Una voz sale de una radio, la familia
está reunida alrededor de aquel aparato cuadrado colocado sobre una mesa auxiliar
cubierta con un pequeño tapete blanco bordado a mano, es la primera vez que se
escuchaba un presidente a nivel nacional en una cadena de radio, un novedoso medio
de comunicación que permitía difundir simultáneamente los hechos en desarrollo.
Shh! hagan silencio, ordena una mujer, haciendo un gesto con la mano, es
Mamayú, repite, shhh, mandando a callar a las parlanchinas morochas. Habla Eleazar López
Contreras, sucesor de Gómez, sorpresivamente se venía distanciando de las férreas medidas
impuestas por la dictadura, aquel día anuncia la disminución del periodo
constitucional de 7 a 5 años, el cual se aplicaría a sí mismo.
Este avance había estimulado cambios determinantemente
en el país, se había pasado del correo postal de meses, al telégrafo de días,
a este poderoso medio de comunicación instantáneo, el mundo sería otro a partir de ello, no se experimentaría nada igual hasta la aparición del internet y las redes sociales. En Venezuela la radio se había iniciado en 1926 bajo el
auspicio de Gómez, ya para 1934 existían diferentes emisoras en las capitales
de estado, una era Radio Caracas Radio. Las familias pudientes
tenían uno de estos ingenios en el recibo, ocupando un lugar destacado donde se reunían a
escucharlo, un fenómeno comunicacional con programas de noticias, música y
radionovelas, que era el favorito de Pepita, se trataba del moderno siglo XX.
Es el año de 1939 y la vida parecía tomar nuevamente sus cauces, a pesar de la
muerte de su madre, el regreso de su hermana mayor llenaba el espacio dejado
por ella, la mudanza a la casa de la carrera 19 había sido de gran ayuda para
superar la nostalgia de su ausencia, su padre Pancho cada vez pasaba más tiempo
en El Toronal, atendiendo sus cultivos de café y producción de papelón, con él
están los dos varones, Francisco y Enrique, aprenden el oficio de hacendados, asisten
a la escuela del caserío La Unión, sus salidas sociales eran para Aguada Grande
a caballo, cada uno tenía el suyo.
Las morochas en Barquisimeto cambian nuevamente de
apariencia, se dejan crecer el cabello para estar a la moda con los moños y el
cabello ondulado que cae a lo largo de la cabeza hasta los hombros al estilo de
Lauren Bacall, dejan atrás la moda estudiantil pasando a una más reservada y delicada,
encajes, boleros discretos, aparecen los accesorios como zarcillos, collares, fotografiarse en los
estudios de la ciudad era una cotidianidad, la carrera 19 estaba plagadas de
ellos, los programas con los enamorados las copaban, se comienza a hablar de
matrimonio.
Elena esta de novia con un joven, graduado de médico, el cual
es enviado a Duaca a realizar su pasantía rural, antes de irse cruzan aros, un
compromiso matrimonial, estos rituales eran formales, la palabra empeñada era
tan válida como un documento. Pero acontece algo inesperado, la rutina de Elena
comenzaría a desmoronarse, a Mamayú le llega el rumor que el joven médico tenía
otra novia en Duaca, le exige a ella entregarle el anillo de compromiso,
redacta una carta rompiendo el noviazgo, introduce el anillo, firma falsamente a
nombre de Pancho Castro, Elena acepta sumisa esta decisión de su hermana mayor,
todavía era dócil ante su autoridad. Debido a esto, los otros tres novios de
Ana, Roselia y Adelina se les ocurre hacerle una broma a Mamayú, de regreso de
un paseo, al llegar tarde, le dicen que venían de casarse escondidos,
en la casa se armó un tremendo escándalo, Mamayú se agarraba la cabeza,
desesperada exclamaba, que eso no podía ser cierto. En vista de la grave situación,
los novios confiesan que es mentira, un juego por lo sucedido con lo del
compromiso roto de Elena. Mamayú se encoleriza, prohibiéndoles las visitas, con
aquella voz ronca que la caracterizaba, sentencia, olvídense de matrimonio, no
les daré permiso, fuera de la casa, ordena. La morocha Adelina quien poseía un
carácter fuerte desde pequeña, es la única que la enfrenta amenazándola con fugarse
con Martin sino la dejan casarse por las buenas, es la primera en rebelarse
Ante la terquedad de Adelina, no en vano era Tauro, el signo del toro, de un posible escándalo social, a pesar del luto por la
muerte reciente de Bartola, ese año de 1939 se realizaría el matrimonio, sería discreto, con el mismo
vestido de Mamayú, arreglado para adaptárselo, la novia recordaba que se lo
pisaba porque le quedaba largo al ser más baja que su hermana, casi se cae entrando
a la Iglesia de San Juan, enredada con la falda, no existe registro fotográfico
de esta boda por las circunstancias del momento. Este matrimonio fue muy
traumático para Elena pues las morochas estaban muy unidas, dormían en la misma
cama, se vestían igual, estudiaban juntas, se escapaban en alguna aventura recorriendo
la ciudad, andanzas inocentes, su favorito era engañar a la gente sobre quien
era cada una realmente, confundían a los amigos, hasta a los enamorados. Entre
ellas existía una gran complicidad, se contaban todo, por lo que se les facilitaba
el sustituirse una por la otra, bastaba con solo mirarse para saber lo que
pensaban, compartían un lenguaje secreto, cuando una enfermaba la otra lo
sentía. Hasta ese momento, Elena nunca se había separado de su morocha.
