sábado, 29 de septiembre de 2018

Caldas, una guerra soñada!


La corbeta Caldas de la Armada Colombiana originó una crisis diplomática el 9 de agosto de 1987 al ingresar sin autorización en aguas del Golfo de Venezuela, violando la soberanía territorial. El presidente Venezolano, Jaime Lusinchi, responde a esta agresión el 12 de ese mes, autorizando una gran movilización de las fuerzas armadas, declara el estado de “alerta militar” y constituye un Teatro de Operaciones, enviando más de 100.000 hombres y blindados a la frontera colombiana, fueron desplegados aviones caza-bombarderos F-16, que se dirigieron al sitio, esperando órdenes para atacar.
Así el 17 de agosto de 1987 la crisis llega a su máximo nivel, el gobierno de Venezuela iba a hundir la fragata ARC Independiente que había llegado a la zona para relevar a la ARC Caldas; esta fragata estaba armada, la confrontación parecía inevitable. Para esa época me desempeñaba como directora del Hospital Rafael A. Gil de Duaca, Municipio Crespo del Estado Lara, perteneciente al distrito sanitario N°6 de dicha entidad, situada a escasos kilómetros de Barquisimeto, capital del estado, estando allí recibo una llamada urgente del Comisionado de Salud para asistir inmediatamente a una reunión en su despacho de carácter obligatorio con todos los Directores de Hospitales del Estado. Al llegar me encuentro que quienes presiden la reunión eran el alto mando militar y no autoridades sanitarias, llamándome la atención aquel novedoso hecho, nunca antes visto. Ante nuestro desconcierto, el comandante encargado pasa a informarnos que en caso de una guerra, los médicos y la red de salud pública pasábamos a formar parte de la retaguardia estratégica de las FF.AA del país, asimilados, por ende adscrito a sus filas y bajo sus órdenes, el fin era cubrir de forma prioritaria la atención médica a soldados heridos en el posible conflicto. Nos solicitaron que realizáramos un inventario de lo existentes en ese momento y calcular lo faltante necesario para atender cada distrito de manera independiente, considerando que el enemigo destruyera las carreteras que comunicaban con el nivel central. Estos cálculos debían abarcar no solamente los insumos médicos sino también alimentos y agua necesarios para sustentar a los pacientes y personal de cada hospital al menos una semana sin ser provisto por la capital, el objetivo era evitar la anulación de las tropas. Todos los médicos allí presentes, que ocupábamos cargos de dirección de centros de salud, ese día nos miramos unos a otro, sorprendidos en primer lugar del hecho desconocido por nosotros de pasar a pertenecer a las FF.AA y en segundo lugar de aquella solicitud, ¿acaso los militares desconocían la situación de la salud en Venezuela?. Uno de los Directores intervino aclarando la existencia de fallas en la dotación, a lo cual el Comandante militar encargado respondió que ellos nos dotarían de lo necesario rápidamente, en horas, que solo dependía del tiempo que nos tardáramos nosotros en realizar informe, el cual debía estar listo en 24 horas.
En la segunda y última reunión que sostuvimos, llevamos el informe solicitado, los Directores médicos siempre teníamos elaborados uno o varios que se hacían rutinariamente, planteando las fallas y necesidades al Ministerio de Salud, así que hicimos una compilación y solo cambiamos el encabezado, esta vez dirigido al Ministerio de Defensa, no lo voy a negar pero tuvimos la esperanza que aquella amenaza de guerra nos trajera finalmente una dotación idónea a los Hospitales, hasta ese momento casi en el abandono, que además se solventarían otras fallas como dotación de refrigeradores nuevos y más grandes para almacenar los alimentos, dotación de ambulancias, camas de hospitalización, arreglo del tanques de agua, en Duaca el gobierno había construido uno nuevo pero no le hicieron la acometida para el acueducto, no le llegaba el agua, dotación para el quirófano construido que aún estaba sin asignarle personal de cirujanos y enfermeras, por lo que no funcionaba, Rx no funcionaba por falta de placas y reveladores. Recuerdo que llegue a pensar que finalmente el estado reconocería la importancia estratégica de la salud. Entregamos el informe, los militares se miraron unos a otros, asombrados, desconocían la gravedad de la situación ya que solo recibían información adoctrinada de su sala situacional.
A los días nos enteramos que Venezuela retiro las tropas, diplomáticamente se pidió disculpa y todo quedo en bravuconería. La razón fue que el Alto Mando militar le informó al Presidente Lusinchi que lamentablemente no se podía dar una respuesta militar digna pues el país no aguantaría un conflicto bélico porque no había una infraestructura médica para atender los heridos y era imposible solventar en horas o días las graves fallas existentes, que de nada valía tener aviones, tanques y armas de última generación con tropas altamente entrenadas sino existía una retaguardia estratégica para darle soporte a los soldados caídos durante la guerra.
Esto ocurrió en 1987 cuando las carencias no eran comparables con las existentes hoy, agravadas por la crisis de alimentos, transporte y gasolina, en estas condiciones declarar una guerra es utópico, por decir lo menos.  


       

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