Variados personajes, políticos, artistas y exiliados
cubanos han emitido su opinión adversa con respecto al acercamiento de Obama a
Cuba, interpretándola como un espaldarazo al régimen tiránico de los Castro,
violador de DD.HH, conculcador de la libertad de expresión y represor hasta el
extremo de fusilar a opositores. Las objeciones sobran y con razón.
Bajo esta óptica, pudiera interpretarse que Obama está
errado, que es ingenuo o es un gran mercantilista que solo busca una nueva
frontera para los “business” o negocios sin importarle el sufrimiento del
pueblo Cubano.
Pero no es así, por qué? Los invito a realizar un
viaje por el tiempo y analizar algo similar sucedido. Ocurrió en nuestro país,
Venezuela, cuando la primera huelga petrolera en 1936 colocando en jaque la
recién industria norteamericana que tenía la concesión de la explotación de
este rubro, en la era post-gomecista caracterizada por un país netamente rural,
con un rezago de la sociedad en el acontecer mundial debido
a la férrea dictadura militar, como la Cuba de hoy día.
Las compañías petroleras se percatan de que los
conflictos eran causados por los hombres solteros, viéndose en la necesidad de buscar
una solución al problema, redefinen el papel de los matrimonios para promocionar patrones de consumo característicos de un nuevo estilo de vida, canalizados
por los comisariatos de los campos petroleros, entrando las mujeres a jugar un
papel clave en la difusión de las actividades sociales como una fórmula exitosa
para resolver la crisis. De
hecho, la primera empresa que introdujo en el país las relaciones públicas como
una función administrativa fue la Royal Dutch Shell en 1936, entre las medidas asumidas
estaba impulsar las revistas institucionales que llevaban hasta el trabajador
la imagen y cultura de la empresa.
Se
estimula una intensa vida social a través de los famosos club,
uno de ellos, el de la VOC (Venezuelan Oil Concesión) donde mi madre Helena
vivió a principio de los 40 en un entorno cosmopolita junto a sus dos hermanas
mayores y sus esposos, uno de ellos mi tío Andrés quien se casaría apresuradamente
en 1941 cumpliendo con el requisito de ser casado para lograr obtener su primer
trabajo de secretario en el hospital de Mene Grande perteneciente a una de las
petroleras, luego se mudarían al campo petrolero de la VOC en Cabimas, a sus
empleados les otorgaban viviendas dentro del campus, dotado de todas las
comodidades, el principal era el club social con una rutina diaria de fiestas
de bienvenida, despedidas, cumpleaños, matrimonios y jubilaciones mas las actividades
deportivas.
Mis tíos Andrés y Roselia cultivan un amplio círculo
de amistades en este club, al cual se integraría mi madre Helena, allí aprende
a bailar con los acordes de la Billo Caracas Boys, a jugar bowling, a nadar, a
vestirse elegantemente, etc. Es un mundo novedoso: la cultura petrolera al
estilo norteamericano, dirigido a la mujer a través de sus revistas donde se reseñaba
el acontecer social, el vestir y las normas de comportamiento, sus armas
secretas. Estas revistas imponían la moda con sugestivos consejos tales como “un
sombrero decorativo es bellísimo para cocktails y comidas tempranas, en
combinación con trajes de raso delgado negro mate”. El poder de la comunicación
masiva se hizo sentir rápidamente y la mujer fue su artífice al refrendar un
estilo de vida moderno que caracterizaría a la nueva sociedad venezolana
emergente.
La liberación de la mujer basado en los conceptos de
“modernidad” y “progreso” marcan a mi madre Helena con las ideas del nuevo
papel que debían asumir en la sociedad, por medio de la VOC se transformaría en
una mujer cosmopolita, liberada de las restricciones victorianas de la época, con
aspiraciones en el campo educativo, un fenómeno de masa que concluyó con el atrasado
siglo XIX que imperaba aun en el país.
Así sin disparar un tiro, ni embargos económicos, ni
participación de militares, sin violencia, gracias a la sociedad de consumo, se
lograría un cambio tal como sucederá en Cuba con la Internet, el turismo y la moda, dirigido magistralmente por
Michelle Obama, esposa del presidente de los EE.UU, quien al descender del
avión Air Force One con un fresco y sencillo vestido floreado de la diseñadora
Venezolana Carolina Herrera y zapatillas bajas sin tacones, logra conectarse
emocionalmente a través de un mensaje implícito de igualdad que todos los
cubanos descifraron.
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