se llegaba al río para continuar viaje a Carora. Había
que vadearlo, se hacía
en el sitio conocido como “el paso de las canoas”, que pertenecían a unos habitantes
que tenían un negocio de transporte en
lanchones o canoas, para pasajeros, enseres e incluso
animales, ellos eran muy diestros
maniobrando estas embarcaciones a punta de remo en las turbulentas aguas,
evitando las pérdidas de bienes. En este paso existía una casa de tejas, conocida como “El Sorrento”, especie de
aduana, con grandes cuartos que se utilizaban para el almacenamiento de
mercancías y largos corredores enladrillados donde los viajeros esperaban el
turno de embarque, si este se prolongaba por las grandes crecidas del río
Tocuyo, podía pernotarse en ellos colgando las hamacas o chinchorros, sirviendo
de posada. Al cruzar este paso, se encontraban las vegas de Santa Cruz y
Peña Amarilla con pastizales que crecían de forma natural, situadas del otro lado de la confluencia de los ríos Tocuyo
y Baragua, perdiéndose de vista
el verdor del paisaje, allí los arrieros alimentaban a las bestias.
Al continuar
la marcha para llegar a Río Tocuyo se tomaba un camino poblado con grandes
casas solariegas, algunas daban hospedaje para descansar y comer, imprimiéndole un gran dinamismo a esta ruta,
muy concurrida y prospera debido al intenso tránsito de estos numerosos arreos de
bestias, carretas, carruajes y hombres a caballo, quienes mantenían estas economías.
En Siquisique existían escuelas no
solo para varones sino también para mujeres, decretadas por el Ilustre
Americano, como era conocido Guzmán Blanco debido a su educación y cultura
obtenida en Francia, dándole un gran impulso social y educativo al municipio
Urdaneta, por la Ruta de la Sal se traen fonógrafos, pianos, billares,
bicicletas, periódicos, etc. En el año 1886 llega
la imprenta a Siquisique, ese mismo año circula el primer periódico llamado el “Eco de Urdaneta. En 1890 se inaugura el alumbrado público de la localidad
que funcionaba con una planta, entre las 6 pm hasta las 11 pm. El 22 de enero de 1901 es inaugurado el telégrafo.
En 1902 Siquisique sufrió el ataque de
la guerrilla al mando de los hermanos Generales Ceferino y Manuel
Castillo que venían de Baragua, en este hecho pierde la vida el
General Antonio Álvarez que era el
Jefe de Guarnición y de Gobierno, cuyo cuartel estaba en la casa denominada la
"Patriótica". El 17 de junio de 1903 fue firmado el tratado de paz entre
los Generales Lázaro González, Jefe del Gobierno y el General alzado Miguel
Gutiérrez, gracias a este tratado vendría la paz y el progreso que necesitaban los
habitantes para el crecimiento de sus economías que a partir de este momento se
intensifica, ya para las fiestas patronales de
Siquisique realizadas en marzo de 1908 es estrenado el primer vehiculo de
cuatro puertas como signo de prosperidad local. Un factor que benefició la
economía y sus exportaciones fue el auge ferrocarrilero, a través del
Ferrocarril Bolívar, en 1916 salieron desde Barquisimeto al puerto de Tucacas,
3.027 kilos de cacao, 201.265 de azúcar, 93.758 de aguardiente, 933.239 de
maíz, 4.312.159 de café y 2.776.554 de papelón, todos de producción local.
En el
valle de Moroturo del municipio Urdaneta, además del cacao, caucho y el grano
del dividive conocido como el grano de oro, también se extraía madera, allí abundaban
gigantescos árboles de cedro y caoba,
se cuenta que era necesario rodearlos más de 6 hombres para poder cortarlos y luego transportados en lanchones por el Río Tocuyo hasta pasar el “Salto” que
era una cascada, continuando en barcos rumbo a España, la madera era tan valiosa
como el oro, pues era usada para construir los barcos.
Entre la vegetación de Urdaneta se destacan las propias de
regiones xerófilas como el cují, el yabo, la vera , el curarí, la úbeda, el
dividive, el buche, el cardón de lefaria, la guazábara, la tuna española, el
orégano, el cocuy, el semerúco, la zábila, el sisal, etc. La fauna incluye venados, puercos de monte,
conejos, lapas, zorros y chivos. Los reptiles: lagartijas, cascabeles,
mapanares y entre las aves se
encuentran: loros, palomas, gavilanes, guacharacas, el
cucarachero, la chuchuba, el turpial, el cardenal y el cardenalito, una especie de ave prácticamente en extinción, etc. Por otro lado
están las montañas de Parupáno con su vegetación exuberante, que incluía caoba
y cedro, contrastando con su clima frió que
permitía el cultivo del mejor café suave del mundo, introducido de Europa desde
el Siglo XVII.
Es en este municipio donde
se residencian a
finales del siglo XIX el bisabuelo Teodoro Giménez y posteriormente el abuelo
Pancho Castro, trabajaron en el cultivo de la caña de azúcar y del café
logrando una gran bonanza con este rubro, era una economía diversificada y sin intervencionismo del estado.
Era la
época de oro para el interior del país, predominando sobre la ciudad, tanto en
lo económico, lo político como poblacional, con una relación de 65% a 35%, gracias
al libre comercio que imperaba en estos prósperos tiempos. El agricultor o
ganadero vendía sus productos directamente a los compradores internacionales,
recibiendo su valor en morocotas o
pachanos, monedas de oro. A finales del siglo XIX la caída del valor del
oro acarreó la creación de un patrón internacional, pudiéndose intercambiar todas
las monedas con un valor fijado por la paridad con este metal precioso, habían
de 10, 20 y de 100 bolívares llamadas pachanos,
creados a partir de 1879 cuando se prohíbe la circulación del peso extranjero,
las morocotas eran las monedas de 20 dólares americano que circuló gran parte de este siglo. También existían
las de ½ y un real de plata de menor valor, así como las de cobre equivalente a
un ¼ y un 1/8 de real.
La riqueza quedaba en el campo
donde se invertía nuevamente en construcciones de obras, haciendas, viviendas, importación
de adelantos tecnológicos y artículos de lujo, bienes o en las compras a los
pequeños productores, bodegas, paradores, creando un circulo de estimulo al comerciante
de cualquier ramo.
Este auge duraría unos 50 años antes
de entrar en una paulatina decadencia a partir de 1935 durando hasta nuestros días.
Actualmente Urdaneta, uno de los 9
municipios que conforman el Estado Lara, hoy de gran pobreza debido al quiebre
de sus cultivos, el ultimo fue el de sisal, está dividido territorialmente en
cuatro parroquias: la de Siquisique capital Siquisique, la de San Miguel
capital Aguada Grande, donde está ubicado El Toronal, la de Moroturo capital
Santa Inés y la parroquia Xaguas capital Baragua.
Estiamdo mis saludos cordiales, muy interesante su trabajo acerca de Siquisique. Me ha permitido contextualizar la Venezuela de principio del siglo 20. Ud. menciona al General Lazaro Gonzalez, estoy buscando informacion acerca de el y su familia. Tendra alguna referencia bibliografica que me recomiende para leer acerca de el ?
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