Inicio al secretismo
Carora 1885
Bartola se desliza en la oscuridad de la medianoche por la calle que conduce a la Iglesia San Juan Bautista de aquel martes casi veraniego, algunos faroles dispersos aquí y allá alumbran tenuemente su recorrido arrojando sombras danzantes que parecen advertirle sobre un misterio a punto de revelarse, un escalofrió recorre su espalda y se arrebuja en la larga capa negra con capucha que llevaba puesta y la cual le había sido entregada con las instrucciones de usarla esa noche. Sentía cierta desconfianza ante aquella extraña convocatoria, no solo por la hora sino también por el lugar pero se sobrepone pues las personas que la invitaron eran de su entera confianza tanto su jefe político como su confesor. Además su marido, esa misma mañana cuando se despidieron en la puerta de su casa, le había susurrado al oído: “Amor, ve con confianza y abre tu mente”. Ante estas palabras de Antonio concluye que hay algo más que ella ignora y que el evidentemente sí conocía.
Al acercarse al templo nota que la puerta está entrejunta dejando ver una titilante luz que va y viene.
Entra y escucha tras de sí que alguien la cierra mientras apaga la vela que portaba al tiempo que le informaba “Mantén silencio y presta atención a lo que se te dirá”, reconociendo la voz de Silveiro se pregunta, “¿Que hacía allí?, ¿Acaso él también era participe de aquella misteriosa cita?”, entonces gira desconcertada para hablarle pero había desaparecido presuroso en la penumbra. Cautelosamente continúa por el corredor central de la Iglesia cuyo fondo estaba levemente iluminado, entonces distingue que el altar mayor estaba cubierto por una gran cortina de paño rojo con una dorada y gigantesca letra bordada a cuyos pies envueltas por la lobreguez estaban unas siluetas humanas ataviadas como ella parados detrás de un largo mesón con varios objetos expuestos que no tenían nada que ver con los usados en la misa católica, destacaban un extraño compás, un manuscrito, un dije con un símbolo que le era familiar y otras misteriosas figuras que desconocía.
El personaje
central al verla llegar da varios golpes en el piso con un largo bastón de
madera y los otros asistentes, ubicados a ambos lados comienzan a aplaudir
sincrónicamente asintiendo con la cabeza, una especie de señal para comenzar la
ceremonia que reviste un carácter ritual.
—Hoy se
realizará tu rito de iniciación en nuestra Secreta Orden, la
logia Sefarad y yo soy el venerable maestro que la preside.
Queda estupefacta y un torbellino de preguntas
cruzan su mente, “¿Qué es esto?, ¿Quién es aquel hombre?". Su voz se le hace familiar sin embargo a pesar de su esfuerzo no
logra identificarlo.
—Lo primero es puntualizarte que las enseñanzas aquí impartidas tienen como
objetivo desarrollar tu sabiduría para
el crecimiento de la conciencia y
no tienen que ver con creencias
religiosas o dogmas de ningún tipo.
Bartola
medita, “¿Por qué le
decían aquello?, ¿Acaso la conocían?” entonces el maestro toma del mesón aquel extraño compás unido a una
escuadra, mostrándoselo.
—Deberás saber identificar
estos símbolos y conocer su significado,
lo cual es imprescindible para la seguridad de tus próximas tareas encomendadas.
El oculto ser tras su
negra capucha guarda silencio y entonces de algún lugar del salón surge una
melodía conocida... Era el Allegro de la Quinta Sinfonía de Beethoven que
brotaba de la pianola de la Iglesia mientras la escucha medita sobre aquellas enigmáticas
palabras: “La seguridad… ¿De quién o quiénes?”.
Simultáneo los demás asistentes
comienzan a girar con paso marcial alrededor del mesón ejecutando una especie
de danza, desprendiéndose una atmósfera
ceremonial. Luego el maestro continúa hablando.
—El aprendiz se inicia como piedra bruta, ayudado por sus Hermanos comenzará
a trabajarla y pulirla hasta lograr su forma perfecta, la piedra cúbica que
representa el conocimiento.
