El origen de este relato
comenzó con un duelo entre dos profesionales de la salud, una médico y una
sanadora espiritual, narrado entre lo coloquial y lo científico - filosófico,
estableciendo las semejanzas y las diferencias entre ambos saberes. Al
principio pensaba que tenía la ventaja, la razón, pues la ciencia estaba de mi
parte. Pero poco a poco la historia se complicó por la complejidad de los
temas, y mi incertidumbre generada ante la resistencia de Karla a revelarme
ciertos secretos, incluso sentía que nuestro encuentro era un encuentro fugaz debido
a mis suspicacias, pero después me aclararía sus motivos.
Existen
conocimientos que en poder de personas sin la adecuada preparación son peligrosos
y esto era cierto, lo había constatado personalmente mediante una experiencia
con un albañil que mientras realizaba unos trabajos de reparación en mi hogar,
una amiga, médico también, estando de visita, repentinamente comienza a
sentirse mal, mareada como si fuera a desmayarse, le indico que se acueste
colocando los pies en alto, sigue mis instrucciones pero pasado unos segundos,
se levanta manifestando que se va inmediatamente, ya que se sentía peor, a lo cual me opongo, no estando de
acuerdo en que condujera su automóvil en esas condiciones, sin embargo se
levantó y se fue. No habían transcurrido unos cuantos minutos, cuando este
obrero me haría una revelación sorprendente. Según era él, el causante del
malestar sentido por mi amiga pues poseía el don innato de ver el aura de las
personas, continua y dice que el de ella era espectacular, burbujeante, solo
comparable al de las embarazadas, que nunca había visto otro igual, por lo que
no supo resistir la tentación de conectarse y absorberle su energía. Prosigue su
confesión, revelándome que si ella no se va, podía haberla matado. Que había
nacido con esa facultad y otra peor, la cual era que si le deseaba mal a
alguien, estos se cumplían. Que lograba meterse en la mente de las personas. Unos
masones lo descubrieron y trataron de enseñarle a controlar estas facultades, que
en sus manos era muy riesgoso. Al recordar esta historia me di cuenta que Karla
tenía razón.
Igualmente descubrí
que existe un camino ignorado de la espiritualidad que va mucho más allá del
conocido, como los vistos en la serie de Harry Potter, o de Merlín, de Hadas Madrinas
malvadas como la de la Bella Durmiente, o la Hada Azul de Pinocho que le
concedió el don de la vida a través del sendero de la superación personal.
Progresivamente
sería guiada por Karla a este otro nivel de espiritualidad, de conocimientos y
prácticas muy profesionales, al hacerlo me di cuenta que había perdido el duelo
y, lo había perdido desde el principio, que nuestros mundos eran totalmente diferentes,
mas no incompatible, sin embargo nos distanciaba un abismo que existía desde
que la ciencia médica y la filosofía hermética se divorciaran, a partir de que
Asclepios dejara de dialogar con Hermes, alejamiento en el cual Asclepios se
quedaría con el reconocimiento de carácter técnico, el respeto, la solemnidad
que revisten los actos médicos, el ser considerado como una divinidad aceptados
por la sociedad, muy diferente a lo que le sucedía con Hermes que cargo con los
clichés de brujería, superstición, estafa, hasta locura, de la cual son
catalogados los sanadores espirituales aun hasta hoy día.
Sentía que como
heredera de Asclepios debía devolverle a Hermes el lugar dentro de la sociedad
que también les correspondía y que la ciencia de cierta forma les había
arrebatado en aquella separación ocurrida mucho tiempo atrás. Que el duelo
debía terminar en una reconciliación, en un reconocimiento mutuo en igualdad de
condiciones pues ambos éramos las dos caras de una misma moneda.
Que de una forma
egoísta los médicos lo negábamos, sin embargo en innumerables ocasiones se
recurría a ellos ocultamente, como un amante clandestino. Un ejemplo fue la vez
que mi madre padeciera de una bursitis, inflamación dolorosa de la articulación
del hombro, acudiendo a consultar un traumatólogo muy amigo mío, después de
indicarle tratamiento con antiinflamatorios y fisioterapia, los cuales
fracasaron, entonces, dejando en claro que era en calidad de amigo, y en
privado me recomendaría que antes de infiltrar la articulación, acudiera a un
sobador con quién trabajaba sus casos secretamente.
Depositando una
plena confianza en mi colega y amigo, decidí seguir su consejo, teniendo la
oportunidad de presenciar como aquel Sanador a través de sus manos realizaba lo
que para mí fue un milagro, en aproximadamente 45 minutos mi madre estaba
curada. En vista de que lo había constatado con mis ojos, comencé a
recomendarlo pero siempre discretamente por temor de manchar mi reputación de
médico, de quedar como supersticiosa.
Tenemos una deuda pendiente con estos Sanadores y la unión de ambos saberes será el futuro de la nueva ciencia médica. Este es mi aporte hacia Karla, reconocer su profesionalismo y sus dones, que aunque no los entienda son reales y existen, están allí presentes desde tiempos inmemoriales, Hermes y Asclepios juntos como siempre pero esta vez de manera pública y nuevamente como siglos atrás.
En un acto de misericordia infinita, habiéndose dado cuenta Karla que avanzaba en el aprendizaje espiritual, que manejaba las herramientas suficientes para adentrarme a un nivel más elevado, etéreo, que estaba preparada para abrir mi tercer ojo y escuchar lo que según ella era la meta final, el verdadero objetivo de estas enseñanzas, me explicaría como realizar la contemplación para entrar en conexión con la Divinidad.
Aprendizaje. Fotografía de JAO
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