viernes, 6 de marzo de 2015

Capitulo 29: Zozobra!

Corra señora Bartola, el vigía acaba de avisarnos que vienen los soldados, la niña la tenemos afuera, vamos apúrese debemos llegar al bosque, salga rápido. La mujer gira como una leona a punto de saltar sobre su presa “No, exclama, yo me quedo, váyanse y protejan a Julianita”
Desde que su marido fuera asesinado había estado sometida a un castigo constante, la milicia llegaba a galope arrastrando a su paso el terror, ella salía huyendo con su pequeña hija a esconderse en los montes existentes a la orilla del río Tocuyo, dejaba su hogar a merced de ellos, al no encontrar quien les abriera la puerta entraban tumbándola a machetazo, registraban la casa destrozándole sus colchones a sablazos, revolviendo todas sus pertenencias impúdicamente, rompiendo y rociándole con veneno los sacos de granos almacenados para su alimentación con el fin de amilanar su espíritu, pero esta vez los enfrentaría, su alma guerrera quebrantada desde la tragedia había regresado.
Los hombres al verla vestida de negro, desarmada y sola ante la puerta de su casa con aquella mirada que lanzaba un fuego amenazante, se detienen impactados, no esperaban encontrarla, era muy extraño, “señora díganos donde están ocultas las armas y la dejaremos en paz” Ella contesta con una voz helada “no hay armas aquí, tienen más de un año buscándolas, si existieran ya las habrían encontrado, regresen por donde vinieron antes de que les arroje un maleficio” Cierra los ojos  comenzando a hablar un idioma desconocido, los soldados quedan desconcertados conocen lo que se dice de su don de espiritista, su poder de lo sobrenatural, creen descifrar la causa de su desafío, repentinamente una fuerte brisa corre en el lugar, levantando a su paso una gran polvareda, azotando su cabello contra su rostro y agitando su falda violentamente, temerosos uno de ellos ordena la retirada inmediata, saliendo rápidamente de allí.
Fueron años de amarga zozobra, de destrucción a su propiedad, de pérdida de su familia, cuando un soleado día de diciembre de 1891 le avisan que un solitario hombre a caballo estaba llegando, el vigía le confirma de no existir peligro, portaba la señal de amigo, se trata de Federico Carmona que viene con una misión, explicarle a la viuda lo que estaba por acontecer, cuál sería su papel en estos sucesos.
“Bartola, llego la hora que estábamos esperando, el general Crespo nos avisó que todo está listo para dar el golpe, planea salir del hato El Totumo en marzo. Nosotros lo apoyaremos con hombres y las armas bajo tu custodia, nos comisionaron tomar Carora, es necesario sacarlas del escondite por lo que debes irte por un tiempo de Parapara para enfriar la zona, al no estar aquí dejaran de buscarte, así podríamos hacerlo sin peligro de que nos las decomisen, te traje una invitación de viejos amigos masones para viajar a Curazao en un bergantín de ellos, siempre dijiste que querías hacerlo, debes buscar un poco de paz, tal vez conocimientos espirituales, me entere como espantaste la última vez a los soldados, entrando en trance y hablando extrañamente. Ella le dice que el idioma que escucharon era algo vulgar en holandés aprendido en La Vela de Coro para hacerse obedecer por los marineros y caleteros a cargo del contrabando de los barcos, lo del viento fue pura casualidad, le aclara al hombre que escucha observándola mientras medita como explicarle el acuerdo político que habían realizado.
Sabes algo, Federico? He tenido varias visiones del futuro, la primera vez fue cuando te encontré herido en la casa del ayuntamiento en 1870 defendiendo a los azules, mientras te sacaba la bala te vi convertido en un gran líder liberal dirigiendo a tu pueblo de Río Tocuyo. Luego, en mi primer viaje a Coro me vi vestida de negro viajando en un bergantín rumbo a Curazao, ahora entiendo. Mi madre la india Juana Bautista siempre me dice que heredé los dones visionarios de mi pueblo ancestral.
El hombre sonríe y le dice: “Hay algo muy delicado que debo decirte, estamos cerca de lograr nuestro cometido pero debimos pagar un precio muy alto: pactamos con el general Eusebio Díaz y Ángel Montañez, no había otra forma, necesitamos su apoyo. Estamos conscientes de lo peligroso, son traidores por naturaleza, yo soy su objetivo al igual que tu, después del triunfo prometo resolverlo.”
La mujer se queda mirando hipnóticamente a lo lejos, suspirando le contesta “está bien, confío en uds, me debo al movimiento y a mi pueblo, aceptaré la invitación”.
