Karla me había explicado que detentar estas facultades conlleva
practicar la misericordia y la compasión, dentro de un marco ético y de
moralidad, con sensibilidad humana; valores que son imprescindibles para el don
sanador, al igual que lo es en el ejercicio de la medicina. Y por la misma
razón del médico: por encima de todo, ayudar al paciente y no hacerle daño. El hincapié
que hacia sobre este punto me llamaba poderosamente la atención, ¿Tal vez se debía
a la profecía del Mahabharata sobre la perdida
de los valores y por ende de las facultades paranormales?. Por lo
que comenzaré por desglosar algunos puntos.
Existen diferentes tipos de misericordia: En
el siglo XIX existía una corriente conocida como la “Rosa Cruz
Católica” por estar relacionada con ésta religión, ellos propiciaban “la
realización de obras de misericordia según el Espíritu Santo”. Luego
tenemos “la misericordia de Dios” siendo la Gracia del Espíritu
Santo, que los pecadores católicos, debemos pedirle a Dios: “¡Señor, ten
misericordia de mí!”, o “Apiádate de mí, que soy un pecador”. Esta
misericordia o piedad es una solicitud a Dios para que perdone nuestros
pecados.
Por otro lado existen las siete obras de
misericordias espirituales: dar de comer al hambriento y de beber al
sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los enfermos,
visitar a los presos, enterrar a los difuntos, y enseñar al que no sabe.
Ten
misericordia. Padre Chulalo
La otra referencia de misericordia es la compasión, que no solo es sentir piedad o
empatía por alguien que se encuentra sufriendo, sino también expresar un
compromiso. Esta emoción conlleva un
sentimiento de ternura y un deseo de ayudar en el sufrimiento del
otro. No solo se trata de compadecer al que sufre sino participar en alguna
forma para aliviar su dolor e igualmente se experimenta con los animales y la
naturaleza en general.
En ocasiones había notado en mí amiga la
solidaridad hacia los animales callejeros, pero un día me sorprendió cuando
me comento el malestar que le produjo
que en la urbanización donde vivimos se hubiesen cortado varios árboles, hasta
aquí parecía normal pero cuando me preciso el gran sufrimiento emocional que le
produjo el hecho, quede algo extrañada, podía entender sufrir por el maltrato
animal pero hacerlo por un árbol, una cosa diferente es que no estés de acuerdo
con destruir el ambiente pero aquel sufrimiento descrito era diferente. ¿Acaso
se conectaba espiritualmente con la naturaleza?
Luego un día Karla me confesó que practicaba la
misericordia y la compasión, entonces me sentí muy mal, pues no quería ser
compadecida, sentimiento que nunca le había aceptado a nadie, prefería ser catalogada
equivocadamente como una persona áspera. Aspiraba a una bonita
amistad, dentro del concepto del desapego bien entendido como la libertad de
conservar cada quien su espacio, sin ningún tipo de imposición de uno sobre el
otro, respetar las creencias, opiniones y horarios del biorritmo de cada quien
y, esta aclaratoria de su parte, colocaba este objetivo como imposible de
lograr. Pero no fue así, lo cual no tenía claro entonces y fueron los que
causaron ese malestar, debido al mal
entendido del significado de estos conceptos, que tenía sus bemoles de lo que
eran en la vida cotidiana o dentro de la práctica de sus dones.
El desapego, es generalmente erróneamente utilizado en nuestro
mundo occidental donde prevalece el materialismo, aprovechada mediáticamente
por estar de moda, justificando la indiferencia, actitud cómoda y egoísta ante
el prójimo. La noción de la compasión, que consiste, desde
un punto de vista filosófico, en conmovernos ante el sufrimiento ajeno a través
de una conexión emocional con el otro, lo que conocemos como empatía,
totalmente contrapuesto al desapego. Compartir e involucrarse son dos cosas
diferentes. En uno das el corazón, en el otro no; generalmente compartir solo
es aparentar un sentimiento que no va más allá de cumplir con un simple
compromiso ante la sociedad. Uno de los ejemplos más claro lo vemos en los
funerales que son más un acto social para criticar, actualizar chismes y saludar
viejos amigos o familiares que no se frecuentan, lo que menos ocurre es apoyar
a los deudos. Por supuesto existen
diferencias, no es igual desapego e indiferencia, ni el apego o empatía no tiene
que ver con el control sobre el otro o la obsesión o la invasión del espacio personal.
