Corra
señora Bartola, el vigía acaba de avisarnos que vienen los soldados, la niña la
tenemos afuera, vamos apúrese debemos llegar al bosque, salga rápido. La
mujer gira como una leona a punto de saltar sobre su presa “No, exclama, yo me
quedo, váyanse y protejan a Julianita”
Desde
que su marido fuera asesinado había estado sometida a un castigo constante, la
milicia llegaba a galope
arrastrando a su paso el terror, ella salía huyendo con su pequeña hija a
esconderse en los montes existentes a la orilla del río Tocuyo, dejaba su hogar
a merced de ellos, al no encontrar quien les abriera la puerta entraban
tumbándola a machetazo, registraban la casa destrozándole sus colchones a
sablazos, revolviendo todas sus pertenencias impúdicamente, rompiendo y
rociándole con veneno los sacos de granos almacenados para su alimentación con
el fin de amilanar su espíritu, pero esta vez los enfrentaría, su alma guerrera
quebrantada desde la tragedia había regresado.
Los hombres al verla vestida de negro,
desarmada y sola ante la puerta de su casa con aquella mirada que lanzaba un fuego
amenazante, se detienen impactados, no esperaban encontrarla, era muy
extraño, “señora díganos donde están ocultas las armas y la dejaremos en paz” Ella
contesta con una voz helada “no hay armas aquí, tienen más de un año
buscándolas, si existieran ya las habrían encontrado, regresen por donde
vinieron antes de que les arroje un maleficio” Cierra los ojos comenzando a hablar un idioma desconocido, los
soldados quedan desconcertados conocen lo que se dice de su don de espiritista,
su poder de lo sobrenatural, creen descifrar la causa de su desafío, repentinamente
una fuerte brisa corre en el lugar, levantando a su paso una gran polvareda, azotando su cabello contra su rostro y agitando su falda violentamente, temerosos uno
de ellos ordena la retirada inmediata, saliendo rápidamente de allí.
Fueron años de amarga zozobra, de
destrucción a su propiedad, de pérdida de su familia, cuando un soleado día de
diciembre de 1891 le avisan que un solitario hombre a caballo estaba llegando,
el vigía le confirma de no existir peligro, portaba la señal de amigo, se trata de
Federico Carmona que viene con una misión, explicarle a la viuda lo que estaba
por acontecer, cuál sería su papel en estos sucesos.
“Bartola, llego la hora que
estábamos esperando, el general Crespo nos avisó que todo está listo para dar
el golpe, planea salir del hato El Totumo en marzo. Nosotros lo apoyaremos con
hombres y las armas bajo tu custodia, nos comisionaron tomar Carora, es necesario
sacarlas del escondite por lo que debes irte por un tiempo de Parapara para
enfriar la zona, al no estar aquí dejaran de buscarte, así podríamos hacerlo
sin peligro de que nos las decomisen, te traje una invitación de viejos amigos
masones para viajar a Curazao en un bergantín de ellos, siempre dijiste que
querías hacerlo, debes buscar un poco de paz, tal vez conocimientos espirituales,
me entere como espantaste la última vez a los soldados, entrando en trance y hablando
extrañamente. Ella le dice que el idioma que escucharon era algo vulgar en holandés
aprendido en La Vela de Coro para hacerse obedecer por los marineros y caleteros
a cargo del contrabando de los barcos, lo del viento fue pura casualidad, le aclara al hombre que escucha observándola mientras medita como explicarle el acuerdo político
que habían realizado.
Sabes algo, Federico? He tenido
varias visiones del futuro, la primera vez fue cuando te encontré herido en la
casa del ayuntamiento en 1870 defendiendo a los azules, mientras te sacaba la
bala te vi convertido en un gran líder liberal dirigiendo a tu pueblo de Río
Tocuyo. Luego, en mi primer viaje a Coro me vi vestida de negro viajando en un
bergantín rumbo a Curazao, ahora entiendo. Mi madre la india Juana Bautista
siempre me dice que heredé los dones visionarios de mi pueblo ancestral.
