El Coronel
Reyes Vargas estando en Río Tocuyo, en casa de sus hermanas Santeliz por parte
de su padre biológico, a quienes acostumbraba visitar, recibiría una
invitación, eso no le extraño, no era la primera vez que lo contactaban allí, su
fama lo precedía por el hecho de ser el jefe militar de la región y hombre de
confianza de Simón Bolívar.
El famoso Indio Juan de los Reyes Vargas
era descendiente de un blanco español de nombre José Manuel Santeliz, oriundo
de la ciudad canaria de San Cristóbal de la Laguna de Tenerife y de una india nativa
del asentamiento conocido como Espejo, situado muy cerca de Río Tocuyo, perteneciente
al Cantón Carora, que aún no era parroquia eclesiástica, nacido a finales del
siglo XVIII. El padre aunque no le dio su apellido al mestizo por estar casado,
mantuvo una relación afectiva con su hijo llegando a influenciarlo en algunas
de sus decisiones que marcaron el sendero seguido por la historia de nuestro país.
La vida de este personaje, espejo de los conflictos sociales de la época, comienza con su inclinación revolucionaria,
común en esta región y época, que lo conduce a incorporarse en Siquisique al
ejército independentista a finales de 1810, allí venían el teniente Simón
Bolívar de 27 años, el sargento José Antonio Páez de 20 años, los caroreños
José Oliveros de 19 años y Pedro León Torres de 22 años, otro indígena oriundo
de Río Tocuyo, José María Camacaro; el quiboreño José Florencio Jiménez de 21
años, todos jóvenes inexpertos comandados por el Marqués del Toro quienes se dirigen
para combatir al bastión Realista asentado en Coro, debido a la novatería de
las tropas patriotas pierden el enfrentamiento y en la desordenada retirada el
liderazgo del Indio Reyes
Vargas se impone al guiarlos a través de las accidentadas montañas de la región
que conocía perfectamente, salvándolos de una masacre. Como reconocimiento a su desempeño el Marqués lo ascendió a
Capitán de Milicias. Según escritos de la época se
afirmaba que “Era Reyes Vargas inteligente y gallardo,
pretencioso y capaz, en virtud de esa ley misteriosa del cruzamiento de las
razas”. Al
regresar a Siquisique es dejado como Jefe de la Guarnición, puesto de avanzada
muy importante por su cercanía con Coro con la misión de
impedirles el paso a los Realistas hacia Carora y Barquisimeto, “Reyes
Vargas era una especie de cacique temido y de influencia en la región y lo
prueba el hecho de haberle confiado el Marqués, la custodia de Siquisique”.
Estando acantonados en este poblado durante el resto del año, el
Indio Reyes
Vargas comienza a desencantarse de los patriotas debido al
hecho de que casi todos los que le acompañaron en el ejército les
dieron mejores cargos y ascensos aun teniendo menor jerarquía, además de que los
oficiales patriotas, en su mayoría mantuanos, lo menospreciaban y no valoraban
su actuación, motivando su deserción final.
Esta situación es utilizada por
un español
llamado Andrés Torrellas que era el cura doctrinero de los pueblos de San
Miguel y Moroturo, quien además fungía como militar y amigo de
los Santeliz, inteligente y sagaz; identificado con la causa del rey, que en su
condición de sacerdote local conocía muy bien el arrastre popular que tenía el
Indio entre los indígenas de la región, por lo que se propone
conseguir su adhesión a la causa realista utilizando para esto los
resentimientos que envolvían al indio, al cual manipula convenciéndolo de
pasarse a las filas españolas. En esta decisión tuvo mucho que
ver el hecho de que el padre y el tío de Reyes Vargas eran
paisanos del
capitán de fragata Domingo de Monteverde, nacido en la misma
ciudad canaria de San Cristóbal de la Laguna en Tenerife, así que ambos uniendo
esfuerzos con el cura Torrellas logran persuadirlo de su deber como
descendiente español, de apoyar a Fernando VII, alistándose en el
bando realistas en marzo de 1812 junto a sus seguidores, jugando un
papel decisivo en el triunfo de ellos.
