Helena
entra a Caracas, una bucólica ciudad que abarcaba de Catia a Petare con un poco más de 700.000
habitantes, su paisaje de sauces a orillas del Guaire le anuncia la llegada. El
río de cristalinas aguas se deslizaba entre estos esbeltos y gráciles árboles, herencia
de los fundadores españoles. Abre el neceser para extraer un labial rojo, se delinea
los labios mientras hace unas muecas con la boca para darle uniformidad a la
pintura, nota que un hombre la mira, indiferente acomoda su cabello quitándose la pañoleta
que trae para protegerlo del polvo y se coloca unos zarcillos, al levantarse del
asiento estira la falda que traía puesta y endereza el suéter sobre su cadera. Al
descender del autobús, llevando en una mano su cartera y neceser en la otra, es sorprendida por una suave brisa que le acaricia el rostro, siente que la ciudad la reconoce, te esperaba… le
susurra, una promesa realizada hacia 4 años. Era el mes de septiembre de 1951, Vicente
con quien mantenía una relación amorosa, la espera meditabundo, en cambio ella estaba alegre, su rostro irradiaba una intensa felicidad, ya vengo voy a
buscar mi maleta, le dice, el caballerosamente le responde, no, espera aquí, yo voy. Lo ve venir con el cuadrado equipaje de color marrón, ella lo había identificado con una etiqueta con su nombre. Detente ahí,
por favor, tómame una fotografía en estos sauces, para tener un recuerdo
de mi llegada, sin saber las experiencias de vida esquivadas
hasta ese momento, finalmente la alcanzarían, su existencia daría un doloroso giro en
aquella urbe cosmopolita.
Durante el recorrido hacia su nuevo hogar en
el Ford 200 convertible, observa asombrada los
vertiginosos cambios de Caracas, su transformación ocurría día a día, parecía
viva, múltiples inmuebles demolidos total o parcialmente, en el casco de la ciudad, las calles y aceras se habían ampliado, sus adoquines
sustituidos por largas serpientes de asfalto. El conjunto residencial de El
Silencio habitado, el populoso mercado de Quinta Crespo y la Av Baralt en
constante construcción, allí se ubicarían la torres gemelas de El Silencio con
más de 100 metros de alturas, conocidas luego como Centro Simón Bolívar, una
actividad febril como nunca antes visto, conocía la ciudad, la descifraba, allí viviría los siguientes siete
años.
Vicente le explica lo que sucedía en lo
político, percibía la renuencia de ella hacia este tema, así que le hace un resumen, le dice que a pesar de que quien detenta supuestamente el poder, es el
civil Suarez Flamerich, presidente asignado desde el asesinato de Delgado
Chalbaud el año anterior, iniciándose con algunas expectativas de cambios políticos, en realidad los auténticos
dueños del poder son los golpistas Pérez Jiménez y Llovera Páez, devenidos en dictadura, incrementando
la persecución policial contra los dirigentes políticos de Acción Democrática y
el Partido Comunista, nuevamente proscritos por un decreto de este gobernante. La
situación se había agravado con el recién nombramiento de Pedro Estrada, hacía
apenas tres meses, como director de la Seguridad Nacional, incrementando
la represión, la tortura y los asesinatos, sometiendo de esta forma a la
población. Los primeros presos políticos, 446 detenidos, son enviados al campo
de concentración de Guasina, en el Delta del Orinoco, obligados a trabajos forzados, sin ninguna atención médica ni sanitaria. Solo
quedan habilitados COPEI y URD representando a la oposición, únicos partidos
permitidos por la dictadura. Al pasar por el Club Paraíso, se escucha una música, la orquesta Billos estrenaba sus nuevas canciones que se convertirían en éxitos.
Venezuela era contradictoria e impredecible.
Son tiempos muy peligrosos, señala el
hombre. Ella lo mira, hace un gesto preguntándole ¿Qué tiene que ver eso con
nosotros?, tú no eres político ni yo tampoco. El revela lo que realmente le atemorizaba,
el dirigente político Eligio Anzola,
en la clandestinidad, estaba dedicado a reagrupar a su proscrito partido, destacándose
por esta actividad, por lo que era también un perseguido político del régimen y por ende ponía
en alto riesgo a Vicente, quien había fungido como secretario personal de su
gobierno, debía cuidarse, no llamar la atención, alejarse de su familia, razón por la que no estaba de acuerdo con la mudanza de ella en ese
momento. Helena le explica que ya había solicitado su traslado desde antes de eso, a través de un cambio mutuo y la otra higienista se
había ido ya de Caracas, no podía echarse para atrás. No le dice que tampoco
quería hacerlo. Así comienza su vida amorosa como pareja, en la clandestinidad.
