La corbeta Caldas de la Armada Colombiana
originó una crisis diplomática el 9 de agosto de 1987 al ingresar sin autorización
en aguas del Golfo de Venezuela, violando la soberanía territorial. El
presidente Venezolano, Jaime Lusinchi, responde a esta agresión el 12 de ese
mes, autorizando una gran movilización de las fuerzas armadas, declara el
estado de “alerta militar” y constituye un Teatro de Operaciones, enviando más de 100.000 hombres y blindados a la frontera colombiana, fueron desplegados
aviones caza-bombarderos F-16, que se dirigieron al sitio, esperando órdenes
para atacar.
Así el 17 de agosto de 1987 la crisis
llega a su máximo nivel, el gobierno de Venezuela iba a hundir la fragata ARC
Independiente que había llegado a la zona para relevar a la ARC Caldas; esta fragata
estaba armada, la confrontación parecía inevitable. Para esa época me
desempeñaba como directora del Hospital Rafael A. Gil de Duaca, Municipio
Crespo del Estado Lara, perteneciente al distrito sanitario N°6 de dicha
entidad, situada a escasos kilómetros de Barquisimeto, capital del estado, estando
allí recibo una llamada urgente del Comisionado de Salud para asistir inmediatamente
a una reunión en su despacho de carácter obligatorio con todos los Directores
de Hospitales del Estado. Al llegar me encuentro que quienes presiden la reunión
eran el alto mando militar y no autoridades sanitarias, llamándome la atención aquel
novedoso hecho, nunca antes visto. Ante nuestro desconcierto, el comandante
encargado pasa a informarnos que en caso de una guerra, los médicos y la red de
salud pública pasábamos a formar parte de la retaguardia estratégica de las
FF.AA del país, asimilados, por ende adscrito a sus filas y bajo sus órdenes, el
fin era cubrir de forma prioritaria la atención médica a soldados heridos en el
posible conflicto. Nos solicitaron que realizáramos un inventario de lo existentes
en ese momento y calcular lo faltante necesario para atender cada distrito de
manera independiente, considerando que el enemigo destruyera las carreteras que
comunicaban con el nivel central. Estos cálculos debían abarcar no solamente
los insumos médicos sino también alimentos y agua necesarios para sustentar a los
pacientes y personal de cada hospital al menos una semana sin ser provisto por
la capital, el objetivo era evitar la anulación de las tropas. Todos los médicos
allí presentes, que ocupábamos cargos de dirección de centros de salud, ese día
nos miramos unos a otro, sorprendidos en primer lugar del hecho desconocido por
nosotros de pasar a pertenecer a las FF.AA y en segundo lugar de aquella
solicitud, ¿acaso los militares desconocían la situación de la salud en
Venezuela?. Uno de los Directores intervino aclarando la existencia de fallas
en la dotación, a lo cual el Comandante militar encargado respondió que ellos
nos dotarían de lo necesario rápidamente, en horas, que solo dependía del
tiempo que nos tardáramos nosotros en realizar informe, el cual debía estar
listo en 24 horas.
En la segunda y última reunión que
sostuvimos, llevamos el informe solicitado, los Directores médicos siempre teníamos
elaborados uno o varios que se hacían rutinariamente, planteando las fallas y
necesidades al Ministerio de Salud, así que hicimos una compilación y solo cambiamos
el encabezado, esta vez dirigido al Ministerio de Defensa, no lo voy a negar
pero tuvimos la esperanza que aquella amenaza de guerra nos trajera finalmente
una dotación idónea a los Hospitales, hasta ese momento casi en el abandono, que
además se solventarían otras fallas como dotación de refrigeradores nuevos y más
grandes para almacenar los alimentos, dotación de ambulancias, camas de hospitalización,
arreglo del tanques de agua, en Duaca el gobierno había construido uno nuevo
pero no le hicieron la acometida para el acueducto, no le llegaba el agua, dotación
para el quirófano construido que aún estaba sin asignarle personal de cirujanos
y enfermeras, por lo que no funcionaba, Rx no funcionaba por falta de placas y
reveladores. Recuerdo que llegue a pensar que finalmente el estado reconocería la
importancia estratégica de la salud. Entregamos el informe, los militares se
miraron unos a otros, asombrados, desconocían la gravedad de la situación ya
que solo recibían información adoctrinada de su sala situacional.
A los días nos enteramos que Venezuela
retiro las tropas, diplomáticamente se pidió disculpa y todo quedo en bravuconería.
La razón fue que el Alto Mando militar le informó al Presidente Lusinchi que
lamentablemente no se podía dar una respuesta militar digna pues el país no aguantaría
un conflicto bélico porque no había una infraestructura
médica para atender los heridos y era imposible solventar en horas o días las
graves fallas existentes, que de nada valía tener aviones, tanques y armas de última
generación con tropas altamente entrenadas sino existía una retaguardia estratégica
para darle soporte a los soldados caídos durante la guerra.
Esto ocurrió en 1987 cuando las
carencias no eran comparables con las existentes hoy, agravadas por la crisis
de alimentos, transporte y gasolina, en estas condiciones declarar una guerra
es utópico, por decir lo menos.
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