Su primera actividad fue apoyar la toma de
Siquisique por parte de Monteverde al mando de un contingente que sale de Coro
un 10 de marzo de 1812, recorrido que se realizaba en 7 días, por
lo que la llegada estaba prevista
para el día 17. Reyes Vargas encontrándose
en Siquisique y gracias a los mensajeros que le informaban del avance de los
realistas, decide no esperar su llegada, alzándose a la cabeza de 300 fusileros
y 100 flecheros, mestizos bajo su mando, dos días antes de lo previsto, gracias
al factor sorpresa, logra capturar a los patriotas y proclama a Fernando VII
como única autoridad. Cuando los españoles llegaron al poblado fueron recibidos
en la entrada por una multitud que tenía Reyes Vargas preparada con exclamaciones
de vivas, quema de pólvora, muestras de aprecio, siendo recompensado
ratificándolo como «Capitán urbano de los naturales» de Siquisique y
concediéndole a esta localidad el título de «Leal Villa».
Reforzada la expedición con estos
indígenas se procedió a la marcha hacia Carora pero acontece que llegando a Río
Tocuyo, plaza que estaba también asegurada por Reyes Vargas con 180 hombres
oriundos de la zona donde estaban los indios Castro, mis antepasados, se tienen
noticias de un posible apoyo a los patriotas por parte de la poderosa guarnición
de Carora, por lo que Monteverde
inicia la retirada siendo alcanzado por Reyes Vargas, quien junto a su padre,
su tío y otros como el coreano León Cordero lo detienen para convencerlo de
regresar, asegurándole que el comandante de este puesto estaba enfermo,
información con la que contaba este indio por tener infiltrados de su confianza
dentro de la guarnición, quienes además neutralizarían a los guardias y les
abrirían las puertas. Conociendo esto, logran que se devuelva, decisión que cambiaría
la historia de los acontecimientos, protagonizados por estos indios en un
paraje cercano a Río Tocuyo, que alargaron la guerra por la Independencia de
Venezuela.
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Al llegar a Carora el 23 de marzo de ese año, El
indio Reyes Vargas acompañado
por su gente, indios mestizos, el cura Andrés Torrellas
junto a las fuerzas realistas al mando de Monteverde, derrotarían a los
patriotas fácilmente, luego
de lo cual se dirigieron a Barquisimeto que había quedado en ruinas debido al
terremoto de 1812, lo que aprovechan para apoderarse de la ciudad y seguir
adelante, desatando una cruel persecución contra los simpatizantes de la
independencia, así cae la Primera República, obligando a capitular a Francisco
de Miranda ante Monteverde el 25 de julio de ese año.
Gracias a esta gesta, Reyes
Vargas es
nombrado como gobernador de la "Villa de Siquisique",
sus méritos reconocidos por el rey Fernando VII, quien lo condecoró en varias
oportunidades, los españoles eran habilidosos en relaciones públicas y conocían
las debilidades del indio ante la lisonja lo que tuvieron en cuenta para
mantener su fidelidad. Durante los ocho años que actuó bajo el mando de la
monarquía, se convirtió en un enemigo terrible y de gran destreza en los
combates.