Ella saldría en enero de 1892, realizaría una búsqueda espiritual por caminos insospechados, dejaría con Silverio las claves de donde estaban los escondites “Debajo de las aves están sus nidos, allí encontraras lo que buscas”, en ese momento Federico se enteraría que nunca existió un mapa escrito, todo estaba en su cabeza, imposible de obtener. Se refería a túmulos hechos de piedras con formas de aves que marcaban los sitios. Sin embargo hubo uno que no preciso, dejándolo oculto, era una mujer precavida o tal vez para su venganza, este depósito sería encontrado 120 años después accidentalmente por unos agricultores al tratar de limpiar un terreno para sembrar, chocando sus palas con una gran tapa de calicanto que no pudieron romper por lo que acudieron a las autoridades locales quienes vinieron con herramientas especiales, logrando finalmente atravesarla, llevándose aquel valiosísimo tesoro no solo por su valor monetario sino por pertenecer a la memoria histórica de la región, nunca se sabrá a donde fueron a parar aquellos antiguos máuseres.
El entonces Presidente Andueza Palacio al introducir una reforma para alargar el periodo constitucional a 4 años con el fin de perpetuarse en el poder, divide a los militantes del partido liberal amarillo en dos fracciones irreconciliables, que conduciría a un enfrentamiento bélico liderizado por Joaquín Crespo, contrario a la corriente continuista, en una batalla  iniciada el 11 de marzo de 1892 en lo que sería la “Revolución Legalista”.
Para septiembre de ese año, los caudillos locales de Siquisique se alzan en el sitio “Los Estanques” contra las fuerzas del gobierno, estando en desventaja se retiraron a Parupáno en donde se les incorporó el Coronel Desiderio Meléndez y el General Escolástico Vargas, para seguir a Churuguara con el fin de unirse al batallón que comandaba el General Felipe Franco que se dirigía a Siquisique, logrando finalmente el triunfo, rindiéndose el General Pedro Mora antiguo conservador ahora liberal continuista y comandante militar local, entregando 100 fusiles con sus pertrechos mas todo el material de guerra al General Antonio Álvarez, designado como su sustituto.
Ese día entro triunfante el General Eusebio Díaz, Jefe Civil y Militar del Estado Lara seguido por el cuerpo de caballería bajo su mando, la población lo recibe feliz ovacionándolo con vítores, música y fuegos artificiales. Este General, le había ganado las elecciones a finales de 1891 a Aquilino Juárez, quien aceptó tranquilamente su derrota, actitud diferente a aquella otra de 20 años atrás, donde después de acusaciones de fraude fueron anuladas, conduciéndolos a una enemistad política que los enfrentaría por décadas. Al ocupar entonces la gobernación, comandaba la poderosa caballería que era clave en el alzamiento, imprescindible para realizar el golpe militar, por lo que es contactado por los crespitas, accediendo pactar a cambio de una cuota en el nuevo gobierno, algo muy similar sucedería en 1899 para la toma del poder por Cipriano Castro.
Mientras tanto Federico Carmona, se alza en armas en Río Tocuyo al mando de más de 500 hombres acompañado por sus lugartenientes José Álvarez y Rafael Aranguren con el apoyo de los Castro, los Nieto, los Figueroa y los Santeliz, parte importante de los carmoneros, llevaban las armas escondidas que se habían salvado de las constante requisas, al ser ocultadas por Bartola.
Durante el camino a Carora, el general Carmona va recordando lo vivido cuando defendía la ciudad 22 años atrás siendo conservador, como cambiaban las cosas, ahora era su atacante, un liberal contra otros liberales, cavila mientras trota al mando de su tropa, al llegar lograría ocupar fácilmente la plaza defendida malamente por un viejo enemigo, el liberal General Ramón Urrieta, quien junto a Graciano Riera Aguinagalde lo habían despojado de La Propaganda, convirtiéndose en incondicional de Ángel Montañez de quien recibe órdenes de simular una leve resistencia, así triunfa la Revolución Legalista, a base de acuerdos y conspiraciones entre enemigos.
Huye Andueza Palacios, luego de 7 meses de sangrienta guerra, Joaquín Crespo entra a Caracas en octubre de 1892 como el nuevo dueño del poder supremo, ocupándolo consecutivamente por 6 años, su adversario Cipriano Castro tuvo que exiliarse en territorio colombiano, regresaría 7 años después a derrocar al gobierno. Hay el dicho de que Crespo catalogaba despectivamente a Castro afirmando que: "Es un indio que no cabe en su cuerito", al referirse a su sangre mestiza.