La misericordia y la compasión de la que me hablaba Karla, no solo era con los animales y la
naturaleza, sino que también consistía en prestar un servicio de sanación
sabiendo que a través de ella se canaliza la energía y el amor proveniente de
la Divinidad, para entregarla en forma plena y desinteresada a la humanidad.
Lo ético y lo moral van juntos, catalogando tanto
conceptos de lo correcto y lo bueno, como de lo incorrecto o lo malo; si
trasgredes lo ético no tienes moral. Podemos decir que la moralidad es el
conjunto de reglas de conducta y valores conforme a las buenas costumbres; la
ética se considera una corriente filosófica que engloba todos estos principios y
normas que regulan el proceder en una sociedad, controlándola. ¿Qué se
considera honestidad, proceder correctamente y el deber de ser buen ciudadano?,
respondiendo a esta pregunta, sería parte de la conducta humana racional y
civilizada, aceptada por todos.
Hay otro aspecto acerca de valores que es
pertinente analizar y se trata de los pensamientos de Friedrich
Nietzsche, quien rechazaba la ética cristiana y la moralidad, por lo que
entraremos en un campo escabroso, por decir lo menos, contradictorio,
escandaloso. Este pensador objetaba el juzgar a las personas a través de los
prejuicios, según él era un error cometido frecuentemente que solo trataba de
estimular una sublimación, que consiste en transformar los
instintos, que pudiéramos llamar primitivos pero muy humanos, en
otros más aceptados desde el punto de vista moral o social. Nietzsche
valoraba la vida sana, fuerte, impulsiva, con voluntad para hacer lo que
te plazca, sin hipocresía ni freno alguno. Desde su punto de vista, la creencia
en Dios es indeseable porque se opone a la expresión de nuestros más
oscuros deseos, y por ende de la felicidad; por lo tanto la muerte de
Dios nos libera de estas ataduras, logrando convertirnos en dioses a
nosotros mismos. Cuando Dios muere, no muere solo, mueren los
convencionalismos, muere el significado de la moral y la ética. Nietzsche
afirmaba que todo lo débil, enfermizo y fracasado es malo, pero definitivamente,
la compasión es el peor mal, por supuesto este concepto mal entendido o bajo
esta premisa, que era su visión.
No debemos ser tan extremista como
propone Nietzsche, pues los polos opuestos no son lo más adecuados,
pudiendo llevar al ser humano a comportamientos atroces, tampoco ser tan
controladores, inflexibles, rígidos, que no te permita estar satisfecho contigo
mismo.
Liberarnos de todas esas falsas moralidades de
conceptos que implican la homosexualidad, bisexualidad, ser transgenero, travestís,
etc, de moda hoy día, es parte de esa muerte de Dios, toda vez que no
existirían los prejuicios. Lograr el equilibrio entre estas dos posiciones, con
respeto, sin hacerle daño al otro, es la clave para ser feliz y conseguirlo forma
parte de la inteligencia emocional.
Mi conocimiento sobre Karla comenzaba a tomar
forma, había comenzado por tomar conciencia de que poseía ciertos dones
paranormales, que buscaba dominar este campo a través de la meditación. Que
además era evidente el elemento del secretismo y la importancia que le
daba a la labor curativa, entre otros, que caracteriza a los rosacruces y sus
miembros; por lo cual deliberaba: Pero ahora me interrogaba ¿Acaso era también una mística y de allí derivaba su don?. Su confesión de que practicaba la misericordia
y la oración de una forma muy particular, llamada por ella Contemplación, para alcanzar
la superación espiritual, única puerta de entrada a los dones sanadores, fue revelador
para mí, como veremos más adelante.
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