Enterándose Simón Bolívar de que la gran
fortaleza de los realistas en la zona se debía a Reyes Vargas, a quien conocía
de anterioridad cuando lucharon al mando del Marques del Toro, encontrándose en
Trujillo en 1820 con motivo de un armisticio, comisionó personalmente a
Francisco Fonseca para que tratará de captarlo nuevamente a la causa
patriótica, para lo cual establecen contacto con sus hermanas, las Santeliz,
residenciadas en Río Tocuyo, seguidoras de la causa de Bolívar, quienes logran
convencerlo de sumarse a las filas patriotas nuevamente, pactando un encuentro con
el delegado de Bolívar. Esta es la historia oficial para explicar una decisión
tan importante para aquel, entonces, famoso Indio, siendo una versión algo
pueril, por lo que algunos historiadores creen que hubo una entrevista entre el
propio Libertador y Reyes Vargas, esto no ha sido confirmado, pero las
evidencias circunstanciales así lo demuestran: Bolívar era un hombre habilidoso
y con experiencia en el trato con las clases sociales populares, como lo
señalan el hecho de tener a su lado al Indio Camacaro, su acompañante en la
gesta independizadora por América, conociendo el malestar del indio Reyes
Vargas, ante lo que consideraba un desprecio de sus compañeros de armas patriotas
de origen mantuanos, no es de extrañar que una forma de halagarlo sería
asistiendo personalmente a su encuentro, ganándoselo de forma incondicional
para la causa patriota. Por otro lado el orgullo que sentía este Indio por la
fama que ya detentaba en el campo de batalla y los altos reconocimientos
recibidos por los españoles, no le permitiría menos que un dialogo personal con
el Libertador, que pudo realizarse en un paraje cercano a Río Tocuyo, tal vez
en Parapara, sitio donde otra entrevista se realizaría 78 años después entre
dos personajes que tenían en común el apellido, Bartola y Cipriano Castro, los
cuales igualmente llegarían a un acuerdo vital que cambiaría el devenir
político del país de finales del siglo XIX.
Al ser
admitido nuevamente en las filas patriotas, el Indio Juan de los Reyes Vargas, era un soldado experimentado, seguido voluntariamente por
todos los habitantes del territorio occidental,
especialmente los indígenas, extendiéndose su influencia hasta Trujillo y Coro. Gracias
a esto regresa nuevamente al ejército libertador, admitido con su mismo grado
de Coronel, otorgado por el Libertador, bajo su mando inmediato, con el privilegio
de poder entrar al despacho de Bolívar sin anunciarse. Satisfecho
en su honor participaría en la reconquista de Coro, vital para
la gesta independizadora, por lo que Bolívar lo nombra comandante de las tropas
acantonadas en Carora en contra de muchos de los altos oficiales, sería por
poco tiempo, un trágico suceso estaba comenzando a gestarse.
Aquel caluroso día, al terminar de leer la
misiva donde es invitado a una reunión en Carora, el poderoso militar decide
dirigirse al encuentro de su destino final, no lo sabía en aquel instante, algo
en el ambiente le advertía el peligro, sin embargo no le prestó atención,
contaba con el aprecio y confianza del líder carismático más poderoso, quién
osaría atentar contra su vida? Los convocantes de la cita son sus compañeros de
armas, ¿cómo dudar de sus intenciones?
Era el convulsionado siglo XIX donde ocurrió
la larga guerra de casi 11 años por la libertad del yugo Español, desembocando
en los hechos posteriores a la Batalla de Carabobo, donde existían dos
corrientes políticas: los paecistas y los bolivarianos unidos únicamente por el
deseo común de separación de la Corona Española pero con fines muy diferente,
por un lado estaban las secretas aspiraciones de Páez de detentar el poder
absoluto del gobierno de Venezuela para su enriquecimiento personal y por el
otro Bolívar que luchaba por un desarrollo social y educativo del país, tal
cual lo expresaba al afirmar que “Colombia era la Universidad y Venezuela era
los cuarteles”. Nuestro origen como Capitanía General y no como Virreinato, nos
arrastraba hacia un oscuro abismo, resaltado en este pensamiento de Bolívar
donde nos retrata con preocupación, cómo sociedad militarista y caudillista,
evidentemente nos conocía muy bien, de allí su idea de conformar una sola
nación, la Gran Colombia para conjugar ambas cualidades: poderío militar
Venezolano y la cultura, de la cual Colombia era adalid.