Políticamente no se pudo eliminar a los enemigos del guzmancismo debido al pacto de gobernabilidad realizado por el general Crespo, que sumado a ser misia Jacinta, su esposa, la verdadera persona al mando junto al "yerbatero" de su confianza, quien según los rumores sería nombrado rector de la universidad de Caracas, confiriéndole esto un grado de debilidad a su segundo gobierno. A pesar de todo, gracias al pacto realizado entre ellos, Bartola recobraría la tranquilidad, volvería a ser económicamente solvente, refundaría su hato que había quedado en ruinas, no le faltaban varias mujeres que trabajaban en las labores en su casa, lo cual recordaba su hija Julianita en sus narraciones. Pensaba que por fin la hora de vengar a su marido vilmente asesinado junto al retorno de sus hijos estaba cerca, sin embargo la realidad fue diferente, la política tenía sus recovecos y los poderosos siempre establecían ramificaciones que se conectaban con el ganador.
Federico Carmona ocuparía el cargo de prefecto de Carora durante el gobierno del General Aquilino Juárez, que finalmente había ganado en 1894 ocupándolo simultáneo a Crespo hasta 1898. Al acercarse el final de este periodo, Ignacio Andrade es designado como el sucesor para las elecciones presidenciales a realizarse en septiembre de 1897, Carmona se sumaría a la campaña presionado por la necesidad de proteger a sus seguidores, los carmoneros de Río Tocuyo, amenazados por una nueva coalición política, quienes paradójicamente también apoyan a Andrade, movimiento que subvenciona con dinero de su propio peculio dejándolo en una delicada situación económica y de salud, al descuidarla en el intenso ritmo de trabajo que le imprimió el Mocho a esta campaña, antiguo colaborador de Joaquín Crespo, ahora su adversario político el cual implementaría un innovador método de mítines recorriendo todo el país, convirtiéndose en sumamente popular con una real oportunidad de ganar. 
Ante la inminente derrota electoral, Crespo ordenaría la ocupación militar de las mesas de votación impidiéndole la entrada a los seguidores del opositor. Así se lograría ganar estas controversiales elecciones, ejerciendo Andrade apenas 22 meses, quien por la ilegitimidad de origen fue finalmente derrocado, sería el último presidente del liberalismo y masón en ocupar este cargo. En su breve mandato surge una crisis de gobernabilidad debido a la sumatoria de varios factores entre los cuales figuraba el rumor de ser colombiano, de no poseer liderazgo propio, de una pobre gestión económica, incidiendo todo en una gran desconfianza que se agrava por una epidemia de viruela que azotaría al país, conduciendo a múltiples insurrecciones siendo la más relevante la del Mocho Hernández, competidor en los comicios quien denunciaba sus resultados de falsos por el abuso descarado del poder de parte del gobierno, sería el primer fraude del país.
Entra el turbulento año de 1898, como consecuencia de la feroz campaña electoral, fallece Federico Carmona, un 22 de enero, al complicarse con una neumonía, tenía 65 años de edad. Al mes siguiente, un 16 de febrero, al salir Joaquín Crespo personalmente a sofocar la revuelta del Mocho Hernández, sería asesinado de un balazo en un oscuro suceso. El opositor seria derrotado y nunca llegaría a gobernar, posterior el general Juárez entregaría el gobierno local a Elías Torres Aular, hombre de su confianza, clave en un suceso organizado por Bartola al siguiente año en Parapara.
Estaban por cambiar nuevamente la correlación de fuerzas políticas del país y de la región larense, otra conspiración daría sus frutos, los peligrosos adversarios de Bartola se habían agrupado en un influyente movimiento llamado “Unidad Nacional” en donde figuraban Lázaro Perera Montesdeoca (hermano de Ramón Perera), Amenodoro Riera (presente en la misa celebrada en Río Tocuyo por el Arzobispo en 1890), Ramón Urrieta (el supuesto defensor de Carora), José María Riera, Agustín Zubillaga, entre otros godos, apoyando a Andrade ante el reclamo de la Guayana Esequiba, cedida a Gran Bretaña por el laudo arbitral de París en 1899. Gracias a esto y la desaparición física de Carmona, el jefe de este movimiento, Ángel Montañez conseguiría la confianza absoluta del Presidente, nombrándolo Secretario de Gobierno en su representación directa, pasando por encima del entonces gobernador Torres Aular. Por fin ostentaba el poder deseado por el cual había confabulado durante tanto tiempo.
En este panorama político transcurre la primera mitad del año de 1899, estando Bartola, durante el mes de julio, meditando sobre la delicada situación en la que se encuentra nuevamente, de la imperiosa necesidad de hacer algo y pronto, habiéndose enterado de la muerte en París de Guzmán Blanco, el hombre fuerte del liberalismo, casi simultaneo con el cumplimiento de los 9 años del asesinato de su marido, pareciéndole un aviso, una señal, tratando de descifrar los hilos del destino, sorpresivamente recibe una invitación para una clandestina reunión con Torres Aular.

Llega un visitante conocido.

  
El malefio

Bergantin


Registro parroquial de fallecimiento de Federico Carmona


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