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domingo, 29 de junio de 2014

Ponga su huella digital, señor Houdini!

El gran mago Harry Houdini considerado el mejor escapista de todos los tiempos por sus espectáculos donde era amarrado luego encerrado en grandes baúles y hundido en toneles de agua logrando salir en cuestión de pocos minutos, sin que nada lo mantuviera prisionero. Sin embargo lo obsesionaba la muerte y consideraba charlatanes a los que decían hablar con los difuntos a quienes retaría a demostrar que se podía escapar del más allá. El aseguraba que en caso de ser posible regresar, lo haría y para evitar estafas seleccionó diez palabras secretas conocidas solo por su esposa que le permitirían a ella corroborar la autenticidad de ser su marido el aparecido al revelarle dicho código.   
Estando parada frente a la casilla de un banco comercial realizando la operación para hacer efectivo mi pensión de vejez, procedo a entregar la planilla de retiro al cajero quien constata los datos con la libreta de ahorro y mi cédula de identidad, repentinamente levanta la cabeza y mirándome fijamente me dice: ¡señora le falta la huella digital! en su voz palpita un llamado de atención dejándome la sensación de haber cometido una falta imperdonable para el común pensante de la humanidad, miro para los lados tratando de disimular mi naciente incapacidad mental, buscando como cumplir discretamente con lo indicado cuando escucho nuevamente al cajero quien como un dios del Olimpo me espeta a viva voz: ¡señora ahí está la almohadilla con la tinta! evidentemente debo haber puesto cara de perdida en el espacio o algo peor, de anciana con mal de alzhéimer que ha olvidado cómo funciona el mundo, la gente voltea a verme con cara de compasión!
Luego de meditar la cuestión caigo en cuenta que la grieta comunicacional que nos separa se debe al burocratismo subdesarrollado heredado de nuestras arcaicas raíces españolas en las que flotan los funcionarios públicos sin percatarse que el problema no es el adulto mayor estacionado frente a el sino de los requisitos absurdos y superfluos de solicitar un mismo requisito como lo son huella y firma, que una mente con coeficiente normal le es difícil procesar al ser innecesarios en el actual mundo de la internet.
Allí descubrí que mi vida profesional había girado sobre dos grandes falacias, una era que el certificado de nacimiento único requisito para obtener la cédula de identidad que junto a la firma es, valga la redundancia, lo que nos identifica sin necesidad de otro anexo, había sido suplantado por el estampado repetitivo de la huella digital ante cada trámite bancario. En mi época de trabajo en registros de salud dicha solicitud solo se le hacia a los que no podían firmar por algún impedimento físico o por no saber escribir. Por mi mente cruzó la imagen de aeropuertos, puertos y aduanas del exterior colapsados al tomarse el trabajo, cada vez que cruzaran sus fronteras los ancianitos con sus pasaportes, de pedirles sus huellas dactilares y constatar sus signos vitales por si acaso! me reí mientras miraba a aquel cajero quien pensaba que se la estaba comiendo.
Y la segunda falacia en la que creía era que somos seres vivos hasta que un certificado de defunción avale nuestra salida de este mundo, pero resulta que no es así, hecho que constate cuando llegue a ser eliminada de la nomina de jubilados,  ya van dos veces, por estar bajo grave sospecha de no ser materia, instándoseme por esto a usar mi código secreto, cual Houdini o sea una “fe de vida” que certifique el gran escape del mas allá o mejor dicho demostrando que todavía estoy en el planeta de los simios, perdón de los vivos, aunque el joven funcionario me vea desdibujada.
Para obtener esta constancia hay que dirigirse con una fotocopia de la cédula a la alcaldía y dos (2) testigos, generalmente seleccionados de los desconocidos presentes en la cola a los cuales nunca ha visto ni volverá a ver, quienes certificaran que ud. es ud. y esta vivita y coleando, ejecutando así el mejor acto de escapismo para luego realizar la magia de cubrir mis necesidades de ser viviente o sea comer, pagar servicios, vestirme y medicinas con ese salario mínimo.
Aclaro que los culpables de estos absurdos trámites a lo que estamos sometidos los pensionados y jubilados no son los funcionarios que solo cumplen ordenes de “arriba”.

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