Estas diferencias originarían una
sangrienta confrontación entre patriotas, arrastrando al apasionado pueblo de
Río Tocuyo junto a su gente. Al enterarse Páez del odio subterráneo de los
oficiales caroreños por el indio Reyes Vargas, hombre clave en la liberación de
Venezuela, a quien el héroe llanero conocía por haber peleado a su lado en Coro
y Siquisique en la caída de la Primera República, sumado a la extrema confianza
dada por el Libertador, circunstancia que lo ubicaba en la mira de las
intrigas, por lo que la desaparición del “Indio Guerrillero” era una pieza vital
para el logro de sus ambiciones, que comenzaba con acabar con el liderazgo de
Bolívar.
Utilizando esta información, envía varios
“Dragones” grupo élite de soldados de su absoluta confianza que habían
combatido a su lado en “Las Queseras del Medio” inmortalizándose el famoso
grito “Vuelvan Carajos”, dentro de este grupo llegaría el Coronel Segundo
Domingo Riera, el coronel González “el Cojo” quien retornaba a la ciudad,
también el capitán Estaban Pérez y el coronel Simón Gómez, con órdenes de
quitarle el mando al Indio y asesinarlo, según relata la historia “Reyes Vargas
era un cacique temido y de influencia en la región, inteligente y gallardo,
pretencioso y capaz, en virtud de esa ley misteriosa del cruzamiento de las
razas” Este crucial evento sería el inicio de los acontecimientos acaecido años
después, conocidos como La Cosiata, revelando las diferencias existente entre
José Antonio Páez y Simón Bolívar.
Era un viernes santo, el más sagrado del
catolicismo, a nadie se le ocurriría perpetrar un asesinato tal día, era
imposible en esta ciudad levítica. Con esta reflexión Reyes Vargas deja atrás
sus dudas, atravesando a lomo de caballo las polvorientas calles de tierra de
Carora, se dirige a la Casa del Balcón donde lo espera su compadre el Coronel
"el Cojo" González recién llegado con las secretas ordenes de
destituirlo del cargo y ocupar el puesto de comandante de la Guarnición local,
era el 28 de marzo de 1823.
Una suave brisa le acaricia su rostro
moreno de facciones indígenas, su sangre mestiza era innegable, a pesar de esto
detentaba desde finales de 1822 el alto cargo militar de comandante de Trujillo,
El Tocuyo, Carora y Siquisique por órdenes directas de Bolívar, región sumamente
importante por ser un centro agropecuario de abastecimiento de gran poder
económico, tal era así que para gobernar el país debías tomar este territorio,
de ahí que casi todas las guerras del siglo XIX transitaran por aquí. Este
nombramiento de comandante general, despierta reconcomio en los militares
caroreños, pues entre los blancos prevalecía el concepto impuesto por la
santurrona e hipócrita sociedad colonial de ser los mestizos «…una generación
nacida no por la santa alianza de la Ley, sino por las torpes uniones
reprobadas por la religión…».
Recorría Reyes Vargas a trote lento las
calles, es reconocido y saludado con respeto, la noticia de su llegada se iba
esparciendo de boca en boca por los zaguanes del poblado de blancas paredes y
techos de tejas rojas. Al ver la devoción de la gente, recordaba las palabras
proféticas del chaman de su tribu: tu cuerpo será profanado un sagrado día. Esa
misma tarde antes de dirigirse al lugar del encuentro había realizado una breve
parada en el pueblito de Aregue para encomendarse a la Virgen de Chiquinquirá,
de la cual los indios de la región eran sumamente devotos.
Al llegar al lugar de la cita se inicia
una discusión por causas políticas y esto fue lo que sucedió según los relatos
de la época: "En medio del obsequio que corría animado, el Cojo increpa a
Reyes Vargas y lo señala de traidor en presencia de varias personas, le ordena
entregarse y tratan de aprehenderlo". Este se defiende e intenta escaparse
al ver la gente armada preparada para la emboscada, entre ellos el capitán
Estaban Pérez y el dragón Simón Gómez, quienes lo someten atándolo en una
silla, después del cual al quedar indefenso, “El Cojo” González lo asesina
cobardemente a machetazos.