Aquel día, cuando Adelina salió de la casa con su marido
para mudarse a la finca situada en El Eneal, ella sintió morirse de
tristeza, sus hermanas tratan de consolarla, principalmente Ana Dolores quien
junto a su novio, el cual tenía un carro marca Lincoln, le ofrecen llevarla de
visita a que su morocha, ella recordaba aquellos viajes por aquel paisaje verde,
del ferrocarril, sus rieles parecían cicatrices que cruzaban la tierra agreste,
en uno de esos paseos le propuso a su futuro cuñado la enseñara a manejar, el
accedió entregándole el volante, se reían de la hazaña cuando perdió el control
del volante, encunetándose y volteándose,
recuerda que pasaron un gran susto, tuvieron que salir gateando por la
ventana del carro. Ella contaba como una gracia que se había puesto el carro de
cachucha, sin embargo insistió hasta que domino el arte de manejar, demostrando
una de sus cualidades, nunca rendirse ante la adversidad.
En abril de 1940 nace su primera sobrina, por lo que su
morocha Adelina se viene a vivir con ellas una temporada mientras da a luz, se
recupera del parto y aprende a cuidar a la recién nacida de manos de Mamayú,
tradición desde entonces con todos los sobrinos. Al mes de estos
acontecimientos, se celebraría un nuevo matrimonio, muy festejado, el de Ana Dolores
con Teodoro, para Elena fue otra debacle, sintió que se quedaba sin el apoyo de
ella. La fotografía de este matrimonio capta los cambios sutiles de los años 40
donde la falda comienza a ampliarse, no hay esa puesta en escena con los novios,
es más íntima, pero aun es realizada en un estudio fotográfico.
Seguidamente, apenas transcurrido un año, se casaría su otra
hermana, Roselia con Andrés, un Sánchez de Aguada Grande, no existen registro
fotográfico por la rapidez del matrimonio, el primero que no cumple todos los
formalismos de la época, la razón era que debían viajar al Zulia, por ser el
novio un perseguido por la justicia, ambos eventos fueron en la casa de la carrera 19
con calle 34.
Ana con su marido, se mudan a una casa en la avenida
Comercio, teniendo solvencia económica, siendo Teodoro un hombre generoso, de
fuertes principios y valores familiares inculcados de la familia libanesa de
donde provenía, le permitió a su esposa hacerse cargo de las solteras, por lo
que ese mismo año, Mamayu junto a su esposo Pablo, quien estaba deseoso de regresar
a la capital, donde le habían ofrecido un cargo de jefe de talleres de
“Colectivos Caracas” deciden nuevamente irse, habían
transcurrido casi 6 años desde su
regreso.
