Antonio y Bartola se
mudarían a un hato de chivo recibido como dote de su matrimonio, situado en
Parapara a la salida de Río Tocuyo, el cual explotarían para la producción de
cueros, actividad que dejaba grandes ganancias, el que podía lo vendía hacia
los mercados extranjeros a precio de oro, en esta época existían casas
comerciales especializadas en la exportación de pieles y plumas para la
elaboración de almohadas y artículos como calzados, carteras, sillas, etc.
Por los caminos de arrieros que comunicaba a la región de Falcón con Siquisique
y Carora se transportaban la sal y el papelón de Falcón para Lara, Trujillo,
Mérida y el resto del país. De regreso hacia Coro se traía los chinchorros de
dispopo, las hamacas de traperas, la carne de chivo, pero principalmente los
cueros, que valían más que la carne en ese tiempo. Además de la cría del chivo
también elaboraban cocuy, un aguardiente extraído de una planta con el mismo
nombre que se da abundantemente en forma silvestre en esta zona y el cual se
comercializaba por estos caminos. En el Municipio Urdaneta a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
esta bebida alcanzó cierta importancia comercial llegando a ser exportado a
Curazao y el resto de las Antillas Neerlandesas.
Existían dos rutas de arrieros
para el ir y venir, uno era más corto para llegar a Barquisimeto pero debido a
lo árido y a la poca agua que había por esta vía durante casi todo el año para
abrevar las bestias, era menos transitado,
prácticamente desconocido, en cambio el otro camino de recuas más largo pero
seguro en suministros, posadas y agua, era el más popular.
Otro negocio muy rentable era
la extracción de madera del Valle de Moroturo, el matrimonio Perozo Castro al
conocer esta región ampliarían el negocio de los cueros y el cocuy con la
exportación de madera y de dividive a Curazao y Aruba, de regreso se traía contrabando
de diferentes mercancías y de armas. Moroturo conectaba
con Duaca que era un centro de producción de café y cobre con el cual Río
Tocuyo y Parapara mantenían un intenso intercambio comercial, además era un
lugar apetecible para vacacionar por su agradable clima.
Antonio con sus
conexiones gubernamentales se le facilitaron las actividades comerciales con
los que obtuvo una buena posición económica permitiéndole mantener una vida
acomodada con servidumbre que bañaban y peinaban la larguísima cabellera a su
hija Julianita, tratada como princesa, igualmente el lujoso vestuario de
pedrería y bordados que usaba Bartola, incluso ayudando en su manutención a sus
hijos y nietos. Ella en este periodo se apartaría de la actividad
político-militar para dedicarse a su familia y al comercio.
Están en Parapara
cuando ocurre el levantamiento contra Guzmán Blanco en 1874, al mando del
General León Colina quien había salido de Coro un 17 de Octubre, tomando a Siquisique, con la ayuda de los alzados en armas comandados por el
General Fernando Adames, el cual había regresado de Caracas por un indulto
concedido por el Presidente, respondiendo al llamado de su amigo y compañero de
armas, seguido por los liberales José Gregorio Riera, Faustino Pulgar y el
conservador Ignacio Galán.
Con el objeto de extender la
revolución por todo el país, Colina estableció contacto con uno de los más
importantes personajes del guzmancismo, el General barinés José Ignacio Pulido,
meses atrás había desempeñado la Inspectoría General del Ejército,
posteriormente distanciado de las políticas del Ilustre Americano. Rápidamente Guzmán Blanco despachó hacia oriente una expedición que tuvo como jefe al
General Víctor Rodríguez, reservándose personalmente el mando del ejército de
occidente que estaba conformado por aproximadamente unos 18.000 hombres, bajo
las órdenes de los Generales Hermenegildo Zavarce, Francisco Linares Alcántara,
Joaquín Crespo y Luciano Mendoza.
Esta guerra fue devastadora
para los pobladores de esta zona debido a las pérdidas de vidas humanas y
económicas, al ser derrotados
rápidamente por el numeroso ejército que los atacaría, allí estaba su marido
Antonio Perozo, años después estos militares se volverían a encontrar.
Bartola daría a luz su segunda
hija durante esta contienda, el 2 de noviembre de 1874, la llamarían Ramona
Antonia en homenaje a San Ramón, protector de las parturientas debido a lo
peligroso del parto. Este santo se colocaba volteado mientras se desarrollaba
el trabajo de parto, prometiéndole enderezarlo si todo salía bien, pero después
del nacimiento duraba así varios días pues olvidaban girar al santo por estar celebrando. El desagravio era que le rezaban por nueve días iluminándolo con velas,
le colocaban su nombre al niño o niña, por eso abundaban los Ramones
y Ramonas. El segundo nombre de esta hija de Bartola se debió a su padre Antonio.
Finalmente ante lo reducido de
sus fuerzas alzadas, León Colina decidió pactar la capitulación el 3 de febrero
de 1875, Guzmán Blanco fue condescendiente permitiéndole salir de país rumbo al
exilio.
El resto del año fue de
relativa tranquilidad, permitiendo festejar el bautizo de Ramona Antonia,
realizado en la Iglesia de Río Tocuyo, un 13 de junio de 1875 tenía 8 meses de
edad, los padrinos fueron nuevamente Francisco Brizuela y Paula Nieto. Su
hermana María Agustina contaba con casi 2 años. Observamos en este registro el
uso del pp, otro padre es el encargado de la ceremonia, Juan Nepomuceno estaba
enfermo.
Nadie imaginaba que un hecho
común del quehacer político, como es un proceso electoral, iniciaría una nueva
cadena de sucesos violentos al año siguiente.
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