En noviembre de 1951, en este ambiente de incertidumbre, se entera que está embarazada, así que Vicente y Helena contraen matrimonio en una ceremonia
privada, solo ellos dos, pensando que pronto la situación mejoraría, sin embargo seria una azarosa corta vida de casados, él no podía
ejercer su profesión por temor de ser apresado, lo hacía en forma itinerante, eventual.
El aporte económico lo realizaba ella con su trabajo en Sanidad, permitiéndole cubrir
los gastos donde vivían, una pequeña habitación en una pensión, situación que molestaba a aquel joven profesional, ser
mantenido por una mujer era vergonzoso para un hombre, se profundizan las
desavenencias ya existentes entre ellos.
Llega el año de 1952 y así el 30
de julio, Helena da a luz a su hija Anahelena, en la espléndida Maternidad
Concepción Palacio, emblema del pujante país en materia de atención médica a la
mujer, enfermeras con sus cofias blancas pululaban por sus brillantes pasillos,
ese año ocurrían un mosaico de sucesos, se iniciaba la televisión en Venezuela
y a nivel internacional. a escasos 4 días, había ocurrido la muerte de Evita
Perón en Argentina. Ambas mujeres eran de la misma edad, nacidas en 1919, pero
la política jugaba papeles opuestos en sus vidas. Helena huía de todo lo que representaba
esta actividad, por varias razones, conocía las tragedias de su abuela Bartola y
su padre por culpa de la política, pero la más importante era por ser un obstáculo
entre ella y su amado, una especie de rival invisible que los separaba. En
cambio para Evita, jugar este papel era la forma de atraer a su marido, motorizaba
a Perón, lo impulsaba a la gloria, pero como siempre la vida da giros
inesperados y un día se le detecta un cáncer terminal, sin embargo su imagen era
imprescindible en la campaña de re-elección presidencial, así que su entorno
decide envolver este hecho en el secretismo, se prohíbe que el pueblo se entere
de su enfermedad, era la que arrastraba las masas al ser idolatrada con locura,
este carisma de ella logra que Perón resulte electo para un segundo gobierno. Apenas
a un mes de fallecer, da un mitin junto a su marido para agradecer al pueblo el
apoyo, lo que el público desconocía es que para poder salir al balcón se le
fabricó un podio especial con una armazón de metal para sostenerla, evitando
así que se notara su minusvalía para mantenerse de pie, sumado a esto le habían
realizado una lobotomía, que era la extirpación de una parte del cerebro para que no
sintiera el dolor y no lo reflejara en su rostro, su imagen era una leyenda,
había que preservarla.
En esta atmósfera llegue al mundo. Vienen
a conocerme a Caracas, Pepita y mi tía Ana, Helena se sentía realizada, plena,
un hijo era el amor infinito, equivalente al estallido de una supernova, su
intensidad opacaba los demás amores. Pero el destino continuaba como un río
indetenible, a finales de ese año ocurren dos acontecimientos, el primero, el asesinato de Leonardo Ruiz Pineda, Secretario de
Organización de AD, el 21 de octubre, resaltando aún más la figura de Eligio
Anzola como principal en la resistencia. El segundo, apenas a unos días
del asesinato, ante el escándalo por lo sucedido, queriendo obtener legitimidad,
el gobierno convoca a unas elecciones a realizarse en un mes, y lanzan su
partido, el Frente Electoral Independiente (FEI).
A pesar de los riesgos, URD y COPEI deciden participar, la campaña transcurre con ventajismo gubernamental,
represión y dos conatos de insurrección. Los militares usan el control de la economía y el miedo como estrategias
políticas para obtener los votos. Están seguros de lograrlo. Es el mes de
noviembre de 1952.