El hombre sonríe y le dice: “Hay
algo muy delicado que debo decirte, estamos cerca de lograr nuestro cometido
pero debimos pagar un precio muy alto: pactamos con el general Eusebio Díaz y
Ángel Montañez, no había otra forma, necesitamos su apoyo. Estamos conscientes
de lo peligroso, son traidores por naturaleza, yo soy su objetivo al igual que
tu, después del triunfo prometo resolverlo.”
La mujer se queda mirando
hipnóticamente a lo lejos, suspirando le contesta “está bien, confío en uds, me
debo al movimiento y a mi pueblo, aceptaré la invitación”.
Ella saldría en enero de 1892, realizaría
una búsqueda espiritual por caminos insospechados, dejaría con Silverio las
claves de donde estaban los escondites “Debajo de las aves están sus nidos,
allí encontraras lo que buscas”, en ese momento Federico se enteraría que nunca
existió un mapa escrito, todo estaba en su cabeza, imposible de obtener. Se
refería a túmulos hechos de piedras con formas de aves que marcaban los sitios.
Sin embargo hubo uno que no preciso, dejándolo oculto, era una mujer precavida
o tal vez para su venganza, este depósito sería encontrado 120 años después
accidentalmente por unos agricultores al tratar de limpiar un terreno para
sembrar, chocando sus palas con una gran tapa de calicanto que no pudieron romper
por lo que acudieron a las autoridades locales quienes vinieron con
herramientas especiales, logrando finalmente atravesarla, llevándose aquel valiosísimo
tesoro no solo por su valor monetario sino por pertenecer a la memoria
histórica de la región, nunca se sabrá a donde fueron a parar aquellos antiguos
máuseres.
El entonces Presidente Andueza Palacio al introducir una reforma para alargar el
periodo constitucional a 4 años con el fin de perpetuarse en el poder, divide a los militantes del partido liberal amarillo en dos
fracciones irreconciliables, que conduciría a un enfrentamiento bélico liderizado por Joaquín Crespo, contrario a la corriente continuista, en una batalla iniciada el 11 de marzo de 1892, en lo que sería la
“Revolución Legalista”.
Para septiembre de ese año, los caudillos locales de Siquisique se alzan en el sitio “Los Estanques” contra las
fuerzas del gobierno, estando en desventaja se retiraron a Parupáno en donde se
les incorporó el Coronel Desiderio Meléndez y el General Escolástico Vargas, para
seguir a Churuguara con el fin de unirse al batallón que comandaba el General Felipe Franco
que se dirigía a Siquisique, logrando finalmente el triunfo, rindiéndose el
General Pedro Mora antiguo conservador ahora liberal continuista y comandante
militar local, entregando 100 fusiles con sus pertrechos mas todo el material
de guerra al General Antonio Álvarez, designado como su sustituto.
Ese día entro triunfante el General Eusebio Díaz, Jefe
Civil y Militar del Estado Lara seguido por el cuerpo de caballería bajo su
mando, la población lo recibe feliz ovacionándolo con vítores, música y fuegos
artificiales. Este General, le había ganado las elecciones
a finales de 1891 a Aquilino Juárez, quien aceptó
tranquilamente su derrota, actitud diferente a aquella otra de 20 años atrás, donde
después de acusaciones de fraude fueron anuladas, conduciéndolos a una enemistad
política que los enfrentaría por décadas. Al ocupar entonces la gobernación, comandaba la
poderosa caballería que era clave en el alzamiento, imprescindible para realizar el
golpe militar, por lo que es contactado por los crespitas, accediendo pactar a
cambio de una cuota en el nuevo gobierno, algo muy similar sucedería en 1899
para la toma del poder por Cipriano Castro.