Este periodo, fue decisivo
para Elena quien dejaría de ser una adolescente cuya vida giraba en torno a su
gemela, los viajes a El Toronal a visitar a su padre, obedecer a sus tres
hermanas mayores, el cuidado de los menores, gracias a los sucesivos sacudones
emocionales, se plantearía por primera vez otras expectativas, buscar nuevos
horizontes, las oportunidades vendrían con la creación cinco años antes del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social por parte del entonces presidente del
país, Eleazar López Contras, sus novedosas políticas de salud llevadas a cabo
por el científico Arnoldo Gabaldón quien trae expertos extranjeros para la creación de la
División de Higiene Rural, el Instituto Nacional de Puericultura y la División de Malariología que revolucionarían
el campo de la salud pública desasistido hasta entonces, creando una necesidad
de personal especializado en el país, en donde ella entraría a formar parte.
La década del 40 se caracteriza por grandes
paradojas, por un lado la transición hacia la democracia,
impulsado por el sucesor y pupilo del dictador Juan Vicente Gómez, liberando a
los presos políticos, dando libertad de prensa, reconociendo algunos partidos
políticos. Por otro lado la segunda guerra mundial que provoca una recesión
económica, junto a fenómenos sociales como la persecución a los judíos que los lleva a
huir en masa de Europa, uno de los medios usados fueron a través de barcos que llegaron
a ser conocidos como los Barcos de la Esperanza, trasportando a estos
inmigrantes, uno de ellos llegaría a Venezuela con la sentencia de muerte de
que si ningún país los recibía, serían lanzados a alta mar, venían de regreso
de otros países de América Latina, rechazados por temor a los nazis, el
gobierno de López Contreras les ofreció asilo salvando sus vidas. Ya estaban
residenciados aquí los libaneses, sumándose
estos judíos, quienes se integran armoniosamente, la tolerancia es un comportamiento muy Venezolana, debido a que nuestro pueblo esta conformado
por ciudadanos de diferentes partes del mundo.
El 5
de mayo de 1941, ocurre el cambio de gobierno ofrecido por López
Contreras, se realizaría pacíficamente al nuevo presidente, Medina Angarita, entonces la ciudad de Barquisimeto cuenta con apenas
54.176 habitantes, una sociedad que comienza a industrializarse, asomándose al
siglo XX algo retardadamente pero intensamente, con vehemencia.
Ese año ocurre el triunfo del equipo de béisbol Venezolano en el campeonato mundial en Cuba, con el Chino Canónico como lanzador, evento que fue difundido a todo el país por radio, estimulando un creciente fanatismo por este deporte nunca antes visto, todos los ciudadanos de la Avenida Comercio, donde vivía Elena, salen eufóricos a la calle a festejar, comentaban los pormenores del juego, tema obligado de conversación. Es la primera vez que se celebra masivamente un triunfo deportivo.
Ese año ocurre el triunfo del equipo de béisbol Venezolano en el campeonato mundial en Cuba, con el Chino Canónico como lanzador, evento que fue difundido a todo el país por radio, estimulando un creciente fanatismo por este deporte nunca antes visto, todos los ciudadanos de la Avenida Comercio, donde vivía Elena, salen eufóricos a la calle a festejar, comentaban los pormenores del juego, tema obligado de conversación. Es la primera vez que se celebra masivamente un triunfo deportivo.
Mi mama Elena junto a primas y amigas, conformaron un
equipo, ella era la lanzadora pero con mala puntería, las pelotas le caían en
cualquier lado, sin embargo aprendían sobre la terminología del juego, principalmente
los nombres de los peloteros para parecer expertas con los jóvenes. El
vocabulario venezolano durante la década de 1940 a 1950 sufrió cambios notorios
gracias a las emisoras de radio, las radionovelas, la publicidad y el deporte,
especialmente el béisbol que a partir del triunfo del equipo venezolano, conocido
como la hazaña del 41, contribuye a este fenómeno social. Elena se interesaba también
por los sucesos de la II Guerra Mundial, de los horrores de la guerra, ya era
una mujer de 22 años, salía con jóvenes más maduros.
Finalizando ese año, su morocha da a luz su segundo hijo,
un varón de nombre Martín Enrique, Elena se da cuenta que cada vez están más
distantes, que nunca volverían a vivir juntas, que ella tenía nuevos amores,
sus hijos. Estando así las cosas, un día en 1942, decide irse para Cabimas,
pasaría una temporada con su hermana Roselia, sería la primera vez que se separa tan lejos de su morocha y del mundo de el Toronal, alza vuelo, no imaginaba lo que su vida cambiaría, entraría de
lleno al mundo moderno, de avances científicos, de liberación de la mujer, al mundo de Helena.