Helena se mantiene al margen,
no participa ni opina de política, se dedica a su hija y su trabajo, mi padre Vicente vivía en la clandestinidad, oculto, separado de familiares y amigos donde pudiera ser localizado, incluso de Helena. Un día mientras camina apresuradamente por una calle
de Caracas de regreso del trabajo, una multitud que viene en sentido contrario sorprenden a Helena, algo
preocupada pregunta, ¿Qué ocurre?, una respuesta es lanzada desde las entrañas
de aquella vorágine, señora, vamos al Nuevo Circo, Ella insiste ¿Pero, qué
pasa allí? Surge otra voz de la masa anónima, corremos para llegar a tiempo de escuchar
a Jóvito Villalba. Girando sobre sus talones voltea y los increpa, ante que
desaparezcan en la esquina, ¿Quién es ese señor? Como una estela difuminándose
alcanza a oír, no sabemos, señora, pero dicen que va a luchar contra la
dictadura y eso basta, venga con nosotros, le solicitan desde la lejanía, ella
exclama: no puedo, mi hija me espera. Retoma su camino, mientas se pregunta ¿Qué
podía pasar si solo faltan tres días para las elecciones y en su trabajo se comentaba
que ganaría el FEI?, un presagio la cubre.
Era el 27 de noviembre, URD hasta ese momento ubicado en el último lugar de
preferencia del electorado, había convocado a un mitin en el Nuevo Circo, sorpresivamente la
participación es masiva, a pesar del miedo, un subterráneo clamor se abre paso,
el rechazo hacia la dictadura se evidencia, ese día Jóvito Villalba, un
desconocido político, capta el sentir del momento, lo interpreta e
inesperadamente asume el liderazgo convirtiéndose en un fenómeno avasallador, un
cisne negro, al ver esto los únicos dos partidos legales que estaban presentes,
deciden apoyarlo en un solo bloque, será el único candidato de la oposición
para la contienda electoral. Desde el exilio, AD ordena la abstención a su
militancia con el fin de dejar al descubierto la ilegalidad del proceso electoral.
Es la noche del 30 de noviembre, mi
madre celebraba mis 4 meses de nacida, repentinamente la radio transmite una
noticia de última hora, Jóvito Villalba resulta vencedor de las elecciones,
obteniendo la mayoría en la asamblea constituyente, correspondiéndole ser Presidente de la República. La prensa internacional
se hace eco de la información. El Alto Mando Militar es
sorprendido con estos resultados, confiaban en que los sobornos, las
persecuciones, los asesinatos, las torturas doblegarían al pueblo, además URD no era un partido popular
ni su líder era conocido, era imposible que ganara. Pero contra todo pronóstico esto sucedió, el 1 de diciembre se ven obligados a suspender el conteo de votos,
alterar los resultados.
Ante estas irregularidades, en
un destello de dignidad Germán Suárez Flamerich junto a la junta gobernante,
renuncia en pleno. Al día siguiente, el 2 de diciembre, es anunciado que el FEI
es el ganador y Marcos Pérez Jiménez, presidente provisional del país.
A mi escaza edad vivía este difícil momento cuando el triunfo político de la sociedad civil fue desconocido, apenas
un mes después, en diciembre, la nueva asamblea nacional constituyente, que surgió
de los resultados alterados, nombra a Marcos Pérez Jiménez presidente
constitucional para el periodo de 1953 a 1958. La vida amorosa de mis padres
estaba condenada, el panorama político los arrastraba inexorablemente. Las esperanzas
de un cambio estaban muertas. Así comenzaba mi vida.
Arranca
el año de 1953 con la instalación, el 9 de enero del gobierno fraudulento, el
país estaba abiertamente bajo una dictadura militar, apenas transcurrido 9 días
de su instalación se desenmascaran, en una emboscada detienen a Alberto Carnevali, Secretario General de AD, buscan afanosamente a los otros líderes
de la resistencia, persecución, allanamientos,
delaciones.
Mi madre acababa de llegar de Barquisimeto
donde había sido bautizada en la iglesia de Nuestra Señora de San Juan, estaba
mostrándole las fotos a Vicente, esta es para ti, le dice mientras le coloca
una de ellas en la mesa, el hombre la observa mientras le aclara, vine
un momento, las cosas en la calle están muy peligrosas, era
el 25 de abril de 1953, ella le sirve un café y una parte del líquido salpica
su mano, parecía un mal augurio, Vicente saca un pañuelo de su bolsillo y se la
limpia, la sostiene firmemente, los recuerdos vienen, ambos se miran intensamente, van a
decirse algo cuando repentinamente tocan el timbre insistentemente. Esta vez es
él quien retira la mano. Alguien abre la puerta entrando su hermano, venía
sudoroso, al verlo exclama, gracias a Dios te encontré. Portaba graves
noticias. Eligio Anzola Anzola, encontrándose en El Paraíso cerca de El Pinar, dentro
de un vehículo donde se desplazaba, había recibido varias descarga de ametralladora,
logrando detenerlo y trasladado a los calabozos de la Seguridad Nacional donde es
sometido a torturas, le destrozaron los dientes, le fue astillado el coxis,
entre otras cosas, lo interrogaban sobre sus contactos.
