Un día María Adelina cae en
cuenta que la añoranza se había apoderado de su alma, se revela inesperadamente,
asustándola como si se tratara de un espectro, meditaba en como resolvería la raíz
de su nostalgia cuando recibe aquella carta de su cuñada Julianita, quien le
advierte que según comentarios, Pancho había mudado a su amante a El Toronal, le
escribe: “María si no te vienes inmediatamente, perderás definitivamente a tu
marido, me consta que te ama pero ellos lo hacen de una forma diferente a
nosotras, los hombres son cuerpo nosotras espíritu, aquel día del suceso de los
huevos de la pata en el cual te fuiste a casa de tus padres, yo lo vi llorar,
pero ahora dice que su vida se ha roto varias veces y siempre lo superó, que lo
hará de nuevo, de ti depende, no lo permitas.
Así que decide venirse
sorpresivamente, se lo dice a sus padres, quienes ya lo intuían, esto ocurre a
mediados de 1924, será la despedida definitiva de su casa, de su cuarto de
soltera, siente que es la última vez que vivirá con ellos, dejará de ser la hija
consentida para convertirse finalmente en la mujer de Pancho Castro, mientras prepara su viaje acaricia
con una mano ansiosa los objeto del entorno. Al salir de allí contempla todo a
su alrededor como absorbiendo lo que serán sus recuerdos, iniciará un nuevo
vaivén en su vida, al arrancar el vehículo no volteara a mirar a sus padres que
la despiden en la puerta.
La trae el chófer en el
carro que le había dejado su marido, gracias a las mejoras del camino, se recorre en menos de un día, lleva a las morochas de 5 años y Bolivia de 3 años,
este viaje es muy diferente al realizado cuando recién casada, aquella era una
niña temerosa ante lo desconocido, ahora era una mujer que sabía lo que quería
y como tomarlo.
El abuelo Pancho que andaba
a caballo y estaba en La Unión, la ve venir por la carretera, atravesándose detiene
el carro y le pregunta: a donde se dirige Ud?, ella responde que va para El
Toronal; él dice: ud no puede ir allí, simultáneamente saca el arma que siempre
cargaba, apunta al chófer amenazante, ordenándole: “de la vuelta y regrese inmediatamente
a Barquisimeto”. Ella le responde a Pancho que no se va, que esa es su casa y dirigiéndose al chófer le indica que continué, extrayendo igualmente un arma que cargaba
escondida debajo de la falda, apuntándolo en la sien, le ordena que
suba inmediatamente, aclarándole que ella si va a disparar sino obedecía la
orden.
En vista de esta inesperada reacción,
el abuelo sube a galope cortando camino por la colina, gritando y meciendo el
sombrero: “ahí viene María” ante lo cual, asombrados los peones que estaban en los cañaverales, preguntaban
“¿Cual María, Don Pancho?” no deducían a cuál de las dos se refería, pues ambas mujeres
se llamaban igual. Sin detenerse, Pancho desde el lomo del caballo, aclaraba “cuál
va a ser, pues, María: la mujer mía”.
Cuando finalmente María
Adelina llegó arriba, el estaba acostado en un chinchorro colgado en el
corredor, refrescándose el rostro con el sombrero, con una mirada picaresca le
pregunta: a quien buscas? aquí no hay nadie. Ella entra a la casa revisando, parecía
una leona olfateando los objetos escudriñando los olores que delataran la presencia
de la invasora. Pero la amante había sido expulsada, casi que lanzada por la
parte posterior de la casa, que daba al cerro donde estaba el caserío El
Turagual, las mujeres que trabajaban en la casa, rápidamente eliminaron todo
rastro de ella. Una ventaja de El Toronal era su ubicación estratégica para
huidas por la parte posterior.
Después de este episodio se
reconciliarían, una nueva noche de bodas ocurriría en El Toronal, pero esta vez
ella llevaría las riendas de la relación, con una pasión no experimentada hasta
entonces, Pancho queda maravillado de aquella fogosa mujer que había llegado de
la ciudad, en abril de 1925 nacería otra hembra, Rosario, ya eran
siete niñas.
El abuelo Pancho ya no hacia ningún comentario
imprudente con respecto al sexo de la recién nacida, diplomáticamente exclamó:
“que nazcan todas las hembras que quieran” estaba feliz con el regreso de su
esposa. Luego, en septiembre de ese año, viajarían
a Barquisimeto para asistir al matrimonio de su hermana Panchita, llevarían a
su nueva hija de 5 meses de edad.
Es en esta ocasión que
llevan a María de Lourdes y Roselia a fotografiarse con el uniforme del colegio
y los libros nuevos. La foto de Roselia se extravió.
En agosto de 1926, vuelve a
viajar, para llevar a las morochas y a Ana Dolores a iniciar estudios en la
escuela Leopoldo Torres donde trabajaba su amiga Bolivia Tovar, las deja con su
hermana en Barquisimeto, ya que así podían ir a la escuela, la casa de sus
padres en Santa Rosa quedaba muy lejos. Es en estos años teniendo a 4 niñas en
Barquisimeto que María Adelina le dice a Pancho que deben comprar una casa,
pues quiere tener la suya, estaría ubicada en la misma calle donde ya vivía su
hermana Angelina, la calle González Pacheco.
La abuela tenía un carácter
fuerte, siempre cargaba un revolver en una funda amarrado con correas a la
pierna, alcanzándolo sorpresivamente a través de un orificio ubicado en el
bolsillo del vestido, desenfundándolo rápidamente. En una oportunidad trataron
de abrir el baúl donde guardaban las morocotas, al escuchar el sonido de una
campana que le había instalado ella, a modo de alarma, nadie conocía cómo
abrirlo sin que sonara, sorprendiendo al ladrón, lo atrapó lanzándolo al suelo,
cuando llegaron a auxiliarla, ella lo había dominado.
En varias ocasiones amenazó
a Pancho, llegando a dispararle pues era un mujeriego, único defecto que tenía,
según Mamayu su hija mayor quien escuchaba las disputas detrás de la gran puerta de madera
azul, preocupada por lo que sucedía. El interrogatorio era en privado, en la
Sala, fueron dos ocasiones memorables, la de los huevos de patas y otra
anterior a ese episodio, el cual estuvo envuelto en el escándalo. Pancho salía todos los días bien temprano a supervisar
las cosechas, los obreros y el ordeños, eso decía, pero también estaba
pendiente de las mozas del caserío, un día ocurrió un suceso con una casada, a
quien había enamorado, ambos habían convenido que ella le abriría la puerta de la casa al quedar sola, así fue, pero el marido de la
mujer regresó inesperadamente, descubriendo la infidelidad, obligando a Pancho a saltar por la
ventana desnudo al no darle tiempo de vestirse, escondiéndose en los
cañaverales, esparciéndose la noticia a través de los obreros, quienes
presencian su veloz huida mientras le avisan por donde debe irse, el sembradío
era por donde circulaban los rumores censurados de las andanzas de la
comunidad, pasaba de obrero a obrero, luego a sus mujeres, empleadas de la casa y así
llegaban finalmente a oídos de la abuela.
A pesar del fuerte interrogatorio al que era sometido, era negado rotundamente por Pancho, era inocente alegaba, sabía que confesar la verdad le acarrearía consecuencias graves, tal como sucedió después cuando los huevos de la pata.
A pesar del fuerte interrogatorio al que era sometido, era negado rotundamente por Pancho, era inocente alegaba, sabía que confesar la verdad le acarrearía consecuencias graves, tal como sucedió después cuando los huevos de la pata.
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