Corre la noticia por el pueblo que se
encontraban en los alrededores, la reacción es inmediata, agolpándose
enfurecidos frente a la casa pidiendo a gritos la muerte del homicida del
Indio, pero este logra huir al tirarse por uno de los balcones de la casa con
la ayuda de sus amigos, dirigiéndose hacia El Tocuyo lugar en el cual
posteriormente también cometería otro crimen contra un bolivariano, siendo
condenado a muerte por Bolívar y fusilado en la ciudad de Valencia, pero ya las
cartas estaban echadas, la sociedad Venezolana posterior a la gesta libertadora
estaba dividida, agravándose durante la ausencia de Simón Bolívar. Así Páez
valiéndose de este vacío de poder, se une a los poderosos conservadores para
concretar la traición, siendo el crimen de Reyes Vargas la punta del
iceberg que mediría las pasiones encontradas que dieron origen a una ola
de asesinatos fratricidas y de exilio de varios héroes de la independencia
comprometidos con el ideal bolivariano, todo por no haber visto Bolívar las
ocultas intenciones de Páez y no tomar las decisiones correctas.
La muerte del indio Reyes Vargas acarreó
una división entre caroreños y riotocuyenses que originaría las
irreconciliables diferencias políticas locales que desembocarían en los hechos
violentos ocurridos sobre otro personaje, tal cual sucedería 68 años después
con el asesinato del militar guzmancista Antonio Perozo, esposo de
Bartola.
Reyes Vargas marco una diferencia en el comportamiento
hacia las indiadas de la región al tener el privilegio de comunicarse
directamente con el Libertador, prerrogativa que se extendió hasta sus más
cercanos colaboradores, influyendo en los acontecimientos en Siquisique,
especialmente en la Guerra Federal, donde debido a esta costumbre el
General Falcón hubo de dirigir personalmente a los lugareños para ganarse su
respeto y obediencia. Igualmente su comportamiento gallardo sirvió de
ejemplo a los pobladores autóctonos quienes tomarían parte activa en el devenir
de la historia política del país, surgiendo en esta región un grupo de
militares de origen indígena de gran valía, hecho poco conocido en el país,
debido a mezquinos sentimientos de negar el papel desempeñado por estos
valientes hombres originarios del interior rural del país. La Historia también
debe descentralizarse.
En 1830 Venezuela se separa de la
Gran Colombia, proceso iniciado en la Villa de Siquisique en octubre
de ese año, las autoridades locales se pronuncian por el movimiento separatista
liderizado por Páez, contrariando el sentir de la mayoría de bolivarianos,
provocando el alzamiento anti-separatista del Coronel Estanislao Castañeda en
compañía del Comandante mestizo Juan Agustín Espinosa y el Capitán caroreño
Lorenzo Álvarez junto a otros oficiales quienes fueron derrotados por el Cura y
Coronel Andrés Torrellas, perteneciente a los separatistas leales a Páez, en
una corta batalla realizada cerca de Siquisique, allí fueron apresados Juan
Agustín Espinosa y Lorenzo Álvarez, logrando huir el Coronel Estanislao
Castañeda, sucesos que sacudirían nuevamente a la población de Río Tocuyo y a
la familia mestiza de Juana Bautista Castro, implicados en esta contienda.
Luego de esto Páez, ocupa por vez primera oficialmente la presidencia del país,
el 11 de abril de 1831 por un periodo de 4 años, recuperando la economía del
país, repercutiendo hasta en Río Tocuyo, centro agrícola de primer orden, luego
de 20 años se respiraba un poco de paz.
Al cabo de cierto tiempo son perdonados
Juan Agustín Espinoza y Lorenzo Álvarez quienes regresan a sus cargos militares
jurando fidelidad al nuevo presidente, no podemos juzgarlos duramente pues fue
una época donde se era paecista o un perseguido político con alto riesgo de ser
sentenciado a una muerte clandestina.
Saludos, la historia es interesante, pero no concuerda con la foto que se muestra, pues dice que el indio Reyes Vargas muere en Aregue, y en la imagen dice que muere en Carora, en la casa del balcón de los Álvarez.
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