Posterior a la muerte del
dictador Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935, es sustituido en el
poder por el General Eleazar López Contreras, quien se propone como una de sus
metas la reconciliación del país, ordenando la demolición de la temida y odiada
cárcel de La Rotunda, liberando todos los presos políticos, la construcción de un
monumento conmemorativo, encargando la obra al arquitecto Carlos Raúl Villanueva, en el mismo lugar donde
habían sucedido los horrores de la dictadura, siguiendo el estilo usado en el Museo
de Los Caobos.
Así en la esquina de
Glorieta a Hospital se erigió este hermoso templete monóptero como un símbolo de paz y
reunificación del país, rodeado por una plaza que sería llamada de La
Concordia en homenaje a los "luchadores de la libertad en América" inaugurada
en 1940, caracterizado por sus columnas acanaladas semejante
a las griegas, rematado por un techo cónico con tejas de barro cocido denotando
una influencia colonial española, una mezcla de estilos bellamente
logrado.
Mi madre Helena Castro, quien se había
independizado de su familia, residenciándose en Caracas entre 1942 y 1947 con
el fin de estudiar, se tomaría varias fotografías en esta plaza, en ellas se pueden
apreciar además del templete, el Santuario Nacional Expiatorio, el Hospital de
La Caridad, las escalinatas, jardines y bancos del lugar.
Este bello monumento fue demolido en 1961 en el gobierno de Rómulo
Betancourt, despojándonos no solo de la memoria histórica, de una invaluable
obra artística, sino también del mensaje implícito de reconciliación, único
camino que conduce hacia la paz, un recordatorio tan vigente hoy, tal cual lo
fuera en el pasado.
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