Al acostumbrarse a la penumbra cree reconocer a varios de los presentes, acaso ese era el vendedor de velas y aquel el dueño de la tienda de ropa. Desconcertada finalmente descubre quien es la persona que habla, se trataba del hierbatero, pero otro situado detrás del maestro la sorprendería enormemente, era el cura de Aregue.
—Desde el instante que traspasas el umbral de este templo, bajo nuestra tutela, dejas atrás lo que eras transformándote en una pieza que encajará con las otras, tal como las del pórtico, integrándote armónicamente a nuestra organización.
El
orador se detiene brevemente al observar que ella ya lo había identificado
y le revela.
—Este proceso, sin notarlo, lo habíamos comenzado cuando te enseñábamos el
poder que albergan las hierbas medicinales y los vericuetos de la política.
Con aquella inesperada confesión finalmente tiene la certeza de quienes son y entendería la dedicación y paciencia para explicarle los temas que despertaban sus dudas, así como los cortantes silencios y las miradas
furtivas cuando ella llegaba.
—Nuestros antepasados
sefarditas construyeron este templo revelando crípticamente en sus formas
geométricas de su fachada su doble papel desempeñado, un secreto el cual ahora tú
participaras y deberás proteger también.
Bartola al escuchar
aquellas confidencias experimentaría una extraña sensación, de penetrar en algo
profundo, desconocido y extraordinario.
—Este horario está
reservado para nuestra logia, con la anuencia de las autoridades eclesiásticas.
Vendrás aquí dos veces al mes para realizar los tres primeros rituales:
Aprendiz, Compañero y Maestro, estudiarás el significado de los ocho símbolos y
de la ciencia que despertara tu conciencia.
Alargando una mano hacia
ella le entrega algo, indicándole.
—Además deberás leer este
manuscrito, nadie más debe hacerlo.
Bartola se lo recibe y al
verlo un recuerdo asalta su mente.
—Se te prohíbe revelar cualquier misterio de la Orden, incluso a tu esposo
e hijos. Tampoco puedes demostrar que reconoces a alguno de los aquí presente
si te encuentras con ellos fuera de este lugar.
El
maestro se acerca a ella mientras los otros permanecen detrás y solicito le comunica.
—A partir de este momento
te suministraremos contactos esenciales protección y apoyo para las misiones secretas que
se te asignaron. Contaras con nuestra ayuda.
Cuando
Bartola sale del lugar, un infinito cielo azabache salpicado de miles de
resplandecientes estrellas semejando puntos blancos la arropan, extasiada lo
contempla. Bajando la mirada presta atención a la superficie de piedras
cuadrangulares perfectamente encajadas del marco de la puerta de aquel templo, recorriéndolas
con sus manos siente algo novedoso que surgía dentro de ella, comprendiendo ahora
su significado. María Pinto de Cárdenas, su admirada antepasada, hacía 191 años
había estado apoyada en esas mismas piedras y tal vez entonces a través de
ellas podría entender sus dos historias, la diurna y la nocturna.
Aquel
marco rectangular siempre le despertó su
curiosidad por la marcada diferencia con los ovalados de las puertas de las
Iglesias de Aregue y Río Tocuyo, aquel secreto resguardado desde la fundación
de Carora por su sociedad la maravillaban, preguntándose que los había motivado,
la respuesta estaban en el manuscrito que portaba, sería un descubrimiento mas.
Una
fría brisa la sorprende y sale de su ensimismamiento, acelera el paso hacia el
cercano hotel donde se hospedaba mientras repara de otra actividad secreta que
no mencionaron y que también se desarrollaban allí tal como la celebración del Cantorío de la Primera
Misa.
¿Acaso
eso tenía relación con ellos?. ¿Por eso la presencia del hombre que le pareció ser
el líder de la conspiración?. ¿Estaban conectados?. El tiempo le revelaría todas
sus inquietudes y el porqué de la necesidad de su inclusión en aquella secreta
orden.
Nunca
sospechó
los caminos que recorrería a partir de entonces ni en la persona en que se
convertiría.
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