Era
apenas una niña de 9 meses de nacida durante estos acontecimientos que representaban un
gran peligro para mi padre Vicente, la familia Cordido ante el temor de que por la tortura realizada a su amigo saliera su nombre a relucir, deciden
sacarlo de Caracas cuanto antes, no estaba seguro ni en su natal Yaracuy donde se había ocultado varias veces, por lo que uno
de los hermanos de Vicente con un contacto le consigue albergue en San Juan de
los Morros, estado Guárico, allí estaba la Penitenciaria General, cárcel del
régimen para los presos políticos, no lo buscarían en ese lugar. Los
acontecimientos ocurrían en las ciudades principales, no en los pueblos. Otra
vez la despedida, Helena lo ve salir, se da cuenta que el no se llevo la fotografía, allí estaba sobre la mesa como anunciando que esta será definitiva. Pasarían 30 años.
Continúan las persecuciones, Eligio Anzola sería
trasladado a la Cárcel Modelo de Caracas, donde se encuentra su esposa también detenida,
Hortensia Millán Bruzual de Anzola. A mediados de año, Pinto Salinas quien se
encontraba en el estado Falcón, en un intento por salir del país, es delatado, apresado y
asesinado. Un mes antes había fallecido Carnevali en la penitenciaria de San
Juan de Los Morros, negándole la atención medica de un cáncer, los intensos dolores
padecidos sin recibir medicamentos para aliviarlos fueron cruentos, muy diferente a los cuidados dados a Evita Perón. En octubre de ese año,
Christian Dior presentaría su última colección en el Hotel Tamanaco, su estancia
en el país causó un gran revuelo, toda venezolana que se considerara elegante
lucía la moda propuesta por este famoso diseñador y, Helena era una de ellas. La
dictadura se iniciaba con Dior, un país contradictorio, tortura, moda y las canciones de la orquesta Billo se superponían.
Al llegar el mes de julio aprendía a caminar dando mis primeros pasos mientras planeábamos viajar nuevamente a Barquisimeto, el primer viaje fue en abril cuando mi bautizo realizado junto a mi prima Gisela Orozco, hija de la morocha Adelina, ambas de acuerdo para ello, ya que Martín y ella serían mis padrinos, a este festejo asistirían todos los primos nacidos para ese año, éramos 11 niños, la familia estaba en plena explosión demográfica al igual que el país. La recién inaugurada casa de la 37 en donde ya se habían celebrado dos acontecimientos familiares, el primero, el matrimonio de mi tía Rosario, el segundo, los dos bautizos, y el tercero seria el matrimonio de la prima Haydee Ramírez que fue el 18 de julio aprovechando para celebrar mi primer cumpleaños en compañía de mis tíos y primos el 30 de ese mismo mes.
Al llegar el mes de julio aprendía a caminar dando mis primeros pasos mientras planeábamos viajar nuevamente a Barquisimeto, el primer viaje fue en abril cuando mi bautizo realizado junto a mi prima Gisela Orozco, hija de la morocha Adelina, ambas de acuerdo para ello, ya que Martín y ella serían mis padrinos, a este festejo asistirían todos los primos nacidos para ese año, éramos 11 niños, la familia estaba en plena explosión demográfica al igual que el país. La recién inaugurada casa de la 37 en donde ya se habían celebrado dos acontecimientos familiares, el primero, el matrimonio de mi tía Rosario, el segundo, los dos bautizos, y el tercero seria el matrimonio de la prima Haydee Ramírez que fue el 18 de julio aprovechando para celebrar mi primer cumpleaños en compañía de mis tíos y primos el 30 de ese mismo mes.
En
Caracas, Helena intenta hacer una vida lo más normal posible, ella a trabajar y
yo a la vida de juegos. La versión oficial de la
ausencia de mi padre era que había conocido una hija de un militar,
enamorándola hasta llegar al compromiso matrimonial, forzado por el padre de la
muchacha, que deseaba tenerlo de yerno por ser un buen candidato, de
concretarse sería bigamia, un hecho desconocido por el que seria su futuro suegro, un grave delito, por lo que su hermano, también abogado,
fue a conversar con el alto funcionario a explicarle que Vicente era casado y
tenía una hija por lo tanto no podía hacerlo nuevamente. El padre de la novia se
enfurece amenazando de muerte a Vicente, por lo que tuvieron que sacarlo de
Caracas clandestinamente. Una historia muy conveniente que evitaba las explicaciones sobre la relación de Vicente con Eligio Anzola y las posibles repercusiones
políticas sobre Helena.