Mientras
tanto Federico Carmona, se alza en armas en Río Tocuyo al mando de más de 500
hombres acompañado por sus lugartenientes José Álvarez y Rafael Aranguren con
el apoyo de los Castro, los Nieto, los Figueroa y los Santeliz, parte
importante de los carmoneros, llevaban las armas escondidas que se habían salvado
de las constante requisas, al ser ocultadas por Bartola.
Durante
el camino a Carora, el general Carmona va recordando lo vivido cuando
defendía la ciudad 22 años atrás siendo conservador, como cambiaban las cosas, ahora
era su atacante, un liberal contra otros liberales, cavila mientras trota al
mando de su tropa, al llegar lograría ocupar fácilmente la plaza defendida malamente
por un viejo enemigo, el liberal General Ramón Urrieta, quien junto a Graciano
Riera Aguinagalde lo habían despojado de La Propaganda, convirtiéndose en incondicional
de Ángel Montañez de quien recibe órdenes de simular una leve
resistencia, así triunfa la Revolución Legalista, a base de acuerdos y
conspiraciones entre enemigos.
Huye Andueza Palacios, luego de 7 meses de sangrienta guerra,
Joaquín Crespo entra a Caracas en octubre de 1892 como el nuevo dueño del poder supremo, ocupándolo consecutivamente por 6 años, su adversario Cipriano Castro tuvo que exiliarse en territorio colombiano, regresaría 7 años
después a derrocar al gobierno. Hay el dicho de que Crespo catalogaba despectivamente
a Castro afirmando que: "Es un indio que no cabe en su cuerito", al referirse
a su sangre mestiza.
Políticamente
no se pudo eliminar a los enemigos del guzmancismo debido al pacto de
gobernabilidad realizado por el general Crespo, que sumado a ser misia Jacinta,
su esposa, la verdadera persona al mando junto al "yerbatero" de su confianza, quien
según los rumores sería nombrado rector de la universidad de Caracas,
confiriéndole esto un grado de debilidad a su segundo gobierno. A pesar de todo,
gracias al pacto realizado entre ellos, Bartola recobraría la tranquilidad, volvería a ser
económicamente solvente, refundaría su hato que había quedado en ruinas, no le faltaban
varias mujeres que trabajaban en las labores en su casa, lo cual recordaba su
hija Julianita en sus narraciones. Pensaba que por fin la hora de vengar a su
marido vilmente asesinado junto al retorno de sus hijos estaba cerca, sin
embargo la realidad fue diferente, la política tenía sus recovecos y los
poderosos siempre establecían ramificaciones que se conectaban con el ganador.
Federico
Carmona ocuparía el cargo de prefecto de Carora durante el gobierno del General
Aquilino Juárez, que finalmente había ganado en 1894 ocupándolo simultáneo a Crespo hasta 1898. Al
acercarse el final de este periodo, Ignacio Andrade es designado como el sucesor
para las elecciones presidenciales a realizarse en septiembre de 1897, Carmona se sumaría a la campaña presionado por la necesidad de proteger
a sus seguidores, los carmoneros de Río Tocuyo, amenazados por una nueva
coalición política, quienes paradójicamente también apoyan a Andrade, movimiento que subvenciona con dinero de su propio peculio dejándolo en una delicada
situación económica y de salud, al descuidarla en el intenso ritmo de trabajo que
le imprimió el Mocho a esta campaña, antiguo colaborador de Joaquín Crespo, ahora su adversario político el cual implementaría un innovador método de mítines recorriendo todo el país,
convirtiéndose en sumamente popular con una real oportunidad de ganar.