Mi
madre Helena no le daba entrada a la decepción, éramos felices, como cualquier
familia, en Barquisimeto pasearíamos a la granja de mi tío Paíno en las afuera de la ciudad, lo
cual me gustaba mucho pues allí me bañaban al aire libre con agua de una
manguera y una ponchera. Me
llevaría a El Toronal, lugar donde ella había nacido, a conocer a mi abuelo Pancho
Castro y entrar en contacto con mis ancestros, una especie de bautizo en las tradiciones
de donde fluía la identidad familiar, era necesario bañarse en la sombra del
cují donde realizaba las ofrendas la bisabuela Bartola.
En
1954 vivíamos en Dos Pilitas a Panteón 25 en la pensión de la señora Genoveva la cual alquilaba habitaciones, íbamos con frecuencia las
playas de Catia La Mar acompañadas de la familia de ella, se convertiría
en una gran amiga de mi mama Helena y le daría apoyo en sus conflictos
emocionales. Ese
año se deslizaba entre viajes a Barquisimeto, las fiestas de carnaval celebradas
en las plazas de Caracas y múltiples juegos. Uno de mis recuerdos eran las visitas
a los abuelos paternos, su casa en el Country, me gustaba mucho por sus jardines
y caminerías, su escalera de caracol con ventanales de vidrios de color. Esta
propiedad era tan extensa, que mi abuelo Ricardo sembraba allí para
entretenerse y nos regalaba parte de su cosecha. Llega mi segundo cumpleaños, lo celebramos usando el mismo disfraz de
saranda que me encantaba, con el cual había competido en un concurso de
disfraces en los carnavales de ese año.
Entra
el año de 1955, transcurría apaciblemente, en junio viajamos nuevamente a Barquisimeto a
visitar a mis tías y al abuelo Pancho quien estaba muy enfermo, recibiríamos una
invitación a la playa con Margot, hermana de mi tío Teodoro, el mar despertaba
sentimientos contradictorios, me gustaba mucho pero le temía a su inmensidad, recuerdo
bañarme encaramada en mi madre agarrada de su cuello fuertemente, ella me explicaba que no había razón para tener miedo mientras tomaba agua de mar con sus manos,
mostrándomelo y mojando mi cabeza suavemente. Al
regresar a Caracas mi mama Helena celebraría mi tercer cumpleaños, es el mes de
julio, sin saberlo se acercaban tres tormentas a su vida, la primera sería la de
su vida amorosa. Estábamos desconectadas del acontecer político y de la dictadura, una forma de protegernos.
En
algún momento Vicente le exigiría a Helena que dejara Caracas y se fuera a
vivir en San Juan de Los Morros, como abogado le explica que negarse a irse es
un abandono de hogar de su parte, una causal de divorcio. Helena le refuta que
se fue él y no ella. Él le insiste que se mudó por razones de fuerza mayor, no
fue abandono, en cambio ella al negarse a irse con él, si lo es. Le plantea que
si no le dan el cambio, renuncie a su trabajo, que está en capacidad de
mantenerlas. Ella le argumenta que no puede, su hija era una responsabilidad
que antes no existía, ya no podía correr tras él, como antes, haciendo locuras.
Acaso no confías en mí? La niña es también mi hija, reclama el, se juega su última
carta, puedo pedir la custodia, me corresponde. Si lo intentas, te mato, responde
ella, jugándose también su última carta. Sus vidas llegarían a un callejón
sin salida. Vicente no podía vivir ni en Caracas ni en Barquisimeto y
ella solo podía vivir en Caracas o en Barquisimeto, el divorcio fue inevitable. Yo me quede con mi madre.
Luego llegarían, casi simultáneamente,
las otras dos dolorosas vivencias. En el país estaba desatada la
pandemía de polio.
Llegada a Caracas
Oficio de traslado a Caracas
Un mes de edad
El día de las elecciones donde gana Jóvito Villalba
Aprendiendo a caminar: coches y andaderas de la década del 50
Madre e hija el día de su bautizo
La moda de Dior en todo su esplendor en el país
Medalla y vestido de bautizo.
Carnavales de Caracas 1954
En el Toronal, Municipio Urdaneta, Lara.
El tercer cumpleaños.
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