Ante la inminente derrota electoral, Crespo ordenaría la ocupación militar de las mesas de votación impidiéndole la entrada a los seguidores del opositor. Así se lograría ganar estas controversiales elecciones, ejerciendo Andrade apenas 22 meses, quien por la ilegitimidad de origen fue finalmente derrocado, sería el último presidente del liberalismo y masón en ocupar este cargo. En su breve mandato surge una crisis de gobernabilidad debido a la sumatoria de varios factores entre los cuales figuraba el rumor de ser colombiano, de no poseer liderazgo propio, de una pobre gestión económica, incidiendo todo en una gran desconfianza que se agrava por una epidemia de viruela que azotaría al país, conduciendo a múltiples insurrecciones siendo la más relevante la del Mocho Hernández, competidor en los comicios quien denunciaba sus resultados de falsos por el abuso descarado del poder de parte del gobierno, sería el primer fraude del país.
Ante la inminente derrota electoral, Crespo ordenaría la ocupación militar de las mesas de votación impidiéndole la entrada a los seguidores del opositor. Así se lograría ganar estas controversiales elecciones, ejerciendo Andrade apenas 22 meses, quien por la ilegitimidad de origen fue finalmente derrocado, sería el último presidente del liberalismo y masón en ocupar este cargo. En su breve mandato surge una crisis de gobernabilidad debido a la sumatoria de varios factores entre los cuales figuraba el rumor de ser colombiano, de no poseer liderazgo propio, de una pobre gestión económica, incidiendo todo en una gran desconfianza que se agrava por una epidemia de viruela que azotaría al país, conduciendo a múltiples insurrecciones siendo la más relevante la del Mocho Hernández, competidor en los comicios quien denunciaba sus resultados de falsos por el abuso descarado del poder de parte del gobierno, sería el primer fraude del país.
Entra
el turbulento año de 1898, como consecuencia de la feroz campaña electoral, fallece
Federico Carmona, un 22 de enero, al complicarse con una neumonía, tenía 65
años de edad. Al mes siguiente, un 16 de febrero, al salir Joaquín Crespo personalmente a sofocar la revuelta del Mocho Hernández, sería asesinado de
un balazo en un oscuro suceso. El opositor seria derrotado y nunca llegaría a gobernar, posterior el general Juárez entregaría
el gobierno local a Elías Torres Aular, hombre de su confianza, clave en un
suceso organizado por Bartola al siguiente año en Parapara.
Estaban
por cambiar nuevamente la correlación de fuerzas políticas del país y de la
región larense, otra conspiración daría sus frutos, los peligrosos adversarios
de Bartola se habían agrupado en un influyente movimiento llamado “Unidad
Nacional” en donde figuraban Lázaro
Perera Montesdeoca (hermano de Ramón Perera), Amenodoro Riera (presente en la misa celebrada en Río Tocuyo por el Arzobispo en 1890), Ramón Urrieta (el supuesto defensor de Carora), José María Riera, Agustín
Zubillaga, entre otros godos, apoyando a Andrade ante el reclamo de la Guayana Esequiba,
cedida a Gran Bretaña por el laudo arbitral de París en 1899. Gracias a esto y
la desaparición física de Carmona, el jefe de este movimiento, Ángel Montañez conseguiría la
confianza absoluta del Presidente, nombrándolo Secretario de Gobierno en su representación
directa, pasando por encima del entonces gobernador Torres Aular. Por fin ostentaba
el poder deseado por el cual había confabulado durante tanto tiempo.
En
este panorama político transcurre la primera mitad del año de 1899, estando
Bartola, durante el mes de julio, meditando sobre la delicada situación en la
que se encuentra nuevamente, de la imperiosa necesidad de hacer algo y pronto, habiéndose
enterado de la muerte en París de Guzmán Blanco, el hombre fuerte del
liberalismo, casi simultaneo con el cumplimiento de los 9 años del asesinato de
su marido, pareciéndole un aviso, una señal, tratando de descifrar los hilos
del destino, sorpresivamente recibe una invitación para una clandestina reunión
con Torres Aular.
Llega un visitante conocido.
El malefio
Bergantin
Registro parroquial de fallecimiento de Federico Carmona
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